El sometimiento de amplias zonas del Mediterráneo, no se
acompañó de una paralela adecuación de las instituciones republicanas, propias
de una ciudad-estado, a las necesidades de un imperio. Tampoco el orden social
supo adaptarse a los radicales cambios económicos. Todo esto precipitará una
múltiple crisis política, económica, social y cultural, que, iniciada hacia
mitad del siglo II a.C., sólo se concluirá, a fines del siglo siguiente, con la
liquidación de la República y con la fundación de un régimen monárquico.
Transformaciones Políticas.
El delicado equilibrio entre las tres instituciones básicas
de la república fue puesto en entredicho como consecuencia de la profunda
conmoción causada por la segunda guerra púnica. Su desenlace significó un
aumento del papel rector del senado. Tras la victoria, Roma se lanzó a una
política de expansión por el Mediterráneo, para lo que no contaba con una infraestructura
idónea. Fue el Senado el que condujo dicha expansión. Incluso, el tribunado de
la plebe, perdió su carácter “revolucionario” para convertirse en un
instrumento más de poder de la institución.
En cuanto a las asambleas, existían fuertes limitaciones al
ejercicio de su teórica soberanía, que permitían convertirlas en dóciles
instrumentos del poder del senado. La dispersión de los ciudadanos hacía muy
difícil el ejercicio del voto para quienes vivían fuera de Roma. Su composición
quedó restringida al proletariado urbano, fácil objeto de control y
manipulación.
El senado, aunque sólo era un consejo asesor, se elevó sobre
asambleas y magistraturas, para decidir en otros los ámbitos de política
interior y exterior, así como en el decisivo campo de las finanzas.
Los senadores se convirtieron en una aristocracia agraria,
ya que debido a una lex Claudia, en el
año 219 a.C., les excluyó de las actividades ligadas al comercio marítimo y a
los negocios de capital mueble, por considerarlas indignas de su rango,
fijándolos así a la economía agraria.
El estamento senatorial destacó del resto de la sociedad con
rasgos típicos, como el monopolio del poder político y la limitación de la
actividad económica a la propiedad inmueble; y con signos exteriores como la
túnica orlada con una franja ancha de púrpura, sandalias doradas, anillo de
oro, etc. con esta diferenciación los senadores se separaron del resto de las
clases más acomodadas como son los caballeros (equites), en la que hasta entonces se hallaban incluidos.
Dentro del propio estamento senatorial, se produjo, en la
primera mitad del siglo II a.C., un proceso de restricción, que limitó el
efectivo control del poder a un número reducido de familias. Esta oligarquía,
denominada nobilitas[1], monopolizó la investidura de la más
alta magistratura. El pueblo aceptó el sistema, al que se sentía ligado por vínculos
de dependencia social y moral con los miembros de la aristocracia.
En el interior del senado, el modo de hacer política estaba
regulado por un juego de alianzas entre individuos, familias y grupos, movidos
por intereses personales, familiares y sociales. Una clase restringida,
convertida en oligarquía cerrada, puso a su servicio los instrumentos
constitucionales del Estado para materializar sus intereses particulares.
El senado, introdujo una serie de medidas dirigidas a
controlar las conductas de sus miembros, y a frenar la posibilidad de
“carreras” espectaculares que pusieran en peligro la cohesión y la necesaria
igualdad del grupo. En el año 180 a.C., la lex
Villia regulaba el acceso a las magistraturas. Estas medidas de protección
fueron extendidas a otros campos, como el de la corrupción electoral o la
ostentación incontinente en el ambiro de la vida privada.
Esta política interior no puedo extenderse al ámbito de la
política exterior. Era sin duda, la actividad pública fuera de Italia la meta política
más ambicionada, ya que en el exterior no se llevaban a cabo las medidas de
control que si se realizaban a los magistrados de la ciudad de Roma. El sistema
de gobierno provincial, fue el que más claramente puso de manifiesto la
discrepancia entre la estructura político-social de Roma y el inmenso ámbito de
dominio del imperio.
