lunes, 19 de mayo de 2014

Ia Iglesia y la cultura en la peninsula ibérica durante la Baja Edad Media

8.1 La Iglesia peninsular ante el cisma de occidente

La situación de la Iglesia peninsular en estos momentos es compleja. Podemos decir que es una Iglesia muy fuerte y muy bien articulada, pero que muestra indicios de debilidad según el punto de vista por el que se observe. Es el momento en el que se termina de perfilar el mapa eclesiástico que durará, prácticamente, hasta la época contemporánea. Este mapa se articulará del siguiente modo:
-          Un arzobispado principal, que será la Sede Primada de Toledo. La elección de Toledo responde a distintas razones: históricas, ya que fue sede principal desde la época visigoda, y geoestratégicas, ya que su dominio se encuentra en el centro de la península, extendiéndose de norte a sur, siguiendo el avance de la monarquía en su avance al sur. Esto se hace así por interés del pontificado y la monarquía, ya que el primado se convertirá en un interlocutor directo con ellos. Braga será otro importante principado y no aceptó la supremacía de Toledo, pero se desvincula de la organización española con independencia portuguesa.
-          Diversos arzobispados, que tendrán su competencia el resto del territorio, organizado en provincias eclesiásticas: Tarragona, muy importante que se consolida con la pertenencia de los obispados de Cataluña que anteriormente pertenecían al arzobispado de la Narbonense, Santiago, Granada, Lisboa (cuyas fronteras se fijan para cada reino después de la guerra de los dos Juanes), etc.
-          En 1492 se constituyen dos arzobispados nuevos: el de Granada (Fray Hernando de Talavera será su primer arzobispo), recién conquistada, y el de Valencia, anteriormente exenta.
Se establecerá un arzobispado por cada reino, que no tiene por qué coincidir con la capital política de dicho reino. Toledo correspondía al reino de Castilla, Santiago al reino de León, Tarragona al reino de Aragón y Braga al reino portugués, etc. Estos arzobispados eran heredaros de la Plena Edad Media. Puramente de la época bajomedieval será la creación del arzobispado de Lisboa, tras la guerra de los “dos Juanes”, y la creación del arzobispado de Zaragoza.
La Iglesia tiene en estos momentos un tejido institucional muy fuerte, una organización muy jerarquizada a partir de arzobispados, obispados, patriarcados, etc., que engloba y organiza a todos sus miembros. Esta institución es propietaria de cuantiosas donaciones (externas o de sus propios miembros), así como derechos e ingresos. No tiene problemas doctrinales: el credo está ya normalizado y se enseña a los fieles de un modo estandarizado, no se registran herejías importantes y se observa una producción de obras doctrinales cultas y de calidad. Pero a parte de esta organización, hay que destacar también la importancia de otras instituciones de largo recorrido en la historia peninsular, tales como los monasterios, los Trinitarios y Mercedarios (dedicados a la liberación de esclavos) y las ordenes mendicantes (benedictinos, predominando en el norte del Tajo, cluniacense, órdenes militares, predominando al sur del mismo río, etc.). Otro elemento importante son los “obispados exentos”, es decir; obispados fuertes que no consiguieron sede arzobispal, pero consiguieron no depender de ningún arzobispado y tener una relación más directa con el papado. Se encuentran en una situación intermedia entre los obispados simples y los arzobispados.
Sin embargo se registran problemas a los que tiene que hacer frente. El pontificado de Avignon muestra una fuerte centralización en su gobierno vinculada a una fuerte tributación. Asimismo, los pontífices se reservan la entrega de cargos, que acaban otorgándose a los poderosos que pueden asegurarse el apoyo de la curia, especialmente a burócratas y administraciones. Justificándolo con que con esta medida se acababa con la presión de los nobles o cargos públicos en las villas, evitando así mismo, enfrentamientos. Esta justificación choca con la realidad. El resultado de esta práctica es que los ingresos se concentran en los que ocupan tareas burocráticas y no los que desempeñan labores religiosas, los cuales además concentran diversos cargos.
Por otro lado, la moral del clero en este momento es deficiente, muy relajada: no respetar el celibato (incluso pedían al papado la legitimación de sus hijos para que pudieran optar al beneficio eclesiástico y a la carrera eclesiástica), no respetar la dedicación a la tarea religiosa (desempeñar labores en la corte, por ejemplo), etc. En el plano cultural, el acceso a un cargo eclesiástico requería una preparación intelectual (lectura, canto, doctrina, etc.), si bien después de esta se produce una separación: aquellos que continúan formándose, consiguiendo una formación intelectual muy alta, y aquellos que la abandonan y pasan a vivir de la renta.
En esta situación se produce el cisma, que tuvo una importante repercusión en Occidente. Este cisma se produce tras la muerte del papa Gregorio VII y el nombramiento de Urbano VI, precipitado y que no contó con el apoyo de todos los cardenales, en especial los vinculados a Avignon. Los opositores de Urbano VI acaban eligiendo en Avignon un nuevo papa: Clemente VI. Ambos pontífices envían legaciones a los distintos territorios buscando apoyos (destacaría la labor de Pedro de Luna, emisario de Avignon). Las repercusiones de este cisma en las distintas coronas fueron varias: celebración de asambleas de clérigos para asesorarse sobre el problema de la duplicidad de papados, concentración de las rentas destinadas al papado e inicio de la circulación de las primeras doctrinas conciliaristas para terminar el problema de la duplicidad del papado.
En la península Ibérica se observa desde muy pronto un apoyo al papado de Avignon, con una labor teórica y doctrinal a su favor considerable y por el apoyo de la corona de Francia. En la corona de Aragón utiliza el conflicto como pretexto para retener los pagos al pontificado y utilizarlas en su propia hacienda. Portugal pasa de una situación de neutralidad al apoyo a Avignon, si bien vuelve a cambiar al estallar la guerra con Castilla, apoyando al Papa de Roma. En Castilla, convocado por Juan I, se celebra una gran asamblea de letrados en Medina del Campo entre 1380 y 1381, en la cual se acaba decidiendo el apoyo a Avignon gracias a la labor de Pedro de Luna.
En este momento ya existen muchos monasterios y conventos de considerable importancia y sus abades intervenían o tenían un peso en los territorios donde se encontraban.
Los cabildos catedralicios se generalizarán por toda la Península Ibérica durante la Edad Media. Siendo la catedral la “madre” de las iglesias parroquiales, se convierte en referente del culto de las iglesias dependientes, por lo que las funciones litúrgicas se cuidan especialmente en el caso de las catedrales. También destacará por la importancia como lugar de enterramiento de personajes notables, que dota a la catedral de unos sustanciosos ingresos, además de constituir gracias a sus registros una importante fuente de información histórica. El cabildo también será propietario de numerosos inmuebles y un sustancioso patrimonio, por lo que desempeñarán una importante función económica. Los ingresos de estos cabildos vendrían de sus distintas propiedades, negocios, terrenos y, en especial, del diezmo eclesiástico.
-          Coro
-          Dignidades capitulares
-          Dean
-          Arcedianos: encargados de la administración del derecho canónigo.
-          Tesorero
-          Maestrescuela

A finales de la Edad Media surgen nuevos cargos, creados por el papa alrededor de 1485, que los distintos cabildos tratarían de adoptar dentro de sus posibilidades:
-          Canónigo magistral: maestro en teología, centrado en la labor de predicación.
-          Canónigo doctoral: maestro en los dos derechos, canónigo y civil, para asesorar al cabildo en sus pleitos.
Como consecuencia del desarrollo del culto, también se empiezan a dotarse en esta época cargos de músico (cantores e instrumentistas) a cambio de una remuneración. Progresivamente se irán añadiendo cargos: relojeros, sastres, etc.
La promoción al episcopado oficialmente correspondía al cabildo salvo dos casos concretos: el traslado de diócesis o en caso de desacuerdo. Esto explica que normalmente, las diócesis estaban regidas por obispos que previamente habían sido dignidades capitulares, en concreto el deán o los arcedianos, ya que contaban con una experiencia de autoridad y eran las personas que tenían una mejor posición económica. Sin embargo, junto con este sistema regular existían otros medios: la intervención de Roma, intervención de la monarquía o presiones del alto clero.

8.2 Los intentos de reforma del clero

Hay muchas órdenes con un tejido institucional muy fuerte y todas estas instituciones están regadas por unas rentas muy abundantes y que tienen su base en el diezmo. Además en castilla esta ya definido el dogma, no hay grandes herejías, el dogma ya está interiorizado por el pueblo. Las doctrinas morales están muy desarrolladas, donde el clero culto tenía una formación ya muy importante.
Aspectos negativos importantes: excesiva centralización del pontificado de Avignon (1309-1377) y a esta centralización se une una fuerte tributación. La santa sede se reserva la concesión de cargos eclesiástico. Esto evitaría las presiones fiscales, pero esto no se parece a la realidad, sino que se daba a las personas importantes, lo que hace que se haga una burocratización, es decir, no premia a aquellos que se preocupan por las iglesias sino a los que se preocupas de los burocráticos. ….
En lo relativo a la preparación intelectual se presenta muy dispar, el acceso a los puestos eclesiásticos requería según los escritos había que saber leer, escribir y cantar, pero hay una posición muy dispar donde había quienes se preocupaban por continuar formándose y quienes tras obtener una prevenda ya no se preocupaban por formarse, este tenía un límite de obtención pues hasta los 11 años no se puede obtener.
En Roma fue nombrado Urbano VI, el papa que hasta este momento era una persona muy amable, se convirtió en una figura muy fuerte y con un rigor excesivo y que la elección se había elegido bajo la presión de laicos romanos, mezclada por intereses políticos. Por lo que fue en consecuencia nombrado en Avignon Clemente VII, y en España Pedro de Luna importante defensor del papado de Avignon. Los monarcas decidieron buscar asesoramiento con asambleas de teólogos y teóricos, para averiguar a quien correspondía, además se interrumpieron las dotaciones hasta saber a quién correspondía. Ya desde muy pronto empiezan a manifestarse doctrinas conciliadoras. Por otro lado el papado de Avignon se empezó a manifestar como poderoso desde muy pronto a ser apoyado por el rey de Francia, aunque en su mayoría los monarcas se van a mantener neutral, aunque con el paso del tiempo (esto empieza en 1378?). Aragón negocia directamente sus intereses con los papados. En castilla se celebró una gran asamblea en Medina del Campo donde se decidirá hacia el papa de Avignon, siendo apoyado por el poderoso Pedro de luna. En Salamanca se celebran los actos en mayo de 1381, donde el rey Juan I declaro Papa verdadero al de Avignon.

8.2.1 Alto Clero

Está encabezado en España por el arzobispo de Toledo, era el más importante además de que era el primado. En 1492 se constituyen dos arzobispados nuevos, el de Granada recién conquistada, ocupado por Hernando de Talavera, un personaje muy interesante. En este año también se crea el arzobispado de valencia, valencia tenía la consideración de reino y tenía ciertas aspiraciones.
Los arzobispados son el más alto rango dentro de la Iglesia en la península ibérica, es la institución con más autoridad. Esta autoridad deriva de ocupar una metropolo con una serie de competencias adscritas a las ciócesis de turno. Por ejemplo, el arzbispado de Santiago tiene una serie de diócesis sufragáneas, es decir, que tributaban a la sede principal de la que deriven.
Estas primitivas metrópolis habían acumulado un poder y una renta muy considerable durante la Plena Edad Media, con una gran cantidad de propiedades, aldeas y pueblos, dependientes de las mismas en lo respectivo a la Iglesia. Estos arzobispos también tienen una gran importancia en la política civil al desempeñar en muchas ocasiones altos cargos en los consejos reales.
Si descendemos en la jerarquía del alto clero, estarían los obispos, que son los que consagran y ordenan a los clérigos de sus órdenes. Otra importante función es la convocatoria de sínodos, a los cuales tenían que desplazarse todos los miembros de las diócesis, aunque a veces iban una serie de representantes. A estos sínodos, era frecuente, que se convocaran a autoridades civiles, aunque sean de carácter eclesiásticos y estén dedicados a la difusión de los dogmas y prácticas religiosas. El motivo era que estas prácticas religiosas o dogmas podían tener repercusiones en la vida de la sociedad y política civil, por ejemplo, se condenaba la poligamia o la usura, y eran los poderes civiles los que controlaban estos aspectos. También eran un elemento de unificación eclesiástica y de control sobre las prácticas. Las “visitas” serían las encargadas de verificar que estas reglas se llevaban a cabo. Estas “visitas” tendrían que ser llevadas a cabo por los obispos o delegados, pero realmente estas visitas no se realizaban tan periódicamente como se debían, aunque en la teoría estaban muy bien regulados. Los temas que trataban sobre economía eran comprobadas por los arciprestes. 
La mayor parte de los obispos pasaron su vida fuera de las sedes episcopales, porque realmente tenían otras funciones aparte de ser obispos, ya que muchas veces podían ser personalidades de la vida política como por ejemplo estaban en el consejo real. En la época bajomedieval tenía más autoridad y peso el arcediano que el arcipreste. La mayor parte de los obispos eran señores temporales de una serie de villas, esta tradición viene desde la época de la reconquista, cuando los reyes entregaban nuevas villas a la protección de los obispos, por ejemplo, el obispo de Ávila era señor del Valle de Corneja. Había ejemplos más excepcionales como el obispo de Palencia que era el señor de la propia ciudad, o el arzobispo de Santiago era el señor de la ciudad de Santiago. 
Los obispos ejercían un claro liderazgo urbano aunque no fueran los señores temporales de la dicha ciudad. Incluso en muchas ciudades solo podían existir dos palacios, el del representante real y el episcopal. Tenían unas competencias jurisdiccionales desde el punto de vista canónigo y también desde un punto de vista económico, ya que recaudaba una parte importante de las rentas de la diócesis.
Hay una diferencia importante dentro del clero en cuanto a renta. Existen ya muchos monasterios, en Galicia hay muchísimos, pocos relevantes que llegaran a tener peso, en Aragón, Poblet,…Se mantenía como personas importantes los abades de los grandes monasterios, hay pocas abadesas con repercusiones públicas aunque destaca la abadesa de los huertos.
Se procura que las ceremonias litúrgicas en la catedral estén especialmente organizadas. Las funciones fundamentales, las celebraciones más importantes, también las funciones de carácter fúnebre, porque un cierto número de la nobleza eran enterrados en la catedral, de la que se guardaba un registro, esto repercute en la economía catedralicia. Los cabildos tienen un patrimonio realmente notable la mayor parte de ellos. El cabildo es normalmente el propietario urbano más ricos, pese a todo esto el patrimonio más importante eran los latifundios.
Los cabildos de las catedrales eran elementos de gran importancia, acompañando, en teoría al menos, y aconsejando al obispo. Los miembros de estos cabildos serían los canónigos. El número fue creciendo a lo largo de la Edad Media, creciendo de una manera desmesurada en el siglo XII-XIII, por lo que a mediados del siglo XIII quedan fijados el número máximo de canónigos, en relación con la riqueza de las distintas diócesis. La jerarquía capitular parte desde el racionero (el nivel más bajo), cuando una persona entra en el cabildo se hace racionero, el niño del coro que crecía y en la adolescencia pasaba a ser racioneros. Un segundo nivel serían los canónigos que serían elegidos entre los  racioneros, era el grupo más numeroso. Por encima de los canónigos, estaban las dignidades, el número de estas personalidades es variable, variaba de la riqueza del cabildo, pero con carácter general eran muy parecidos, el cabildo estaba presidido y representado por el dejan, cargo vitalicio, cuando el obispo era trasladado era el instituto. Después estaban los arcedianos, que estaban adscritos. Y el Doctoral que era un experto en derecho canónigo y derecho civil porque era el asesor legal del cabildo. A parte de la remuneración de cada estatus tenían una serie de estímulos para asistir a las oras canónigas. Otro complemento, más importante, que demuestra el peso urbano que tenían, son las donaciones y las participaciones del diezmo. Como consecuencia tuvieron un patrimonio importantísimos, con grandes latifundios y propiedades en las ciudades.
Ahora se buscan a parte de los niños del coro cantantes profesionales e instrumentista que tienen el sueldo más o menos de un racionero.
La elección del obispo correspondía al cabildo excepto en el traslado de la diócesis o en caso de desacuerdos muy fuertes donde intervenía roma.

