martes, 12 de febrero de 2013

Estabilización y desarrollo del Estado Liberal: Parte 1


1. EL NUEVO ORDEN INTERNACIONAL TRAS EL CONGRESO DE VIENA

El 6 de Abril de 1814 Napoleón firmo su renuncia y en Francia se restauró la Monarquía. La Paz de París de firmó el 30 de mayo con un Tratado que anunció una segunda fase de la paz al comprometerse todas las potencias a enviar emisarios a Viena para completar los acuerdos reunidos en un Congreso General.
En Viena se reunieron 90 soberanos reinantes y 53 plenipotenciarios de príncipes o Estados desposeídos que reclamaban su restitucn. En el tratado de paz los aliados decían que había que procurar un equilibrio real y duradero en Europa, lo que se regularía en un Congreso sobre bases convenidas de antemano. Se defendía la tradición, la legalidad y la monarquía, pero ya nunca fue posible volver al pasado porque las fuerzas liberadas por la revolucn dominaron para siempre la nueva época. A la par que las nuevas ideas conservadoras, se gestaron las liberales posrevolucionarias que fueron las grandes triunfadoras, las democráticas y las socialistas junto a las nacionalistas.
El Congreso fue convocado por Gran Bretaña, Austria, Rusia y Prusia. Entre los personajes más importantes, al lado del ruso Alejandro I y del austriaco Metternich, desta el francés Talleyrand. Dio comienzo en octubre de 1814, y duró hasta la firma del acta final el 8 de junio de 1815. Prevalecieron las ideas de Metternich, que se resumen en el intento de no cambiar nada en el orden político; Austria además consolidó su posición en el norte de Italia y consiguió una salida al mar a través de las provincias Iricas. Pero las fronteras que se aceptaron en Viena, con excepcn de las de Polonia, fueron las defendidas por Talleyrand. Gran Bretaña fue la gran beneficiada, reconocida como primera potencia marítima.
Previamente había quedado acordado que Austria se anexaría el neto y la Lombardía; que Cerdeña recibiría Génova y Saboya; que lgica quedaría unida a Holanda, bajo un rey holandés y libre de Francia y Gran Bretaña; que la orilla izquierda del Rin formaría parte de la Confederacn Germánica, repartida entre Prusia y Baviera. La Confederación Germánica (Deutscher Bund) fue una unión creada por el Congreso de Viena para sustituir a la Confederacn del Rin que a su vez había sustituido en 1806 por decisn de Napoleón al Sacro Imperio; se pretendía a asegurar la estabilidad de los ltiples Estados surgidos de aquel Imperio; agrupó a 39 Estados alemanes soberanos bajo la presidencia de la Casa de Austria, siendo los de Austria y Prusia los más poderosos. Talleyrand consiguió que Murat fuera sacrificado y el reino de Nápoles devuelto a los Borbones para satisfacer a España. Prusia y Rusia se repartieron Polonia; Rusia además consiguió Besarabia y Finlandia. Suecia se anexó Noruega permaneciendo Bernadotte. Italia quedó repartida en siete Estados: los reinos de Piamonte y de Lombardía-neto, los ducados de Parma, Módena y Toscana, los Estados Pontificios y el reino de las Dos Sicilias.
El epílogo final fue la creacn el 26 de septiembre de 1815 de la Santa Alianza a propuesta del zar Alejandro I. Junto con Francisco I de Austria y Federico Guillermo III de Prusia, pretendieron forjar un nuevo gimen de paz y gobierno cristiano en toda la faz de la tierra. El objetivo era conseguir una única nacn cristiana con un único soberano, Dios. Pero Metternich prefirió una alianza meramente política, y así lo llevó a cabo el 20 de noviembre de 1815, tras los Cien as y la llamada segunda paz de París, para evitar cualquier alteracn de la Europa de la Restauración: la Cuádruple Alianza entre Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra, a la que se incorpo Francia en 1818; podría intervenir en cualquier país para detener los movimientos liberales o revolucionarios, dando origen así a la Europa de los Congresos. Pero la diferencia entre Gran Bretaña y las poticas reaccionarias del resto lo vuelve inoperante desde mediados de los veinte, ndose por finalizada la Alianza a la muerte del zar Alejandro en 1825.
Las Asambleas Generales que se produjeron por el sistema de Congresos impuesto en Viena, suponen el antecedente de la Sociedad de Naciones tras la Primera Guerra Mundial, y de las Naciones Unidas tras la Segunda. Fueron las siguientes: Aquisgrán 1818, que acordó la retirada del ejército aliado de Francia; Troppau, en octubre de 1820, ocasionada por la agitación revolucionaria en el Sur de Europa; éste se contin en Laybach de enero a mayo de 1821, con la participacn de Austria, Rusia y Prusia, porque los ingleses no quisieron intervenir y los franceses se mantuvieron al margen. En Verona, el 20 de octubre de 1822 se decretó la intervencn militar extranjera en España para acabar con el Trienio Liberal, encomendada a Francia, iniciándose el 7 de abril del año siguiente.
La ocasión para materializarse las diferencias entre los miembros de la ya Quíntuple Alianza, y llegar a su final, se produjo por el caso griego, que entre 1821 (alzamiento contra Turquía), y 1829 (Paz de Adrianópolis), fue la primera divergencia de los aliados, manteniéndose Austria y Prusia neutrales mientras que Gran Bretaña y Rusia se comprometieron en 1826 a obtener la independencia griega, a lo que se adhirió Francia en el Tratado de Londres de 1827. A partir de ese inicio de disolución, en Inglaterra se siguió la política de no intervencn. En América imperó desde diciembre de 1823 la doctrina Monroe, limitando la posible intervencn europea en las antiguas colonias americanas a favor de la restauracn de la antigua situación, como parecía imponer la época. Fue apoyado por Inglaterra.
Finalmente,     las        revoluciones    de 1830-1832 dieron al traste con este          sistema internacional, produciéndose un gran impulso del liberalismo y un gran aumento del peso del nacionalismo.

