Fue uno de los procesos más influyentes en la sociedad occidental de finales del siglo
XVIII
y comienzos del XIX. Durante los 10 años que duró se produjo el despertar de la
sociedad a un sistema de
relaciones entre
el pueblo
y sus dirigentes.
Fue una transformación radical del sistema de poder, no solo en Francia sino en toda Europa,
suprimiéndose el dominio
absoluto ejercido
por
la monarquía
y se redactaron
las
constituciones liberales que
proclamaron la separación de poderes para proteger los
derechos del ciudadano. Este gran cambio político y social dio origen
a un nuevo régimen.
Francia instauró el primer régimen monárquico constitucional con la total separación de
poderes: el Ejecutivo lo ostentaba un rey hereditario con poderes recortados; el Ejecutivo lo ostentaba un
rey hereditario con poderes muy recortados, el Legislativo, con gran
capacidad de actuación, estaba en poder de una asamblea y el poder Judicial quedaba independiente. A partir de la
implantación en Francia de la república como nuevo
sistema de gobierno, el Ejecutivo pasó a ejercerlo una Comisión de gobierno, el legislativo
estuvo representado por una o dos cámaras y el judicial continuó siendo independiente de los otros dos poderes.
Durante
la Revolución fueron
eliminados los
privilegios del clero
y la nobleza, se otorgaron derechos políticos a la población en general y la burguesía se impuso a la anterior aristocracia. La soberanía paso del monarca a la nación. En Francia el Antiguo Régimen
había
dado paso al Nuevo Régimen.
1. FUNDAMENTOS TEÓRICOS SOBRE LAS CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN
El espíritu revolucionario no surgió solo en Francia, antes ya había ocurrido una en Norteamérica, antes las trece colonias norteamericanas se convirtieron en los Estados Unidos de América por el tratado de paz de parís de 1783 donde Inglaterra reconoció su
independencia.
Estos movimientos contribuyeron a crear en las conciencias ilustradas un creciente deseo de cambios sociales, políticos y económicos que pudieran mejorar la vida de los
franceses.
Los conflictos revolucionarios estuvieron
ocasionados por intrigas políticas premeditadas. El grupo más relevante estaba dirigido por
Luis Felipe, duque de Orleans y primo de Luis XVI. Aristócratas, políticos y burgueses
de renombre se fueron
uniendo desde 1779 contra el sistema de monarquía absoluta. Tenían mucha influencia en Francia y querían instaurar una monarquía liberal parecida a la de Inglaterra, comenzado a organizar la sublevación de las masas.
Estos testimonios documentados, pronto fueron negados y ocultados y muchos de los
participantes en los acontecimientos, basaron las causas del estallido revolucionario a la
injusticia social protagonizada
por
un grupo de privilegiados que oprimían a la
población. Otra teoría es la esgrimida desde tendencias marxistas que se centra, sobre todo, en los
problemas económicos como causa fundamental del estallido revolucionario, que al final se concretó en
la lucha de clases.
Para otros especialistas, la economía no fue más que una mera situación de base
material para explicar la realidad social. Un enfrentamiento de individuos y grupos y no
solo una lucha de
clases. Hay muchas revisiones historiográficas
para
resolver el problema sobre las causas y consecuencias de la revolución francesa, sin embargo, para conveniencia de los gobiernos de la República francesa desde finales del siglo XIX, el
verdadero protagonista de la Revolución ha sido el pueblo francés que se sublevó contra la tiranía del rey
tomando e incendiando la prisión de la Bastilla para manifestar su rechazo a los opresores monárquicos que impedían a la población evolucionar hacia la
libertad, igualdad y fraternidad. No hay dudad de que existieron numerosos factores ideológicos, económicos, políticos y sociales que desencadenaron
el estallido revolucionario. El problema es
cuantificar
y resolver cuál de ellos fue el más influyente.
2. CONTEXTO
Durante
los últimos
años del
reinado
de Luis
XVI, Francia sufría una
gran
crisis
económica. La mayoría de los franceses pertenecía al estado llano o Tercer Estado, compuesto por el común de los vecinos de un pueblo, excepto eclesiásticos, nobles y militares. Francia era la nación más poderosa de Europa, sin embargo, su población se encontraba cada vez estaba más descontenta a causa de un cúmulo de factores como
malas cosechas, la
actuación de especuladores sin escrúpulos o la sangría económica
por participar en la
guerra de independencia
americana.
La burguesía iba en aumento pero continuaba privada de los derechos políticos para hacerse con el poder y los privilegios que ostentaban el primer y el segundo estamentos. El creciente acceso a los movimientos filosóficos y literarios fue provocando ambición política. El movimiento de la Ilustración, caracterizado por la confianza extrema en la
capacidad de la razón natural fue el más influyente de todos destacando Voltaire, con su
crítica a las instituciones, Rousseau que predicaba la doctrina de la soberanía nacional y
Montesquieu,
defensor de
la separación de
poderes,
publicándose estas ideas
y difundiéndose. También
influyeron en el cambio de mentalidad política las normas de convivencia
y administración del
nuevo Estado republicano de
Norteamérica
que despertaron las conciencias burguesas, así como la revolución industrial que se estaba
desarrollando en Inglaterra,
que era una Monarquía
Constitucional y que
estaba suponiendo el ascenso económico para la
población inglesa.