8.2.2 Bajo clero

El bajo clero desarrollaba sobre todo labores en las parroquias, estaban adscritos a una aldea rural (aldeas y algunas villas). Algunas villas como la de Palencia, tenían unas rentas abundantes, además tanto como la de Palencia, Burgos, etc. tenían una clerecía poderosa como las pequeñas catedrales. Pero la mayoría tenían recursos limitados e incluso muchos casos pobres.
Entre las características de este grupo destaca un cierto aislamiento debido a la lejanía física de la parroquia, con el alto clero……
Se pueden elaborar a partir de los datos que nos ofrecen algunas fuentes que son significativas y se pueden sacar algunas conclusiones.
Desde el obispado se mandó un recuento de la diócesis  en ese momento. Los graderíos son los que tienen las órdenes menores. Los prestameros eran aquellos que recibían una prestación para realizar sus estudios.
La selección y nombramiento de los clérigos era diversa:
-        La primera forma, la respuesta correspondía al arcipreste de la zona que conocía a los jóvenes de la zona y conocía a los más preparados, este era el que lo presentaba al obispo.
-        Otra forma era la de clérigos patrimoniales o pilongos, tenían primacía aquellos que hubieran sido bautizado en la propia pila bautismal de la parroquia, este sistema se fue ampliando a que el padre hubiera sido bautizado allí e incluso el abuelo. Esto estaba aceptado por el obispo, el motivo por el que se mantuvo fue por la idea de beneficio, ya que la manera de que se vea menor oposición a pagar las rentas, es que vean la forma en la que revierta en el hijo de algún vecino de dicha parroquia.
-        Una tercera forma, en la zona noroeste de la península, el clérigo encorozado, en esas zonas, estaba muy extendido la construcción de las iglesias propias, aquellas que los señores habían construido con su dinero y con su propio dinero y se reservaban algunos derechos. Esto la iglesia lo quería erradicar, pero el señor feudal en algunos casos nombraba a estos clérigos encorozados que controlaba al clérigo elegido por la iglesia.
Los requisitos son de lectura, canto, escritura, contabilidad, edad,…no eran grandes requisitos, eran poco exigentes aunque algunos de ellos se preocuparon por mejorarlo. Habían exigencias, como que fueran hijos legítimos, muchos papas llegaron a legitimar a sus hijos, aunque había un cierto rechazo a que los hijos de clérigos fueran también clérigos, otro requisito es que no hubieran cometido crimen, que no fueran asesores de nobles, en el requisito que más insisten es que para ser ordenados, el requisito fundamental era disponer previamente un beneficio, por la cierta idea de mantener una cierta dignidad, por lo que primero era el beneficio en una iglesia determinada o unos beneficios propios.
Los ingresos más comunes del clero rural era el diezmo, también las rentas de las propiedades, la ofrenda de los fieles o la remuneración por determinados servicios, generalmente los servicios funerarios, que normalmente tenían por obligación, la repartición de ciertos alimentos. No se podía cobrar ni exigir ninguna remuneración por ninguno de los siete sacramentos.
Del diezmo el clero normalmente recibía una tercera parte, la otra parte iba destinada a la jerarquía eclesiástica, la otra tercera parte a las adquisiciones de la iglesia. Como en la edad Media hubo un aumento importante de la producción también aumento de forma importante el diezmo por lo que hacia el siglo XIII aumento el número de clérigos, la creación de iglesias, etc. Aunque cabe destacar que no en todos los lugares se pagaba el diezmo, porque en algunos se deprecia la moneda y se va reduciendo o porque determinados grupos sociales presionaron para que no se pagara el diezmo en algunos actos, como rentas de las casas, hornos, puentes, etc. También es cierto que en muchos casos muchas órdenes o señores se apropiaban la parte correspondiente del diezmo. Pero a pesar de esas limitaciones el número de clérigos creció de manera extraordinaria, cuando no creció la producciones también siguieron creciendo porque estaban exentos de rentas, tenían otro tipo de autoridad, etc.
En cuanto a la remuneración de los clérigos hay bastantes textos. El cura recibía por la curación de armas razón y media, productos cotidianos, pan y vino. Diacono ½ ración, subdiácono ¼, gradero 1/6.
Las parroquias al mismo tiempo que desempeñan una labor de carácter litúrgico también realizan otras, tienen un carácter social es el lugar donde se celebran todos los acontecimientos medievales. También junto a estas funciones la parroquia rural se convierte en una unidad administrativa, instrumento que incluso utilizaba la monarquía. Los clérigos presentaban ya unas características típicas de lo que luego supondrá el funcionariado, no solo por la cuestión administrativa sino también, los cargos eran vitalicios salvo excepciones, hay una carrera eclesiástica que está regulada, también es importante subraya tenían algún tipo de complementos por dedicación y productividad (anacronismo), también en cuanto que se les primaba por asistir a determinadas funciones, como los maitines, incluso tenían una libertad de movimiento que se podría asemejar a las vacaciones, de hecho el termino vacaciones venia de aquí.

8.3 Manifestaciones culturales y artísticas en la Península, siglos XIV XV

Se diversifica y amplía el frente cultural, tanto en temática como en destinatarios, acorde a distintos usos y costumbre atendiendo a distintos grupos sociales.
El clero sigue siendo el mayor destinatario de la formación y preparación intelectual. Ya no sólo se basa en el estudio de los libros sacros. El libro se convierte en un tesoro, ya que contiene los textos eclesiásticos sacros de las autoridades y padres de la Iglesia, pero también incorporan la historia y vida de las propias comunidades, siendo una plasmación de su memoria, sus individuos y su patrimonio.
Los textos aluden a un fenómeno que se muestra desde el siglo XIII claramente: la fragilidad de las memorias individual y colectiva, que además en muchas ocasiones se contradicen. Los textos, por su parte, se presentan como una fuente fidedigna y constante de la historia y los testimonios. Asimismo, los registros y la contabilidad se convierten en la plasmación de los derechos y propiedades de las comunidades e individuos, precisando además dónde se sitúan los elementos económicos y permitiendo una mejor gestión.
Grupos de laicos también se dan cuenta de esas ventajas y comparten ese interés. Los escribientes y notarios tienen reguladas sus funciones por documentos jurídicos y leyes, como las partidas, lo que muestra el interés y desarrollo que estas clases despertaron en ese momento. Las compraventas, intercambios, operaciones, etc., se plasmarán en documentos por escribientes y notarios, convirtiéndose en memoria y prueba de las operaciones. Las formas van evolucionando, pasando de las iniciales sanciones canónicas a las sanciones económicas y, más tarde, la prueba ante el tribunal más importante incluso que el testimonio de las personas. En este sentido, a medida que el documento va ganando esta importancia jurídica, comienzan a desarrollarse también las falsificaciones y las medidas de control contra ellas. Estas tareas notariales se desarrollarán tanto por laicos como eclesiásticos. A medida que se van implicando los laicos en este tipo de tareas, irán exigiendo mayores privilegios como reconocimiento de su importante labor social.
El interés por la formación intelectual también alcanza a las familias aristocráticas y nobles. Comienza una propaganda de la necesidad de los individuos destinados a convertirse en líderes sociales de formarse intelectualmente. Proliferan los manuales para la formación de los líderes, los espejos de los príncipes, que trataban sobre las costumbres, conocimientos y disciplinas necesarias para su labor. Se defiende ya una necesidad de formación intelectual pareja a la formación militar.
La formación intelectual tiene un componente sexista y clasista en este momento. Se sostiene que las mujeres precisaban de menos formación dada su irrelevante papel en la sociedad en términos jurídicos y económicos, al igual que las gentes de condición humilde, que tampoco precisarían de esta formación. Sin embargo, se recomienda una cierta instrucción intelectual de las mujeres y un aprovechamiento de los talentos venidos de los estratos más bajos de las clases humildes, que debían formarse en colegios e instituciones.
Ciertos géneros que tienen desarrollo en este momento tienen especial relevancia desde el punto de vista del estudio histórico. La historiografía, representada en crónicas de largo trayecto, se compone de obras que tendrían una gran importancia. De las Crónicas de Alfonso X el Sabio, actualmente se conserva un gran número volúmenes, que en ocasiones presentan contradicciones entre ellas, por lo que no sabemos a ciencia cierta cuáles se produjeron íntegramente o cuales pertenecen a ampliaciones, reformulaciones o citas posteriores de la obra.
El Llibre dels Feits y la Crónica de Ramón Tayet constituyen las crónicas fundamentales de la corona de Aragón; la última trata los siglos XIII y XIV, con una notable descripción de las conquistas de los territorios griegos de los almogávares, en los que participó el autor. Junto con las crónicas de Bernat Desclot y la de Pedro el Ceremonioso, constituye las tres principales obras de la corona de Aragón, muy importante desde el punto de vista historiográfico, pero también didáctico en cuanto a su carácter e intención.
En la corona de Castilla, Pedro López de Ayala, servidor de Pedro I, sería el gran historiador de la segunda mitad del siglo XIV, descritas por una persona muy bien preparada intelectualmente y que además ha participado en los acontecimientos. Con su obra  plasma su conocimiento de los hechos, de los que fue un partícipe activo, pero también incluso para justificar su propia labor y posición. Al igual que el resto de las crónicas, tienen un carácter propagandístico y edulcorado de la narración de los hechos, no sólo historicista.
La sátira de la sociedad de la época está realizada por autores anónimos, pero también por autores muy próximos al poder. Pedro López de Ayala realiza una crítica satírica de los vicios y errores de los diferentes sectores de la sociedad (la corte, los nobles, el clero, etc.). La sátira política se desarrolla con carácter anónimo por su carácter violento, por lo que su anonimato sirve para proteger al autor. Las Coplas del Provincial (muy explícitas en cuanto a los defectos de las personas) y las Coplas del Mingo Revulgo (con una orientación más didáctica), muestran las penurias, deslices y abusos del reinado de Enrique IV.
Por último, las obras de carácter doctrinal tratan de orientar a la sociedad, mostrando una crítica de los defectos y mostrando ejemplos y modelos que seguir. Los libros de sermones son un importante género en este sentido que, desde una cita bíblica, se desarrolla la enseñanza, que se complementa finalmente con un ejemplo y una moraleja. En estos tratados morales suele aparecer una carga de misoginia muy fuerte, algo muy extendido en esta época. En todo caso, ya en los siglos XIV, la actividad literaria ha llegado a un conjunto muy amplio de individuos de carácter laico y eclesiástico, diversificándose su temática en relación a las distintas clases y trabajos. 

