lunes, 24 de junio de 2013

Guerra y Revolución: la crisis del Antiguo Régimen en España. Liberalismo. 1808 – 1833.

Guerra y Revolución (1808 – 1814)
El nacimiento del liberalismo en España fue una tarea de gran dificultad, y esto, se vio aumentado por las discrepancias y luchas internar que había en el interior de cada fracción ideológica.
Este periodo comienza con la Guerra de Independencia (1808 – 1814) desencadenada por la invasión napoleónica de la península Ibérica, en concreto de España. Napoleón había invadido España con la idea de ocupar también Portugal y, de ese modo, perjudicar los intereses británicos en el continente. Para poder penetrar en Portugal, Napoleón tenía que pasar con sus tropas por España, por eso, llama a Carlos IV y a su valido, Manuel Godoy, a realizar el Tratado de Fontainebleau (1807). Por este acuerdo se autorizaba la entrada y el establecimiento de tropas francesas en España con el propósito de invadir Portugal.
La política llevaba a cabo por Godoy fue, en gran medida, erradica. Godoy, al firmar el acuerdo de Fontainebleau, tenía grandes pretensiones de adquirir parte de Portugal para el reino de España, e incluso, para él mismo. La oposición a este valido era creciente, incluso el propio príncipe de Asturias, Fernando, encabezaba la postura opositora, con una muy mala relación con su padre, el rey Carlos IV. El partido fernandino, es decir; la oposición, incitó al propio príncipe a sublevarse y derrocar a su padre. En este contexto se produce el famoso Motín de Aranjuez.
El Motín de Aranjuez, es un levantamiento popular ocurrido en 1808 por las calles de esta localidad madrileña. Se desencadenó debido a varias causas, entre ellas las consecuencias de la derrota de Trafalgar que recayó fundamentalmente en las clases humildes. A ello hay que sumarle el descontento popular y las intrigas de la Corte, donde se iba creando un núcleo opositor en torno al Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, formado por aristócratas recelosos del poder absoluto de Godoy, y escandalizados ante el conocimiento que se tenía de sus relaciones con la reina María Luisa de Parma; así como el temor del clero a las medidas desamortizadoras.
La presencia de tropas francesas en España, en virtud del Tratado de Fontainebleau se había ido haciendo amenazante a medida que iban ocupando (sin ningún respaldo del tratado) diversas localidades españolas las tropas francesas controlan, no sólo las comunicaciones con Portugal, sino también con Madrid, así como la frontera francesa.
La presencia de estas tropas terminó por alarmar a Godoy. En marzo de 1808, temiéndose lo peor, la familia real se retiró a Aranjuez para, en caso de necesidad, seguir camino hacia el sur, hacia Sevilla y embarcarse para América, como ya había hecho Juan VI de Portugal
El 17 de marzo de 1808, tras correr por las calles de Aranjuez el rumor del viaje de los reyes, la multitud, dirigida por miembros del partido fernandino, nobles cercanos al Príncipe de Asturias, se agolpa frente al Palacio Real y asalta el palacio de Godoy, quemando todos sus enseres. El día 19, por la mañana, Godoy es encontrado escondido entre esteras de su palacio y trasladado hasta el Cuartel de Guardias de Corps, en medio de una lluvia de golpes. Ante esta situación y el temor de un linchamiento, interviene el príncipe Fernando, verdadero dueño de la situación, en el que abdica su padre al mediodía de ese mismo día, convirtiéndolo en Fernando VII.
Los acontecimientos de Aranjuez fueron los primeros estertores de la agonía del Antiguo Régimen en España. El pueblo había sido manipulado, pero en cualquier caso, su intervención fue decisiva, puesto que no sólo consiguió la renuncia de un ministro odiado (ya había ocurrido en el motín de Esquilache, en 1766), sino también la renuncia de un soberano y el acceso al trono de un nuevo rey, legitimado por la voluntad popular.
En resumen, la invasión napoleónica se produce en un momento de crisis interna de gran envergadura.
