martes, 12 de febrero de 2013

Primera Revolución Industrial: Parte 1


Hasta mediados del siglo XVIII, la economía del mundo occidental estaba basada de forma casi exclusiva en la agricultura y el autoconsumo, no existía una organización industrial tal como hoy la conocemos y los productos comercializables se fabricaban en talleres artesanales de mayor o menor tamaño. La transformacn, iniciada en Gran Bretaña, se ba en una serie de innovaciones tecnológicas que, junto a la utilización de nuevas fuentes de energía, sustituyeron a la mano de obra por las máquinas y dieron paso a nuevos todos de organización fabril de producción en masa, a un aumento sin precedentes del consumo, del comercio y del bienestar de la sociedad.
Una característica distintiva de esta revolucn fue la aplicacn sistemática de los nuevos conocimientos a la produccn, de forma que la ciencia precedió a la práctica y los inventores transformaron los conocimientos teóricos en procedimientos útiles. A todo este proceso de desarrollo se le ha denominado Revolución Industrial.
La industrializacn no se extendió simultáneamente ni de forma homogénea por todo el mundo occidental. En la primera mitad del siglo XIX alcan a EE.UU. y gran parte de la Europa occidental, llegando después de 1871 a Alemania. A partir de mediados del siglo XIX, se inició una nueva fase denominada Segunda Revolución Industrial, con la utilizacn de nuevas formas de energía como la electricidad y el petróleo.
La Revolución Industrial impulsó la revolución potica que terminó con el absolutismo monárquico y dio paso al liberalismo, basado en el respeto de la iniciativa individual, la existencia de una Constitucn donde se contemplan los derechos de los ciudadanos, el derecho al voto y la separacn de poderes. El liberalismo reguló el nuevo sistema económico, el capitalismo, para responder a las necesidades planteadas en esos momentos. El liberalismo económico se basaba en la no intervención del Estado en cuestiones financieras, empresariales o sociales y favorecía los intereses de la burguesía, que hasta entonces se había visto coartada por el Antiguo Régimen.
Para muchos historiadores, la Edad Contemporánea se inició a finales del siglo XVIII con las “tres revoluciones, la Independencia Americana, la revolucn francesa y la Revolución Industrial.
La primera Revolucn Industrial fue un proceso lento, en Gran Bretaña tardaría más de un siglo en completarse, no llegaría a algunos países europeos hasta finales del siglo XIX y sus consecuencias provocaron un cambio profundo en la economía, la política y la sociedad.
A partir del siglo XVIII la poblacn europea empezó a crecer a un ritmo muy rápido. La presn demográfica dio lugar a la demanda de multitud de productos, impulsando la Revolución Industrial y un conjunto de avances en la agricultura para poder generar la cantidad y calidad de los alimentos necesarios. La creacn de fábricas, con necesidad de personal, fue cubierta, en parte, por los obreros del campo que emigraron a las ciudades en busca de empleo. Todo parece indicar que hubo una interaccn entre estos tres procesos, aumento demográfico, Revolución Industrial y avances en agricultura.

1. EL PAPEL DE GRAN BRETAÑA EN LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Gran Bretaña contaba en el siglo XVIII con las condiciones necesarias para iniciar la industrializacn. Poseía un riquísimo imperio colonial; la población de las islas y la de las colonias estaba en expansión, tenía un alto nivel de vida y demandaba una gran cantidad de artículos; su situación oceánica le facilitaba el acceso a mercados ultramarinos y permitía el transporte de mercancías por barco; poseía una gran cantidad de materias primas adecuadas para utilizarlas en industria como carbón, hierro y agua y la carencia de madera propició la pronta utilización de combustibles siles. También contaba con facilidades para el transporte fluvial. Gracias al comercio, había una gran acumulación de capitales y las medidas librecambistas adoptadas favorecían las transacciones.
Los avances tecnogicos, que no habían dejado de producirse desde la Edad Media, sufrieron una aceleracn en aquellos sectores que tenían que responder a la demanda.
El sector productivo en el que la adopcn era los nuevos avances tecnológicos tuvo un mayor impacto fue el textil.
Los británicos crearon una serie de máquinas mecánicas para mejorar la elaboración de textiles. En 1733, John Kay inventó la lanzadera volante, logrando reducir notablemente el tiempo para fabricar una pieza de tela. La mayor velocidad de produccn de tejido disparó la demanda de hilo. La industria de hilaturas experimentó un notable avance en 1763, cuando James Hargreaves construyó la spinning-jenny, un instrumento mecánico capaz de reproducir el trabajo de un hilador con la rueca y mover varios husos a la vez, abaratando el proceso.
La primera máquina movida con la energía hidráulica aplicada a la industria textil fue la water frame, inventada por Robert Arkwright, que aumentó la produccn de hilo utilizando algodón. En 1779, Samuel Crompton perfeccionó esta técnica construyendo otra máquina con la que se podía conseguir hilo más fino y resistente.
A partir de estos momentos, todas las fases de la produccn de tejidos se mecanizaron y perfeccionaron. También se inventó una forma de estampar por medio de un rodillo; a finales del siglo XVIII se descubrió un método químico para blanquear las telas rápidamente y los telares mecánicos sustituyeron a los manuales produciendo con más calidad y con mayor rapidez.
Como el algodón era importado de la India, América y Egipto, las industrias textiles se concentraron en Lancashire y la Baja Escocia para abaratar el transporte, convirtiéndose Manchester en la capital de esta industria.
En 1705 Thomas Newcomen patentó un modelo de máquina de vapor para bombear el agua de las minas; Watt perfeccionó este descubrimiento inventando un todo para independizar la vaporización y la condensacn de los cilindros del condensador con el fin de consumir menos enera, y la fue perfeccionando a lo largo de los años. En 1766 consiguió su propósito y este acontecimiento cambió radicalmente la produccn. Las máquinas movidas por vapor se aplicaron para la fabricacn de algodón a partir de 1780. La máquina de vapor supuso el mayor avance tecnogico del siglo XVIII.
En cuanto al hierro, la mayor dificultad era la transformación del mineral. La sustitucn del carbón por el coque permitió la producción masiva de acero.
La industria textil y la siderúrgica fueron los sectores productivos más importantes en la industrializacn de Gran Bretaña.
Gran Bretaña contaba en 1850 con la red más densa de ferrocarriles, las técnicas más avanzadas en todos los sectores y la marina más importante del mundo. La renta per cápita creció, la poblacn se dupli y la participacn de los sectores de fabricación, minería y construccn pasó de ser una cuarta a una tercera parte en el PIB.

2. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN LOS DISTINTOS PAÍSES

Prácticamente hasta el primer tercio del siglo XIX, la Revolución Industrial no se extendió fuera de Gran Bretaña. Los británicos intentaron conservar el monopolio de sus inventos y comercializaron solamente su producción en el extranjero. Los fabricantes continentales, en principio, imitaron la maquinaria inglesa y trataron de importar trabajadores especializados. Bélgica, que contaba con materias primas como hierro y carbón, fue uno de los primeros países del continente que se industrializó.
La revolucn francesa y sus consecuencias desanimaron a los inversores y retrasaron la industrializacn en Francia, donde además existían otros motivos para su retraso. La propiedad de grandes latifundios en manos de nobles, poco partidarios de la inversn en reformas tecnológicas; la debilidad demográfica, con una tasa de natalidad en descenso y la escasez de recursos naturales han sido señalados como inconvenientes para una industrializacn temprana. Durante el Segundo Imperio se desarrolló una nueva política económica y desde mediados del siglo XIX, Francia fue una importante potencia industrial que en parte debió su despegue al sector siderúrgico, desarrollado gracias a la expansn del ferrocarril.
Alemania contaba a principios del siglo XIX con grandes recursos naturales, una poblacn en ascenso y unos recursos agrícolas muy importantes. La unn aduanera, el Zollverein, creada en 1834, a la que se fueron uniendo la mayor parte de los Estados, facilitó la formación de un amplio mercado con. La gran extensn de líneas férreas construidas a mediados del XIX contribuyó a la expansn del sector del hierro, el acero y el carbón. Sin embargo, su fragmentacn política impedía que se emprendieran proyectos unitarios y hasta después de la unificacn en 1870 no se inició el desarrollo industrial que a partir de esos momentos fue muy rápido, sobrepasando a finales del siglo XIX a Gran Bretaña en la produccn de acero y se convirtió en der mundial en industria química.
España tardó más que los países de su entorno en incorporarse a la Primera Revolucn Industrial. La Guerra de la Independencia, la pérdida de los colonias americanas, la vuelta al absolutismo durante el reinado de Fernando VII y las Guerras Carlistas crearon un clima de inestabilidad política nada favorable para el desarrollo de una industria nacional. La industria textil empezó a utilizar la máquina de vapor en 1844, ya durante el reinado de Isabel II, gracias al gimen político liberal constitucional. En 1848 se inauguró la primera línea de ferrocarril entre Barcelona y Mataró, seguida en 1855 de la de Madrid a Aranjuez, pero la expansión de este medio de transporte de mercancías y personas no llegaría hasta años más tarde. A partir de 1854, con los progresistas en el poder, se llevó a cabo una potica de liberalismo económico que favoreció la entrada de capitales extranjeros. Las circunstancias políticas en España, con la revolucn de 1868 y la posterior instauracn de la Primera República, no permitieron al país llegar a ser una potencia industrializada hasta el siglo XX. Por diversas circunstancias, sucedió lo mismo en otros países como Rusia, Italia, Dinamarca y los situados en el este de Europa. EE.UU. contaba ya        a principios del siglo XIX con unos recursos naturales extraordinarios y una mano de obra especializada que le permitieron una rápida industrializacn. A pesar de la distancia con Gran Bretaña, sus relaciones comerciales continuaban siendo fluidas, había un intenso tráfico marítimo y una inmigracn incesante que favorecía la difusn de las nuevas técnicas. La guerra con Inglaterra entre
1812 y 1815 impidió el abastecimiento de productos manufacturados propiciando la creacn de gran cantidad de industrias locales; además, el Estado promocionó la invencn y la adaptacn de maquinaria para ahorrar trabajo. La red fluvial favoreció el intercambio de productos incluso antes de que se desarrollaran las vías férreas.
La mejora de las comunicaciones permitió que el país avanzara de forma más rápida y la instalación de fábricas en puntos alejados de los lugares de producción de la materia prima. La creacn de líneas de ferrocarril fue fundamental para la colonización del Oeste, que lo convirtieron en la región ganadera y agrícola por excelencia a como en mercado para los productos industriales fabricados en el Este. En 1869 se estableció ya la comunicacn de la costa Atlántica a la del Pacífico por las compañías privadas Central Pacific y Union Pacific.
La densidad de población en EE.UU. a principios del siglo XIX provocaba una gran escasez de mano de obra a pesar de la inmigracn; para trabajar las fincas algodoneras del sur se importó gran número de esclavos africanos. A finales del siglo XIX, EE.UU. era ya la mayor potencia industrial del mundo.
La competencia por parte de los distintos países en cuanto a sus adelantos industriales y el afán por darlos a conocer dio lugar a la celebración de Exposiciones Internacionales.

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