lunes, 24 de junio de 2013

España. La construcción del Estado liberal: avances y resistencias (1833‐1868)

La construcción del estado liberal fue un proceso largo. Fue un proceso difícil y complicado.
Las principales dificultades que impidieron que fuera un proceso más largo fueron la situación de Europa, la Guerras Carlistas (que reciben apoyos de Prusia, Rusia, Austria, etc. Mientras que María Cristina tuvo el apoyo de Francia, Inglaterra y Portugal), las luchas entre liberales (no consiguen pactos entre ellos, lo que ocasiona conflictos), inestabilidad política (hubo muchos gobiernos, pronunciamientos, golpes, contragolpes, revueltas, contra-revuelta, etc.), falta de sintonía entre el pueblo y el estado y la actitud de la reina.
También hay que tener en cuenta los problemas económicos (la construcción económica necesita una estabilidad económica). Estos problemas económicos dieron lugar a revueltas populares (en 1844 se crea la Guardia Civil, por un partido moderado, con el fin de defender la propiedad y orden social en el campo y reprimir los movimientos campesinos).
Se subdivide en 4 etapas:
-          Etapa de las Regencias (1833 – 1843)
o   María Cristina (hasta el 1839)
o   Espartero (líder del partido progresista, y esta hasta el 1843)
-          Década Moderada (1844 – 1854)
-          Bienio Progresista (1854 – 1856)
-          La Etapa de la Unión Liberal (1856 – 1866)
-          Puede haber una quinta etapa que sería: La crisis del Isabelismo (1866 – 1868)
Las etapas que van desde la número dos a la número cinco, corresponde al reinado de Isabel II.

Etapa de las Regencias (1833 – 1843)


