A mediados
de siglo se inició en algunos países
un proceso de
reformas que
transformarían los sistemas
de gobierno. Las instituciones representativas
se convertirían en norma y el liberalismo triunfaría en los principales estados europeos. La
crisis
económica de finales de la década de 1840 fue seguida por unas décadas de
expansión que
trajeron
prosperidad
y progreso.
Los
cambios
fueron
especialmente
visibles en Inglaterra.
Las décadas centrales del siglo vieron el triunfo del nacionalismo y la ausencia de
guerras generalizadas permitió a los grandes Estados emprender reformas políticas, económicas, sociales y culturales, alejando así el fantasma de la revolución y el caos social.
1. LA FRANCIA DEL II IMPERIO
Luis Napoleón Bonaparte aprovechó las tensiones que acompañaron la II República para
difundir el mensaje que solo concentrando el poder en su mano y restaurando el Imperio podría Francia mirar con esperanza el futuro.
Las fricciones entre el Ejecutivo y el Legislativo en 1851 y el temor del posible resurgir del republicanismo en las elecciones hicieron actuar a Luis
Napoleón. La noche del 1 al 2 de diciembre de 1851
los líderes de los partidos fueron arrestados y la Cámara ocupada por las tropas. Anunció la disolución de la Asamblea Nacional y del Consejo de
Estado, restauró el sufragio universal y anunció una nueva Constitución republicana
que sometería a plebiscito. La restauración
del
Imperio fue avalada en
plebiscito por una
aplastante mayoría. Los intentos de resistencia fueron duramente controlados. El 2 de
diciembre de 1852, Luis Napoleón asumió el titulo imperial con el nombre de Napoleón
III.
Sin embargo, gran parte de las instituciones del nuevo Imperio se habían puesto en marcha antes. La constitución de enero de 1852 puso los cimientos del nuevo régimen, limitando el poder Legislativo y convirtiendo a Luis Napoleón, expresamente citado, en una
figura muy parecida a la de un antiguo monarca. Exceptuando
el respeto al principio de sufragio universal, los restantes elementos del sistema político supusieron una vuelta a la situación anterior a 1848. Lo más llamativo del nuevo sistema es el
establecimiento de un Presidente
de la República, en el que se concentran todos los
poderes y que es responsable ante el pueblo francés. El emperador no volvería a recurrir
a los plebiscitos hasta 1870. Esta fórmula política, que quería conciliar los logros de
1789 y el orden social, uniendo a todos los franceses en torno a un Estado fuerte que asegurase el desarrollo
económico y la grandeza de
Francia, ha
sido
calificada de
cesarismo democrático.
El nuevo régimen se sustentaba en una administración centralizada, compuesta por
funcionarios leales al Emperador. Los prefectos de los departamentos vieron ampliados
sus poderes.
Controlaban la
prensa y ningún periódico podía publicarse
sin la
autorización
del gobierno. El
ejército se vio
favorecido
con
aumentos de
sueldo
y compartió la
gloria
del Imperio,
lo que
reforzó
su simpatía
por
el nuevo régimen. Napoleón III contribuyó a aumentar la riqueza y la influencia la iglesia en el terreno
educativo. Durante la década de 1850 el Imperio gozó de aceptación popular. Fueron
años de estabilidad económica que aseguraron la paz social y el apoyo de los grupos
burgueses. Financieros y banqueros colaboraron en las grandes obras. El centro de París se transformó y se
disparó la construcción de ferrocarriles, que contribuyeron a la consolidación de un mercado más amplio para los productos franceses.
Con el final de la década de 1850 empezaron a manifestarse los primeros signos de la debilidad del régimen. No era fácil gobernar conciliando los intereses
de los diferentes
grupos. La posición antiaustriaca y el apoyo al nacionalismo italiano le granjearon la
enemistad de los católicos. La firma de un tratado de libre comercio con Gran Bretaña provocó el descontento
de los
medios
de negocios
proteccionistas. Necesitado
de respaldo, en 1859 decretó una amnistía para los proscritos del 51 y adoptó una postura de mayor tolerancia hacia la prensa. En
1860 el legislativo recibió el derecho a responder
al discurso de la Corona. La Cámara y el Senado obtuvieron un mayor control sobre los
presupuestos. Estas medidas indignaron a los bonapartistas. En las elecciones de 1863 los
candidatos
no oficiales, muy divididos, sumaron 2 millones
de votos. Tras las elecciones fue cobrando fuerza en
la
oposición moderada un grupo que presionaba desde
la Asamblea reclamando la restauración de las libertades individuales y parlamentarias. La respuesta imperial fue una serie de leyes aprobadas entre 1867 y 1869 por las que se concedieron el derecho de interpelación y se restableció casi totalmente la
libertad de reunión y la de prensa.
