martes, 12 de febrero de 2013

Del antiguo al nuevo mundo. Los problemas de los imperios autocráticos.


A mediados del siglo XIX el nacionalismo parecía la mejor respuestas para cohesionar los estados y nivelar las clases sociales pero entre 1880 y 1914 se convirtió en el principal factor de desestabilización política al aspirar varios imperios europeos a convertirse en entidades autónomas. Esto sería una de las principales causas del estallido de la primera guerra mundial.
En Austria gobernó casi 70 años Francisco Jo I manteniendo un difícil equilibrio en varias comunidades que querían tanto proteccn del imperio como cierta autonomía. Las nuevas corrientes nacionalistas y liberales también afectaron a Rusia y el zar Alejandro II vacilaba entre la occidentalizacn o mantener el destino eslavo, pero los contactos con Europa difundieron las ideas para construir una sociedad más justa. El nacionalismo provocó cambios en el imperio otomano ya que los intereses de varias potencias acabaron por dividir en diferentes estados la zona balcánica.

1. EL DECLINAR DEL IMPERIO AUSTROHÚNGARO Y EL ASCENSO DE LA POTENCIA PRUSIANA.

Tras las victorias prusianas de Sadowa y Sen despuntó un nuevo imperio compuesto por 22 estados y tres ciudades libres y 42 millones de bditos sometidos al Kaiser Guillermo I.
Con la unificacn de Alemania Bismark había optado por excluir a Austria, que era un imperio formado por 20 estados más Austria y Hungría.

El imperio austrohúngaro.

Debilitado por las guerras italianas, agitado por los movimientos nacionalistas del 48, atacado por Napoleón III y humillado en Sadowa, el imperio austrohúngaro mantuvo su cohesn hasta 1918. Todavía tenía la solidez necesaria para absorber la paste balcánica del imperio otomano. Este imperio estaba en el centro de Europa pero tenía salida al mar por el mar Adriático, pero no era suficiente para su industrializacn y crecimiento económico.
Francisco Jo I reinó durante 68 años, de 1848 a 1916. En este tiempo log mantener centralizado el imperio a pesar de las corrientes revolucionarias pues se alió con la iglesia y con los grupos más conservadores de Viena. Ejerció un gobierno autocrático que gobernaba sobre una pequeña clase terrateniente y una enorme masa campesina sin tierras.
Las inversiones en ferrocarriles y otras grandes empresas permitieron cierta paz social y modernizacn, pero los diversos pueblos aspiraban a tener ciertos derechos nacionales. Los nobles húngaros fueron los primeros en exigir una mayor autonomía y participar en los asuntos del gobierno. Se constituyó un estado federal dual donde Hungría pa a ser un reino que administraba de forma autónoma sus territorios con una constitucn propia, se establecieron unas cortes liberales independientes y una monarquía con. El 8 de junio de 1867 Francisco Jo I e Isabel de Baviera (Sissí) fueron coronados reyes de Hungría. Pero este acuerdo funcionó con dificultad ya que el independentismo húngaro iba en aumento. A su vez, la política de magiarizacn en el reino de Hungría, sobre eslovacos, croatas y rumanos impulsó a diferentes nacionalismos a radicalizarse surgiendo dos tendencias encontradas. La primera planteaba la creación una Yugoslavia autónoma dentro de la monarquía austriaca, organizada en torno a una entidad política propia, compuesta por croatas, serbios y eslovenos, la principal diferencia que tenían era la religiosa. La otra defendía el desarrollo de un nacionalismo serbio que pugnaba la liberacn de los eslavos del sur.
En Austria se dieron conflictos como el nacionalismo checo y de otras nacionalidades y el equilibrio se vino abajo con el nacimiento de partidos cada vez más radicales. El liberalismo dinámico austriaco estaba cada vez más paralizado por los problemas de las nacionalidades y superado por los partidos de masas. Ni el emperador ni los grupos conservadores fueron capaces de integrar a las nuevas fuerzas políticas en el entramado del poder. En 1907 había 30 partidos en el parlamento, lo que lo hacía en ingobernable.
Por último el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo por un nacionalista serbio acabó con la única posibilidad de reorganizar el imperio.