Cuestiones fundamentales:
-          Carlismo y primera guerra carlista (1833 - 1839)
-          División liberal y la formación de dos grandes partidos: moderado y progresista.
-          Pronunciamientos militares (pretorianismo)
-          Desamortizaciones eclesiásticas.
El Carlismo (Carlos María Isidro)
Los absolutistas moderados, junto con los liberales, están a favor de la regencia de María Cristina, que mantuvo en la presidencia del gobierno al último presidente que estuvo con Fernando VII, Cea Bermúdez, absolutista moderado que permite ciertas reformas.
Hay otra vertiente del absolutismo radical que son los realistas. Cuando muere Fernando VII, y llega la regencia de María Cristina, Carlos María Isidro se exilia en Portugal y realiza el Manifiesto de Abrantes y convoca a la primera Guerra Carlista.
Hay dos fases una de control carlista, Zumalacárregui está a punto de tomar Madrid, pero el ejército cristiano/liberal se reorganiza, y empieza la segunda fase de control real y el final de la guerra, cuando se realiza el Pacto de Vergara (Espartero por pate real y Maroto por parte Carlista).
El Carlismo como movimiento político.
El carlismo es una ideología y un movimiento político que dará como resultado el Partido Carlista.
Defiende como principales ideas:
-          Absolutismo
-          Religión (como movimiento ultra-católico)
Hay una unidad muy estrecha entre trono y altar (casi teocrático). Posteriormente, a estas reivindicaciones añadirán los fueros. El “grito” del Carlismo será: ¡Dios, Patria, Rey y Fueros!
Es un movimiento de base campesina y de masas. Es muy llamativo, porque en ningún momento en el siglo XIX, el liberalismo, será un movimiento de masas. Es anti-liberal, y por tanto, reaccionario, ultraconservador.  Fue el primer movimiento de masas de España, y habrá que esperar al anarquismo, a principios del siglo XX, para que haya otro movimiento de masas de esas envergaduras. Este movimiento afecta, especialmente, a las provincias periféricas del norte, es decir; País Vasco, Navarra y Cataluña, especialmente, aunque también habrá en León, por ejemplo. En estas zonas periféricas las ciudades, en gran medida, eran liberales, siendo las zonas rurales las zonas de ideología carlista. Tendrá una gran importancia en el nacimiento de los nacionalismos del País Vasco y Cataluña.
El carácter periférico es lo que explica el carácter foral del carlismo. Admitir la foralidad tiene, implícitamente, descentralizador, al contrario que el movimiento liberal con carácter unificador y centralizador.
La nobleza y el clero, tienen una situación complicada, tiene la disyuntiva de apoyar a María Cristina, o decantarse por el Carlismo. La nobleza y el clero se dividen, para un bando o a otro, pero también hay otros que no se pronuncian.
El carlismo es derrotado en 1839, de manera temporal, y a partir de ese momento, la monarquía liberal empieza a consolidarse en España.
División liberal y la formación de dos grandes partidos: moderado y progresista.
Desde las cortes de Cádiz aparecen distintas percepciones y sensibilidades políticas. Estas sensibilidades no tienen tiempo de cuajar políticamente por la llegada inminente de Fernando VII. Durante el Trienio Liberal, aparecen de una forma más nítida en dos sectores, que se cristaliza en esta etapa con la formación de dos partidos: Partido Moderado y Partido Progresista.
Las bases sociales del partido Moderado serían la burguesía y la vieja aristocracia, aunque no exclusivamente. En el partido progresista sería la media y pequeña burguesía, los que alguno llaman la “clase media”.  Ambos unidos por la realidad de que todos son propietarios, no incluyen a los no propietarios, a los obreros.
Durante la etapa de las regencias no hubo ninguna posibilidad de pacto o acuerdo entre ambas fuerzas políticas. Esta realidad de las razones que explican el alto grado de inestabilidad política de España en esta etapa.
El partido moderado viene de una tradición política que se conoce como moderalismo o doctrinarismo. Es una forma de interpretar el liberalismo, caracterizado por una visión muy conservadora. Para los moderados desde 1833 y la victoria sobre el carlismo la revolución ya se ha hecho, no hay que avanzar, intentando alcanzar un pacto con las antiguas clases dirigentes, para favorecer la estabilidad política. Una vez hecho el cambio político, olvidan el cambio social. En esto premia dos aspectos: el “justo medio” (de B. Constant, liberal anti-revolucionario) entre lo antiguo (carlismo) y lo nuevo (progresismo), el orden social y la propiedad, clave del programa moderado. En gran medida proviene de las ideas del liberalismo ingles de aquellos que se exiliaron en Inglaterra en la Guerra de Independencia. Los ideólogos del doctrinarismo (y también del Isabelismo) fueron Balmes y Donoso Cortés, seguidores de B. Constant. Esta ideología, más las desamortizaciones, hicieron que gran parte de la nobleza se integre en el sistema liberal por parte del partido moderado, y dejaron de lado el carlismo.
Este sistema se ve en las constituciones moderadas, ejemplo: En el Estatuto real de 1834 y la Constitución moderada de 1844, de Martínez de la Rosa, que sustituye, en 1834, a Cea Bermúdez. Este es el paso de un absolutismo moderado a un liberalismo moderado. Este cambio de un gabinete absolutista a un gabinete, por completo, liberal, aunque moderado, ya que Cea Bermúdez no contenta a los liberales, y María Cristina necesitaba unir para luchar contra los Carlistas. A partir de este momento no volverá a ver un absolutista.
Los progresistas tienen como base ideología el girondismo y parte del jacobinismo francés. Quieren llevar a cabo una revolución liberal más pura. También reciben el nombre de exaltados. Con el paso del tiempo se van moderando. Ambas fuerzas acabaran defendiendo el sufragio censitario. Entienden la soberanía nacional, abandonando la soberanía popular. Pero no entienden el sufragio universal, sino una fuente de poder que está en la monarquía y en las cortes (soberanía dual), no en el pueblo. Estas diferencias doctrinales se aprecian en las constituciones.
Por ejemplo en el tema de la monarquía, para un moderado la monarquía es la institución más importante y tiene que estar dotada de un gran número de poderes: capacidad ejecutiva, junto con las cortes, legislativa, capacidad de veto, elección de senadores, etc. pero lejos de la concepción monárquica de los absolutistas moderados. Para los progresistas, la monarquía es importante pero no tanto, no tiene capacidad legislativa, ya que ese poder reside en las cortes, tampoco poder ejecutivo, que está en el gobierno, solo capacidad de veto a primera instancia, etc. es decir, una monarquía más débil
En relación con la iglesia, los moderados son partidarios del pacto, del acuerdo, de un peso en la educación. Los progresistas son partidarios de una ruptura iglesia-estado. Respecto a la administración, los moderados son mucho más centralistas que los progresistas, que admiten una descentralización administrativa. Por ejemplo, los alcaldes, para los moderados, son elegidos por Madrid directamente, y los progresistas son partidarios de una elección popular de la alcaldía. Esto es una de las causas de la dimisión de María Cristina como regente y la elección de Espartero, porque María Cristina se negaba a aprobar una política de descentralización, y ante la amenaza de golpe de estado por parte de los progresistas, abandona.
Ninguno de los dos partidos tiene en sus programas ninguna medida de cambio social, ni preocupación por los campesinos o los obreros.