Ante el suceso del motín de Aranjuez, Napoleón llama a Carlos IV y a Fernando VII a reunión en Bayona, allí obligó a padre e hijo a abdicar el poder del trono español en la figura que el emperador viese oportuno. Napoleón eligió para ocupar el trono a su hermano José I Bonaparte, más conocido como “Pepe Botella”.
Pero antes de marchar, Fernando VII, sabía o intuía las pretensiones de Napoleón, y dejó a las instituciones del reino para no provocar un vacío de poder. Dichas instituciones, encomendadas por Fernando VII a mantener el orden y la tradición en España, para evitar un posible “baño de sangre” y una guerra civil, no cumplen su cometido político.
En esta situación se desencadenan levantamientos populares (levantamientos del 2 de Mayo) contra la presencia extranjera en España, en un principio de manera esporádica, más tarde de manera generalizada.
Esta guerra, es una guerra popular – porque nace desde abajo, del pueblo – y nacional – porque busca salvar a la nación del invasor -, es aquí cuando se puede observar que la tarea de los ilustrados de fines del XVIII ha dado resultado; ya que éstos buscaban la creación de un sentimiento de nación, que culmina con la declaración del Estado de la Nación, en la Constitución de 1812, constituido por ciudadanos.
Estos ilustrados buscaban la creación de unas instituciones de centralización, en torno a las antiguas instituciones del Reino de Castilla y con influencia de las instituciones francesas. Se aprecia que esta ideología nacional caló en la población cuando el “grito de guerra” era “¡España!”.
Fases de la Guerra de Independencia
Se pueden diferenciar cuatro fases en este conflicto, el cual no solamente fue llevado a cabo por ejércitos profesionales sino también por ciudadanos de distintas clases, edades y sexos.
1.      Primera Fase: Avance francés hasta la Batalla de Bailen. (mayo – julio de 1808)
Abarca los meses iniciales de la guerra. Los primeros movimientos franceses se encaminaron a sofocar los levantamientos urbanos surgidos por todo el país.
A mediados de junio se inició el sitio de Zaragoza, cuya resistencia fue organizada por el general Palafox, que había asumido el mando en el momento de la subleva­ción. Pero el curso de los acontecimientos experimentó un brusco vuelco cuando, el 19 de julio, las tropas del general Dupont, que tras haber conquistado Castilla, sufren una humillante derrota en la batalla de Bailén – batalla que se produce cuando los ejércitos napoleónicos intentan pasar por el desfiladero de “Despeñaperros” – por manos de la Junta de Granada y Sevilla, al mando del general Castaños.  Era la primera vez que un ejército napoleónico era derrotado en campo abierto, por lo que el impacto interna­cional fue enorme.
José Bo­naparte, que había llegado a Madrid el día 20, en medio de una fría acogida popular, hubo de abandonar ocho días después la desguarnecida capital, camino de Vitoria, y las tropas napoleónicas retrocedieron hasta el Ebro.
El 14 de agosto Verdier se veía obligado a levantar el sitio de Zaragoza, que habla resistido increíblemente a un ejército muy superior.  Para colmo, el 30 de agosto el cuerpo expedicionario inglés, - al mando de sir Arthur Wellesley, vencía a las tropas de Junot en Lisboa
Pero el ejército español no pudo sacar todo el provecho de la victoria. Desorganizado aun, no consiguió el suficiente avance hacia  Norte y perdió un tiempo precioso. Para entonces el Emperador ya había decidido intervenir: trasladó 250.000 veteranos de la Grand  Armée a Bayona y preparó a conciencia la campaña.
