Durante el primer semestre de 1848 una nueva oleada revolucionaria recorrió Europa continental. Francia, Italia, el Imperio Austrohúngaro y la Confederación Germánica
sufrieron una enorme convulsión. Ni a Rusia, ni a la Europa meridional, excepto a Italia,
les
afectaron en demasía las revueltas por lo atrasado de su sociedad civil, y en el caso
de Rusia, por el enérgico y represivo sistema
zarista.
Definida
por
Eric
Hobsbawm como
la Primavera
de los
Pueblos, la
revolución
se caracterizó por su brevedad y rapidez,
y su mayor logro
fue finiquitar el sistema
absolutista renacido en
el Congreso de Viena de 1815. La revolución
de
1848 significó un
nuevo avance del
liberalismo y el inicio de
la cuestión social
y de las corrientes
nacionalistas.
Como consecuencia de este movimiento, cayó la monarquía francesa de Luís Felipe, dando paso a la II República, y se inició la disolución
de los grandes imperios austriaco y otomano. De la semilla del nacionalismo nacerán dos grandes estados, con
la unificación de Italia y Alemania.
1. LA REVOLUCIÓN DE 1848
Una serie de
factores
comunes a gran parte de
la sociedad
europea fue
lo que
desencadenó la expansión de un movimiento tan amplio. En primer lugar, la crisis
económica del bienio 1846-1847 que afectó sucesivamente a la
agricultura, a la industria y al comercio. Las
malas cosechas duplicaron los precios, ocasionando hambrunas y enfermedades. El descenso del poder adquisitivo obligó a cerrar fábricas, con el aumento de la miseria. Por
último la
falta
de capital
y el miedo generaron
el hundimiento de
las
bolsas. Los gobiernos, ocupados en adquirir productos básicos en el extranjero a elevados precios, no pudieron acudir en auxilio de las sociedades crediticias, por lo que gran parte de la
economía
europea
de
desplomó, suscitando un
clima de profundo malestar.
Para algunos historiadores, no sólo se trató de una crisis económica, ya que las revueltas
hubiesen estallado en 1847, sino que a ella se unió la inquietud social tanto de obreros,
que
habían comenzado a organizarse en pequeños grupos que serian los embriones de
los futuros
sindicatos,
como de intelectuales, de
tendencia socialista, comunista o anarquista que empezaron
a publicar
sus reflexiones sobre desigualdades.
1.1. Francia: la revolución de febrero de 1848.
Como ya sucediera en 1830, de nuevo el
proceso se inició en Paris. La madurez civil y cultural la había convertido en una
sociedad más intolerante con las oligarquías y con la monarquía liberal de Luis Felipe de Orleans.
Luís Felipe había basado su política en satisfacer los intereses de la burguesía pero con medidas
como la libertad de enseñanza, que defraudaba a los católicos y a la vez, el cierre de fábricas provocado por la crisis económica que aumentó el desempleo y el
hambre, con las protestas de
los obreros. El
malestar
generó un amplio frente
de oposición que
iba
desde los liberales
progresistas a los demócratas,
desde los
bonapartistas a los socialistas.
El detonante se produjo el 22 de febrero de 1848, cuando el primer ministro Guizot prohibía un
banquete republicano en un restaurante de los Campos Elíseos. Se iniciaron manifestaciones con enfrentamientos callejeros y cuando el Gobierno intento movilizar a
la
policía y las fuerzas armadas, estas se negaron a actuar, provocando la dimisión de Guizot. Al día siguiente continuaron los disturbios y Paris
se llenó de
barricadas,
abdicando Luis Felipe.
El 24 de febrero, un Gobierno Provisional proclamaba la II República. Su programa
político se basaba
en el sufragio universal masculino, la abolición
de la esclavitud en las colonias, la libertad de reunión y de prensa y la supresión de la pena de muerte. En los
aspectos sociales, las propuestas abogaban por el derecho al trabajo, la libertad de
huelga, la jornada laboral de 10 horas y la creación de talleres nacionales para acoger a
los
desempleados.