El Sistema de gobierno provincial
Las provincias eran administradas por un pretor, con poder
civil y militar, que gobernaba con la colaboración de un cierto número de ayudantes.
Ante el aumento del número de provincias, se prefirió conferir el gobierno de
las provincias a antiguos cónsules o pretores, con el nombre de procónsules y propretores,
respectivamente.
Las comunidades recibieron diferentes estatus, de acuerdo
con las características que habían revestido su sumisión a Roma. Las tareas del
gobernador apenas iban más allá de asegurar la explotación económica de la
provincia bajo presupuestos de paz y seguridad. El senado confió el cobro de
los impuestos y la explotación de los recursos provinciales a compañías
privadas (los publicani).
El sistema de gobierno provincial fue oportunista e
inadecuado. El poder del gobernador en su provincia era absoluto, sin las
limitaciones constitucionales impuestas a los magistrados que cumplían sus
funciones en Roma. Los súbditos apenas contaban con recursos legales para
defenderse. El senado se vio incapaz de juzgar y condenar los comportamientos
indignos de sus propios miembros en territorios muy alejados de Roma. El único
recurso de los súbditos fue dirigirse a personajes influyentes del orden
senatorial y buscar su protección como patronos. Sólo en el año 149 a.C., con
la lex Calpurnia, se creó un tribunal
permanente para juzgar los delitos de extorsión. Pero los tribunales estaban compuestos
de senadores, sin medios ni voluntad para condenar a miembros de su propio
estamento.
Los aliados Itálicos.
La confederación itálica se resintió de la inadecuación de
las estructuras a las nuevas necesidades
de gobierno. Las relaciones se basaban en dos principios fundamentales: la
autonomía interna de las ciudades aliadas, y el convencimiento de los aliados a
gozar de unas ventajas como contrapartida a las limitaciones impuestas por
Roma.
En la época de la expansión, el gobierno aumentó sus
exigencias hacia la confederación. La contribución de soldados aliados a las
guerras del siglo II a.C. superó a la de los propios romanos, en cambio, su
participación en los beneficios fue muy inferior.
Las capas dirigentes de las comunidades itálicas se
beneficiaron de las nuevas posibilidades de enriquecimiento, pero el conjunto
de la población experimentó las consecuencias negativas del desarrollo
económico. Fue creciendo en los habitantes de las comunidades itálicas el
convencimiento de que la alianza no compensaba la pérdida de autonomía.
Transformaciones económicas y sus repercusiones sociales.
La expansión de Roma en el siglo II a.C., significó una
masiva afluencia de riquezas. Ese capital fue invertido de acurdo con las
directrices y tendencias más evolucionadas del pensamiento helenístico. El
orden social tradicional fue incapaz de acomodarse paralelamente al nuevo
desarrollo económico.
La crisis de la pequeña propiedad agrícola.
La agricultura constituía la base económica de la sociedad
romana. La devastación del territorio italiano en la segunda guerra púnica
significó la runa de muchas parcelas agrícolas. En la Italia meridional, donde
el Estado confiscó tierras a aquellos que habían apoyado a Aníbal, se fundaron
colonias en el primer decenio del siglo II a.C. Pero fue en las tierras
arrebatadas a los galos en el valle del Po donde se concentró la política de colonización,
como solución militar y social. Esta política fue muy limitada, sobre todo en
el tiempo, ya que una vez que se agotó el objetico de pacificación y
reforzamiento de la frontera septentrional, se abandonó.
Las razones de esta pobre política hay que buscarla en la
presión del capital. Una vez acabada la guerra, la activa política exterior
hizo afluir a Roma un ingente número de riquezas; estos beneficios,
desigualmente repartidos, contribuyeron a acentuar las desigualdades sociales.