2. LA RESTAURACIÓN EUROPEA Y LOS FUNDAMENTOS MODERADOS DE LAS NUEVAS CONSTITUCIONES: LOS MODELOS PARLAMENTARIOS FRANCÉS Y BELGA

Tras los avatares del continente se llegó a la conclusn de que no se podían obviar los avances revolucionarios. Llegaba el momento de la moderación de la revolucn para estabilizarla.
En 1814, después de la primera abdicación de Bonaparte, los aliados consintieron la restauracn de los Borbones en Francia. Los aliados llegaron el 31 de marzo a París, y en dos meses, el 2 de junio, se promulgó la Charte o nueva Constitucn, que fue redactada por el Senado napoleónico.
Talleyrand obtuvo el voto del Senado para que el hermano del Rey estableciera un gobierno moderado y sensato. Así que la autoridad saliente, el Senado de Napoleón, otorgó legitimidad a la autoridad entrante.
El futuro Rey aceptó las bases aunque requirió alguna reforma en las mismas, y en Saint Ouen prometió y confirmó algunas conquistas revolucionarias que se incorporaron a la Carta Constitucional.
Pero Luis XVIII murió en 1824 y le sucedió su hermano Carlos X (1824-1830), convencido restaurador del absolutismo. Quiso la restauracn de los mayorazgos y llegó a conspirar contra su primer ministro, llegando la revolución tras las Ordenanzas de Julio por el peligro que se sentía de liquidación del sistema.
Fueron los políticos más relevantes de la monarquía de Luis Felipe tras la revolución de 1830 quienes abrieron el camino a la aplicación del modelo de gobierno parlamentario en
Francia y de ahí al resto de Europa: Thiers introdujo de hecho un principio no escrito pero sico del mismo: la dependencia ante las Cámaras del propio Rey al escoger a sus ministros; propuso restaurar antiguas libertades violadas y para ello bus al príncipe que ofreciera garantías políticas y constitucionales y más próximo posible al monarca depuesto: Luis Felipe era primo de Carlos X y, por lo tanto, Borbón. Se consiguió así la casi-legitimidad para mantener una legitimidad monárquica ajena al voto popular. Dos días de barricada en 1848, acabaron con esta monarquía.
Si la época revolucionaria se caracteripor el predominio de la Asamblea, la restauracn se caracteri por el reequilibrio de poderes a favor del Ejecutivo, en manos del Rey y, a partir de ahora, también del Gobierno responsable ante las Cortes y renovable: el otro Ejecutivo.
La Asamblea Única se sustituye por un sistema bicameral; el sufragio pasa a ser directo y censitario; los antiguos secretarios del Rey, ahora ministros del Rey, tienen asiento en el Legislativo y pasan a ser ante ella responsables, aunque todavía lo recojan únicamente los reglamentos de las Cámaras. En definitiva, el cambio básico es la parlamentarización de la Monarquía.
El constitucionalismo europeo evolucionó entonces hacia una ambigüedad exigida por la presencia en el sistema constitucional de una autoridad tradicional, la Monarquía, que representaba el orden y la unidad de acción, en el sistema de avance imparable que significaba el liberalismo. Se empezó a ver en la soberanía nacional el instrumento de todas las revoluciones, y temieron por su permanencia frente a las tendencias sociales y democráticas. Monarquía y Liberalismo no parecían fácilmente conjugables hasta que surgió la nueva teoría durante la revolución.