En el siglo XIX surge un grupo, dentro del partido progresista, denominado Izquierda Dinástica, cuyo líder será Posada Herrera, que está muy cerca de defender conceptos democráticos, se consideraban herederos del espíritu de 1812. En los años ’40, coincidiendo con la revolución de 1848, se produce en el partido progresista una secesión que dará como resultado la creación del Partido Democrático, partido pequeño, que defiende el sufragio universal, también se consideran herederos, al igual que la Izquierda Dinástica, herederos del “Espíritu de 1812”.
Dentro del progresismo hay tres vertientes: progresismo de derechas, que están a favor del pacto con los moderados, era minoritario; progresistas de centro, que son los más puros, sin pactos, son los mayoritarios; y los progresistas de izquierdas (la Izquierda Dinástica) que son los primeros que piensan en los programas de reformas sociales, también minoritario.
Pronunciamientos militares (pretorianismo)
En esta etapa de las regencias, casi todos fueron de carácter progresista. Fueron muy frecuentes en esta etapa. Algunos de estos pronunciamientos tenían una trama civil detrás. Suelen ser de esta ideología, por las leyes electorales de los moderados, que tenían un filtro económico muy elevado, impidiendo que la baja y media burguesía pudiera votar. Con este nivel de renta, los progresistas no podían ganar las elecciones porque su electorado no podía votar. Lo mismo ocurre con el caso moderado.
Estos pronunciamientos nunca se hacían en nombre del ejército, sino en nombre de los partidos políticos. Por ejemplo, en 1836 con el sublevamiento de los sargentos de la Granja, estando a punto de asaltan el palacio real, y ante esta situación María Cristina cede y nombre un gobierno progresista. Ninguna sublevación pensaba en crear un gobierno militar, sino cambios en el gobierno. Los pronunciamientos para instaurar un gobierno militar sucederán en el siglo XX, y no se harán en nombre de ninguna fuerza política.
Estos pronunciamientos tienen que ver con el papel del ejército en el siglo XIX, papel muy relevante en la historia de España, hay que tener en cuenta que este siglo empieza con la Guerra de Independencia, sigue con los pronunciamientos liberales en época de Fernando VII, sigue con la Guerra Carlista. El gran icono en la lucha contra el absolutismo, en la lucha contra los franceses, en la victoria del liberalismo contra el carlismo es el ejército. Pero esto no es la única causa, la segunda sería la debilidad intrínseca de los partidos, que al contrario que el carlismo no son partidos de masa, son partidos de cuadros o de elites, esto significa que no hay una estructura de partidos instaurada (no hay comités permanentes, no hay sedes, etc.). No tienen fortaleza ni peso específico, y quienes les dan ese peso son los militares. Ejemplo, el general Espartero es el líder de los progresistas y el general Narváez es el líder de los moderados. La intervención militar desnaturaliza el sistema liberal. Esto durará hasta la restauración en 1874. La última causa es el papel de la reina o de la monarquía, porque la regente, como luego Isabel, van a favorecer siempre la acción política moderada, pero con Espartero pasa exactamente lo mismo, por una política partidaria a favor de los progresistas.
Desamortización eclesiástica o la Desamortización de Mendizábal (1836 – 1843)
La desamortización es la amortización o nacionalización, y posterior privatización por subasta pública, de los bienes e inmuebles del clero, tanto del campo como de la ciudad.
El objetivo, es proceder a una reforma agraria. Sacar un bien económico nacional en posesión de las “manos muertas” y producirlo en un bien rentable y productivas para el mercado, de acuerdo a unos criterios capitalistas del liberalismo económico.  Tenía antecedentes en la Ilustración, como el caso de Jovellanos en su “informe de la ley agraria”. Los ilustrados sabían que para conseguir un país compatible con el resto de Europa era necesaria una reforma agraria. Con Carlos IV se procede a una desamortización civil de Godoy, no eclesiástico. En la Constitución liberal de 1812 está presente este tema, como último antecedente en el trienio liberal las cortes aprueban una desamortización que no fructifica por el escaso tiempo y que fructifica la separación de la Iglesia con el movimiento libera.
Para que la reforma hubiera fructificado, los campesinos tendrían que haber tenido acceso a estas propiedades con una repartición más igualitaria, mediante lotes más pequeños y abaratando los costes. Pero no fue así.
Se hizo una separación en lotes grandes, solo accesibles a la burguesía, por la grave situación económica del Estado, debido a la guerra que estaba con signo negativo para el estado, y necesitaba capital. La solución era vender las tierras amortizadas en lotes grandes a la alta burguesía, favoreciendo a las clases más ricas y perjudicando a los campesinos pobres.
Este proceso contribuyo al progreso de la agricultura española, los parámetros de productividad y rentabilidad van en aumento en España. A partir de este momento se produce más y mejor en España.
La nobleza no solo no perdió sus propiedades, sino que tuvo la posibilidad de aumentarla, aunque el Estado ponía límites de compra, los grandes ricos compraban más tierras mediante tercera personas. Aumenta el problema latifundista del sur de España. Aunque si es verdad que en este proceso, la nobleza pierde algunos de los viejos privilegios. Pierde el señorío jurisdiccional, con la perdida de sus monopolios, pero mantienen intacto el señorío territorial. Es decir; este proceso, hace que la nobleza pase de ser señores feudales a grandes propietarios capitalistas, con todas las ventajas inherentes a esta condición. La alta burguesía, con su afán de ennoblecimiento, compra tierras, haciéndose propietarios de tierras. La pequeña y media burguesía también pudieron hacerse con pequeños lotes. También hubo lugares, según los últimos estudios, en los que parte de jornaleros, en grupo, pudieron acceder a la compra de pequeños lotes.
Este proceso provocó grandes conflictos sociales entre campesinos sin tierras, que se opusieron a este sistema de desamortización, con levantamientos, y propietarios, normalmente nobles. Estos procesos fueron resueltos casi siempre a favor de la nobleza. Esto provoca que los moderados, en 1844[1], creen la Guardia Civil, buscando un orden social rural, con un carácter rural.
El proceso de la Desamortización generara la oligarquía, es decir; un grupo social muy poderoso, formado por la unión de la vieja aristocracia y la nueva alta burguesía. Esta oligarquía se caracteriza, no solo por la posesión de bienes e inmuebles, sino también por la relación estrecha con las nuevas industrias. Este proceso es paralelo a la Primera Industrialización. En 1848 se abre la primera línea férrea, Barcelona – Mataró y tres años después Madrid – Aranjuez. Se unen por razones familiares, es decir; hay una política matrimonial entre familias de la alta burguesía y la vieja nobleza, algo impensable anteriormente. Luego, ya con Isabel II, hay un proceso de ennoblecimiento de la alta burguesía, reconocimiento de los apellidos de las grandes familias que por su trayectoria económica e industrial, les da el título de nobleza. La alta burguesía tiene una ideología de hidalguía, y en otra manera la nobleza aburguesa parte de sus costumbres. Este grupo de poder se verá unido a la derecha liberal, los moderados. La reina se ve muy cercana a este grupo social, y explica en cierta medida, su partidismo.