1.2.     La potencia prusiana.

El iser Guillermo I y su canciller Bismark habían proclamado el nuevo Reich en 1871 y había grandes diferencias económicas entre las zonas del este, oeste y sur casi feudales y la región industrializada de Renania, Silesia y Westfalia donde las clases burguesas y capitalistas dominaban, y eran las únicas partidarias de la unificación. También había diferencias en la religión donde había dos grandes confesiones; los protestantes, en su mayoría luteranos, estaban agrupados en iglesias evangélicas presididas por un poder local y temeroso de la dependencia del papa y de los católicos. Sin embargo, las poblaciones no alemanas incorporadas al Reich se sentían extrañas por la lengua y la religión. Sobre todo los de habla danesa de Schleswig o los franceses de Alsacia y Lorena.
Las suspicacias de los estados del centro y del sur anexionados tras la última victoria sobre Austria habían firmado una serie de acuerdos según los cuales sus príncipes y senados ejercerían una soberanía conjunta a la vez que delegaban en el Reich asuntos como las relaciones internacionales, el sistema aduanero, la organizacn bancaria o la moneda. En el ámbito internacional, la política exterior diseñada por Bismark compatibili los intereses de los estados nacionales y los extranjeros asegurando una etapa de paz.
Para alcanzar la máxima igualdad entre estados federados, el Reich impulsó una potica monetaria y de transportes con. Se creó el marco como única moneda y empezó a competir en los mercados internacionales con las libras o francos. A partir de 1873 se estableció el patrón oro y dos años después el banco de Prusia pasaba a convertirse en una sociedad anónima dependiente del estado, llamado Reichsbank. Este nombraba a sus directivos y controlaba su presupuesto.
En cuanto a los ferrocarriles, aumentó en 10.000 km en cuatro años. La crisis económica de 1873 facilitó la compra por la administracn federal de gran parte de las compañías privadas.
Las grandes inversiones públicas fueron posibles gracias a la integración de la produccn de las zonas industriales de Alsacia y Lorena a como la recepcn de indemnizaciones de guerra. Aumentaron los precios y salarios, y con ello las inversiones. La produccn de hulla se duplicó y la de hierro se triplicó. Esto incitó a los terratenientes a solicitar del gobierno una política librecambista, hasta suprimir los aranceles con Francia por una cláusula de nacn más favorecida pero una fuerte inflación que terminó en la crisis económica y financiera de 1873, la que produjo un descenso del consumo del hierro, aumento del desempleo y empobrecimiento de las clases medias. Los terratenientes y los industriales solicitaron proteccn del gobierno frente a la competencia del hierro británico o el algodón turco y el comercio exterior pasaron a ser regulado por la ley arancelaria de 1879. Alemania se convirtió en un bloque económico que potenció la integracn de todos los estados del reich. La burguesía industrial y los terratenientes quedaron blindados, apoyando la potica conservadora.
La unificacn y el crecimiento económico no hubiesen sido posibles de no haberse diseñado una estructura política autocrática muy efectiva. La constitucn alemana excluía del poder a los partidos políticos, no intervenían en la designacn del canciller ni del gobierno. Estaban los conservadores y los liberales. Los primeros se dividían en dos grupos, los clásicos, terratenientes en contra de la unificacn y los venes, moderados, altos funcionarios y capitalistas. Ambos acabarán por constituir el partido alemán conservador, fieles al emperador y a la iglesia. Por otro lado, los liberales, divididos en nacionales, partidarios de la unificacn y progresistas, clases medias urbanas, comerciantes, industriales… a partir de ese momento a los socialistas, se convirtieron en enemigos del canciller. Los socialistas también estaban divididos en dos grupos, los que deseaban integrarse en el sistema parlamentario y los que insistían en destruirlo.
En 1871 nacía un partido católico, el Zentrum, contra el que Bismark entabló una feroz batalla.