2.      Segunda Fase: Llegada de Napoleón y contra-ofensiva de la Grand Armée.
Ante el descalabro de Bailén, en noviembre de 1808, el propio Napoleón entra en España, junto a sus principales generales, con un ejército de 250.000 hombres (la Grand Armée) y desarrollan un avance espectacular: victorias en Tudela, Burgos y Somosierrra. En menos de un mes Napoleón dispersó a lo mejor del ejército español y entró de nuevo en Madrid (2 dic.1808). José Bonaparte vuelve a Madrid, mientras que la Junta Central se refugia en Sevilla y más tarde en Cádiz. Incluso Napoleón dictó 4 decretos reformistas: abolición de los derechos feudales, de la Inquisición, reducción de los conventos y nacionalización de sus bienes.
Napoleón se marcha a finales de 1808 ante las noticias de rearme de Austria. Desde comienzos de 1809, los franceses van a dominar toda España en una típica guerra de desgaste a lo largo de tres años (1809–1811). Por su parte, el ejército español se componía apenas de 100.000 soldados en pie de combate y algunos focos aislados de resistencia.
En 1810, casi todo el territorio peninsular estaba en manos de Francia:
·         Massena trata de conquistar Portugal, donde había desembarcado un ejército británico de 12.000 hombres al mando de sir Arthur Wellesley (futuro duque de Wellington). Massena conquisto Ciudad Rodrigo y Almeida en Portugal, pero no logró su fin: La estrategia aliada consistió en destruir puentes, barcas y transbordadores. Además se construyó la línea de  Torres Vedras  (una colosal fortificación a base de obstáculos naturales  a lo largo de 47 Km. con 30.000 ingleses y 30.000 portugueses) que logró  proteger Lisboa.
·         Soult conquistó toda Andalucía desde Jaén hasta poner sitio a Cádiz. Desde febrero de1810, Cádiz es asediada por 20.000 franceses pero resultó imposible de conquistar debido a que estaba protegida por una flota conjunta hispano–británica y un cuerpo del ejército al mando del duque de Alburquerque –que llegó a Cádiz un día antes que los franceses–. Además los españoles volaron el puente de Zuazo y el río Santi Petri se convirtió en un foso insalvable, ya que el gobernador militar de Cádiz destruyó todas las barcas. 
A estas alturas, sólo quedan libres, Lisboa,  Galicia, Cádiz (donde en 1811 se reúnen las Cortes) y la España insular.
3.      Tercera Fase: La Guerra de desgaste y el papel de las Guerrillas.
Desde 1809 en los pueblos y ciudades se practica la táctica de guerrillas, forma de resistencia popular contra el invasor francés. 
Hostigaban por sorpresa al enemigo, mandados por un jefe de cuadrilla. Su mejor arma era el conocimiento del terreno y el apoyo de la población. Sus objetivos solían ser pequeñas guarniciones de retaguardia, caravanas de abastecimiento y soldados rezagados. 


Las guerrillas lograron 3 objetivos:
·         Dificultaron las comunicaciones entre Madrid y París (40 días)
·         Valiosa fuente de información para los aliados ingleses. Por ejemplo Wellington, trató de atacar cerca de Talavera (C. Real) un destacamento francés convencido de que contaba con 10.000 soldados cuando en realidad eran tres cuerpos de ejército con más de 50.000 hombres. Gracias a esta información se pudo evitar lo que habría sido una derrota total. 
·         Obligaron a destinar soldados para la protección de las comunicaciones

4.      Cuarta Fase: La campaña de Rusia y el Fin de la Guerra.
En 1812, la guerra da un giro definitivo: Napoleón inició la campaña de Rusia y retiró 50.000 soldados para enviarlos al frente de Rusia. Ello provocó el desastre francés. El duque de Wellington  desembarcó en Lisboa y derrotó a los franceses en la Albuera (Badajoz). 
En el verano de 1812 comienza la  gran ofensiva hispano–inglesa: Victorias de Badajoz, Ciudad Rodrigo y Arapiles (22 julio 1812. Salamanca). Esta victoria tuvo resultados decisivos. Un mes después, Wellington libera Madrid (13 de agosto de 1812).  José I huye a Valencia protegido por el general Suchet. Y Soult abandonó el sitio de Cádiz y toda Andalucía. Pero, José I contraataca y ocupa de nuevo Madrid el 3 de noviembre de 1812, Wellington se retiró a Salamanca pero con su ejército intacto.