Iglesia y Cultura en los siglos XIV-XV

7.1 La crisis de la Iglesia y el pontificado de Avignon

Lo más importante de la Iglesia bajomedieval es el cambio que se produce respecto a la iglesia plenomedieval. Es un cambio importante y la mayoría de los autores están de acuerdo en que se produce. En esta etapa de la Edad Media, se perfila un momento de crisis, en contraposición con el esplendor vivido en la época anterior.
Se perfilan algunos elementos de crisis bastante claros:
En primer lugar es evidente que en la Plena Edad Media, la situación es muy favorable, empezando por el pontificado, la máxima jerarquía pues el pontificado tiene en esos momentos su mayor esplendor, después de toda una serie de conflictos, es la institución que tienen el carácter más representativo, la más representativa de todo el Occidente medieval.
En segundo lugar, hay una relación de una serie de concilios universales que perfilan los elementos fundamentales de la doctrina y de los comportamientos de los cristianos tal y como se vivían en esos momentos. Algunos de los concilios, son por ejemplo el concilio de Letrán, especialmente el tercero y el cuarto (este último desarrollado durante el papado de Inocencio III). Estos concilios son reveladores de ese carácter universal de la Iglesia.
Se refleja en otra serie de grandes instituciones eclesiásticas, por ejemplo, la secuencia que se desarrolla desde el comienzo de la Plena Edad Media, el gran éxito de las ordenes mendicantes (sobre todo Franciscanos y Dominicos que van ampliando y ocupando todo un conjunto de espacios), el caso de las órdenes militares que se perfilan que tienen su origen en las ordenes eclesiásticas, de hecho tienen un fuerte vínculo con los cistercienses (la idea del monje guerrero, el culmen de la perfección, la persona que puede desarrollar al mismo tiempo una vida eclesiástica y una actividad militar). Aquí habría que incluir el origen de las universidades y la expansión de las mismas, los papas seguirán teniendo una influencia muy fuerte en las universidades de la Baja Edad Media.
EL éxito se plasma en unas estructuras que tienen un carácter jurídico muy bien definido como es el derecho canónico (que alcanza un nivel de elaboración tan alto como el derecho civil). El éxito eclesiástico tienen una plasmación artística, las catedrales románicas y luego las góticas.
Este gran periodo de expansión que se refleja incluso en la evangelización en territorios lejanos, por ejemplo, la exinas del cristianismo en islas situadas al norte de Escocia, o bien la expansión por los países nórdicos, o más allá del Elba. Todo esto comienza a inicios de la baja Edad Media. La plasmación más concreta tiene su reflejo en los problemas del pontificado que constituyen el símbolo y son causa de la crisis.
Esos problemas del pontificado son diversos; justo en los primeros años del siglo XIV, se produce una escisión paulatina del pontificado Aviñón, en principio es un fenómeno poco definido (los papas tiene una vida itinerante como la habían llevado sus antecesores), cada vez se sitúan y gobiernan desde territorios más alejados de Roma, pues allí hay dificultades importantes, es teatro de luchas continuas, sobre todo entre las grandes familias de la nobleza romana (que implican en ciertos modo al pontificado) y por otro lado, un nivel de dificultades que reside en los emperadores que luchan por el control de Roma. De alguna manera se repite constantemente el viejo problema de los pontífices y los emperadores que buscan el centro de la ciudad. De manera que los papas van gobernando cada vez más en territorios próximos a Francia y más alejados de Roma. Por ejemplo, cuando se establece de manera más clara el pontificado en Aviñón con el papa Juan XXII. Es la época que en algunos casos es conocida como el cautiverio del pontificado de Aviñón, pero no solo Juan XXII sino que unos 5 o 6 papas posteriores.
El motivo fundamental del cambio es que a medida que los papas se han acercado más a Francia se ha producido un fortalecimiento de los franceses en las estructuras pontificias, incluso algunos autores han intentado cuantificarlo. Por ejemplo, durante el pontificado de Aviñón, el 80% de los cardenales eran franceses. Los papas mantienen relaciones privilegiadas con la monarquía francesa, no solo se produce una galificacion de la curia en el caso de los cardenales sino que una gran parte de la administración era ejercida por franceses, incluso la mayor parte de los oficiales y sirvientes, también eran franceses.
Se crea a lo largo de estas décadas del siglo XIV, el fenómeno de que la maquinaria administrativa del pontificado crece enormemente. Los administradores que son fundamentalmente miembros del alto clero, se coinvierten con gran poder económico y temporal, lo que transmite una mala imagen de los cleros motivados por el dinero.
En esta situación y transcurridas un par de décadas del pontificado en Aviñón, el papa Gregorio XI decide el retorno a Roma, toda la curia se traslada a Roma, lo que es entendido como una revolución porque Roma estaba en una situación desastrosa, continuaba el poder de las grandes familias pero incluso las estructuras eclesiásticas estaban deterioradas, muchas basílicas estaban en ruinas. El cisma en realidad se produce a la muerte de Gregorio XI en Roma, momento en el que los cardenales que lo habían acompañado, se precipitan a elegir sucesor, estimulados por el propio papa en su último periodo.

7.2 El Cisma de Oriente y las vías de solución del mismo

El elegido es un cardenal que toma el nombre de Urbano VI, un italiano, un hombre culto y austero, que en principio tenía buena imagen. Surgen dos problemas, una serie de cardenales residían en Aviñón y la precipitación de la elección supuso que no tenían tiempo para trasladarse a Roma, se trató de siete cardenales que no pudieron participar en la elección, los que es considerado como una irregularidad, y en segundo lugar, la presión de la población de Roma que pedía fuera elegido un romano, y en caso de no serlo, al menos un italiano. En tercer lugar, un cambio o transformación importante en la personalidad del nuevo papa, Urbano VI comienza a comportarse como una persona irascible o al menos de ello lo acusan los cardenales, posiblemente porque trató de llevarlos a una austeridad a la que no estaban acostumbrados. Como consecuencia, algunos de los cardenales que permanecieron en Aviñón, protestan y a ellos se unen algunos de loa que están en Roma y han participado en la elección, redactan un documento diciendo que han sufrido una importante presión y no han hecho la buena elección, de manera que se reúnen de nuevo y eligen al papa Clemente VII en Aviñón, de manera que habrá dos pontífices al frente de la Iglesia.
 Todo esto, la existencia de dos papas, se plasma en una división, el mapa cristiano se divide, y los territorios pertenecen a un pontífice u otro. Fundamentalmente Las ciudades del norte de Italia, Inglaterra, Flandes, Alemania y el este de Europa siguen la obediencia al papa de Roma, son partidarios del papa de Aviñón Francia y sus aliados como Sicilia, Escocia (sobre todo porque existe un enfrentamiento con Inglaterra, de manera que si esta última es partidaria del papa romano, Escocia del papa francés), la Península Ibérica (las coronas de Castilla y Aragón. En la península, los monarcas, en principio esperaron, no tomaron decisión, esperaron la llegada que se iba produciendo con bastante frecuencia de enviados de los dos papas, en el caso concreto de la corona de Castilla, la situación era el final del reinado de Enrique II y no toma ninguna decisión, pero acabó por decantarse, su sucesor, Juan I tras una asamblea en la que convoca a los letrados del reino en el año 81 y decide seguir la obediencia del papa de Aviñón). Casi son los reyes los que acaban determinado a que papa consideran cismático. La situación fue muy confusa durante una serie de años, pero acabó consolidándose esas dos divisiones del pontificado o el papado.
Es destacable el hecho de que Urbano VI reclutó tropas para hacerse con el poder y les concedió títulos y los privilegios de cruzados. El problema que surge muy pronto es doble; en primer lugar, para mantener esas tropas se necesitaban recursos, lo que supone que el pontífice que mantenía mayores ejércitos tenía que imponer unos tributos más elevados y presentarse con una fuerza más firme (esto evidentemente le restaba simpatías pues exigía  a sus seguidores mayores impuestos, aunque es cierto que tenía más fuerza desde el punto de vista militar), en segundo lugar, la reacción fue paralela por parte del papa Clemente, de manera que ninguno de los dos podía hacerse con el poder. Esta vía militar y el afán por recaudar impuestos, hacia más visible el problema antiguo y tradicional de los aspectos religiosos, era más visible la venta de indulgencias para recaudar recursos dedicados a imponerse. Otros mecanismos ligados a la fe como la peregrinación ligada a indulgencias especiales o el año santo, se adelantaban los años santos para hacer más eficaz el sistema recaudatorio. Como ese sistema no alcanzaba sus objetivos, comienza otro sistema, la vía cesiones (descrito por los especialistas de París), los pontífices enfrentados que no habían conseguido resolver el problema, ambos renunciaran y se eligiera otro pontífice diferente que no estuviera comprometido con ninguno de los, es decir, que se hubiera mantenido al margen y no representara la victoria de ninguno de los dos. Esta vía fracasó porque ninguno quiso renunciar.
En el momento que fallecen, Urbano tendrá sucesor Bonifacio IX y a la muerte de Clemente, le sucede Benedicto XIII (en cuyo caso, la monarquía francesa no quiso que se eligiera sucesor pero los cardenales lo hicieron).
Un tercer procedimiento es la vía discutionis, la vía de la dialéctica de la discusión que supone que ambos pontífices debían de ir a un encuentro en el que mostraron sus conocimientos y su postura para la Iglesia, aquel que lo hiciera de manera más clara sería elegido como pontífice verdadero. Evidentemente también esta vía falló y hubo que recurrir a la última vía, la definitiva después de muchos problemas. Es la vía conciliar, la vía de los concilios, defendida también por los teólogos de París, que defendía la superioridad del concilio sobre el papa.
De acuerdo con los planteamientos de los teólogos de la época, existiría una doble noción de autoridad en relación con la dirección de la iglesia, por un lado la potestas habitualis (el poder corriente) que sería la residía en el pueblo cristiano, junto a ella, la potestas actualis que reside en el pontífice. Este último podía ser privado de ella, la base de esta posibilidad de privar al pontífice ya en algunas normas y artículos del derecho canónico se había establecido que en el caso de que por cualquier circunstancia el papa fuese claramente herético perdería esa potestas actualis y seria el concilio el encargado de resolver el problema del papa herético. Esto se plasma en el concilio de 1409, el conocido concilio de  Pisa. En este concilio se reúnen cantidad de obispos seguidores de una y otra tendencia, también convocaron a los papas pero no acudieron. El concilio anula el poder de ambos pontífices, condenar a los dos y nombrar a uno nuevo, Alejandro V, lo que significa que el problema se incrementa.
Interviene entonces el emperador Segismundo que convoca un nuevo concilio, el concilio de Constanza, una gran asamblea muy bien preparada y organizada bajo la diplomacia del emperador con todos los doctores y peritos más destacados de la Iglesia en ese momento, y allí se configura la doctrina pontifista más radical. A parte de esta doctrina aclamada en ese concilio, no cabe duda que la autoridad de Segismundo la que consigue la deposición de los papas, mejor dicho, consigue que los dos papas renuncien.
Con este concilio, es elegido como papa Martín V, se restablece la unidad de la Iglesia a partir de 1417, esa restauración de la unidad significa que la lucha contra las herejías (en estos momentos, el movimiento más reciente y peligroso era el promovido de los husitas, Jan Hus era una persona humilde, defienden una Iglesia pobre, que el pueblo incluso debería desobedecer a la Iglesia oficial si esa no se reformaba y seguían viviendo en pecado, rechazaba las indulgencias y fue llamado con un salvoconducto del emperador al concilio de Constanza y acabó siendo ajusticiado y ejecutado, sin embargo, el movimiento no desaparece). Este movimiento supone el trasfondo doctrinal que luego resurgirá con la reforma.
El tercer objetivo del concilio es la reforma de la Iglesia. Se entendió en principio en la línea moral, procurando promover la exigencia de la conversión o una vida de carácter más evangélico de los miembros del clero, sobre todo, la cabeza del clero, es decir, si los cardenales y obispos eran personas ejemplares, el resto de miembros seguirían el modelo. Esto no se consiguió, lo que si se logró fue reformar la Iglesia como institución, recurriendo a la pacificación de los estados pontificios, es decir, la restauración de la Iglesia, recuperando la autoridad del pontífice que había sido deteriorada por el concilio, es decir, hasta que punto un concilio podía dirigir la política y actuación de los papas. Esa autoridad se plasma en el control de la propia ciudad de Roma y otras ciudades italianas (una tarea poco fácil porque en Milán, Florencia y Venecia por ejemplo había clanes muy poderosos) pero lograron la fundación de la liga itálica, lo que supone que el papa vuelve a recuperar su autoridad.
Por otra parte, la a partir de Martín V, se intenta sanear las finanzas del pontificado que se articulan en dos grandes bloques por un lado los ingresos del exterior de carácter internacional basados en los recursos que tradicionalmente Roma o la curia, recaudaba una serie de derechos sobre todo basados en el diezmo o recursos que procedían de beneficios o cargos que estaban vacantes en un determinado motivo, cuando moría un obispo, la mesa episcopal tenían sus rentas y de ellas una parte iba a Roma. Por otro lado, los ingresos del pontífice como señor temporal, es decir, el papa cobraba  impuestos de aduana por ejemplo, impuestos sobre ganados trashumantes, tenían monopolios…
Lo que no reforman es la Iglesia en cuanto a la moral, a la vida de los clérigos, se mantienen los problemas que posteriormente provocarían la reforma protestante.