1.3 La hegemonía internacional alemana.

El sistema de alianzas. Bismarck se convirtió en el árbitro europeo con un objetivo muy claro: mantener el statu quo alcanzado en 1870 y para eso tenía que aislar a Francia e Inglaterra y facilitar el entendimiento con Rusia, Italia y Austria. A Francia la consideraba su enemiga natural e incitó sus ansias colonialistas para alejarla de los asuntos europeos y de paso enemistarla con Gran Bretaña. Con Austria mantuvo una potica de colaboración. En cuanto a Rusia, Bismarck creía que lo mejor era neutralizarla apoyando a Austria en su extensn por los Balcanes. Entre 1872 y 1878 se firmaron una serie de acuerdos entre Alemania, Austria y Rusia basados en la solidaridad monárquica en contra del republicanismo francés.

1.4 La cuestión de oriente.

La crisis internacional de 1877 en los Balcanes dio la posibilidad a Bismarck de actuar como árbitro. Serbia y Montenegro declararon la guerra al imperio otomano, a quien pertenecían, y Rusia aprovechó para declarar la guerra a Turquía. Inglaterra envió una flota al mar negro para detener a los rusos, que querían hacerse con el Bósforo, Rusia obligó a Turquía a firmar el acuerdo de san Stéfano por el que constituía la gran Bulgaria. Las protestas de Viena y Londres y el miedo de Alemania a un pacto franco-ruso llevó a Bismarck a reunir el congreso de Bern a todas las potencias y permitió alcanzar una serie de acuerdos que mantuvieron en paz los Balcanes hasta comienzo del siglo XX. En esta reunn se revocaron varios apartados del tratado de san Stefano, que se entendían demasiado beneficiosos para Rusia. La gran Bulgaria, que ocupaba del Egeo al Negro, se dividió en dos; Rumania, Serbia y Montenegro mantuvieron su independencia frente al imperio turco, aunque fueron reducidos en extensn. Armenia quedaba bajo el dominio turco; Bosnia-Herzegovina pasó a ser administrada por Austria; Inglaterra ocupó Chipre y Francia e Italia vieron reconocidos sus intereses sobre Tunicia y Tripolitana. Bismarck incorpo una cierta flexibilidad hacia Francia y propició el acercamiento a Austria para crear un bloque más sólido.
Entre 1879 y 1885, Bismarck practicó una política internacional basada en tres neas fundamentales. La primera fue la firma en 1789 de un tratado defensivo con Austria para evitar una posible agresn rusa. Pero el miedo constante a Francia exigía un nuevo acercamiento a Rusia, lo que dará una firma de una entente en 1881 entre los tres imperios. El acuerdo pretendía asegurar por tres años la neutralidad en cualquier conflicto frente a una potencia ajena al acuerdo. Bismarck buscó el apoyo de otros países y firmo con Italia la triple alianza junto a Austria en 1882.
Este complejo entramado para aislar a Francia aún se reforzó más con dos nuevos tratados, uno anglo-italiano, firmado en 1887, que aseguraba el statu quo en el mediterráneo. La potica de Bismarck funcionó hasta la subida al poder de Guillermo II, su deseo de expansión y protagonismo y su falta de entendimiento con el canciller le llevaron a cesar a éste.

2. LA RUSIA ZARISTA Y SU POLÍTICA DE EXPANSIÓN.

El territorio de los zares se rea a fuerza de decretos ejecutados por la accn policial y por el ejército. El poder de los Romanov era absoluto. Como jefes de la iglesia y del estado eran venerados y obedecidos. La derrota de Napoleón en 1812 le había asegurado un lugar preferente en el exterior y empezó a extenderse conquistando territorios de Polonia y Finlandia en Europa y el Cáucaso, a costa del imperio persa. A mediados del siglo XIX Rusia era la mayor potencia continental. Nicolás I accedió al trono en 1825, era un magnifico militar pero era contrario a las ideas revolucionarias. Sus intervencn en Polonia en 1831 y en Hungría en 1849 le dieron el título de El gendarme de Europa. Rusia tenía grandes problemas económicos y la brecha abierta entre los ingresos y los gastos estatales era difícil de cerrar. La pobreza provocaba numerosos estallidos de violencia produciéndose levantamientos. Los campesinos no eran los que criticaban al gobierno, sino la aristocracia, la pequeña nobleza rural y la iglesia, hasta el punto de terminar liquidando la institucn sica del gimen zarista: la esclavitud legalizada, la servidumbre. Nicolás II se negó a abolir la servidumbre de la gleba aunque permitió a los terratenientes gobernar a sus campesinos y mejo la suerte de los siervos propiedad del gobierno. Sería su sucesor Alejandro II el que aboliera la servidumbre en 1861.

