La revolución de las Trece Colonias británicas en América del norte constituyó un hito fundamental
en la historia de
Occidente
que sirvió de
referencia a las
posteriores revoluciones
en su lucha por el asentamiento del
liberalismo.
Se inició como
un levantamiento pero se convirtió en un conflicto internacional que llegaría a formar la
primera sociedad democrática del mundo moderno, una república federal, regida
por
una Constitución
y por un gobierno nacional.
1. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y CONTEXTO
Los fundamentos políticos de los ilustrados no habían arraigado de forma práctica en la
sociedad del Antiguo Régimen. Los problemas con la metrópoli fueron el detonante para
que una
sociedad peculiar con
unas
normas propias rompiera con
el
pasado para convertirse en
la
vanguardia
de
la libertad y el republicanismo.
La convulsión política de las colonias coincidió con la revolución industrial. El conflicto se inició en unas circunstancias
de crisis económica
por
el alza de
precios y estancamiento de mercancías que tuvo lugar en 1770
Los ideólogos americanos tuvieron muy en cuenta la idea de que el poder del gobierno
derivaba del pueblo, que la soberanía permanecía siempre en el pueblo y que el gobierno era solamente un organismo que
le representaba de
forma temporal y revocable.
1.1. Las colonias británicas en América antes de la revolución.
Las trece colonias
británicas establecidas en la costa este de América del Norte eran New Hampshire, Massachusetts,
Connecticut, Rhode Island, Nueva York,
Nueva Jersey, Pensilvania, Maryland, Delaware, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia, y
formaban
un pequeño mundo de gran dinamismo y movilidad que aumentaba de población a un
ritmo extraordinario.
La corriente migratoria desde las Islas Británicas en el siglo XVIII era incesante y este aumento ocasionó una gran presión demográfica. Las gentes se trasladaban en busca de
terrenos donde
establecerse
en el interior creando
a su paso multitud de
nuevas
poblaciones que servían para abastecer a los viajeros y extender el comercio y a partir de
1760 se inició la exploración de nuevos caminos hacia el oeste por cazadores muchos
colonos y especuladores cruzaban los Apalaches. Otros se encaminaron al sur o hacia el
noroeste o las cuencas del Ohio y Mississippi. La población no se concentraba mucho en las ciudades.
A los puritanos ingleses se habían unido poco a poco campesinos escoceses, irlandeses, alemanes, holandeses y protestantes franceses, que no sentían lealtad a la Corona británica. A pesar de esta diversidad en
el origen
de los colonos, la vida social se regía en
la
mayor parte de los estados por
las normas británicas.
Los puritanos
ingleses, muy apegados a las tradiciones, habitaban las colonias
del norte,
llamadas de Nueva Inglaterra. Se dedicaba a la agricultura en pequeña escala, tenían muchos recursos
madereros, caza de ballenas, abundante pesca y comercio marítimo.
Las colonias situadas en el centro, con ciudades tan importantes como Nueva York y
Filadelfia, se dedicaban al comercio por
el río Hudson hasta
el estrecho de Long Island. Los grandes
propietarios, con haciendas dedicadas al cultivo de tabaco y algodón, se
habían
establecido en el sur. Comerciaban también con artículos navales y maderas. Llegaron
a contar con un gran número de esclavos procedentes de África.
2. LA VIDA POLÍTICA EN LAS COLONIAS
Cada colonia
se regía de distinta forma dependiendo de su origen, pero el sistema político
continuaba basándose en el británico. Estaban regidas por un gobernador y organizadas en asambleas elegidas por sufragio restringido. En algunas el gobernador era nombrado por el monarca, en otras era elegido.
La vid política era muy activa, toda la población se interesaba por las luchas que mantenían
los
lectores. Cada Estado o colonia podía
funcionar de forma casi autónoma a pesar de que la metrópoli intentaba reorganizar la
administración colonial.
Las colonias tenían
economías
complementarias y se relacionaban con
mucha frecuencia.
3. LA ECONOMÍA COLONIAL
La base de la próspera economía de las colonias inglesas era la agricultura, la caza, la pesca y el comercio. La mayor parte de la población trabajaba el campo. En Nueva Inglaterra se cultivaba maíz, avena, centeno, trigo y frutales. En el sur se cultivaba tabaco, arroz, índigo, morera
y cáñamo.
El resto de la población lo constituían mercaderes, marineros, mineros y pequeños
artesanos ya que la mayoría de las manufacturas eran importadas desde Gran Bretaña.
