martes, 12 de febrero de 2013

Primera Revolución Industrial: Parte 2


3. LA AGRICULTURA

La agricultura tuvo un papel fundamental en la Revolucn Industrial. En Gran Bretaña o los Países Bajos ante la demanda de alimentos por la presn demográfica que tuvo lugar en el siglo XVIII se introdujeron nuevas técnicas agrícolas, otros cultivos y más tarde el empleo de máquinas para mejorar el rendimiento del campo.
En muchos países se crearon las primeras escuelas de agricultura, sociedades de agricultores, se difundieron las nuevas técnicas y los gobiernos apoyaron las ideas fisiocráticas que consideraban el campo como única fuente de riqueza. El cambio de mentalidad dio lugar a considerar el campo como una buena inversión y se emplearan capitales en modernizar la agricultura. Incrementando de forma importante la productividad y la mejora en los cultivos y en la calidad de los alimentos.
La Revolución Industrial aportó nuevos, útiles, maquinaria y hábitos que cambiarían los sistemas de produccn de las tradicionales labores del campo. Los trabajos agrícolas se facilitaron con la invencn de un nuevo utillaje y la utilizacn de máquinas. Se introdujeron cultivos como el tbol, las plantas forrajeras, el maíz y sobre todo la patata, que proporcionó un alimento básico para las dietas más humildes y un mayor rendimiento a la tierra. La sustitucn del barbecho por sistemas de rotacn permitió el aumento de las cosechas y el cultivo de los forrajes permitieron el fomento y la cría selectiva de ganado y la producción masiva de carne, lana y piel.
La poblacn del campo disminuyó a causa de la mecanizacn y estas personas se instalaron en las ciudades para trabajar en las fábricas o emigraron a otros países.

4. EL PAPEL DE LOS CERCAMIENTOS EN LA REVOLUCIÓN AGRÍCOLA

En Gran Bretaña, como en el resto de los países occidentales, existían extensiones muy grandes de tierras comunales sin explotar. A principios del siglo XVIII, algunos terratenientes decidieron obtener el máximo rendimiento de sus tierras y aprovecharon para cercar sus propiedades, incluyendo las tierras comunales. Lo que en principio parecía un abuso se convirtió en un procedimiento legal cuando los terratenientes presentaron demandas por esas tierras al Parlamento y se les concedió la propiedad si eran apoyados por las tres cuartas partes de los otros propietarios de una parroquia. Perdieron su acceso a los terrenos las gentes sin recursos y los pequeños propietarios también fueron perjudicados teniendo que vender y abandonar sus pequeños campos por la competencia de los grandes. A partir de estas reformas Gran Bretaña se convirtió en uno de los mayores productores agrícolas de Europa.
España, a la llegada del liberalismo, tenía enormes extensiones de tierras de labor en manos de la Iglesia o vinculadas a mayorazgos, que no podían ser vendidas ni enajenadas y de las que no se obtenía el rendimiento adecuado. En 1836 se desamortizaron estas tierras, en su mayor parte fueron vendidas en pública subasta y adquiridas por capitalistas que no invirtieron para mejorar los cultivos, y estos terrenos quedaron en una situacn aún peor que cuando estaban vinculados.
En Italia había grandes territorios agrícolas propiedad de la aristocracia urbana que apenas servían para alimentar al ganado. Sus dueños no se preocuparon de introducir reformas durante mucho tiempo y para su explotacn cedían las fincas a campesinos que sacaban de ellas escaso rendimientos.
En Rusia las técnicas agrícolas siguieron siendo similares a las empleadas en la Edad Media y la servidumbre continuó vigente. Los siervos que trabajaban la tierra se levantaron en muchas ocasiones, llegando a situaciones extremas.
En Francia, al contrario de lo que sucedió en Inglaterra, la mayor parte de los pequeños o medianos agricultores vieron acrecentadas sus propiedades después de la revolución francesa por la abolicn de derechos feudales, el reparto de fincas de los emigrados y de la Iglesia y el cambio del gimen jurídico de los campesinos. Pese a no existir grandes capitales invertidos, poco a poco las nuevas técnicas agrícolas se pusieron en práctica permitiendo el abastecimiento del mercado interior no pudiéndose afirmar que la agricultura contribuyera al despegue industrial.