La política exterior dio pocas alegrías al Emperador en esta segunda parte de su reinado, extendió
la
influencia francesa en ultramar (Argelia, Senegal, Camboya) e inauguró el canal de Suez pero el desastre de la aventura mexicana mostró las limitaciones de su
ambiciosa
política.
El fusilamiento
del archiduque
Maximiliano,
abandonado
en la ciudad de México, fue un duro golpe para el prestigio de Napoleón III.
Las elecciones de 1869 mostraron que había un grupo de ciudadanos cada vez más numerosos favorable a las reformas liberalizadoras. Su debilidad empujó al Emperador a
continuar por la senda reformista. El cuerpo legislativo recibió el derecho de iniciativa y poco después, un republicano moderado, Emile Ollivier, era encargado de formar un gobierno que sería responsable ante el legislativo. Era la culminación de una serie de
reformas que modificaban la Constitución de 1852. El plebiscito convocado en 1870
para
ratificar las reformas fue un nuevo triunfo del emperador, a pesar de la oposición
republicana.
Apenas
cinco meses después
del triunfo en el plebiscito,
el régimen cayó como consecuencia de la derrota militar en la guerra franco-prusiana. Tras la debacle de Sedán, el 2 de septiembre de 1870, nada obstaculizaba el avance de las tropas alemanas
hacia París. El
gobierno convocó al
cuerpo legislativo,
cuyas
deliberaciones
fueron
interrumpidas por
grupos de obreros que reclamaban la destitución del Emperador.
Encabezados por diputados republicanos, la multitud se dirigió al Ayuntamiento, donde
se proclamó la República. Se constituyó un Gobierno de Defensa Nacional. Fracasados
los
intentos de conseguir ayuda en
el extranjero y derrotado el ejército del Loira, el gobierno provisional francés firmó un armisticio en enero de 1871, en el que se acordó la celebración de elecciones para que la Asamblea resultante ratificase el tratado de paz. Triunfaron los realistas partidarios de una paz rápida. Adolphe Thiers fue nombrado jefe
del
ejecutivo de la República y firmó el tratado de Francfort
que
ponía fin a la guerra. Las
condiciones de paz irritaron a la izquierda republicana.
La decisión de instalar la Asamblea en Versalles y de enviar al ejército a un París,
claramente republicano, provocó una insurrección popular. Los parisinos eligieron un consejo que proclamó la Comuna de París. Esta asamblea decretó la separación Iglesia- Estado, intentó organizar una enseñanza laica y tomo medidas para mejorar la vida de los trabajadores. Desde
el
principio se manifestaron divisiones entre los communards siendo los más extremistas los
que
se hicieron con la situación en medio de grandes tensiones. El segundo sitio de París radicalizó más a la comuna y estalló la guerra civil.
En
la conocida como la semana sangrienta, del 21 al 28 de mayo de 1871, el ejército reconquisto la capital. La firmeza
de Thiers en
la
represión a la comuna convenció de que
una república controlada por él mismo podía ser sinónimo de orden y sustituir al Imperio derrotado.
3. LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA HASTA EL FINAL DE LA GUERRA CIVIL.
Los EE.UU. estaban cambiando con gran rapidez. Las elecciones de 1828 supusieron un importante cambio en el sistema. Hasta ese momento el interés popular por la política habíasido limitado. Andrew
Jackson aprovechó
el malestar ocasionado
por las anteriores elecciones y movilizó en torno suyo a una gran coalición de agraviados. Fue la primera gran batalla electoral moderna americana. La decisión estaba en manos de los
hombres blancos mayores de edad y se usaron todos los medios conocidos para mover a las masas, desarrollando una organización que se convertiría en el esqueleto del Partido Demócrata. La elección de
Jackson se presentó como un triunfo del pueblo soberano. En las décadas de 1820 y 1830 se consolidó el Partido Demócrata y se organizó de un partido de oposición llamado Whig.