3. LA NUEVA CULTURA POLÍTICA TRAS LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Los ismos, tanto políticos como sociales, surgieron por Europa tras 1815. Fue causa relevante de ello el ejército napoleónico que destruyó el viejo orden. Europa se metía en lo que casi no comprendía: industrialización y democracia.
Ante la extraordinaria ola revolucionaria producida desde finales del XVIII, surgieron los críticos de la revolución; a partir de ahí no se hizo esperar una reaccn conservadora.
En Inglaterra (Gran Bretaña desde 1707 y Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda desde 1801), su liberalismo se formó en torno a los utilitaristas de Jeremy Bentham, que comenzaron a destacar en 1810. Los utilitaristas eran profundamente racionalistas de tendencia ilustrada y prácticos, como su nombre indica; contrarios absolutamente a la tradicn, proponían cambios radicales si era necesario, pero fueron evolucionando hacia los economistas políticos y la moderación.
A su lado, tuvieron gran influencia en el liberalismo inglés los economistas poticos; fue en esta época cuando se desarrolló el pensamiento político que habían iniciado en su momento los fiscratas franceses y Adam Smith. Fue David Ricardo quien marcó la cumbre de este pensamiento en 1817 con sus Principios de economía política y tributacn (ley de hierro de los salarios, teoría del valor del trabajo en la que se inspiró Marx).
En Francia, la corriente conservadora más radical, los ultramontanos, recha la idea de contrato social y creyó en un gimen inevitable establecido por Dios. Apoyaron la monarquía de derecho divino reanudando la tradicional unn del Trono y el Altar. Igual que los ingleses sostuvieron que el orden social natural era el tradicional, el sancionado por la historia.
La Fayette seguía siendo enteramente revolucionario, y en el medio se situaban los monárquicos liberales que defendían una monarquía constitucional; unos según el modelo revolucionario, de primera hora, y otros que ya buscaban una solución moderada.
En Alemania, la humillacn sufrida a manos de los ejércitos napoleónicos originó el nacionalismo. Los grandes del pensamiento alemán lo predicaron, liderando intelectual y culturalmente la nueva época que comenzaba con la Restauracn. El nacionalismo defendía la nación como persona social, por lo que las naciones tenían derechos también. Tanto conservadores como socialistas en Francia buscaron un nuevo orden, mientras en Gran Bretaña triunfaba un fuerte individualismo liberal. La paz de Viena no contó todavía con los trastornos sociales y económicos propios de la época, y el dominio conservador hasta 1830 llevó a descubrir los defectos de la burguesía, destacándose especialmente su indiferencia al sufrimiento de los pobres, su falta de sentido social.
Así fue surgiendo el pensamiento social del siglo XIX, a raíz de la indignacn que se producía en los pensadores sociales el que el trabajo fuera considerado como una mercancía, lo que convertía la libertad burguesa en explotación. El pensamiento social en el XIX se diversificó en tres corrientes: la liberal, la conservadora y la socialista; ésta luchaba por la igualdad real, económica, y no sólo formal, potica. El propio socialismo antes de Marx fue una forma de romanticismo. Las revoluciones de barricadas, de 1830 y de 1848, ya fueron románticas.

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