Década Moderada (1844 – 1854)

La época de las regencias termina con un golpe de Estado que derroca a Espartero, apoyado por los moderados e, incluso, por algunos de los partidarios de los progresistas, por la actitud política de Espartero, casi una dictadura.
En 1844, se proclama la mayoría de edad de Isabel, y llega al poder un gobierno moderado. Lo más importante de esta década es: la consolidación del sistema liberal. Estos diez años darán una relativa estabilidad política del país que lleva a esta consolidación. Se consolidaría por un aparato legislativo. En esta época se aprueba el Código Penal, el Código Civil, la Constitución de 1844 (moderada), en los años ’40 se aprueba la primera ley de Instrucción Pública, sistema público de enseñanza, el inspirador de esta ley fue Gil de Zárate, aprobada por el ministro de fomento Pidal, esta ley es el antecedente directo de la Ley General de Instrucción Pública, de 1858 que estará en vigor hasta 1970, aprobado por el también moderado, Moyano. Estas leyes establece un sistema de educación pública dividido en tres grados: enseñanza primaria,  la escuela, de la cual se encargaban los ayuntamientos, enseñanza secundaria, creados por primera vez en España de forma autónoma, regulados por el Estado de España, con un instituto por provincia, y la  enseñanza superiores, la universidad.
El personaje más importante de esta época es el General Narváez. Los moderados tenían interés en espiritualizar el país, en contra de la laicidad que se estaba instaurando. Por ello, llegan a un pacto con la iglesia, el Concordato de 1851. Eso supone, para el gobierno, una pacificación y un acercamiento de la Iglesia, evitando que se convierta en un enemigo afín al Carlismo. Por otro lado, consigue que el Vaticano acepte el régimen liberal isabelino, y lo legitime, cuando antes había apoyado a Carlos María Isidro. Siempre con algunos recelos de algunos sectores, como el clero bajo o algunas órdenes del norte de España. Se pone fin a la desamortización, aunque ya se habían vendido la gran mayoría de las propiedades. La Iglesia será subvencionada por el Estado, y la Iglesia se convierte en una institución clave en el sistema liberal español, controlara la educación y la cultura. España se declara como un Estado confesional católico. Los moderados siempre se consideraron como el justo medio entre el progresismo de izquierdas y el carlismo absolutista.
A partir de este momento habrá libertades, pero controladas, constitución sí, pero mayor peso para la monarquía, y, por encima de todo, estará el orden y la propiedad.  Es decir; habrá una limitación de las libertades y del sistema electoral (en esta época se llega a no más de 100.000 votantes). Esto lleva a que los progresistas, para optar al gobierno, recurran a los golpes de Estado.
Esta década moderada ha sido definido, a veces, como la Dictadura Moderada, por todas estas medidas de control. Un ejemplo de estas medidas de control, es la creación, en 1844, de la Guardia Civil, con lo que eliminan la milicia nacional[2] para eliminar un centro de poder progresista.
Se emplearon un sistema de corrupción electoral para controlar las elecciones, mediante el caciquismo o el pucherazo. A esto se le suma la corrupción económica, en los años de progreso de la industrialización. El Gobierno favorecía a los empresarios partidarios del partido moderado.
Ante esta situación, en 1854 se produce el Pronunciamiento de Vicálvaro, la “Vicalvarada”. Dirigida por Leopoldo O’Donnell, este no era un progresista, sino que como otros moderados se dan cuenta de que no puede seguir la dictadura de Narváez. Este pronunciamiento pone fin a la Década Moderada. El programa político de O’Donnell se conoce como el Manifiesto del Manzanares, el autor intelectual fue Antonio Cánovas del Castillo, que pertenece al partido moderado, a la sección de O’Donnell. Este pronunciamiento tuvo éxito no solo por la trama militar de parte del ejército sino porque tuvo una trama civil, con habitantes de las ciudades progresistas, que crean tramas civiles que apoyan a los militares rebeldes, que están esperando la llegada de Espartero, que se encuentra en el exilio.
Se formará un gobierno donde los dos hombres fuertes son Espartero, como jefe de gobierno, y O’Donnell, como ministro. Así se inicia el Bienio Progresista.