Los demócratas
se presentaban como defensores de estados
fuertes
y un gobierno federal
débil. Los whigs reunían a todos aquellos que se oponían a la democracia jacksoniana, querían
eliminar el veto presidencial y limitar el ejercicio de la presidencia a un solo mandato.
Triunfaron en las
elecciones de 1840
que supusieron la culminación
del proceso que había llevado al país a convencerse que era posible hacer una revolución dentro
de la legalidad cada cuatro años. El
porcentaje de participación en estas
elecciones se situó en torno al 80%.
Los dos partidos sabían que la esclavitud era un asunto que tenían que abordar con
carácter de urgencia, pero que les ocasionaría problemas internos vinculados a las diferencias regionales y procuraron evitar hasta
que este problema podía poner en peligro la Unión. La línea Mason-Dixon de la época colonial representaba una frontera cultural entre estados
del norte y del sur, ambos en
proceso de expansión hacia el oeste. La mayoría de la población estaba formada por agricultores, pero el clima de los estados del sur, el enorme
auge del algodón y la mano de obra esclava había determinado el éxito
de la plantación al sur de la línea. Con la Revolución y el triunfo de las ideas de libertad
comenzó a manifestarse la discrepancia entre teoría y práctica. Los estados del norte no tuvieron problemas para abolir la institución, pero
no ocurrió lo mismo en el sur. El
problema para estos estados era la repercusión que tendría
en la mano de obra, el
porcentaje que en su zona representaba la población esclava y las dificultadas que
ocasionaría su asimilación. Los movimientos abolicionistas se fueron
generalizando y
contribuyeron a movilizar y agrupar fuerzas que se oponían a una posible expansión del
modelo sureño.
El destino manifiesto, que justificaba la expansión de los EE.UU. había llevado las
fronteras
hasta el Pacífico.
El modo de afrontar los
nuevos
estados
el tema
de la
esclavitud colocó en primer término del debate político el conflictivo asunto que los partidos
intentaban
evitar. Los aspectos
morales eran
menos
importantes que
sus implicaciones políticas.
El norte,
gracias a las oleadas migratorias procedentes
de Europa, superaba al
sur en población dominando la cámara baja. Sin embargo, la
representación por estados mantenía el equilibrio en el Senado. El compromiso de Misuri (1820) o el Compromiso
de 1850
consiguieron salvar
la situación
en diferentes momentos,
pero solo aplazaron el problema de
la existencia
de dos modelos irreconciliables.
En 1854, una coalición de whigs, demócratas disidentes y seguidores de
diversos grupos
migratorios constituyeron el Partido Republicano. Era un partido no nacional, cuya fuerza radicaba en
los estados del norte, defensor
de tarifas aduaneras, reparto de tierras
entre los colonos
del
oeste
y se oponía a la extensión
a aquellos
territorios de
la esclavitud. La victoria, en 1860 del candidato republicano Abraham Lincoln, supuso un duro golpe para el sur. Algunos de los candidatos sudistas habían anunciado que no permanecerían en la Unión
si triunfaba un Presidente solo respaldado por el norte.
Carolina del Sur seguida poco
después por otros seis estados algodoneros, llevaron adelante la amenaza. La victoria republicana de 1860 suponía un
giro
radical en
el poder
político. El rápido crecimiento
demográfico y económico del norte imposibilitaba el equilibrio en el gobierno federal. Lincoln había asegurado que no pensaba interferir en la
organización del sur, era evidente que a la larga el freno a la expansión del modelo esclavista llevaría a
su abolición. Los secesionistas respaldaban su decisión
en la historia
de la propia Unión, formada por estados que se habían asociado voluntariamente y que
conservaban
el derecho a recuperar su independencia cuando lo creyeran oportuno. Estos estados
sureños se unieron en una Confederación eligiendo como presidente a
Jefferson
Davis.
Cuando el 4 de marzo de 1861, Lincoln ocupó el cargo intentó buscar una solución de compromiso para mantener la Unión pero el incidente
en el Fort Sumter precipitó los acontecimientos. La guerra civil americana, que duraría 4 años, fue en gran medida una guerra ideológica. También había implicaciones económicas.