3. CRISIS ECONÓMICA Y MOVILIZACIÓN POLÍTICA.
1787 se reunieron en Versalles una Asamblea de Notables, eran los representantes del Primer y Segundo Estado para dar su aprobación a nuevas medidas fiscales que
fueron
rechazadas. Luis XVI decidió subir los impuestos y reformar la Hacienda para
salir de la crisis financiera protestando los estamentos privilegiados y uniéndose para luchar contra el absolutismo. El malestar también aumentó en el Tercer Estado porque
las medidas elevaban su carga fiscal. La constante
subida de los precios de los
alimentos
y las malas cosechas provocaron una crisis de subsistencia que en la primavera de 1789 se transformaron en
disturbios y motines.
La política de prestigio internacional adoptada durante todo el siglo XVIII agravó el déficit público. Las reformas económicas habían fracasado y la descontenta, enfrentados al
absolutismo monárquico, exigieron a Luis XVI la convocatoria de los Estados Generales
del
Reino. Costumbre que se había establecido en Francia a comienzos del siglo XIV de
reunir con
carácter extraordinario una Asamblea donde los representantes de los tres órdenes deliberaban por separado y se reunían
para
aprobar las medidas fiscales.
Ante la urgente necesidad de fondos, el parlamento de París para evitar el hundimiento económico impuso a Luis XVI la condición de que para aprobar cualquier futura reforma debía convocar los Estados Generales y el 5 de mayo de 1789 se reunieron en Versalles
representantes del clero, nobleza y pueblo llano. Por toda Francia circulaban numerosos cuadernos de quejas y súplicas donde se manifestaban las reivindicaciones del pueblo llano. El primer y segundo estamento aprovecharon también este sistema de protesta
para exteriorizar
su rechazo al absolutismo real.
Los representantes del tercer
estado, decididos a rechazar el debate por
estamentos, se proclamaron “comunes”, según el modelo británico y solicitaron el aumento de sus
delegados
y la primacía del voto individual. En Paris, las insurrecciones, algaradas y tumultos se multiplicaron. El 16 de junio de 1789, ante la intransigencia del monarca y
por el enfrentamiento ocurrido entre
los representantes del primer
y del segundo estamento,
los delegados
del Tercer Estado, único
representante del pueblo,
se constituyeron en Asamblea Nacional e iniciaron los debates para la reforma fiscal. Sus
miembros, con algunos
representantes del bajo clero, se juramentaron para dar al
pueblo una Constitución
que fuera capaz de solucionar los problemas
económicos,
jurídicos, políticos y sociales que afectaban a la población. Luis XVI no tuvo más opción
que claudicar e invitar al clero y
a la nobleza a unirse a la Asamblea del Tercer Estado.
4. LA DESINTEGRACIÓN DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE.
La Asamblea Nacional se transformó en Asamblea Constituyente el 9 de julio de 1789
con
el fin de redactar una Constitución en la que el pueblo llano tuviera las mismas prerrogativas
que
las de la nobleza y el clero. El rey, temiendo una revuelta popular,
concentró tropas en
Versalles, lo que dio lugar a las protestas de la población. La
revolución comenzó dando fin al antiguo régimen.
En París se fue caldeando el ambiente, finalmente el 14 de julio fueron asaltadas las armerías
militares con el fin de distribuir las armas entre la población y la multitud
exaltada se dirigió hacia La Bastilla, que representaba la opresión del absolutismo real y
se produjo la quema de la torre y una gran cantidad de muertos y heridos. El asalto de
La Bastilla se conmemora en
Francia como el principal triunfo de la democracia.
La Asamblea Constituyente abolió en agosto los derechos del clero y la nobleza. Los
derechos feudales
habían quedado abolidos y la igualdad fiscal aprobada tras establecer la igualdad civil de todos los franceses. El 26 de agosto quedo sancionada la Declaración
de
derechos del hombre y del ciudadano que proclamaba los principios fundamentales de libertad, igualdad y fraternidad.
En
ese momento se produjo la verdadera revolución jurídica al sustituirse el concepto de
absolutismo real por el de soberanía nacional.
Comenzaba el Nuevo Régimen.
El comité permanente se transformó
en la Comuna de París, sistema
de gobierno
revolucionario que comenzó a regir la ciudad hasta 1794. Organizó una milicia urbana, la Guardia Nacional. El ejemplo parisino se
extendió por toda Francia y rápidamente los revolucionarios
se fueron haciendo con los ayuntamientos.
Se organizaron
milicias
armadas para
reprimir
a los que protestaban por
el
cambio de gobierno.