5. LA REVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA

Después de miles de años de un crecimiento muy lento, sometido a retrocesos por las catástrofes naturales, guerras, epidemias o crisis de subsistencias, a partir del siglo XVIII la poblacn europea empezó a crecer de forma sostenida y a un ritmo muy rápido. El número de habitantes pa de los 110 millones en 1700 a 187 millones hacia 1800 y a más de 400 millones a comienzos del siglo XX, todo ello a pesar del fuerte flujo migratorio hacia ultramar.
Las causas del desarrollo parecen ser varias. Se dio un descenso importante de la mortalidad, especialmente de la mortalidad infantil, atribuid   a las mejoras en la alimentación gracias a los avances de la agricultura, a la construccn de redes de alcantarillado y la limpieza de las calles, al abastecimiento de agua potable en las ciudades y a la generalizacn de la higiene personal.
Sin duda tuvieron una gran importancia los progresos de la medicina y de la cirugía. El uso de antisépticos en cirugía y la generalización de las medidas higiénicas evitó muertes y contagios innecesarios, pasando los hospitales de ser lugares donde los enfermos iban a morir a centros de curación.
El crecimiento de las ciudades desde principios del siglo XVIII a mediados del siglo XIX fue otro fenómeno ligado al aumento de poblacn. La explicacn a este crecimiento urbano se encuentra en la emigracn de los obreros agrícolas y la oferta de trabajo en las fábricas.
Otra consecuencia del crecimiento demográfico fue la emigración de aquellos que buscaban oportunidades en otros países. En poco más de un siglo, de 1800 a 1930, abandonaron el viejo continente unos 40 millones de europeos. El aumento de la población y la sustitución de la mano de obra explica la búsqueda de tierras en otros continentes. Además, la revolución de los transportes facilitó los viajes tanto por tierra como por mar. Los principales países receptores de emigrantes fueron EE.UU. y Canadá en América del Norte y Argentina y Brasil en América del Sur.

6. EL TRABAJO EN LAS FÁBRICAS

Antes de la Revolución Industrial, las eneras aplicadas al trabajo habían sido la humana y la animal, peor con la utilizacn de la enera liberada por la combustn de carbón se inició un nuevo sistema de produccn, en el que la fábrica sustituía a los antiguos talleres.
Richard Arkwright, inventor de la water frame, fundó en 1771 la primera fábrica en Inglaterra, la Cromford Mill, y la sit a orillas del río Denvert para utilizar la energía hidráulica. Esta primera industria reunía los trabajadores, la fuente de enera y las máquinas en un solo lugar. Arkwright redactó el primer código de comportamiento en las fábricas, para imbuir disciplina a los obreros y conseguir a una mayor productividad para obtener beneficios. Fue un primer intento para racionalizar una nueva forma de trabajo.
Durante muchos años paralelamente a la instalacn de las fábricas subsistieron los talleres familiares donde se trabajaba a tiempo parcial, con mano de obra barata para completar la producción de las grandes industrias.
Los grandes talleres artesanales con obreros especializados también continuaron trabajando hasta la plena mecanizacn de las fábricas a mediados del siglo XIX; algunos de sus obreros, los que no se adaptaban a las nuevas condiciones fabriles, fueron los que más se enfrentaron, con levantamientos organizados, a esta mecanización que les arrebataba su trabajo.
Las transformaciones tecnológicas y la organizacn del trabajo iniciada en el siglo XVIII no produjeron sus frutos en la economía global hasta la segunda década del siglo XIX.

7. LA REVOLUCIÓN DE LOS TRANSPORTES

Hasta el siglo XIX no llegarían a aplicarse las nuevas tecnologías a los transportes y también fue en Gran Bretaña donde se iniciaron las innovaciones en este sector.
Gran Bretaña contaba con un importante sistema fluvial con caudalosos ríos navegables, especialmente útil para el traslado de carbón y otros materiales pesados. Las grandes obras para mejorar el sistema fluvial inglés se iniciaron en 1761. También se mejo la red de ríos navegables. Por tierra se renovaron los caminos y se utili también el tren.
La revolución en los transportes se produce con la aplicación de la máquina de vapor al ferrocarril y a los barcos. Se inició en 1825 cuando Stephenson construyó una locomotora impulsada por vapor y log que se moviera sobre raíles, después de muchos años de intentos que no habían dado resultados.     En 1856, ya en la II Revolucn Industrial el convertidor de Bessemer para la produccn de acero fue fundamental en este proceso; a partir de entonces el acero se utili para la elaboracn de locomotoras, raíles, cascos de barcos y toda clase de máquinas, impulsando definitivamente la industria metalúrgica. La construccn del ferrocarril constituyó el invento más importante de su época y supuso un gran estimulo para todas las actividades económicas.
Las consecuencias de la utilizacn del ferrocarril fueron de gran importancia al abaratar el traslado de mercancías, productos agrarios y ganado, facilitando la especializacn de cultivos para la exportacn y dando salida a los excedentes. Dio lugar a la articulación de mercados nacionales e internacionales, la apertura del comercio y la posibilidad de multiplicar los intercambios. En el terreno militar facilitó el transporte rápido de tropas y pertrechos y desde el punto de vista social promovió la movilidad de las personas.
En el transporte marítimo y fluvial, los nuevos barcos tuvieron una mayor facilidad para adaptar las máquinas de vapor que los ferrocarriles. Los primeros vapores se utilizaron para el transporte interior por canales y ríos, luego por las neas costeras y transoceánicas. Desps, la utilización de máquinas de vapor en los barcos se impuso de forma definitiva hacia 1880; los nuevos barcos compitieron aún mucho tiempo con los clippers, barcos de vela que alcanzaban elevadas velocidades en navegación de altura que sobrevivieron hasta las primeras décadas del siglo XX.

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