Bienio Progresista (1854 – 1856)

Lo más importante del bienio son dos cosas: la desamortización civil de Pascual Madoz –ministro de hacienda-, que desamortiza los bienes comunales de los municipios. Estos bienes son de titularidad estatal. Son bienes muy utilizados y queridos por los campesinos pobres, ya que estas tierras son utilizadas por los campesinos del lugar. Se venden en subasta en grandes lotes, comprados por la alta burguesía rural y de las ciudades, con esta medida los pobres se empobrecen más. En el ámbito rural no tardan en aparecer movimientos de respuesta. Se aprueban otras leyes, como la de ferrocarriles, la de bancos, etc.
De esta manera, España arrastrara un problema social y económico gravísimo, sin llevar a cabo ninguna reforma agraria, que no se solucionaran hasta los años ’30 del siglo XX.
El segundo hecho de gran importancia es la consolidación de un nuevo partido político, la Unión Liberal, liderados por O’Donnell, que intenta unificar a una parte de los moderados y los progresistas. A partir de este momento habrá tres partidos. Desde los años ’40 existen en España otras fuerzas políticas: el Partido Demócrata, en el año 1848 –que defiende un sistema demócrata, con sufragio universal- son una escisión de la izquierda del progresismo. También surge el Partido Republicano, ambos partidos se confunden, ya que dentro del partido demócrata hay varias vertientes, monárquicos, republicanos, e, incluso, personas partidarias del socialismo utópico. Estos socialistas pondrán en marcha los Falansterios, ciudades obreras de autogestión. Al final estos partidos se acabarán fusionando en uno, el Partido Republicano, donde habrá republicanos federalistas y republicanos centralistas.
La experiencia del Bienio, termina con un nuevo pronunciamiento, amparado por el propio O’Donnell, descontento de la experiencia de este gobierno con Espartero. Que terminar en 1856 con el Bienio Progresista, apareciendo una nueva etapa, la de la Unión Liberal.