7.3 Herejías y conflictos sociales

A principio del siglo XIV se mantenían las herejías anteriores. Se mantenía la herejía de los Cátaros, hasta más o menos mediados del siglo XIV, localizada en el sur de Francia. Los cátaros tenían un sistema de sus creencias y de culto difíciles de perseguir, ya que se transmitían de padres a hijos. A esto se sumaba que estos padres eran pastores trashumantes por lo que la movilidad de estos provocaba la difícil persecución de esta herejía. La actuación de la Inquisición y del hecho de que la transmisión fuera familiar y oral en un ámbito popular provoca que esta herejía se quedara reducida a una mínima expresión.
Otro movimiento herético que persistió en la Baja edad Media, son los del valtenses que se mantienen en los territorios de los Alpes y en determinados territorios italianos.  Fue perseguida por la Inquisición y como consecuencia fue la dispersión por toda europa, donde crearon influencias, como por ejemplo en Bohemia o Praga. Los responsables de este movimiento eran los llamados los “barbas” que eran los ministros que recorrían las comunidades que controlaban las prácticas de los fieles y el contenido ideológico. Este movimiento fue progresivamente degenerando por su carácter popular, pero aun así persistieron en distintos territorios de europa bastante tiempo.
A parte de estos movimientos más organizados hubo una serie de herejías intelectuales o proposiciones en los ámbitos académicos más reconocidos, como es el caso de la de París. Son doctrinas que mantenían una diferencia muy clara entre la razón y la fe y mantenían que un conocimiento fiable es aquel que se puede constatar. Se fiaban de todo lo sensorial. Para luchar contra toda esta serie de movimientos se articuló la inquisición.

7.4 Los orígenes de la Inquisición

Los orígenes de esta institución se pueden buscar muy lejos, incluso en los orígenes del cristianismo. Un ejemplo, es la actitud de algunos emperadores romanos que lucharon contra distintas herejías primarias, porque para algunos de estos emperadores el cristianismo era un elemento de unidad y no les interesaban que se crearan divisiones dentro del imperio, por lo que estas políticas tenían una doble intencionalidad: política y eclesiástica, enfocada a la lucha contra el paganismo y de las herejías.

La base de la Inquisición hay que buscarlo en el Código de Derecho Canónigo, a partir del siglo XI – XII, en un momento de gran cantidad de digresiones y herejías. Este código aplica una doble vía para luchar contra estos movimientos, por un lado encomienda a los obispos la dirección de las prácticas religiosas de sus diócesis. Y por otro lado, señala que las autoridades civiles deberían de encargarse de ejecutar las penas y de castigar a los herejes. De todos modos, la aprobación oficial de la inquisición tiene lugar en el año 1232 por el papa Gregorio IX. Las primeras intervenciones masivas tuvieron lugar en el sur de Francia, vinculadas a la herejía catara, especialmente en el siglo XIII. Las obras que mejor conocemos que demuestran la evolución de la inquisición y de las practicas inquisitoriales son del siglo XV, con la creación de manuales de intervención utilizados por los grandes inquisidores como  Eymeric y Bernardo Gui, dos de los grandes inquisidores de la época, pero no los únicos, también destaca la intervención de Raimundo de Peñaford (en la península ibérica). Estos inquisidores desarrollaron una serie de procesos y se establecieron una serie de pasos indispensables en el proceso inquisitorial. Tras la denuncia de herejía se traslada al lugar una comisión inquisitorial en que se daba un plazo para las denuncias pertinentes, levantando actas de las denuncias, tras lo cual se daba un plazo  para las autodenuncias por doctrina herética, y si aceptaba su error se les imponía una sanción relativamente ligera (peregrinación, penitencias varias, etc.), pero si la persona no renegaba de sus ideas o persistía en el error. Tenían que someterse a un proceso por no reconocer el error denunciado, podía terminar en la muerte del hereje (“brazo secular”).

Los reinos hispánicos en la Baja Edad Media

La historia política en la Corona de Castilla en la primera mitad del siglo XIV transcurre entre los reinados de Fernando IV (1295-1312) y Alfonso XI (1311-1350). Tienen unas características bastante comunes. Ambos comienzan con una larga minoría, utilizada por la nobleza para incrementar su poder.
El reinado de Fernando IV comenzará con dificultades procedentes de la política exterior, la declaración de guerra de Jaime II de Aragón, que reclamaba una serie de poblaciones fronterizas. Jaime II actuará aliado con los reyes de Granada y Portugal, que en algunos casos conseguirán sus objetivos.
Desde el punto de vista interior se producen las tensiones por parte de los nobles. Ya en estos momentos el mantenimiento de una cierta autoridad real depende de la lealtad de las ciudades. Pidieron la confirmación de los privilegios obtenidos desde Alfonso VII  hasta Fernando III. Piden la confirmación de esos privilegios, solicitan que los eclesiásticos pierdan influencia en la corte sustituyéndoles por miembros procedentes de las ciudades.
El predominio concejil fue importante en estos momentos. La reina regente accedió a elegir a los dirigentes entre los miembros de la aristocracia urbana. Aceptó que no fuesen elegidos miembros de la nobleza, ricos hombres…etc. Los eclesiásticos pidieron para sí concesiones semejantes a las logradas por los consejos, poniéndose al servicio de la monarquía. Los nobles seguirán los mismos caminos.
La monarquía conseguirá a pesar de las dificultades, determinados logros desde el punto de vista del funcionamiento del reino. En la administración de justicia se encomendó a doce alcaldes legos. Serían cuatro de Castilla, cuatro de León y cuatro de la Extremadura (territorios de Castilla la Mancha). El sueldo de estos alcaldes sería aportado por la monarquía, siendo lo suficiente para no tener que solicitar nada por parte de los solicitantes. Por tanto, se reorganizó la cancillería.
El fenómeno de las hermandades es un poco impreciso. Se crearon muchas hermandades. Las ligas o confederaciones de ciudades que surgieron en momentos en los que la monarquía era incapaz de asegurar el orden público y mantener la justicia. Según sus integrantes eran muy diversas aunque solían tener un fin político y económico.
El origen de este tipo de cofradías se produce en el reinado de Alfonso X, promoviéndolas su hijo Sancho IV para poder acceder al poder. Cuando Sancho IV accedió al poder las disolvió.
Esta situación se vuelve a reproducir en la época de María de Molina (regente de Fernando IV). Apoyó en 1295 la organización de cofradías. Se forma la hermandad de Castilla con capital en Burgos, la de Galicia y León con capital en León, la de Toledo y Extremadura con capital en Toledo, la de Murcia con capital en Murcia. Fueron utilizadas por los tutores o nobles para afianzar su situación personal.
La hermandad general estaba formada por caballeros hidalgos, no por ricos hombres. Firman los estatutos los representantes de 100 ciudades y más de 100 hidalgos. Nobles laicos y eclesiásticos se organizaron en asociaciones paralelas generalizándose este fenómeno.
La hermandad que englobaba las ciudades del cantábrico tendría una finalidad de carácter económico y no político. Querían suprimir los diezmos y los tributos de la explotación del hierro. Incluso llegaron a intervenir en la guerra de los Cien Años.
La hermandad vieja de Toledo tenía unos antecedentes relativamente lejanos, pero los objetivos eran claros. Era una asociación que tendía superar el particularismo de las leyes. Los fueros que surgen son legislaciones particulares y lo que se intenta es facilitar el traslado de las personas. Se intentará dar seguridad en los caminos, asumiendo unas determinadas funciones de carácter militar. Los principios de esta hermandad serán extendidos a todos los reinos por Pedro I, siendo los orígenes de la Santa Hermandad de los Reyes Católicos.
La minoría de Alfonso XI se caracteriza por problemas semejantes a Fernando IV. Las tensiones entre distintos miembros de la corte, interesados en intervenir en las actividades políticas dirigirán a una serie de nobles que llevarían a la inestabilidad a los territorios. Incrementaron los impuestos que crearon problemas a los campesinos, que huyeron marchándose a  los reinos vecinos (Aragón y Portugal). Este estado motivó que las ciudades interviniesen y organizaran en cada uno de los reinos la Hermandad General. Esta hermandad o al menos con la rama castellana terminó controlada por los ricos hombres de manera que las ciudades perdieron su apoyo llegándose a un punto extremadamente caótico.
La crisis de la Corona de Castilla permite que el monarca granadino recupere fortaleza de alguna manera. Coincidiendo con la debilidad del norte de África que permite el asentamiento catalán, este rey granadino conquista Ceuta convirtiéndose en el rey del Estrecho. Los cristianos coordinarán las fuerzas para luchar contra el monarca granadino.
Cuando Alfonso XI consigue la mayoría de edad intentará controlar la nobleza. Realizara una serie de políticas de tipo matrimonial. La primera propuesta de matrimonio era con doña Constanza, cuando se afianzó en el trono abandonó esta propuesta. Se casará con María de Portugal conteniendo el empuje de Portugal. Casará a su hermana con Alfonso el Benigno de Aragón. Cuando consigue la mayoría de edad, en el año 1329 conseguirá el apoyo de las ciudades reunidas en Cortes.

6.1 CORONA DE ARAGÓN

-Aragón y Valencia + Condados Catalanes (principado de Cataluña).

Formada por los reinos de Aragón, Valencia y los Condados Catalanes. Pero otros dos territorios importantes son el Reino de Mallorca y el Reino de Sicilia, antiguamente vinculados a la Corona de Aragón. En estos momentos, están en manos de los familiares titulares de la Corona de Aragón y desde un punto de vista formal no pertenecen a ella. Sera a lo largo del siglo XIV cuando se vayan incorporando.
-Ducados de Atenas y Neopatria, además de la isla de Cerdeña, ocupada entre 1323 y 1324.
Estos territorios tendrán distintas instituciones y distinto derecho pero vinculados al monarca de la Corona de Aragón.
Los tres monarcas que ocupan este periodo son Jaime II, que gobierna entre 1291 y 1327; Alfonso IV “el Benigno”, 1327 y 1336; y Pedro IV “el Ceremonioso” 1336 y 1387.

6.1.1 Política interior

El problema fundamental para la monarquía viene de alguna manera relacionado con los movimientos de la nobleza aragonesa, agrupada en torno a un colectivo calificado como “los unionistas”. De alguna manera se trata de un grupo de nobles que luchan por ampliar sus privilegios, dominios, fortalecer de alguna manera su situación. Esa pretensión no la plasman solo en el interior, si no que la proyectan para poder controlar el Reino de Valencia y pretendiendo que Aragón quede al margen de la intromisión de los catalanes. Estos problemas se hacen más evidentes en el momento en el que Pedro IV nombra como heredero al trono a su hija Constanza. Esto era algo irregular. El nombramiento perjudicaba a otros familiares del rey: Jaime de Urgel y los infantes Fernando y Juan. Los aragoneses se unirán a este grupo de la realeza para extender su influencia. Los sublevados consiguen victorias importantes sobre los representantes del monarca y también sobre territorio valenciano. Esto les permite reclamar una ampliación de sus privilegios. Se pone de manifiesto el carácter anti catalán de los unionistas aragoneses, que querían agrupar todos los territorios de la Corona de Aragón excepto Cataluña. El rey simuló negociar con ellos pero fue reorganizando su ejército hasta derrotar a los unionistas.
En el caso de Valencia, hay un movimiento unionista que parece que tiende a vincularse a los objetivos de estos nobles aragoneses pero lo que manifiesta es una división interna dentro del Reino de Valencia. Una oposición por parte de grupos medios del artesanado y mercaderes frente a la aristocracia valenciana.

6.1.2 Política exterior

Sobre los territorios que habían pertenecido al Imperio Bizantino, un grupo de catalanes aragoneses actúan por iniciativa propia y crean los ducados de Atenas y Neopatria en 1311, pasando a la Corona de Aragón.
La conquista de Cerdeña es importante para Cataluña y su actividad mercantil, pues le ayuda a controlar el Mediterráneo occidental. Proyectan los productos catalanes y al mismo tiempo incorporar productos de lujo que más tarde distribuirían por territorios peninsulares.
El control de Cerdeña crea otra serie de problemas importantes que básicamente se centran en el enfrentamiento entre la Corona de Aragón (Cataluña) y Génova. En principio eran aliados contra otras ciudades italianas como Pisa, pero desde el momento en que Cataluña se asienta en Cerdeña, Génova va a desarrollar una serie de actividades militares de carácter corsario y en otros casos lo hará directamente. La Corona de Aragón conseguirá victorias frente a Génova en torno a 1353.
Otro gran problema fue la incorporación de los reinos de Mallorca y Sicilia. Mallorca fue integrada por Pedro el Ceremonioso en 1343 pero Sicilia no será incorporada hasta finales de siglo. El gran problema del reino de Mallorca era la incapacidad económica para abastecer a la población de cereales, por lo que dependían del comercio. Como consecuencia de estas dificultades se desarrollan en territorios mallorquines problemas de abastecimiento.

6.2 TERRITORIOS CASTELLANOS

6.2.1 Política interior

Tras lograr la mayoría de edad 1325, la política interior de Alfonso XI se centra fundamentalmente en conseguir el control de las ciudades. En primer lugar, establece una figura importantísima, que es el corregidor. Es un cargo establecido por la monarquía que responden a los intereses de ésta y transmiten las decisiones reales en distintos municipios. Esto va a significar un avance en la disminución del relieve que tenían los fueros, una limitación de la incidencia de los fueros propios de cada una de las ciudades.
En este fortalecimiento monárquico, son importantes las Cortes de Alcalá de 1348. Se establecen normas generales para todos los territorios. Se recupera el derecho romano que daba una autoridad fundamental a los monarcas. Para eso, Alfonso XI cambia de colaboradores. La nobleza estará muy próxima al rey. Estos apoyos  se verán correspondidos por cesiones por parte del rey, como por ejemplo, que el rey no interfiriera en los conflictos entre vasallos y nobles. También prohíbe que se apliquen torturas a los hidalgos y que los nobles sean encarcelados por deudas.
Por otra parte, en relación a los judíos, Alfonso XI buscará la colaboración de este colectivo que se ha consolidado como prestamistas, gestores y recaudadores de los tributos reales. Esto significa también un enfrentamiento con las ciudades, pues ya empiezan a aparecer movimientos de rechazo hacia la actividad de los judíos, considerando que los intereses en los préstamos son muy superiores a los legales, acarreando problemas de devolución a la población, especialmente porque la coyuntura económica es negativa en este momento. Solicitan, por tanto, que se anulen los préstamos y solicitan que se les perdone la tercera parte de las deudas contraídas y se aplace la devolución del resto hasta 18 meses sin que suponga un incremento de los intereses.
El rey va a procurar una especie de compromiso muy relevante, pues los judíos tendrán que olvidar la cuarta parte de las deudas y el resto se abonará en el plazo de un año. Sin embargo, el monarca mantendrá a los judíos bajo su protección y continuarán disfrutando de todas las actividades que venían desarrollando con anterioridad.