Sus beneficiarios fueron las clases acomodadas y, en primer término, la
oligarquía senatorial. La más estrecha comunicación con las gormas económicas
imperantes en el mundo helenístico y la ampliación de los mercados al conjunto
del Mediterráneo encauzaron las inversiones hacia un nuevo tipo de agricultura capitalista, que
causó la ruina de la pequeña propiedad agrícola.
Muchos campesinos habían muerto en la guerra contra Aníbal,
y sus tierras quedaron abandonadas. Los supervivientes se vieron en la
imposibilidad de rehacer sus haciendas. El campesino estaba obligado a
prolongadas ausencias para participar en las campañas militares. Su propiedad
se veía perjudicada por el abandono; la reanudación de la explotación requería
unos medios económicos que el campesino no tenía, sólo podría conseguir este
capital, mediante préstamos, que en ocasiones, le era imposible devolver.
Cargado de deudas, no tenía otra solución que malvender su campo a los grandes
propietarios, dispuestos a comprar, y emigrar a Roma con su familia, esperando
encontrar allí otras posibilidades de subsistencia.
De este modo se transformó el modo de explotación agrícola;
en lugar de una economía de subsistencia, se extendió ahora la empresa agrícola
racional, denominada la Villa.
La agricultura de la villa se caracteriza y se define por el
carácter de la producción, destinada, no al consumo directo, sino a la venta.
El propietario es absentista. Esto supone una organización racionalizada de
trabajo y una especialización en productos determinados y rentables, teniendo
en cuenta las necesidades del mercado y las posibilidades de ganancia. Es fundamental
el trabajo esclavo, que caracteriza el modo de producción de etas propiedades.
El propietario procura sacar la mayor rentabilidad posible, no mediante un
aumento de la producción, sino con la bajada de los costes.
El desarrollo de la Esclavitud.
La esclavitud se desarrolló en consecuencia de los cambios
que sufre la economía la orientación de la agricultura hacia una economía de
mercado exigía la disposición de una mano de obra barata.
Las fuentes de la esclavitud no se reducían a los
prisioneros de guerra. Se completaban con otras de mayor o menos importancia,
como la piratería, la propia descendencia de los esclavos, la venta de niños,
pero, sobre todo, con mercados regulares, cuyos centros estaban distribuidos a
lo largo de todo el Mediterráneo.
El esclavo era considerado un simple objeto, desprovisto de
personalidad jurídica y perteneciente en su totalidad a otro individuo. El
rasgo fundamental de la esclavitud es su carácter de meros instrumento de
producción, con medidas de control y vigilancia contra las posibles reacciones
de resistencia y rebeliones.
La formación del proletariado rural y urbano.
Las ventajas económicas de las nuevas orientaciones de la
agricultura tuvieron un desastroso reflejo en el ámbito social. La creación de
grandes masas de proletariado rústico y urbano que desestabilizaron la
sociedad.
Fruto de la crisis de la pequeña propiedad agrícola, se
produjo un éxodo hacia la ciudad y en especial, hacia Roma. Las posibilidades
de trabajo no podían absorber la oferta continuamente creciente no sólo de
campesinos romanos sino también de aliados itálicos. La consecuencia fue la
formación de un proletariado urbano, la
plebs urbana, que hubo de soportar los problemas de este crecimiento
demográfico irracional.
Las asambleas populares continuaban siendo un organismo
vital dentro del mecanismo político, se elegían a los magistrados y se votaban
las leyes. La extensión de la ciudadanía y del ager hizo cada vez más difícil el desplazamiento a Roma de buen
número de ciudadanos. La consecuencia fue la trasformación de estas asambleas
en reuniones de habitantes de la Urbe, en su mayor parte, proletariados
desclasados.
Los miembros de la nobleza senatorial, utilizaron los más
diversos medios para aumentar su popularidad sobre la plebs urbana. Esta plebs
urbana se convertiría en un elemento fundamental de la realidad social y
política de la república.
Los Publicani y el orden Ecuestre.
Las otras ramas de la actividad económica experimentaron también
un decisivo impulso como consecuencia de las nuevas relaciones políticas y
económicas con todos los países del ámbito mediterráneo.