En julio–agosto de 1813 se inicia la ofensiva final: un gran ejército formado por británicos, españoles y portugueses dirigidos por Wellington lanza de nuevo su acometida: ocupó definitivamente Madrid y obtiene las decisivas victorias de Vitoria y San Marcial (Irún). José I capitula y pasa a Francia. El territorio español queda libre de los invasores franceses.
Las Guerrillas
En plena Guerra de Independencia surgen las guerrillas, en concreto después de la victoria de Bailén, ya que el ejército español queda desintegrado.
El origen de las guerrillas es muy diverso, y tendrá componentes militares, campesinos y eclesiásticos.
Respecto a los componentes militares, solía ser que un antiguo grado militar se quedaba sin unidad y para seguir en la lucha forma una partida guerrillera.
Los componentes campesinos, normalmente eran de una economía desahogada, es decir; en contra de lo que se penaba, no se encuentran campesinos pobres, sino los que tienen propiedades.
Y, por último, los eclesiásticos, incitaban a la gente a levantarse y sublevarse contra el invasor francés, e incluso, algún párroco empuño las armas.
En un principio las guerrillas eran apoyadas por el pueblo, incluso les suministraban víveres pero con el transcurso de la guerra y de la crisis, se fue creando una perspectiva negativa. Cada vez que una guerrilla entraba en un pueblo, las gentes escondían lo poco que les quedaban para que no se lo llevasen los guerrilleros, ya que había como un “obligación moral” que decía que tenían que mantenerles, esto con el desarrollo bélico se llegó a percibir como un “impuesto revolucionario”.
Las guerrillas nacen de forma más o menos espontánea, aunque esto tiene bastante de mito. Con el tiempo sufrirán un proceso de coordinación por medio de unas ordenanzas, prácticamente militares, que obliga a las guerrillas a respetar una serie de normas.
Con esta evolución se crearán como unidades dentro de un nuevo ejército, más ordenado y compacto, formado por portugueses, ingleses y españoles, y dependerán del propio ejército. Otra evolución que se produce como consecuencia de esta integración, es que se van creando grados militares dentro de las guerrillas, y cuando regrese Fernando VII del exilio tendrá que respetarlas. Esto supone un gran cambio y una gran ruptura con los ejércitos del Antiguo Régimen, ya que en el anterior régimen, los ejércitos eran de origen nobiliar.
La ideología de estas guerrillas es diversa y heterogénea. Encontramos tanto liberales, como absolutistas o ilustrados.
El papel de la Iglesia es fundamental para el desarrollo tanto de la guerra como de las guerrillas, ya que es la instancia que legitima la guerra. Por lo tanto es una guerra de tipo religioso, junto con nacional y popular. En los documentos, aparece reflejado con el adjetivo de Cruzada.
Panorama Político en la Guerra
Con la guerra el estado absolutista ha desaparecido, debido al exilio real y al fallo de las instituciones regia. Teóricamente hay una autoridad: José I Bonaparte, con su administración, y los militares franceses en zona de conflicto. Solo existe un pequeño círculo, los afrancesados – personas con ideología liberal e ilustrada –, que aceptan el cambio de soberano y las reformas que se llevan a cabo, recogidas en la Constitución de Bayona.
Cuando Napoleón puso a su hermano, José, en el trono español, lo hacía con el propósito de tener un soberano que poder controlar a su antojo, pero José I no salió tan títere como Napoleón pensaba, ya que la pretensión de José I es llegar a ser rey de los españoles. Para ello crea una constitución, la de Bayona, y contó con el asesoramiento de un comité de afrancesados. Esta constitución sería algo intermedio entre una Carta Otorgada y una Constitución rigurosamente hablando.
Fuera como fuese, la realidad es que José I quería modernizar el país, por ello el texto es un texto proto – liberal, que buscaba una sociedad más abierta, liberal y parlamentaria.