Unión Liberal (1856 – 1866)

Durante esta etapa hay distintos gobiernos, unos moderados y otros unionistas. Lo que se da producido es una clara evolución ideológica del unionismo hacia el movimiento moderado.
El primer gobierno es moderado, liderado por Narváez, con las mismas políticas llevadas a cabo en la década moderada. En el año ’58, le sustituye el llamado gobierno largo que llegara hasta el 1863, liderado por O’Donnell. Hay un crecimiento económico, ampliación del tendido ferroviario, aumento de las inversiones de capital extranjero, son años de bonanza económica, de expediciones militares en el exterior, que contaban con un gran apoyo popular. Son las últimas guerras patrióticas, con apoyo nacional.
Desde el año 1866 hasta el 1868 se suceden gobiernos de corta duración de distintos signos ideológicos. Los progresistas han sido expulsados del juego político, y deciden retraerse de participar en la política, rechazados por la reina y los distintos gobiernos. Esto produce un efecto colateral, un acercamiento entre progresistas y demócratas, e, incluso, alguna facción del republicanismo. Este acercamiento, cada vez mayor, explica que en 1866, en la ciudad belga de Ostende, se firme un pacto de unidad política entre demócratas y progresistas, cuyo objetivo es acabar con la dictadura de los moderados, acabar con la monarquía y traer a España un nuevo sistema.  En este momento brillara un personaje: el general Prim, líder de los progresistas. Este pacto será apoyado, un año después, por la Unión Liberal, dirigida por el general Serrano, debida a la grave crisis económica del país. Esta incorporación será de gran importancia, ya que llevan una cierta moderación y llevan los más importantes militares al pacto. Este apoyo va a contrapesar el apoyo de demócratas y republicanos y moderara los contenidos de la Constitución de 1868.
A partir del año 1866 hasta el año 1868 se puede hablar en España de una crisis global e integral; crisis política, económica –que coincide con malas cosechas-, se revela la universidad, militaradas –que fracasas-, etc. a esto se suma la corrupción.
En abril de 1868 estalla la revolución, conocida con el nombre de “La Gloriosa”. Simbólicamente, la revolución empieza en la bahía de Cádiz con la sublevación de la Armada, a las órdenes de Topete. Prim ha llegado a España de forma clandestina. Hay una sola batalla en Córdoba. Prim derrota rápidamente al ejército realista e Isabel II se exilia en Francia y nace una nueva etapa, conocida como el Sexenio Democrático.
Hay una discusión entre las fuerzas sobre el régimen, por eso, se acuerda unas elecciones a convocatoria de cortes, con sufragio universal, que decidirán el nuevo sistema  que tendrá España. Las elecciones son ganadas por los progresistas, que sumado con los diputados unionistas forman una gran mayoría para la votación sobre la elección de monarquía o república para el régimen que tendrá España. Sale elegido la Monarquía, en la Constitución de 1869.



[1] Fernando VII, en 1823, sustituye a la Inquisición por la Policía, para combatir el liberalismo y los levantamientos. No hay que confundirlo.
[2] Milicia Nacional, es un cuerpo civil pero militar al mismo tiempo. Creado por los progresistas para luchar contra el Absolutismo, y defender el orden liberal. Esta milicia estaba formado por soldados de orden social bajo, los oficiales pertenecían a la burguesía. Defendieron la autonomía de ayuntamientos.

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