En las manufacturas, las guerras púnicas desarrollaron
extraordinariamente el artesanado. Se desarrolló una notable industria metalúrgica.
Por otra parte, la corriente de riquezas procedente de las guerras de conquista
y de la explotación de las provincias favoreció una mayor especialización y
refinamiento. Aunque Roma nunca fue una ciudad industrial, actuó como polo de
atracción de un comercio internacional y ofreció nuevas posibilidades para
muchas familias arruinadas por la crisis de la pequeña propiedad.
Pero sobre todo, el final de la segunda guerra púnica y la
intervención en Oriente, supuso una apertura del comercio a las nuevas
posibilidades de desarrollo. Ofreció un amplio campo de negocios, ligado al
tráfico de mercancías, productos agrarios, materias primas y manufacturas, pero
también, se incrementaron los negocios monetarios y otras actividades
conexionadas con el capital mueble. Surgió en Roma una nueva clase capitalista.
Pero Roma no desarrolló al compás de su extensión, un
aparato de funcionarios que cuidara de la gestión de los intereses económicos
del Estado y de los servicios públicos. Fue necesario recurrir a empresarios
privados, que recibían en arriendo del Estado las tareas públicas, con
posibilidad de lucro. De ahí, el nombre que recibe esta nueva clase: los publicani. Esto interesaba a
distintos grupos sociales, en dos vertientes principales: por un lado, las
contratas de servicios estatales –proveedores de ejército y ejecutores de obras
públicas, entre otros- y por otro lado, los arrendamientos y la recaudación de impuestos,
derechos de aduana y tributos en las provincias.
Las primeras empresas privadas se remontan a la segunda
guerra púnica. El volumen creciente de negocios trajo consigo la necesidad de
una colaboración entre varios empresarios. Así fueron formándose compañías para
las grandes actividades económicas estatales y, en especial, para el arriendo
de todos los ingresos públicos de una provincia en su conjunto.
Estos hombres de negocios pertenecían a la clase acomodada
de Roma. Eran el grupo más rico, y eran incluidos en las listas del censo como equites, en las centurias de caballeros,
por encima de la primera clase propietaria. En el ejército, servían en la caballería
con un caballo del Estado o, en número todavía mayor, con armamento y caballo
propio. La lex Claudia había excluido a los senadores del comercio y la banca;
posteriormente, otras disposiciones legales los aislaron de las clases más
acomodadas, al obligarles a entregar el caballo del Estado y a votar al margen
de las centurias de los caballeros. Este aislamiento de la clase senatorial
sirvió indirectamente para caracterizar a los caballeros como estamento
definido de la sociedad romana, no tanto por separación de ellos del estamento
senatorial, como por la diferenciación de la clase senatorial del resto de la
sociedad.
El fundamento económico de la posición social de senadores y
caballeros se basaba en el latifundio. Pero la consideración de la tierra como
base y medida de importancia social, dirigía los capitales, conseguidos con
otras actividades, a la agricultura. Las actividades mercantiles y comerciales,
así como la especulación monetaria y el arriendo de contratas estatales eran
otros medios de inversión, libres para los caballeros, pero no del todo vedados
para los senadores, que las practicaban a través de intermediarios.
Pero fueron los ingresos procedentes de la política exterior
los que con mayor fuerza contribuyeron al enriquecimiento de la oligarquía. Había muchos medios de
ganancias para los senadores, en su carácter de detentadores del poder político
y militar; también para los caballeros estaban abiertos los recursos económicos
de las provincias, no sólo a través del desarrollo de actividades comerciales y
de transporte marítimo, sino, sobre todo, por el arrendamiento de la
recaudación de ingresos e impuestos estatales.