Por lo tanto, los afrancesados sí tenían un referente político y un texto constitucional, en cambio, por otro lado, los patriotas tenían un vacío de poder y autoridad, por lo tanto estaban “obligados” a crear unas Juntas Locales que reciben, además, el sobrenombre de revolucionarias. Estas juntas locales revolucionarias, surgen a la vez que las guerrillas, con un carácter espontáneo. Las forman notables y autoridades – personas respetadas – y tienen una composición heterogénea (alcaldes, maestros, notarios, secretarios, abogados, sacerdotes, etc.). Van evolucionando y coordinándose. Con este desarrollo aparecen órganos superiores como son las juntas provinciales y la junta central (en esta junta predominan los absolutistas.), esta junta central residirá en Cádiz – ciudad no ocupada – para tener más libertad de movimientos y no tener presión francesa. Por lo tanto Cádiz es la única ciudad española con dos juntas importantes, la junta provincial y la central.
La junta provincial de Cádiz, es de mayoría liberal, y presionará a la junta central para tomar decisiones. Otra circunstancia que presionará a la junta central es el propio ambiente de la ciudad; ciudad abierta, liberal, activa, comercial, con grandes tertulias, etc. (esto se observa en el libro “El Cádiz de las Cortes” de Ramón Solís).
La junta central, en 1810, decide crear una Convocatoria a Cortes Generales, la poder legitimarse. La convocatoria se hace a espejo de la Asamblea Nacional de Francia de 1789. El sistema de elección es indirecto y de segundo grado (no democrático) con un sufragio censitario, en el que se exige unos mínimos de bienes. En aquellas ciudades ocupadas y que no sea posible elegir a los representantes, se selecciona a los suplentes, es decir; personas de la ciudad de la que no se puede elegir representante, que resida en la ciudad de Cádiz. Gran parte de la población que huyo a Cádiz era liberal, y muchos de esos liberales que huyeron fueron elegidos como suplentes. Esto explica por qué salió en el resultado una mayoría liberal, mientras que la corriente mayoritaria en el país era la absolutista.
La mayoría eran absolutistas porque no conocen el liberalismo y creen en lo que han vivido. Para ser liberal se tiene que haber leído, y eso en un país tan analfabeto estaba al alcance de unos privilegiados.
La mayoría de nobles son absolutistas, al igual que en el clero – sobre todo en el alto clero – pero esto no indica que no hubiera nobles o clérigos liberales. Pero la gran baza del absolutismo eran los campesinos, que eran en su gran mayoría absolutistas. El motivo de esto, en gran medida, porque su fuente ideológica y de información era la Iglesia, ya que la sociedad del momento, y en particular, el campesinado, eran muy creyentes en la religión católica, y son de mentalidad tradicional, conservadora y cerrada.
Estas cortes van desde 1810 a 1813, y su obra más importante es la Constitución Liberal de Cádiz de 1812. Esta obra inaugura el liberalismo en España y rompe                           – temporalmente – con  el antiguo régimen y el absolutismo. Se realiza a espejo de la Constitución francesa de 1791 y será el espejo de las Constituciones liberales de Latinoamérica.
Articula la división de poderes, la igualdad jurídica, la soberanía nacional – que en un principio se había reflejado como Soberanía Popular, pero se cambia el término cuando la revolución liberal da un giro hacia el conservadurismo – libertades y derechos individuales – cuya referencia es la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de la constitución de 1791 de Francia –, como la libertad de prensa, de culto (libertad relativa, ya que España sigue siendo un país confesional cuya religión oficial es el catolicismo), derecho de propiedad (fundamental para la sociedad liberal burguesa), este derecho estará por encima de las mismas libertades, principio de Estado-Nación, concepto de ciudadano, limitación de las órdenes religiosas (ataque a las bases económicas), etc.
España, con esta constitución, se convierte en una monarquía liberal parlamentaria, con un sistema liberal no democrático (situación general en todo el siglo XIX) en base a la propiedad.