6.2.2 Política exterior

Tras vencer la resistencia de los nobles consigue embarcarlos en la lucha contra los benimerines. Pero no solo manda a la nobleza castellana si no que cuenta con el apoyo de tropas de portugueses, aragoneses e inglesas. Como consecuencia, consigue derrotarlos en la Batalla de Salado. También vence a los granadinos y se impone en los territorios del sur.
En el Norte, ha penetrado la guerra de los Cien Años, que afecta a la zona del Cantábrico. Los dos contendientes reclaman la participación de Castilla. En un principio se inclinará hacia Inglaterra porque buscaba aliarse con la principal potencia marítima del momento.

6.3 PEDRO I  EL CRUEL

Alfonso XI muere le sucede Pedro I el cruel 1350-1369. Apenas comienza el reinado de Pedro se advierten las primeras tensiones dentro de la monarquía.
Mientras tanto, se produce el cambio de Alfonso por Pedro I. Apenas comienza el reinado de Pedro se advertirán las primeras tensiones en la monarquía. Este será el origen de los grandes enfrentamientos que llevará al asesinato del rey Pedro I por su hermanastro.
En la época de Pedro IV encontramos numerosos aspectos dinámicos. Paralela a la guerra civil de castilla encontramos en Aragón la “Guerra de los dos Pedros” (1356-1369).
Los motivos de la guerra entre Pedro I y Pedro IV de Aragón hay que buscarlos en otros enfrentamientos que mantuvieron Aragón contra Génova por el control del comercio con el mediterráneo. Génova era aliada de Castilla. La justificación más inmediata de la guerra es que dos naves aliadas de Génova fueron destruidas por el almirante catalán en aguas castellanas.
Las dos órdenes militares fundamentales (Santiago y Calatrava) se independizaba, por un lado la rama aragonesa y por otro lado la castellana. Lo que se oculta es un conflicto por control de los territorios del sistema ibérico.
De alguna manera la marina castellana se había desarrollado mucho. Al entrar en colaboración con Génova los castellanos disputarán el poder marítimo con los catalanes.
Desde el punto de vista interno un aspecto importante es que Castilla aspiraba a recuperar unos lugares en la frontera con Aragón y también en el Reino de Valencia. Es el caso de los puertos de Murcia o Alicante.
Este enfrentamiento tiene distintas fases. Tal y como vimos en la guerra de los Cien Años, la guerra está interrumpida por diversas treguas. En un primer momento de la guerra (hacia 1356) hay un predominio castellano. Se debe sobre todo a la circunstancia de que las finanzas castellanas funcionaban de una manera más favorable que la corona de Aragón, el rey tenía más centralizado los ingresos teniendo una mejor situación financiera.
La guerra empieza a perfilarse no solo como guerra entre los dos pedros sino que será también guerra civil en los dos territorios que hizo que se aprobase en el año 1357 la primera tregua, utilizada por Pedro I para solucionar problemas con sus nobles.
Los ataques castellanos volverán a iniciar la guerra. Estos ataques no solo llegan a Aragón o Valencia sino que llegan hasta Cataluña con la victoria en 1360.
A partir de este momento la intervención de los musulmanes (monarcas nazaríes [granadinos]) hacen la situación más difícil. Mujaman VI es ajusticiado produciéndose un nuevo vuelco coincidiendo con la entrada de tropas francesas en la península.  Tropas de mercenarios pagados por Francia y ayudados por el pontífice.
Enrique de Trastámara reclama para sí la corona de Castilla y Pedro el Ceremonioso lo aceptará.
El cuarto momento de esta guerra son nuevas hostilidades que permiten a Enrique de Trastámara con el apoyo del monarca catalán avanzar hasta Burgos (¿monasterio de las huelgas?) haciéndose coronar en 1366 estando todavía Pedro I, por lo que todavía no es rey.
Desde 1365 la guerra más que entre estados peninsulares, es fundamentalmente una guerra civil. Al mismo tiempo es una guerra internacionalizada. Junto a Enrique van a intervenir tropas francesas y aragonesas. Al lado de Pedro I van a combatir portugueses, ingleses, granadinos o navarros.
Paralelamente a estas expediciones se está produciendo un conflicto importante. La propaganda tiene un papel bastante llamativo. Se está iniciando una campaña de desprestigio contra Pedro el Cruel a favor de Enrique de Trastámara. Las bases consisten en acusas a Pedro I de ser hijo de un judío. Esto significará que se le vincule con el grupo étnico religioso más desprestigiado en este momento, son los enemigos de la fe los que están detrás del rey. Los seguidores reales estarán mal considerados.
Es una campaña que oculta una realidad sobre Enrique de Trastámara. Se quita importancia a que Enrique fuese bastardo.
Otro aspecto importante de esta propaganda es que comiencen a resaltarse los crímenes cometidos por Pedro I. Estos actos de injusticia terribles pueden ser exagerados. En momentos muy anteriores hay asesinatos constantes pero en este momento conviene que la población juzgue negativamente la actitud tiránica del monarca.
Esta propaganda fue eficaz y Pedro I fue abandonado por un número importante de nobles. Enrique II recuperó el eje fundamental de la Península (Burgos-Toledo-Sevilla).
Las consecuencias de la guerra en Aragón fueron bastante duras. Desde una época bastante temprana (desde 1359) se detectan quejas del endeudamiento provocado por la necesidad de entregar donativos al monarca, incrementándose los impuestos. Esto en último término repercute en el aspecto más notable de la corona de Aragón. Disminuye la actividad comercial. La crisis tiene repercusiones monetarias, se devaluó el florín de oro en un cuarto aproximadamente. Este fenómeno significa el aumento de la presión de los propietarios de la tierra sobre los campesinos y las revueltas campesinales y de algunos artesanos. Significó también la quiebra de bancos. Tiene unas repercusiones fundamentales.
A pesar de esto, Cataluña consiguió mantener la orientación política anterior. La independencia frente a Francia y a Castilla. Es en esta época cuando se produce la sesión por parte de los almogávares que habían conquistado Atenas la persona de Leonor de Sicilia, mujer de Pedro el Ceremonioso. Se produce la incorporación de Sicilia tras la muerte de Federico el Simple sin heredero varón.
En estas condiciones sube al trono Juan I (1387-1396). Este reinado coincide con el momento en que la crisis alcanza un nivel bastante importante. Las manifestaciones de esta crisis era el incremento de la rivalidad entre señores y campesinos. Al mismo tiempo se está produciendo en las ciudades un enfrentamiento entre artesanos y patricios, interviniendo una serie de características políticas y enfrentamientos entre la nobleza (varones y caballeros). Los caballeros encontraran en el rey un aliado importante que busca encontrar su autoridad.
De todos estos niveles de enfrentamientos en el campo, en la ciudad se enfrentan los propietarios de talleres frente a los oficiales.
Esta influencia de la crisis hizo cambiar la mentalidad de Juan I en su política. Colaborará con Francia, con el Pontificado de Aviñon.
Es en su reinado cuando se produce el asaltado en 1391 al barrio judío catalán. Es quizá una de las muestras más significativas del descontento social generalizado. Este descontento se plasma en otros movimientos interrumpidos como consecuencia de la muerte del rey en 1396.
Con la sucesión de Martín I los consejeros van a ser acusados de ir a favor de los judíos. Este reinado es relativamente breve (14 años). Coincide con la política anterior. Es quien da paso a Fernando de Antequera en un proceso muy complicado.
Algunas consecuencias de estas guerras en la segunda mitad del siglo XIV en la hacienda castellana es que debe buscarse la raíz en el reinado de Alfonso X. Se encontró con grandes dificultades sobre todo cuando pretendió conseguir la corona imperial. Era un rey legislador y procuró poner en práctica las medidas legales y sacar también las ventajas económicas (fue el creador del concejo de la Mesta). También estableció tributos aduaneros por ejemplo en los puertos del Cantábrico. Se aprovechó de las rentas eclesiásticas, fue el gran impulsor del diezmo porque él se quedaba con una tercia. Dio un nuevo impulso a esa fiscalidad monárquica, puso un impuesto con carácter general de las salinas generalizó las alcabalas que afectaban a todas las operaciones de compra-venta. Estas son las bases de la fiscalidad que funcionan en la segunda mitad del siglo XIV, que posibilitan la formación de los ejércitos. Lo más importante es que bajo Enrique III tiene lugar un desarrollo y una confirmación de muchas de estas medidas, las alcabalas que hasta el momento era un impuesto extraordinario se convertirá en una renta ordinaria (hacia 1400). Ya no era necesario solicitar el asentimiento de las cortes. Se sistematiza el cobro, se regula mediante cuaderno donde aparecen las condiciones de arrendamiento.

6.4 LOS REINOS HISPÁNICOS EN EL SIGLO XV HASTA SU UNIÓN

Fernando de Antequera representa la unión entre Aragón y Cataluña. Es un personaje casado con Leonor de Alburquerque, es hijo segundo de Juan I de Castilla. Leonor pertenecía  a una de las familias más importantes de la corona de Castilla. Es un contrapeso muy importante a la monarquía tanto en Castilla como en Aragón. A la muerte del monarca Enrique III, el doliente, le sucedería Juan II, niño, y por tanto la regencia la van a desarrollar en Castilla la viuda Catalina y el propio Fernando. Quien tiene el poder y el peso militar es Fernando.
Dirigirá la belicosidad de la nobleza castellana hacia las conquistas en el sur (Granada), protagonizando en 1410 la conquista de Antequera. Esta le servirá para incrementar su prestigio militar en Castilla.
Conseguirá controlar las ciudades Castellanas. En estos momentos se produce el fallecimiento de Martín el joven en 1410 sin heredero. El propio Martín había apoyado a algunos parientes, en concreto a Jaime. Pero este no había conseguido el apoyo de las Cortes; solo las cortes de Cataluña puede reunirse, las de Aragón y Valencia no consiguen reunir a todos sus representantes.
En 1412 se convoca una comisión de notables que van a proceder a lo que se denomina el compromiso de castro. Estos notables se caracterizan por una cierta especialización jurídica. Fundamentalmente estaba formado por letrados y eclesiásticos. Utilizarán los criterios jurídicos y el testamento de Martín I propondrán como candidatos a Fernando y a Luis.
Estos candidatos cuentan con apoyo. Muere el arzobispo de Zaragoza. Al pedir ayuda el bando de Luis se niega y el de Fernando la presta. Se convertirá, con el apoyo de Benedicto XIII,  como único candidato. Con el apoyo de las cortes Valencianas se consolida a Fernando como monarca de Aragón.
Esto no significa una unión con Castilla. Ni siquiera beneficia a Castilla porque Fernando tiene que olvidar sus empresas militares. Cuando se enteran los musulmanes se interrumpe el pago de tributos. Por otro lado se tiene que gastar mucho dinero procedente de Castilla para afianzarse como monarca aragonés. Solo beneficia a Castilla porque accede al comercio al comercio que venía realizando Cataluña y se afianzarán algunos comerciantes castellanos en puertos catalanes.
Fernando consigue el apoyo de la burguesía. Aragón ve como desaparecen las fronteras comerciales.
Sin embargo, Fernando tuvo serias dificultades con las cortes catalanas. En estos momentos mantenían grabes dificultades con los remensas. Como medida de reacción ante esta nobleza que se le resistía, Fernando procura apoyar el estamento de los caballeros. Lo que intenta es crear una segunda nobleza, una nobleza que sirva de contrapeso a los miembros de la alta nobleza. Sin haber conseguido estos objetivos muere en 1416.
La corona de Castilla la hereda de Enrique III, Juan II controlado por Fernando de Antequera y su madre Catalina. En esta situación y sobre todo desde que Fernando se vuelca en los problemas catalanes, los infantes de Aragón hijos de Fernando I y Leonor, van a tener un papel muy importante en Castilla. En el proyecto de Fernando estaban destinados a ocupar las coronas de Castilla, Portugal, Navarra y Aragón y el Maestrazgo de las órdenes militares.
Juan y Enrique van a ser quienes se conviertan de alguna manera en los individuos que van a controlar la monarquía, en concreto a Juan II. El infante Enrique se apoderó de Juan II, le exigió el marquesado de Villena y casó con una hermana del monarca. Esto provoca la reacción del resto de la nobleza, quienes descontentos, dirigidos por Álvaro de Luna, se aliaron con Juan de Navarra, derrotaron a Enrique y se repartieron los bienes.
Es el momento en el que la influencia real pasa a Álvaro de Luna, apoyo fundamental del monarca. Como consecuencia de disputas internas, Álvaro pierde la confianza de la reina y es ajusticiado.
Le sucede Enrique IV en 1454 que tampoco va a conseguir imponerse a los nobles. Se convierte en un instrumento de las propias disputas de las alianzas que mantienen los nobles. Estuvo sometido a Juan Pacheco. Para impedir que Juan Pacheco sea el consejero y dirigente de la política de Enrique IV, reaccionan y el monarca tiene que canalizar de nuevo, tranquilizar a los nobles, recuperando el pretexto de la guerra contra granada. Tiene una eficacia poco visible. Se trata de expediciones de saqueo de los campos. Esta poca visibilidad le perjudica
Los nobles y las ciudades no se contentan porque están pagando estas empresas militares y no les benefician a ellos sino solo a los grupos de caballeros, algunos miembros nobiliarios, que se habían establecido en algunos territorios fronterizos.
Enrique IV aparece de nuevo sometido a los nobles, teniendo que hacer una serie de concesiones. Nombra como heredero a su hermano Alfonso, confirma el fuero especial de la nobleza y pierde el control sobre los delitos que cometan los nobles. Tiene que aceptar el destierro de Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque. Se produce un ascenso de Juan Pacheco.
En estas circunstancias se produce la farsa de 1465. El monarca y sus partidarios reaccionan pero es tardía. Se plasma en 1467 en la victoria de Olmedo. En estas circunstancias muere el sucesor, Alfonso. Se produce un problema: quién va a ser el heredero.
En la entrevista de Guisando de 1468 se acuerda que Enrique acepte a Isabel como heredera como a cambio de respetar el trono hasta el fallecimiento.
Los nobles eligen a Alfonso V, rey portugués, para contraer matrimonio con Isabel. Este rey lejano era una oportunidad para que los nobles mantuviesen el poder. Juan II monarca de la corona de Aragón propone a su propio hijo Fernando. Considera que esto significaría quitarse un adversario recuperando su política mediterránea. Isabel en 1469 acepta a Fernando y como consecuencia de esto los nobles que habían apoyado a Alfonso V van a apoyar a la Juana, hija de Enrique IV, procurando que el matrimonio de Juana con Alfonso V de lugar a la guerra civil. Por un lado Juana y el rey de Portugal con las tropas portuguesas, mientras que Isabel y Fernando van a conseguir consolidarse sobre todo por el apoyo papal del valenciano Alejandro VI (Rodrigo de Borgia) y el apoyo de Juan II de Aragón.
Este período se caracteriza por una serie de dificultades. Levantamientos de los “hermanados” gallegos que actuando de manera violenta consiguen el poder de manera importante. Los reinados de Juan II y Enrique IV de castilla son situaciones difíciles para controlar a los nobles que usurparán territorios.
A Fernando de Antequera le sucede Alfonso el Magnánimo, caracterizado por la expansión mediterránea en la que mantiene dificultades con las propias cortes. A pesar de ello se le declara heredero, consejero y virrey de Nápoles.
La actividad de Alfonso consiguió que después de la batalla naval de Onza un pacto con Milán en el que la mitad norte de Italia estaba bajo influencia de Milán y la mitad sur con centro en Nápoles estaba sometida a Alfonso V. Se estableció en Nápoles.
Los turcos están avanzando de una manera importantísima por el sureste de Europa. A mediados del XV cayó la propia Constantinopla.  Alfonso tuvo que negociar el poyo con determinadas autoridades balcánicas que llegaban a ser peligrosos para estos territorios.
En el plano interior Alfonso apoyó el movimiento de los remensas. No solo de los campesinos sino también de los menestrales. Al morir Alfonso le sucede Juan II de Aragón.
Hereda el trono con las mismas dificultades de su hermano. Enfrentado con la nobleza y la biga (grupos más poderosos de la nobleza). Este enfrentamiento acaba en una guerra civil porque ambos grupos pretendían el gobierno municipal de Barcelona.  Esta guerra civil lastra el reinado de Juan II acaba en 1472 con la capitulación de Pedralbes.