2. LA SEGUNDA REPÚBLICA FRANCESA
La actividad política se desató. Proliferaron periódicos y clubs dispuestos a difundir los
nuevos ideales republicanos. Para éstos, su objetivo máximo era el sufragio universal, la
concesión del
derecho
de voto a todos los
ciudadanos varones sin
restricciones
económicas ni sociales.
El creciente temor
de la alta burguesía, ante las exigencias democráticas de los pequeños
propietarios, impulsó una masiva retirada de depósitos bancarios. A continuación, una
amplia crisis económica provocó el desplome de la Bolsa. En
abril de 1848, se celebraron las primeras elecciones por sufragio universal masculino, que llevaron a la Asamblea a una mayoría de liberales moderados, fracasando las opciones tanto de derechas como de izquierdas.
Descontentos con
la
marcha de los acontecimientos, tras cerrarse los talleres nacionales,
los obreros de nuevo se revelaron en julio, siendo cruentamente reprimidos. Tras los disturbios, la
burguesía impuso
su orden conservador
y elaboró
una Constitución
favorable a sus intereses
con sufragio limitado, y con amplios poderes para el presidente de
la República.
Se designó
como presidente
al candidato más conservador: Luís
Napoleón Bonaparte,
sobrino del
que fuera
emperador.
Las clases dominantes tradicionales habían
manipulado a la opinión pública para conseguir un giro hacia
posiciones conservadoras.
A lo largo de los tres años siguientes, la sociedad francesa se debatió en frecuentes
tensiones
y las
fuertes
discrepancias
entre
los distintos grupos
y el Presidente desembocaron en el golpe de Estado de Luís Napoleón el 2 de diciembre de 1851, que
acabó con la república y proclamándose un año después el Segundo Imperio. En apenas cuatro años, tras una revolución que había derrocado una monarquía liberal, se pasó de
una
república social a una monarquía autoritaria.
3.LA REVOLUCIÓN EN EL RESTO DE EUROPA.
En Austria, aprovechando las revueltas de París, se desencadenaron
disturbios en Viena.
El
13 de marzo de 1848, estudiantes y obreros exigieron al emperador Fernando I una Constitución y la dimisión de
Metternich, quien huyó a Londres. El emperador prometió la creación de un gobierno liberal, la organización de una Guardia Nacional y la libertad
de
prensa. Un día después estallaba la revolución en Hungría, que desembocó en una guerra civil por
la
que los magiares alcanzaron un gobierno autónomo y la gestión de sus propios impuestos.
En la Confederación Germánica, los grupos liberales de Baden, además de exigir al rey de
Prusia
libertad de
prensa
y juicio
por
jurado, reclamaban la
creación de
un parlamento alemán, elegido por sufragio universal, extremo que añadía un elemento nacionalista a sus reivindicaciones. Sin utilizar la violencia, la revolución se extendió, consiguiendo que
se convocara
por
sufragio
universal masculino una
Asamblea
Constituyente en Frankfurt. Pero las discrepancias de los grupos políticos acabaron con la revolución: ni se alcanzó la unificación pretendida por los nacionalistas ni un modelo político constitucional. Además, los intentos de ayudar a la revolución
de Viena obligaron a Federico Guillermo de Prusia
a reprimir el movimiento.
En Italia, se exaltaron los ánimos de los independentistas y nacionalistas que intentaron expulsar a los austriacos. En marzo de 1848
estallaron en Venecia y Milán varios
levantamientos a los que se unieron los piamonteses dirigidos por Carlos Alberto de
Saboya que declaró la guerra. Un año después, la
revolución era sojuzgada por las tropas
imperiales.
A mediados de 1849 los diferentes movimientos revolucionarios parecían estar sofocados.
Los grupos
de poder
tradicionales habían conseguido frenar
los movimientos
nacionalistas y sociales.