Aunque el norte contaba con una aplastante superioridad numérica y económica, los estados
del
sur supieron sacar partido al hecho de combatir en su territorio y a la
defensiva. Finalmente, las difíciles relaciones
entre el gobierno confederado y unos estados celosos de sus derechos, los enfrentamientos entre el presidente Davis y otros
miembros de su gobierno, los graves problemas derivados de la financiación de la guerra y el fracaso a la hora
de forzar una intervención
europea a
su favor, pasaron factura a los
confederados. La victoria solo podía decantarse del lado de la unión
y el
9 de abril del 68, en Appomattox, el general Lee se rindió ante el general Grant. Lincoln moría pocos días después en Washington asesinado por un fanático confederado. La
Unión se había salvado y la esclavitud había sido abolida. Quedaba la reconstrucción del sur y los
términos de su reincorporación
y cuál sería la posición en la sociedad de los antiguos esclavos.
4. LA EUROPA POSTREVOLUCIONARIA EN SUS RELACIONES INTERNACIONALES: LA GUERRA DE CRIMEA Y SU SIGNIFICADO.
Tras el estallido del 48 el movimiento de las nacionalidades paso por un periodo de tregua y la atención de las grandes potencias se vio atraída por la cuestión de Oriente. A mediados de siglo el derrumbe del Imperio otomano estaba cada vez más cerca lo que afectaba a los intereses de las potencias. Los deseos rusos de mantener una salida
marítima habían fracasado con la firma de la Convención de los Estrechos en la que acordaron
el cierre del Bósforo y los Dardanelos a buques de guerra en tiempo de paz. La
gran beneficiada, Gran Bretaña, seguiría manteniendo su hegemonía en el Mediterráneo.
Rusia sabía que tenía que contar con Londres en cualquier proyecto que implicase un
reparto
del Imperio otomano.
Los
británicos
desconfiaban
de las intenciones
rusas porque Moscú se estaba
convirtiendo en un peligroso rival.
La chispa que hizo saltar el polvorín turco fue la situación y los derechos de los monjes
católicos y ortodoxos en los Santos Lugares. Napoleón III intentó reforzar la posición de
Francia apoyando a los monjes católicos y el sultán cedió a sus presiones y concedió ciertos privilegios a los católicos. Nicolás II, protector de los ortodoxos envió un nuevo
embajador a Constantinopla para presionar al sultán, quien restauró los privilegios de los ortodoxos. Con los rusos amenazando con intervenir en los principados turcos de
Moldavia y Valaquia, Constantinopla se convirtió en el centro de una intensa actividad
diplomática, que no tardó en
ser apoyada
por las flotas de Francia y Gran Bretaña
que se
movieron hasta la entrada de los estrechos. El zar que no acababa de creer las amenazas
franco-británicas y que confiaba en la neutralidad de Austria y Prusia, en julio del 53 ocupó los principados turcos. Poco después, Turquía declaró la guerra
a Rusia y sus tropas cruzaron el Danubio para entrar en los principados controlados por los rusos.
Prusia se desmarcó del problema y los austriacos intentaron seguir negociando
pero británicos y franceses ordenaron a sus barcos dirigirse a Constantinopla. Era el fin del
acuerdo de los Estrechos y la ruptura del equilibrio en la zona. Rusia venció a la flota turca en Sinope y en 1854 tras la firma de una alianza con Turquía, Londres y París declararon
la
guerra a Rusia.
Los rusos presionados, se retiraron de los principados que fueron
ocupados por los
austriacos. Ni Londres ni París querían abandonar la zona sin una victoria que reforzase su posición en las negociaciones de paz. Esta fue la razón de la expedición a Crimea, donde turcos, franceses y británicos intentarían apoderarse de la base naval rusa de
Sebastopol. La guerra fue larga y difícil.
El
sitio de Sebastopol se convirtió en una operación de desgaste y, finalmente pocos meses después, las tropas rusas abandonaban la base tras hundir sus barcos y volar sus polvorines. En febrero de 1856 se reunió el
Congreso de París, que colmó las ansias de protagonismo de Napoleón III y un balón de
oxígeno para el Imperio Otomano. Rusia dio la espalda
a Europa. Gran
Bretaña y Francia aseguraron su posición en
el mar Negro y Austria consiguió
un Danubio libre de la
influencia rusa.
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