Esta es la herencia que va a recibir en 1472 Fernando II el Católico. Se va a encontrar con el grave problema de los campesinos sometido todavía a los tributos. 

Consolidación política e institucional de los estados europeos en la Baja Edad Media

En la plena edad media aparecen las grandes doctrinas políticas como es el caso de la teocracia.
El sistema político de la monarquía será el modelo político de la mayoría de los estados, el más poderoso de la Europa de esos momentos. En la mayoría de los estados no se concebía un estado grande con un régimen político diferente al monárquico. Europa central era monoteísta, un solo Dios, por tanto, solo debía haber un solo rey.
La república será utilizada por las ciudades italianas. Roma fue la madre de todas las repúblicas de la que las ciudades italianas se consideraban herederas.
Se trate de república o monarquía existe una autoridad encontrada en la legitimidad. Era necesario acceder al poder de una manera legítima, conseguido a través de la herencia. El elemento sucesorio es el fundamental. Lo que sucede que según los casos se concreta de manera distinta, en líneas generales se transmite el derecho dentro de la misma familia denominada dinastía. A la herencia se le suele añadir algún elemento o principio de elección, que suele tener bastante peso. Esta elección no equivale a la metodología de los votos.
En la Baja Edad Media esta situación se fue aclarando de algún modo.
-        El sistema hereditario más claro se produce en Francia. Este es el sistema de herencia del hijo primogénito varón.
-        En el caso de Inglaterra el sistema es parecido, se consolida en el hijo primogénito, manteniéndose la posibilidad de herencia de la hija mayor.
-        La herencia en el Sacro Imperio Romano Germano es más compleja, en él triunfa la elección, protagonizada por un cuerpo electivo formado por 7 miembros (eclesiásticos y laicos) donde existirá una contabilidad precisa de los votos.
-        En Polonia se impuso la elección dentro de las asambleas. Cualquiera que fuese el sistema de elección, normalmente finalizaba con un acto religioso, algo parecido a una consagración, que reafirmaría el derecho de herencia.
El mérito personal debería ser también un elemento presente para confirmar el derecho hereditario. La tipología de esos méritos, aparece en obras de muy distinto tipo. Los cantares de gesta ensalzan una serie de méritos que deben ser imitados por la realeza. Existen también obras teóricas que son los “espejos de príncipes”, este será el modelo en el que debe mirarse el joven que se encuentra en línea sucesoria.
Junto a los cantares de gesta y los espejos de príncipes encontraremos libros empleados para las consagraciones. Hay una serie de monarcas que han sido mitificados y serán el modelo a seguir, como es el caso de Carlomagno. Esto lo encontraremos en el título que se le dará al príncipe (bueno, sabio, hermoso,…). Los teóricos eclesiásticos subrayan las necesidades de una moral cristiana, el mismo Erasmo de Róterdam dice que antes de ser monarca debe poseer virtudes cristianas.
Una de las virtudes fundamentales que deben encarnarse en el príncipe cristiano es la justicia. El príncipe debe administrar justicia entre sus súbditos. Se sucede una transición clara desde la Plena Edad Media, pues el guerrero a caballo, es sustituido por el rey justiciero, por el rey en el trono. El rey debía encargarse de que se impusiera la paz mediante la práctica de la justicia. Para la justicia era imprescindible la fuerza, por lo que se justificaba la permanencia de las actitudes guerreras. Pero no solo era necesaria la fuerza sino que se necesitaba sabiduría y bondad. El rey no practicaba directamente justicia sino que nombraba una serie de tribunales que la practicarían en su honor.
Los caballeros querían que el rey tuviese virtudes caballerescas. El rey se situará entre los libros de caballería y los tratados clericales. El escogerá el mejor camino para hacer presente la justicia.
Entre los perfiles de los monarcas se va plasmando otro tipo de rey que estaría caracterizado por la persona que representa la ley. Será la imagen de la “Lex animata”, la ley personificada.
Esto debe proyectarse a los súbditos, de manera que el rey debe ser un personaje activo que se presenta siempre para conseguir la posteridad de su pueblo. Empezará a aparecer el monarca protagonizando algún tipo de servicio o protección de algunos colectivos de la sociedad. Comenzará a tener cierta capacidad de liderazgo en las asambleas.
Cualesquiera que fueran las virtudes, en el primer ámbito de la proyección exterior encontramos el palacio. Debía exhibirse los símbolos fundamentales de poder: corona, espada, trono… Sobre todo en la monarquía francesa se pensará que el rey tendrá algún tipo de poder sobrenatural o curativo. Estas virtudes y capacidades curativas debían ser evidenciadas en palacio.

5.1 EL PRÍNCIPE Y LAS LIMITACIONES DEL PODER REAL

Los príncipes, en principio, no tendrían límites en el poder. La base del derecho romano del siglo XIII señalaba que el monarca tenía la plenitud legislativa. El rey estará por encima de la ley, no estará sujeto a ninguna ley.
Éste estará limitado en la teoría ya que debe estar sometido a algunas leyes, al igual que todo individuo. Está sujeto a las leyes naturales y a la ley divina. Esto tendrá a limitar la situación sin fronteras de los monarcas. En cuanto que todo ser humano debemos estar orientados hacia el bien común el rey debe estar también sometido a esta ley natural.
En la práctica hay una serie de elementos que efectivamente limitan el poder real. Por un lado está la propia comunidad. Aunque el poder real tuviese su origen en dios, el poder inmediato reside en el pueblo. Comienzan por tanto, algunas teorías trascendentales. Dirán que Dios inspira al pueblo para que pueda elegir al rey, por lo que no debería gobernar sin la opinión del pueblo.
Otro elemento que limita el poder real es el concejo asesor del rey. Se van formando progresivamente distintos concejos, llegando a darse concejos especializados, significando una cierta despersonificación del poder real. Muchos acuerdos aluden a este fenómeno, aparecen firmados por el rey en el concejo y no por el rey en soledad. El monarca conserva el poder último pero en el ejercicio normal, tanto la comunidad como el concejo van poniendo progresivamente unos límites al poder real.
Por otra parte, cuando un príncipe se vuelve indeseado lo primero es denominarlo tirano. Por un lado se encuentra el personaje que usurpa el poder, bien por la violencia, por engaño… este es el fenómeno destacado de forma más clara. El tirano también es aquella persona que abusa del poder, quien no actúa correctamente.
Para esto hay tres propuestas totalmente diferentes.
-        La primera solución sería privarle del poder. Esta fue defendida por teóricos tan notables como Santo Tomás, pero ¿Quién puede deponer al príncipe? En el período central de la Edad Media se estimó que la única autoridad que tenía competencia para deponer al tirano era el Sumo Pontífice. En el caso de Portugal, Sancho II[1] declarado “rex inutilis” por Inocencio IV. En otros casos establecieron algunos teóricos que el poder de deposición de los tiranos le correspondía al pueblo por el principio de “vox populi, vox Dei”.
-        La segunda solución establecida era asesinar al tirano. Este homicidio tenía el respaldo del Antiguo Testamento. Se puso en práctica en algunas sociedades italianas. Santo Tomás se opuso, considerándolo como un mal peor.
-        La tercera solución era la continuidad del monarca. Se basaba en dos elementos. Por un lado el acceso al poder dentro de una dinastía plasmada mediante la consagración no se podía violar, pues se consideraría sacrilegio. Desde la consagración se les consideraba reyes por la “Gracia de Dios” por lo que sería ir en contra de la voluntad divina. En las leyendas artúricas aparecía también un trasfondo de leyenda que exigía respeto hacia la figura real. 

5.2 LA ADMINISTRACIÓN

Los organismos cada vez eran más complejos y más numerosos. Prácticamente en todas partes se daban una serie de elementos comunes.
Esa mayor complejidad se expresa en la distinción entre los grupos de gestión. Se separa de la administración central un organismo al que se le llamará Casa Real, aparato de la administración central que se ocupa de los asuntos privados de la administración privada del rey. Por otra parte, se crea una memoria administrativa con la aparición de los primeros archivos.
El canciller o los cancilleres, dependiendo de los casos, llegaron a constituirse en una pieza clave del estado. La capacidad de intervenir se fue transfiriendo cada vez más a esta figura. Se convirtió de esta manera en el miembro del concejo más experimentado, por lo que sería uno de los mejores consejeros.
Desde finales del siglo XIII se desarrollarán los Consejos de Estado. En ellos se integran personas de autoridad, tanto miembros de las principales casas dirigentes como consejeros especializados.
En todas partes, la administración monárquica va a generar tres ámbitos de especialización. El que toca a la Tesorería, relacionado con el incremento y desarrollo de la fiscalidad directa; el que toca a la administración de Justicia, y por último los administradores del Patrimonio real. En cuanto a los especializados en la hacienda, destaca el caso de Inglaterra donde estarán los Exchequer; y en Francia, que estaría la Cámara de Cuentas, que controlaba los ingresos y los pagos del estado.
Por otro lado, había un concejo encargado de la administración de la justicia, en Inglaterra se denomina el Banco Común y  en Francia el Tribunal de Justicia. Para estos casos no era suficiente el sentido común sino que era necesario apoyarse en una serie de principios fundamentales. Por tanto, los consejeros debían estar formados.
El príncipe siempre era el coordinador de estos servicios, en principio era obedecido por todos. Se da también el Secretario del príncipe. Era un cuerpo que tenía su origen casi en el ámbito privado. Era la persona de confianza del rey, se ocupaba de las relaciones de estado para un mejor funcionamiento. En la mayoría de los casos, este secretario era un clérigo, casi siempre su confesor.
Estas administraciones, en general, tenían diversos problemas. Hay un primer problema que es el de las distancias, que podían llegar a ser considerables. El tema de la centralización o dispersión de determinados territorios, incluso países que tuvieron una fuerte centralización como es el caso de Francia, en la Edad Media ya comenzaban a tener dificultades de gestión.
Por otro lado, la hacienda de los estados se basaba en recursos muy diversos.  En primer lugar, el origen de una parte de los ingresos monárquicos procede del dominio de raíces feudales. Cada vez va perdiendo importancia, resultan insuficientes. Hubo que incrementar el origen de los ingresos de la ciudad con los derechos de acuñación, llamados señoraje. El príncipe obtendrá unos ingresos por la acuñación de la moneda. La moneda tiene un valor, pero el príncipe elevará su valor obteniendo beneficios a la acuñación. Otro elemento relacionado será mantener el valor nominal de la moneda fabricándola con metales menos valiosos, costándole menos la moneda pero con el mismo valor. A comienzos del siglo XIV existían en Inglaterra 4 secas privadas, en Castilla funcionaban en el siglo XV algunas secas privadas, en Francia se mantenían 32.
Otra fuente de finanzas eran los ingresos obtenidos mediante los impuestos. Estos impuestos regulaban tanto en la importación como en la exportación.  En las aduanas se grababan las mercancías. En algunos momentos se permitía el transporte de mercancías sin cobrar impuestos, como en una guerra, malas cosechas…es decir, con carácter estratégico. El impuesto sobre la sal era un impuesto generalizado. La sal era el gran conservante en época medieval. Todos necesitaban tener sal. Los reyes convirtieron la sal en un monopolio propio, por lo que cobraban un impuesto en la distribución de la sal. Establecían un impuesto teórico sobre el consumo de sal por cabeza.
Finalmente, Este concepto de derecho patrimonial sobre el cargo es una consecuencia de la opinión que la propia monarquía tiene sobre esos cargos, que considera que dichos cargos son suyos y pueden hacer con ellos lo que harían con cualquier otra de sus propiedades. Esa forma de pensar que obedece a un rasgo arcaico generará una dinámica innovadora: si una mercancía es tuya puedes venderla, por tanto, se convierten en una fuente muy rentable de financiación. Esto se encuentra ya en el siglo XV con claridad, probablemente en el XIV también. El rey cede cargos en la administración a sus prestamistas. Sin embargo, esta venalidad se formalizará durante el XVI.
Si el monarca vende los cargos es normal que quién lo compra lo considere un patrimonio propio. Desde ese momento lo gestionará como tal.
La venalidad llevará necesariamente a la hipertrofia de la administración. No importará crear un número desmesurado de cargos para ganar dinero generando una inestabilidad constante.