Pero esta constitución estaba incompleta, ya que le faltaba la firma del rey, que volverá a España en 1814 del exilio. En este momento habrá dos posturas en las Cortes, los liberales que buscan y quieren la firma del rey, y los absolutistas, que no desean que el rey sancione esta constitución por considerarla demasiado ruptura. Los ilustrados desaparecen como elemento ideológico y se enmarcarán dentro de una de las dos corrientes ideológicas.

El reinado de Fernando VII (1814 – 1833)

En 1814, el rey regresa aclamado por todo el pueblo como “el deseado”. Coincidiendo con la entrada del monarca en el país suceden acontecimiento claves para volver al antiguo régimen: el manifiesto de los persas (1815). Es un documento que sintetiza lo que va a ser posteriormente el pensamiento carlista, el pensamiento de los absolutistas. En este documento, los absolutistas instan al rey para que suprimiera la obra de las Cortes de Cádiz así como la Constitución de 1812. También propone al rey que proclame unas nuevas cortes que sirvan al absolutismo. El manifiesto de los persas responde a un pensamiento antirrevolucionario o reaccionario, que no acepta ningún tipo de cambio y pretende mantener lo viejo sin solución de continuidad.
Al igual que los liberales, los absolutistas llevan a cabo una obra de construcción ideológica. Un pensamiento que servirá luego de base para el movimiento carlista (por qué es mejor un sistema absolutista a un sistema liberal). Para ello cuentan con algunos intelectuales como el filósofo Rancio o el Padre Vélez.
Una de las críticas que le hacen al sistema liberal es que es extranjero. Pero no reconocen que una parte de su ideología también proviene de Francia, lo cual es natural, porque en Francia surge tanto la revolución como la contrarrevolución.
También va a servir de base teórica a muchos movimientos de carácter tradicionalista (incluso al franquismo en el futuro). Uno de los ideólogos franquistas es Menéndez Pelayo, que ha leído a estos autores absolutistas y carlistas.
El general Elio, que participó en la Guerra de la Independencia y de ideología absolutista, lleva a cabo un pronunciamiento militar a favor de la reinstauración del absolutismo.
El manifiesto y el acto del general Elio (además del apoyo de la mayoría de los españoles), animan a Fernando VII a retomar la monarquía absoluta. Otro elemento que contribuye a su decisión es la situación de Europa tras la derrota de Napoleón.
Para las potencias europeas, Napoleón era fruto de la Revolución Francesa, por lo que vieron los intentos revolucionarios y liberales como una gran amenaza. Vencido Napoleón se proclama en Europa la Restauración (1814 – 1830) que consiste en restaurar tanto las familias absolutistas como el sistema propiamente dicho. (Especialmente bajo de dirección de Austria y el general Metternich).
En el Congreso de Viena (1814-15) se toman decisiones importantes entre las que destacan la lucha contra el liberalismo y un nuevo reparto de Europa. Todos los países se comprometen a luchar contra cualquier rebrote de la Revolución liberal. Esta lucha se hace en principio por medios diplomáticos (aunque también hubo acciones militares).
Al mismo tiempo se produce una reconstrucción del mapa territorial de Europa. Se trata de acabar con la revolución napoleónica y hacer un nuevo reparto. Las potencias vencedoras se llevan las mejores zonas. Es un reparto arbitrario, sin tener en cuenta las nacionalidades ni las reivindicaciones de los diferentes pueblos. Este reparto anula cualquier posibilidad de movimientos nacionalistas.
Con esta Europa absolutista, Fernando VII encuentra una complicidad (salvo en Inglaterra, que mantiene un sistema liberal) con las demás potencias. Cuando el rey regresa a España, se persigue a los liberales y algunos se ven obligados a emigrar a Inglaterra.

Retorno del absolutismo (1814 – 1833)

Se pone en vigor del viejo aparato estatal e institucional del Antiguo Régimen. El rey nunca convocó cortes. Gobernó siempre de manera personalista sin ningún programa.