El rey, presionado por la Iglesia y por los privilegiados, se negó a firmar las decisiones tomadas
por la Asamblea. No obstante, a finales del verano tuvo que sancionar los
decretos cediendo a las exigencias de la Asamblea Constituyente.
Con la multiplicación de los disturbios por toda Francia, se produjo la huida masiva de
la nobleza y de los grandes terratenientes que contemplaban atemorizados cómo las instituciones tradicionales se iban aboliendo. Desde julio se había impuesto el Gran Miedo en todo el territorio. Los campesino soliviantados se dirigían a los castillos y
residencias señoriales y muchas de ellas fueron
quemadas y sus dueños ahorcados.
La Asamblea Constituyente elaboró la Constitución Civil del Clero, que suprimió las
antiguas
instituciones como los cabildos catedralicios y reestructuró
las
diócesis
y parroquias. Se
otorgaron
derechos civiles a todos
los religiosos para permitirles abandonar sus cargos y convertirse en
ciudadanos.
Con esta nueva ley, Francia consiguió la desamortización y nacionalización de los bienes
de
la Iglesia que dependía del Estado. Los obispos y sacerdotes se convirtieron en funcionarios públicos. Los bienes eclesiásticos fueron vendidos y la burguesía se hizo
con gran parte del patrimonio eclesiástico.
En 1791 se aprobó la ley Chapelier que decretó la abolición del feudalismo, instauró la libertad de
empresa
y prohibió
las
asociaciones
y corporaciones
gremiales. Fueron suprimidos los monopolios y los gremios y quedó regulada la actividad industrial por la
ley
de la oferta y la demanda.
El Papa Pío VI manifestó su rechazo a las medidas que estaba implantado Francia e Luis XVI a evitar sancionar la
Constitución. El
rey comenzó a solicitar
ayuda
a las
monarquías europeas para hacer fracasar la Revolución. Impulsado por el miedo y ante
la tardanza de
la ayuda, huyó con
su familia
del palacio
de la
Tullerias
siendo descubiertos y obligados a regresar y quedando arrestados. Esta huida precipitó los
acontecimientos y ocasionó
la consolidación
de la
conciencia
republicana entre
los
revolucionarios.
El mundo revolucionario lo constituían varios grupos políticos. El club de los cordeleros era un
grupo extremista del pueblo liderado por Danton y Marat
que
deseaba la igualdad social y exigía la supresión del régimen monárquico por la República. Estos republicanos
junto a los jacobinos, revolucionarios exaltados, incitaron a la población parisina para
que
se unieran a
sus reivindicaciones. Una gran multitud exigió que se suprimiese la
Monarquía y se instaurase la
República, entonces la
Asamblea ordenó su disolución a
las
fuerzas del orden que cargaron contra el pueblo. La Matanza del Campo de Marte
aumentó la
división entre los moderados monárquicos y los revolucionarios demócratas.
Los grupos de los revolucionarios moderados fueron los girondinos y los cistercienses. Los primeros eran pequeños burgueses defensores de la monarquía constitucional y los cistercienses eran monárquicos liberales. Ambos procedían del club de los jacobinos pero
se separaron por ser contrarios a la República.
5. LA CONSTITUCIÓN DE 1791 Y LA ASAMBLEA LEGISLATIVA.
El 3 de septiembre de 1791 se proclamó la primera Constitución francesa y jurada por Luis XVI, que fue repuesto en sus
atribuciones.
La constitución garantizaba la libertad económica al abolir los monopolios, los privilegios
y los gremios e instauró el principio de libre iniciativa
en la creación de empresas y en
las
relaciones laborales. También se reformó el sistema fiscal al crearse el impuesto directo,
denominado contribución. Desaparecieron las antiguas provincias y se sustituyeron por
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departamentos, gobernadas por un Procurador general y un Consejo elegido por los
ciudadanos activos de cada
departamento.
El régimen de Monarquía constitucional y la división de poderes quedaron establecidos
en diecisiete artículos. El ejecutivo lo ostentaba un rey con poderes recortados, como
representante hereditario de
la soberanía
nacional.
El poder
judicial
debía ser independiente y el legislativo quedaba
depositado en una Asamblea Nacional Legislativa.
Esta nueva cámara estaba constituida por diputados que iban a ser renovados cada dos
años y elegidos por los ciudadanos activos entre los ciudadanos elegibles. La vida
política
se polarizó
entre los grupos asamblearios que trataban de imponer sus ideas. En el exterior,
los círculos
de emigrantes y los
gobiernos
europeos alentaban a
la contra - revolución
El pueblo francés seguía sufriendo las subidas de precios
y las represiones
contra las insurrecciones llevadas a cabo
por
la Guardia Nacional. Los monarcas
europeos decidieron unir sus fuerzas y en agosto de 1791 Austria y Prusia firmaron la declaración
de Pilnitz, donde
alentaban a los demás gobiernos del continente a combatir a la Francia revolucionaria. En abril de 1792, Austria y Prusia formaron la Primera Coalición e invadieron Francia con sus tropas. El ejército francés fue derrotado debido a su inferior preparación.
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