5.3 LOS EJÉRCITOS Y SU PROFESIONALIZACIÓN

Va a experimentar cambios significativos. En ese momento estamos ante una situación de guerra permanente asociado a los procesos de integración territorial, es decir, con conflicto bélicos con los vecinos. Son importantes porque constituyen la forja que une el término monarquía al de nación. También es una fuente de ingresos directos e indirectos, ya que la justificación de la guerra permite desarrollar el aumento fiscal.  Ese incremento de la fiscalidad que normalmente es aprobado por el reino en las Cortes y en los Parlamentos, es temporal. Estos nuevos ingresos que el reino cede a la monarquía para hacer frente a la guerra se van a aplicar a la necesidad de los nuevos gastos militares: contratación de ejércitos mercenarios y financiación del nuevo armamento.
Todas las personas con edad y en capacidad de luchar se unirían en el ejército. Existían otros niveles que seguramente eran más prácticos. Los propios súbditos de un señor, en edad y condiciones, eran adiestrados para el combate. Las bandas de mercenarios, como el caso de las bandas suizas o los escuadrones españoles eran muy valoradas.
En Inglaterra había tres tipos de tropas según el reclutamiento. Su función consistía más bien en recordar obligaciones y situaciones de vasallaje. Era normal que los monarcas reclutaran compañías mediante un contrato de guerra. Se fijaban el número de caballeros, de arqueros, de peones… eran compañías que, en la mayor parte de los casos, tenían carácter internacional.
En Francia no se diferenció mucho la situación con Inglaterra ya que eran dos reinos en guerra. Las tropas más abundantes eran aquellas mediante contrato entre el monarca y un capitán. Hay unas ordenanzas militares de 1374 destinadas a regularizar el comportamiento de estos ejércitos mercenarios. De acuerdo con estas ordenanzas, el capitán debía responder en todo momento al cumplimiento de una serie de obligaciones, para lo que eran nombrados dos mariscales encargados de supervisar las tropas.
En el caso de Italia, sobre todo entre 1320-1330, los responsables de las ciudades eran mercaderes y su prioridad seguía siendo el mantenimiento del comercio. El mercader lo que hace es comprar la defensa, pero él no se ocupa directamente de las actividades militares. Estaba el seleccionador de tropas y el condotiero (director). Entre 1340 y 1380 estas tropas eran formadas por ciudadanos no italianos, destacando los alemanes;  A partir de 1380 fueron sustituidos por compañías de aventuras. El condotiero estaba ayudado por consejeros de distinto nivel y adquirió un nivel relevante.

5.4 LOS EJÉRCITOS PERMANENTES

En todas las poblaciones importantes del occidente europeo, existen tropas dedicadas a mantener la paz interna, la paz pública. Son grupos reducidos de personas que se desplazan armadas con el cometido de encarcelar a los delincuentes. Estos grupos eran pagados por las ciudades o por el reino, por el monarca o por el señorío. Se da el caso de las poblaciones situadas en zona fronteriza, lo normal es que se den situaciones defensivas, tanto por ciudad fronteriza como por ciudad de paso, por tanto generadora de impuestos.
Los ejércitos privados de los príncipes comenzarán a tener otras connotaciones. En muchos casos serán algo muy parecido a criados que son más propios de una corte con funciones de representación, y que, por tanto, no están orientados a la guerra fundamentalmente, sino sobre todo a la transmisión del respeto que ha de recibir el señor que les ha contratado (ej. Guardia suiza).
Los ejércitos permanentes propiamente dichos fueron organizados como tales por el poder, manteniéndose a pesar de la inexistencia de guerras. Otra característica es la perspectiva de alguno de sus miembros a la carrera militar, a las virtudes castrenses. Otro elemento significativos es que se trata de unos ejércitos con estructuras internas, con cargos estables y regulares. Incluso debe hablarse de una mentalidad en la población que admite como normal y positivo para el reino la existencia de estos grupos combatientes. Se dan en la Francia de los Valois hacia 1369. El país empezará a desarrollar una fiscalidad de guerra, una fiscalidad estable. Serían un 1% de la población en edad de combatir la que tenía un puesto permanente en el ejército.
Los medios fundamentales del combate era el caballo complementada con la armadura pesada de espada o lanza. El caballero venía con su escudero o sirvientes. En Inglaterra se desarrolló el arquero a caballo. Se mantiene la infantería, a pesar de ser poco prestigioso seguía siendo lo más numeroso.  Los lansquenetes, de origen alemán, tendrán gran prestigio a final del siglo XV. La pólvora y los cañones ocuparán un papel fundamental.

5.5 LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS

La Guerra de los Cien Años es un conflicto militar intermitente que se produce entre el primer tercio del siglo XIV (1338) y que se alarga hasta mediados del siglo XV (1453). Los actores principales fueron las monarquías feudales inglesa y francesa. La monarquía inglesa había sido creada por los condes de Anjou, que se habían convertido en duques de Normandía y reyes de Inglaterra, y que finalmente habían quedado recluidos políticamente en las islas británicas y allí habían seguido extendiendo sus dominios, conquistando Irlanda y Gales. Para esta época las dinastías habían cambiado. Ni en Inglaterra gobernaban ya los Plantagenêt ni en Francia los Capeto. La extinción de los Capeto se había producido porque el último rey no había tenido un descendiente varón al que transmitir la herencia familiar. Precisamente este hecho fue el detonante del conflicto.
La Guerra de los Cien Años es un conflicto poliédrico, es decir, tiene muchos frentes. El conflicto principal es entre ingleses y franceses, y tiene dos espacios primordiales: la frontera entre los dominios de los Capeto y el Reino de Inglaterra; y la frontera entre el Ducado de Aquitania y el Languedoc. Por tanto, la guerra se extiende por todo el espacio francés, pero además traspasa las fronteras y se extiende a través de alianzas y de las compañías mercenarias a Alemania, Italia y la Península Ibérica.

5.5.1 Causas

Las disputas territoriales heredadas de tiempos anteriores que enfrentaban a los reyes de Francia con los de Inglaterra están en el origen de esa conflictividad latente que ha existido entre ambas monarquías durante todo el siglo XIII. Por tanto, en cierto modo la Guerra de los Cien Años es uno de los últimos conflictos feudales, puesto que se enfrentan dos sistemas feudovasalláticos. El motivo inmediato de la guerra fue, sin embargo, un problema sucesorio. Felipe IV el Hermoso muere en 1314 siendo el último de los “grandes Capetos”. Le sucedieron sus tres hijos, a los que se denomina “pequeños Capetos”. Después de ellos la dinastía se extingue por vía masculina. La extinción de la rama principal de la familia genera una discusión dinástica sobre quién tiene derecho  a heredar el trono de Francia. Felipe IV ha perdido a sus tres hijos, pero le queda una hija que está casada con el rey de Inglaterra, Eduardo III. Éste se postula como nuevo rey de Francia. Tras este hecho, toda la gran nobleza francesa se alinea con los otros parientes del rey, es decir, con los príncipes de la casa de Valois. Por eso, Felipe de Valois acabará coronado como Felipe VI.
Eduardo III no concebía la menor esperanza de ser rey de Francia. Sin embargo, la muerte de sus cuñados le pone en la mano una carta que no quiere desaprovechar. A cambio de renunciar al trono de Francia, Eduardo III quiere que el rey de Francia renuncie al vasallaje que le presta el rey de Inglaterra a causa de los títulos que éste tenía en territorios franceses. Esto es una discusión diplomática que se podía haber solucionado mediante negociaciones. Sin embargo, Francia tenía problemas en Flandes e Inglaterra en Escocia. También había agitaciones entre ambos en Guyena y Gascuña. Por este motivo la discusión se irá haciendo progresivamente más grave hasta derivar en un conflicto armado.
Aparte de ser un conflicto feudal y dinástico, una vez comenzada la guerra se va a convertir en algo más que un conflicto entre estados. Se va a convertir en un conflicto interno en cada uno de estos países entre la monarquía y la nobleza, es decir, entre el monarca que dirigiendo la guerra trata con sus éxitos militares de hacer que su poder interior sea incuestionable y de una nobleza que utiliza cualquier traspiés del monarca para arrebatarle el poder. Por último, también están las rivalidades comerciales que se encajan dentro de la problemática diplomática y militar.

5.5.2 1ª Fase: Las victorias inglesas (1338 – 1360)

En este contexto, una tropa expedicionaria inglesa desembarca en Normandía con la función de crear un foco de inestabilidad política en el noroeste de París. Esta tropa está dirigida por el propio Eduardo III. Para oponerse a los ingleses se moviliza a la hueste real francesa e incluso se contrata a mercenarios ballesteros. Ambas tropas terminan enfrentándose en la Batalla de Crécy (1346), donde la caballería francesa es aniquilada. En Crécy la monarquía francesa y su sistema feudovasallático se descompone y es gracias a esto por lo que empieza la Guerra de los Cien Años. Si el resultado de Crécy hubiera sido más equilibrado posiblemente no se hubiera llegado a más.
En inicio de esta primera fase los efectos de la victoria inglesa se ven retrasados por la aparición de la peste negra en 1348 en el norte de Francia. Por tanto, hay una década de descanso en el conflicto armado. Recompuesta la hueste francesa con esfuerzos y pasada la peste negra el rey de Francia decide atacar a Inglaterra por la Guyena. Por tanto, se produce la Batalla de Poitiers (1356), donde la hueste francesa es de nuevo aniquilada y el rey de Francia acaba prisionero. Esto supone la ruina de la monarquía francesa y el colapso del sistema feudovasallático francés, que queda descabezado. Cada uno de los príncipes deciden que reúnen las condiciones para ser el nuevo regente y, por ello, se suceden una serie de conflictos internos entre la nobleza, lo cual provoca la sublevación de la burguesía. En el caso de París esta sublevación burguesa conduce a una eclosión de violencia brutal en el campo, cosa que se conoce como la revuelta de la Jacquerie (1357). Estos jacqueries ponen en peligro la estabilidad política de la isla de Francia. Lo que queda de la nobleza francesa se ve en la obligación de sofocar esta revuelta, y lo hace con éxito.
Con la monarquía francesa en este tan mal estado se llega a la Paz de Brétigny en 1360. Esta paz supone que la negociación que había comenzado con la muerte del último de los pequeños Capeto llegue a su fin. Así pues, el rey de Inglaterra renuncia a ser rey de Francia a cambio de la renuncia de este último al vasallaje del primero. Dicho de otra manera, se soluciona el viejo conflicto del vasallaje del rey de Inglaterra y, al mismo tiempo, también el conflicto de la herencia al trono francés, pues el rey de Inglaterra renuncia a su condición de heredero. Una de las condiciones de la Paz de Brétigny obligó a los reyes de Francia a reconocer el dominio inglés sobre la Aquitania y la Guyena. Otra de las condiciones fue que todas las compañías militares que habían participado en la guerra debían abandonar el dominio de los reyes de Francia y de los de Inglaterra. Por tanto, grandes grupos de hombres armados que habían estado saqueando el territorio francés ahora tenían que partir, y trasladaron la violencia a otros lugares. Así pues, la guerra cesó en Francia y se inició en otros lugares como España o Italia por efecto del nuevo sistema militar basado en las partidas de mercenarios.