2.1 La expansión hacia el sur.

El enfrentamiento con Francia y Gran Bretaña por el dominio del mediterráneo no fue el principal factor que motivó la guerra de Crimea, aunque buscaba su salida hacia el Bósforo y los Dardanelos. Se trataba más de una cruzada en defensa de los cristianos balcánicos y el catolicismo ortodoxo de los santos lugares y una defensa del suelo sacrosanto ruso, motivo por el cual quería derrotar al imperio turco del sur.
El ejército ruso cometió muchos errores tácticos. A pesar de ello pudo defender Sebastopol durante casi un año, y seis meses antes el zar moría en San Petersburgo. Le sucedió Alejandro II que tuvo que firmar el tratado de París y perdió gran parte de su influencia sobre los príncipes alemanes y de la zona balcánica, cediendo las bocas del Danubio y aceptar la desmilitarizacn del mar negro.
En el interior, las teorías nacionalistas contrarias al centralismo zarista fueron haciendo mella. La rusificacn dictada por Nicolás I resultó contraproducente para mantener la unidad en el complejo de los territorios zaristas; el nacionalismo polaco, italiano, estonio o ucraniano se recrudecieron. Por otra parte, el ejército arcaico y la falta de modernizacn de su marina le alejaron cada vez más del poder internacional.

3. EL IMPERIO OTOMANO, “EL ENFERMO DE EUROPA”.

En 1830 perdió Grecia y las revoluciones nacionalistas posteriores fueron desgajando un imperio que era imposible de sostener. Los territorios balcánicos, habitados por rumanos, serbios o búlgaros exigían el derecho. A una existencia independiente fueron constituyendo nuevos estados. El imperio austriaco o el ruso lo veían como una vía de expansn, buscando a una salida al mar y dominar el mediterráneo oriental aunque en Turquía también tenía intereses Francia y Gran Bretaña.
El imperio tusco, a mediados del siglo XIX aún se sustentaba sobre las estructuras del antiguo gimen, gobernado por una administracn corrupta, u ejército débil y una teocracia que impedía modernizarse. Era un vasto imperio, y además incluía dos religiones muy diferentes, la musulmana y la ortodoxa pero lo peor eran los graves problemas económicos y las medidas adoptadas por los diferentes sultanes no llegaban a ninguna parte y la ampliacn de la marina, sostener al ejército o los gastos de palacio le condujeron a la bancarrota.          Las potencias europeas no aceptaban la ocupación rusa de los territorios y en el tratado de París tras la guerra de Crimea Turquía fue manejada al antojo de las potencias y consiguió vivir gracias al apoyo de sus aliados aunque perdió algunos territorios y permitir la libre navegacn por las bocas del Danubio y la neutralizacn del mar negro. A partir de ese momento y hasta 1914 el imperio turco se fue disolviendo al perder diferentes territorios. Los movimientos de liberacn nacionalistas provocaron la emancipacn en la zona balcánica. En 1875, con un gobierno en bancarrota, estallo la insurreccn en Bosnia, Bulgaria, Serbia y Montenegro, en medio de una crisis que desembo en la guerra ruso-turca. Tras la firma del tratado de San Stefano Rusia ocupó la mayor parte de los Balcanes, aunque esta zona le fue devuelta a Turquía en 1878 en el congreso de Bern. Los territorios turcos de África del norte o el Asia menor también aumentaban su autonomía o eran invadidos por las potencias europeas. La crisis económica y el aumento de las revueltas nacionalistas terminó con el último sultán Abdul Hamid II, depuesto en 1909. Turquía firmó una alianza defensiva en 1914 con Alemania y tras el conflicto bélico desapareció el imperio otomano.

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