Hubo una lucha liberal por intentar aplicar la Constitución de Cádiz y el retorno de las ideas liberales.
Pasado los primeros años, cuando la represión era más fuerte, se moderan las medidas represivas. A partir del año 16/17 nos encontramos con una presencia activa de los sectores liberales en su lucha contra el absolutismo. Se va a materializar a través de dos mecanismos: sociedades secretas (masonería) y los pronunciamientos militares.
Los liberales son conscientes de que la monarquía absoluta ha vuelto mediante el apoyo popular, por lo que no es posible derrocar al rey mediante una revolución. Creen que la sociedad española no está preparada para apoyar una revolución liberal, por lo que tienen que usar técnicas indirectas.
El objetivo es controlar las asociaciones masónicas e influir políticamente para obtener apoyos que se coordinan mediante la red de logias repartidas por toda España. Es una manera de sentirse protegidos por una estructura política.
Los pronunciamientos militares se dan gracias, en parte, a la aparición de grados que no son obtenidos por derecho de sangre y que tienen ideas liberales. Intentaron llevar a cabo golpes de estado para obligar al rey a firmar la constitución.
El Romanticismo tiene mucha influencia a la hora de determinar el pensamiento idealista del ejército.
España había dejado de ser un imperio para transformarse en nación (especialmente a partir del congreso de viene en 1814).
Se van a producir distintos pronunciamientos en distintos sitios de España, pero todos fracasan ya que el rey controla la mayor parte del ejército, que es absolutista. La mayoría de los generales sublevados fueron ejércitos.
Pero en 1820, en Cabezas de San Juan, el coronel Rafael del Riego, encabeza una revolución que si logra llevarse a cavo. Riego convence a los soldados que sus enemigos no son sus hermanos sublevados de América (donde se iban a dirigir para reprimir los movimientos liberarles que se estaban dando allí por orden del rey), sino la monarquía absoluta, que era el origen de todos los males.
En principio las unidades que se le unen son muy pocas. Pero al final acaban sumándole numerosas unidades y derrotan en algunos enfrentamientos a los ejércitos del rey.
Fernando VII, temiendo que los revolucionarios pidan su abdicación, decide firmar la constitución dando lugar al llamado trienio liberal.



El Trienio Liberal (1820 – 1823)

En el año 1820 se produce un levantamiento militar exitoso encabezado por Riego en Cabezas de San Juan.
El papel obstruccionista del rey, la formación de partidas realistas y la división liberal fueron los tres grandes puntos que predominaron durante el trienio liberal. Se empezaron a formar los partidos moderado y progresista. Hablaríamos de doceañistas (progresistas) y antidoceañistas (moderados). Los doceañistas se llaman así por que defienden la constitución de 1812. La constitución de 1812 implica una contradicción con la mentalidad absolutista del país frente al liberalismo de la constitución.
En 1820 vuelven los exiliados liberales tras el golpe de Riego. Estos exiliados habían vivido en Inglaterra y habían estado en contacto con los liberales ingleses, moderando su liberalismo y convirtiéndose en liberales conservadores. Es un modelo liberal diferente del francés más moderado y no revolucionario. Es un liberalismo pactista (la nobleza y el clero pacta con la burguesía).
Estos liberales van a formar la base del partido moderado y entienden que la Constitución de 1812 ya no tiene que ser el modelo para la política liberal. Este grupo busca la colaboración de las otras clases.
Por esto el trienio liberal se va a caracterizar por una gran inestabilidad política. Esta falta de entendimiento se va a ver favorecida por la labor obstruccionista del rey. Durante estos años hay unos procesos electorales. Al principio salen los doceañistas, pero el rey nombra a un político de los moderados. Con esto el rey pretende crear tensiones entre los liberales (los moderados tienen el Gobierno, pero los liberales tienen mayoría). El rey también intenta obstruir la estabilidad política no firmando las leyes y devolviéndolas al Gobierno para que se vuelvan a discutir.