La metrópoli recibía especias, maderas, pieles, aceite de ballena, salitre, pez, cáñamo, etc. Las colonias tenían por obligación que comprar sus manufacturas a la metrópoli y
utilizar para sus exportaciones navíos ingleses o que todas las importaciones de otro país
a las colonias tuvieran que pasar por un puerto inglés y pagar un peaje. El Acta de Navegación obligó a las colonias a reservar ciertos productos como el tabaco, el azúcar, el
índigo, el algodón y algunos otros en exclusiva para el mercado inglés. Estas cargas se
fueron
haciendo muy impopulares entre los colonos.
4. LOS INTENTOS DE REFORMA COLONIAL DEL GOBIERNO BRITÁNICO
La rreforma de la administración colonial había sido discutida en el Parlamento británico
en muchas ocasiones, sin
llegar a concretarse.
La llegada
al trono de Jorge III en 1760 que decidió intervenir
activamente en los asuntos de Estado, cambiaría
las relaciones con los colonos.
Al finalizar
la Guerra
de los
Siete Años (1758-1763),
el gobierno se enfrentó
a la reorganización de los nuevos territorios
y a
la regulación del comercio. Además, trató de solucionar los problemas financieros derivados del conflicto con nuevos impuestos sobre las colonias.
Una de las primeras medidas fue volver a poner en vigor la prohibición de comerciar con cualquier otro país que no fuera Inglaterra. Poco más tarde la Sugar Act gravó las
importaciones sobre las melazas que las colonias adquirían en las Antillas Francesas y de las que obtenían
grandes beneficios.
El Parlamento aprobó también una nueva ley que les prohibía emitir monedas y se gravó todos los documentos legales y comerciales que se enviaban a las colonias. Las colonias reaccionaron
ante
estas
medidas y nueve
de ellas enviaron delegados a un ilegal
Congreso reunido en Nueva York, en el que decidieron rechazar los nuevos impuestos decretados
por
un Parlamento en el que
no se sentían representados. Surgieron
asociaciones radicales
para
oponerse
a esas
“Imposiciones
sin representación”,
se limitaron
las
importaciones que
venían de
Inglaterra y los colonos consiguieron la
derogación de la Stamp Act.
Pero de nuevo el Parlamento de Londres votó en 1767 otros impuestos sobre el té, el
vidrio y el plomo. Los disturbios ocasionados por esta nueva decisión terminaron con la
“matanza de
Boston”, donde murieron
cinco
colonos en un enfrentamiento
con
los soldados británicos.
Los colonos consiguieron en 1770 que se derogaran los impuestos sobre el vidrio y el plomo sin lograr lo mismo con el que gravaba al té. En 1773 el Parlamento concedió a la Compañía de las Indias Occidentales el monopolio de dicho producto, desatando las iras
de los colonos que asaltaron los
barcos
de la Compañía arrojando al
mar sus cargamentos.
La metrópoli movilizó al ejército y el Parlamento aprobó cuatro leyes coercitivas, el cierre del puerto de Boston, la abolición de la asamblea de Massachusetts, el traslado de los implicados
en los sucesos a Londres y la obligación de las colonias de abastecer al
ejército, que fueron
calificadas por
los colonos como “intolerables”.
Por el Acta de Quebec de 1774 el gobierno de Londres anunció la expansión de esta provincia
y se prohibía a los colonos establecerse en estos nuevos territorios. Esta prohibición
indignó
a los colonos, que se empezaban a considerar
ciudadanos de
segunda clase utilizados por la Corona para sufragar con impuestos los gastos de la
guerra, pero a los que no compensaba con
los
territorios conquistados.
A partir de 1772, personalidades de la vida política entre las que se contaban Jefferson, Patrick Henry, Washington y Adams, compartían información y transmitían a través de
los
Comités de
Correspondencia sus inquietudes políticas. Pretendían establecer los
derechos de los colonos, negando la autoridad del Parlamento de Londres sobre ellos y
planeaban acciones conjuntas
dirigidas a unir a los colonos en contra de la represión
británica. En
1774,
Thomas
Jefferson
y John Adams
sostenían
que las cámaras legislativas
norteamericanas independientes
eran soberanas en Norteamérica; el Parlamento no tenía ninguna autoridad sobre las colonias sólo vinculadas al Imperio británico a través del monarca.
En septiembre
de 1774 los colonos
convocaron el Primer Congreso
Continental
de Filadelfia, con la asistencia de delegados procedentes de doce colonias (todas menos
Georgia).
Después de encendidos debates, el Congreso, que aún no estaba preparado para la independencia, decidió proclamar una Declaración de Derechos de las Colonias,
mantener el
boicot a las mercancías inglesas hasta que se reconociera su autonomía
legislativa y dar fuerza legal a los Comités de Correspondencia para difundir las ideas independentistas.
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