Frente a
la unidad
inicial,
una vez alcanzadas
ciertas reivindicaciones,
los
revolucionarios se mostraron más preocupados por mantener la ley y el orden que en proseguir con el proceso. Aún así, el sufragio universal se estableció en Francia y la
mayor
parte de
Europa fue
evolucionando
hacia
sistemas más
democráticos y parlamentarios.
4. EL SUFRAGIO UNIVERSAL Y LA DEMOCRACIA.
Durante el primer decenio del siglo XIX, el sufragio universal masculino fue defendido
por
los
grupos demócratas, los moderados y liberales se mostraban favorables al sufragio restringido. Tras la
revolución
de 1848, muchos demócratas comprobaron
como
la reforma volvía a entregar el poder a los grandes propietarios y al clero, que eran quienes
influían sobre las clases bajas. A la vista de los hechos, algunos conservadores apoyaron
el cambio al observar
que
se trataba de un instrumento de estabilización política y social.
A finales del XIX y principios del
XX el sufragio universal masculino se impuso en la mayoría de los países dotados de
instituciones representativas. El sufragio universal pleno debió esperar. El primer país en adoptarlo fue Nueva Zelanda en 1893, seguido por
la
Rusia revolucionaria en 1917. En España se alcanzará
en 1931.
Al acudir millones de electores a las urnas, los grupos de poder tradicionales perdieron su influencia sobre los elegidos. Se organizaron
partidos políticos dotados de burocracia propia. A partir de entonces, los partidos controlaran a los miembros de los parlamentos
y el
jefe del partido obtendrá un gran poder.
El sistema de partidos políticos fue capaz de conciliar el sufragio universal con el mantenimiento de una sociedad desigual, consiguiendo domesticar a la democracia. Los partidos
limaron las aristas de los conflictos de clase, protegieron la propiedad y el sistema de mercado, afianzaron ciertos derechos civiles y recortaron algunas diferencias de clase.
4.1. El marxismo: de El manifiesto comunista a El capital.
De la confluencia de las ideas socialistas con el movimiento obrero nació el socialismo científico, elaborado por Karl
Marx
(1818-1883) y Friedrich Engels (1820- 1895). Se inspiró en la filosofía alemana, la
economía política inglesa y el socialismo utópico. En 1848 Marx junto a Engels, publicó El manifiesto comunista. En sus
páginas, se exponía un análisis crítico sobre la sociedad del
momento
y se desarrollaban
los principios
económicos del
capitalismo
y las
consecuencias sociales de su implantación.
Marx, al fracasar la revolución, huyó a París, desde donde se trasladó a Londres para redactar
El
capital.
Sus tesis defendían que en el modo de producción capitalista coexistían dos clases sociales antagónicas: una clase dominante y minoritaria, propietaria de los medios de producción, la burguesía y otra mayoritaria pero dominada, el proletariado, obligada a trabajar y a percibir
una retribución inferior a lo que aportaba por su trabajo. La diferencia entre lo contribuido y lo percibido por el trabajo es la plusvalía que queda en manos de la burguesía. Esta explotación había provocado la lucha de clases que era el
verdadero motor de la historia. El proletariado era la clase nacida de la industrialización
y a acabaría
con
el capitalismo. Para emancipar
a la sociedad de
la opresión,
el proletariado emprendería una revolución que impondría su dictadura, con el fin de crear
una
nueva sociedad, la sociedad comunista. Sin propiedad privada ni clases sociales se
acabaría definitivamente con
la
explotación humana.
Entre los seguidores del marxismo pronto surgieron
dos tendencias, los ortodoxos, que mantenían la línea ideológica trazada por Marx, y los revisionistas, que pretendían
alcanzar el socialismo mediante las reformas propuestas por los representantes obreros
en los parlamentos. El
revisionismo se impuso
y los
partidos marxistas se fueron
adaptando a los parlamentos de sus respectivos países. Sus representantes trabajaron para obtener
mejoras legislativas
y el internacionalismo
del movimiento paso
a un segundo plano.
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