Otro punto a tener en cuenta son las partidas realistas (realistas puros) que son guerrillas armadas que luchan contra el liberalismo. Son la base del futuro carlismo. Estas partidas tienen el apoyo clandestino del rey (incluso llega a financiarlas). Pretenden invalidar las decisiones del Gobierno. Son absolutistas, pero también tienen un componente económico-social. El año 1822 es un año de muy malas cosechas y de crisis en el campo. Los absolutistas aprovechan esa situación de crisis, la presión fiscal (impuestos) y el malestar para culpar a los liberales.
Los campesinos ven en los liberalismos unos enemigos del campo ya que no entienden los impuestos directos que estos les imponen.
El Gobierno intentó llevar a cabo la Constitución de 1812, pero le fue muy complicado. Incluso en estos años intentan continuar un proceso de desamortización (con Godoy ya había habido intentos de desamortización). Pero no lo pudieron llevar a cabo.
Finalmente el rey hace un llamamiento a Europa para acabar con el liberalismo en España. A partir de 1814 se crea la Santa Alianza, para defender el absolutismo (en principios pacíficos, pero también por la fuerza). Les advierte que es peligrosa la extensión del liberalismo a Europa.
Se convoca un congreso de la Santa alianza en Verona en 1822. Se decide una intervención militar en España. Se crea un ejército: los 100.000 hijos de San Luis, con el duque de Angulema a la cabeza, que penetra en España y acaba con los liberalitas.
Prácticamente no hubo ninguna resistencia. Hubo un combate en Cádiz (con Espoz y Mina). Pero nadie se levantó a defender el liberalismo.
De esta manera acaba el trienio liberal.

Década Ominosa (1823-1833)

En esta etapa, lo primero que llama la atención es la fortísima persecución de los liberales. La persecución es sistemática y muy dura (en torno a 30.000 ejecuciones y 20.000 presos). El caso más paradigmático sería el del propio Rafael del Riego de una manera muy indigna: en el cadalso. Junto con él, otros como el Empecinado o Mariana Pineda. Y de nuevo obligan a muchos al exilio hacia Inglaterra.
Durante este tiempo, Fernando VII sigue gobernando de manera errática: sin convocar cortes, sin atender las peticiones de los absolutistas más radicales (que pedían una limpieza en la administración, la reposición de la Inquisición…).
En la última etapa del reinado, ante la quiebra económica y el endeudamiento del Estado, el rey introduce algunos políticos de corte protoliberal: economistas, universitarios, técnicos, que pretenden cambiar la situación económica. Pero esto solo puede hacerse o con la contribución de las clases privilegiadas, o con más impuestos para el campesinado con desamortizaciones.
Estas ideas no gustaron a los absolutistas radicales y en 1827 en Cataluña tiene lugar una revuelta absolutista (la Revuelta de los Malcontents). Estos absolutistas han puestos sus esperanzas y su futuro en el infante don Carlos María Isidro. Es un hombre muy absolutista, muy religioso y muy antiliberal.
Surge en España la llamada cuestión sucesoria. Que va a presidir la etapa de 1830 a 1833. Fernando VII había tenido varias esposas y ninguna le había dado hijos hasta que María Cristina le da una hija: Isabel.
Los borbones habían aprobado la llamada Ley Sálica según la cual los derechos de sucesión lo tenían solo los varones. Con arreglo a esa ley, el futuro rey tenía que ser don Carlos. Pero en los últimos años de vida del rey, que estaba convaleciente, este dejó la gobernación en manos de María Cristina.
María Cristina, con el apoyo de sectores absolutistas moderados, presiona al rey para que derogue la Ley Sálica y nombre como heredera a su hija Isabel. El rey publica la Pragmática Sanción (ley que permite que las mujeres puedan heredar la corona y, por tanto, anula la Ley Sálica).

Ambos sectores intentan presionar al rey para que cumpla sus exigencias. Cuando el rey muere está en vigor la Pragmática Sanción. Se encarga entonces del gobierno como regente María Cristina

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