En resumen, si existe una diferenciación en la cúspide de la
sociedad romana, son más numerosos los intereses que los unen que aquéllos que
los separan, frente al abismo que los distingue del resto de la sociedad. Esta coincidencia de intereses no podrá
evitar que surjan discrepancias, por la inflexibilidad del sistema y por la
falta de mecanismos para superar eventuales conflictos. Uno de ellos era el
sistema de adjudicación de los arriendos públicos, en manos de los senadores;
otro, la composición, exclusivamente senatorial, de los tribunales creados por
la lex Calpurnia, que juzgaban los
abusos de poder y extorsiones económicas. Los caballeros, en la explotación de
las provincias, estaban también expuestos a procesos criminales y se sintieron
amenazados por el poder judicial de los senadores. Ello conducirá a un proceso
de diferenciación política entre los dos grupos; de deterioro de las relaciones
y de abierto enfrentamiento, después.
Transformaciones Religiosas y Culturales
Los romanos habían sufrido la influencia de la civilización
griega desde tiempos remotos, primero, a través de los etruscos y, posteriormente,
de forma directa, a partir del siglo III a.C., cuando ocuparon la Magna Grecia.
Con la intervención romana los contractos entre romanos y
griegos se multiplicaron. Muchos griegos vinieron a Roma como embajadores o
prisioneros de guerra. Así, a mitrad del siglo II a.C., todo el mundo romano
estaba abierto a la influencia griega.
Estas relaciones no siempre fueron consideradas positivas.
Los aspectos culturales del mundo helenístico, fueron, a veces, sentidos como
corrupción y condujeron a un rechazo de los elementos griegos en la sociedad
romana. En el periodo que siguió a la
guerra contra Antíoco III, surgió una violenta oposición contra la civilización
griega, que encontró en Catón su baluarte.
Catón quiso imponer en la vida pública los mismos principios
de austeridad y honradez que dirigían su vida privada, buscando combatir la
corrupción. Se llegó al extremo de expulsar de Roma a filósofos y retóricos.
Pero desde la segunda mitad del siglo II a.C., estas
tendencias conservadoras quedaron superadas. Las características romanas
pudieron desarrollarse para crear una auténtica cultura propia, que, sin
renunciar a sus valores tradicionales, absorbió los elementos sustanciales de
la civilización griega.
[1] No confundir con la nobilitas del fin del conflicto
patricio-plebeyo. A esta nobilitas
solo pertenecías aquellas familias con un antepasado cónsul.
yes
ResponderEliminarUHYIK86U
Eliminarme sirvio de mucho
ResponderEliminarHola me gustaría si es posible saber la bibliografía que se ha empleado aquí. Gracias
ResponderEliminarSoy puto y me gusta la vaj1n4
ResponderEliminarPajero hijo de puta ...
EliminarGracias me sirvio tengo una prueba mañana en la bannana jajaj
ResponderEliminarGenial la info,me super sirvio para mi tarea!����
ResponderEliminarJajaja
EliminarGracias por la informacion
ResponderEliminarM... gracias
ResponderEliminargracias no me sirvió una m*****
ResponderEliminarBuenas noches! Cuáles fueron las consecuencias económicas,políticas,y culturales de las conquistas en roma y fuera
ResponderEliminarAquí dice las consecuencias es que me da pereza leer todo 👁👄👁👍
ResponderEliminarNo me ayudo en nada😪😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭
ResponderEliminarHolanda, ¿todo chill?¿todoo correcto?
ResponderEliminarMe gusta comer mocholates y helado,pues, son muy ricos...
Holanda, ¿todo chill?¿todoo correcto?
ResponderEliminarMe gusta comer mocholates y helado,pues, son muy ricos...
Responder
MUCHO TEXTO
ResponderEliminarMUCHISIMO TEXTo
ResponderEliminarEs muchO TextoOO 😔👊
ResponderEliminarAAAAAAAAAAAAAH MUCHO TEXTO
ResponderEliminarSolo voy a decir que ya se Beltrán de donde sacas tus wbds de tareas te encontraré hp
ResponderEliminarxnxx.com
ResponderEliminarLe ayudo mucho a mi hija 👍
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