5.5.3 2ª Fase: recuperación de Francia y equilibrio (1360 – 1400)

A partir de la Paz de Brétigny, la monarquía francesa intenta recuperar la situación militar y política anterior. En términos generales, el reinado de Carlos V el Sabio es de reorganización económica, diplomática, financiera y militar. Aparecen las compañías blancas, es decir, la monarquía francesa asume como parte necesaria de su aparato militar a las compañías mercenarias. Esa recuperación financiera y militar de Francia es relativamente rápida en los años 60, de manera que en el año 1369 Francia rompe la Paz de Brétigny y reinicia las ofensivas militares contra los ingleses en la Guyena, ofensivas que van a ser exitosas para los franceses. Uno de los enfrentamientos más significativos de este momento es la batalla naval de la Rochelle, que es un combate entre la flota inglesa y la castellana, la cual acude al llamamiento del rey de Francia. La batalla terminará con la derrota de Inglaterra. La retirada inglesa, por tanto, será general en territorio francés, aunque quedarán en sus manos algunas ciudades importantes como Burdeos, Calais y Bayona.
A principios de los años 70 se ha producido una situación de equilibrio militar que supone una cierta paralización o pacificación del conflicto, aunque de forma peculiar. Lo que ocurre en realidad es que se reactivan conflictos internos tanto en Francia como en Inglaterra. En este última se producirán enfrentamientos entre los nobles y la monarquía. Por su parte, en Francia es la época en que se gesta una guerra civil entre armagnacs y borgoñones que se alargará durante todo el comienzo del siglo XV. Esta guerra civil nace del intento de ambas familias por hacerse con el control de la monarquía francesa, ahora en manos de Carlos VI. Por tanto, se suceden estas luchas por el control de la monarquía que son propias de los periodos de regencia, es decir, cuando el rey es demasiado joven para tomar decisiones militares y, por tanto, ha de ser el regente quien reine en la práctica, creando conflictos de legitimidad. En Inglaterra sucede lo mismo durante el reinado de Ricardo II, en el que se inician las luchas entre las familias York y Lancaster para hacerse con la monarquía. 
Hay que entender esto como un momento en el que la unidad de la dinastía se rompe y diferentes miembros de ésta encabezan sistemas de lealtades enfrentados. También de la misma manera estos momentos de inestabilidad en la cabeza del estado generan siempre inestabilidad política. Hacen que la paz social se tambalee porque provocan inseguridad. Estamos en un momento, a finales del siglo XIV, en el que la crisis de las rentas señoriales, es decir, la pérdida de valor de los beneficios que la aristocracia feudal obtiene de los señoríos, está obligando a esta aristocracia a buscar fuentes de renta alternativas, como puede ser la guerra. Mientras la guerra exterior va bien, no suele haber problemas en el interior, porque los saqueos compensan la pérdida de poder adquisitivo de los señores y permiten un consumo de lujo. Sin embargo, cuando la guerra exterior va mal, las tensiones en todo el país crecen, porque ese instinto depredador de la aristocracia como clase armada tiende a proyectarse hacia el interior. Es entonces cuando comienzan los conflictos por el control del trono como resorte del poder. Esa violencia también se proyecta sobre el resto de la sociedad del país, es decir, sobre el campesinado o la Iglesia.
Otro sistema que se desarrolló en el XIV para solucionar el problema de las rentas señoriales es el desarrollo de la fiscalidad del Estado, puesto que el sistema de la fiscalidad señorial está fracasando. Por tanto, se empieza a generar un sistema recaudatorio alternativo, que es lo que llamamos actualmente impuestos públicos. Se desarrolla una fiscalidad directa que grava a las personas en función de los bienes que poseen. La inseguridad provocada por los conflictos internos junto con el incremento de la presión fiscal provoca inseguridad entre los campesinos, desencadenándose así las revueltas campesinas, que en Inglaterra tienen lugar después de las derrotas militares de esta fase. Se producirá así la rebelión campesina de 1381, que acaba de desestructurar el sistema político inglés y debilita sobremanera a la monarquía. El resultado es que a finales de siglo la nobleza inglesa impone su poder a la dinastía reinante, depone al rey y los sustituye por la nueva casa de Lancaster, entrando a reinar Enrique IV. Estas luchas dinásticas se reproducirán más tarde en la Guerra de las Dos Rosas. 

5.5.4 3ª Fase: ocupación inglesa de Francia (1415-1435)

La situación política en Inglaterra se serenó antes que en Francia, y esto es lo que dará a los ingleses una cierta ventaja en la última fase de la guerra. La casa de Lancaster consigue pacificar el país, y esto permite a los reyes ingleses intervenir en la política francesa y aprovecharse de la división de la aristocracia francesa entre los partidarios del duque de Orleans y los del duque de Borgoña. Los ingleses se muestran primero a favor de los dos bandos y finalmente apoyan de manera abierta al que más les ofrece, es decir, al Ducado de Borgoña, que en estos momentos es el principado que más poder acumula después de la Corona francesa.
El duque de Borgoña es un hijo del rey de Francia y, en un momento de inestabilidad política, este duque tiene tras de sí suficiente poder para plantarle cara a la monarquía. En este caso, el duque de Borgoña aprovechará la alianza con los ingleses para imponerse a los Armagnacs, es decir, al duque de Orleans. La posición de los Armagnacs se verá más debilitada cuando en 1415 otro ejército inglés vuelva a acabar con la caballería francesa en la Batalla de Azincourt. Este conflicto hace más fuertes a los borgoñones y más débiles a los Armagnacs por la derrota militar. El resultado último de la evolución de Azincourt es el tratado de Troyes de 1420, que hace una nueva reorganización del panorama político. Básicamente, divide el país en dos partes. Se decide que el rey de Inglaterra se casará con una hija del rey de Francia y, cuando su suegro muera, ascenderá al trono francés saltándose al primogénito, que queda excluido de la línea sucesoria. La facción derrotada en Azincourt no acepta de ningún modo el Tratado de Troyes y se retira a la parte sur del reino, desde donde planteará su defensa y planeará recuperar la parte norte de Francia.
Por su parte, el duque de Borgoña acepta al rey de Inglaterra como rey de Francia a cambio de verse apoyado en el intento de que el Papa reconozca a Borgoña como reino. A partir de la Paz de Troyes comienza el periodo de esplendor del Ducado de Borgoña. Por el contrario, abre uno de los periodos más oscuros para la monarquía francesa. Dado que la resistencia de los legitimistas de la monarquía francesa se desarrolla desde Orleans, borgoñones e ingleses toman Orleans. En 1428  comienza el asedio de la ciudad, que será definitivo en el cambio de la situación de la guerra. 

5.5.5 4ª Fase: victoria de Francia y expulsión de los ingleses (1435-1453)

La llamada cuarta fase de la guerra a veces se excluye de esta misma. El momento clave de esta última parte es el levantamiento del asedio de Orleans, que termina con la retirada del ejército inglés. Durante el asedio se produce la extraña aparición del personaje de Juana de Arco. Esta especie de profetisa espiritualista, cuya ideología se enmarca en esa tradición de los profetas milenaristas, no sólo se presenta ante el rey de Francia en 1429, sino que consigue que éste la nombre Comandante del Ejército francés. La explicación que se le da a esto es que la desesperación del monarca francés debería ser muy profunda.  Efectivamente, a finales de 1429 la situación ha cambiado mucho para la monarquía francesa. Se ha levantado el cerco de Orleans, se ha vencido a los ingleses en una ofensiva en el Valle del Loira y se ocupa Reims, donde Carlos VII es coronado rey de Francia. En 1430 Juana de Arco fue capturada por los ingleses, juzgada y ejecutada en Rouen al año siguiente. 
En 1435, dado que la reacción militar de Carlos VII ha conseguido desestabilizar la posición inglesa sobre París, el duque de Borgoña cambia su alianza, es decir, traiciona a sus aliados ingleses y se pasa al lado francés. A cambio, obliga a renunciar al rey de Francia al juramento de fidelidad vasallática del duque de Borgoña, convirtiéndolo en un príncipe sin señor. Sin el apoyo de los borgoñones los ingleses no pueden mantenerse en París y por ello Carlos VII entra triunfante en la ciudad en 1437. Comienza así un periodo de fortalecimiento rápido de las estructuras políticas, fiscales, militares y burocráticas de la monarquía francesa.
La guerra se paraliza en los años siguientes, pero dado que la posición inglesa es cada vez más débil, finalmente los franceses consiguen tomar la Normandía y la Guyena en los años centrales del siglo XV. Sólo queda una ciudad en manos de los ingleses, Calais, que les permite cierto control sobre el Canal de la Mancha.
El resultado más inmediato de la guerra es el fortalecimiento militar de la monarquía francesa. El ejército que Carlos VII ha creado tiene entidad suficiente para someter a los ingleses  y al resto de los principados franceses. A partir de aquí en el reinado siguiente de Luís XI se irá produciendo la anexión de los principados franceses a la Corona de Francia. Esto significa que el rey de Francia se convierte en duque de los diferentes principados, sin tener que ceder este puesto a miembros de la familia real. La anexión de Bretaña se produce en 1491, siendo el último de los principados en anexionarse a la Corona francesa. Con esto se termina la reconstrucción del mapa francés medieval.
La maquinaria militar que había creado la monarquía francesa en estos tres cuartos del siglo V, sin embargo, no se desmoviliza. El rey de Francia tiene en su mano un poder militar que le ha permitido recuperar todo el territorio francés y que ahora la va a permitir apoderarse de otros territorios exteriores. Lo primero que se va a hacer es invadir Italia dos veces en el último cuarto del siglo XV. En 1494 y 1498 los ejércitos franceses llegan atravesando los Alpes hasta Nápoles. Estos dos intentos de conquistar Italia trasladarán la Guerra de los Cien Años a Italia, donde participará de manera significativa Castilla. Por tanto, la alianza entre Castilla y Francia ahora se rompe, puesto que el Reino de Castilla se había incorporado a la política italiana del Reino de Aragón. Así pues, a partir de finales del siglo XV comienzan las Guerras de Italia entre la monarquía hispánica y la francesa, lo cual supone el inicio de la diplomacia moderna.

5.5.6 Consecuencias de la guerra

La Guerra de los Cien Años empezó siendo un conflicto feudal y acabó siendo otra cosa. Las monarquías que participan en ella empiezan siendo monarquías feudales y terminan siendo algo que se asemeja a las monarquías nacionales o absolutistas del siglo XVI, sobre todo en el caso de Francia. El vínculo que durante la Edad Media unía al monarca con sus súbditos era de dependencia personal, basado en el contrato feudovasallático. Ahora, ese vínculo se deteriora a favor del vínculo de naturaleza, que tiene que ver con el desarrollo de eso que llamamos sentimiento nacional. Al final de la guerra, los súbditos del rey de Francia ya no lo son por estar vinculados a por un juramento, sino porque han nacido dentro de las fronteras de Francia. Por tanto, se crea un vínculo de dependencia abstracto basado en la pertenencia a una nación.

Por supuesto, la guerra tuvo consecuencias importantes en los aspectos de la organización militar. En la Guerra de los Cien años empieza la decadencia de una forma de hacer la guerra que asociamos a la Edad Media y que había triunfado desde la Batalla de Adrianópolis en el siglo IV, basada en las tácticas de la caballería. Ahora, esta forma de hacer la guerra entra en una crisis que se alargará hasta la Batalla de Pavía del 1525. Por tanto, surge una nueva forma de hacer la guerra, donde los ejércitos mercenarios, las tácticas de infantería y la artillería van a prefigurar lo que va a ocurrir en la Época moderna. De hecho, el desarrollo de la artillería va a cambiar el desarrollo de las fortificaciones. 
Por otra parte, se evidencia que la guerra es una actividad económica importante, puesto que el saqueo de unos beneficia económicamente a otros. Esto ya se sabía en la Alta Edad Media. Sin embargo, lo que ocurre a partir de ahora es que estas guerras que antes eran externalizadas y llevadas hacia las fronteras de la cristiandad, ahora van a ser internas. Este estado de guerra se va a mantener casi de forma permanentemente hasta las guerras napoleónicas.
Además, las necesidades de la guerra hicieron que hubiera que aceptar por parte de los súbditos el desarrollo de la fiscalidad real. Las monarquías medievales no tienen sistemas fiscales propiamente dichos más allá de las contribuciones indirectas. Aparece ahora una fiscalidad directa que supone el desarrollo de importantes sistemas de gestión. Hay que censar a la población y conocer su renta para poder aplicarle la ratio correspondiente a lo que debe pagar. Esto hace que aparezcan las estructuras del Estado.
Por último, en cuanto a los resultados políticos o diplomáticos de la guerra, en Inglaterra la crisis bélica y la pérdida de los territorios franceses y de un espacio de economía de botín lleva al desarrollo de conflictos internos entre los clanes nobiliarios, precipitando en la Guerra de las Dos Rosas, hasta que en 1485 se entroniza a la dinastía Tudor que pone a Inglaterra en la senda del nuevo Estado moderno. Al contrario, Francia es fortalecida fiscalmente por la guerra y utiliza la fuerza adquirida, sobre todo militar, para iniciar el primer ensayo de hegemonía continental, cosa que la lleva al enfrentamiento con la monarquía hispánica en Italia, comenzando una serie de guerras entre ambas potencias hasta el siglo XVI.



[1]     Sancho II murió exiliado en Toledo. Portugal era un reino vasallo del papado. Sancho II se había enemistado con la jerarquía eclesiástica portuguesa por motivos de intervención del rey en el nombramiento de los obispos, un intento de manipulación,…  Además existía una alternativa de poder formada por Alfonso el Boloñés. Por estas tres razones el papa actuó deponiendo al que se consideraba tirano.