La
construcción del estado liberal fue un proceso largo. Fue un proceso difícil y
complicado.
Las
principales dificultades que impidieron que fuera un proceso más largo fueron
la situación de Europa, la Guerras Carlistas (que reciben apoyos de Prusia,
Rusia, Austria, etc. Mientras que María Cristina tuvo el apoyo de Francia,
Inglaterra y Portugal), las luchas entre liberales (no consiguen pactos entre
ellos, lo que ocasiona conflictos), inestabilidad política (hubo muchos
gobiernos, pronunciamientos, golpes, contragolpes, revueltas, contra-revuelta,
etc.), falta de sintonía entre el pueblo y el estado y la actitud de la reina.
También
hay que tener en cuenta los problemas económicos (la construcción económica
necesita una estabilidad económica). Estos problemas económicos dieron lugar a
revueltas populares (en 1844 se crea la Guardia Civil, por un partido moderado,
con el fin de defender la propiedad y orden social en el campo y reprimir los
movimientos campesinos).
Se
subdivide en 4 etapas:
-
Etapa de las Regencias (1833 –
1843)
o
María Cristina (hasta el 1839)
o
Espartero (líder del partido
progresista, y esta hasta el 1843)
-
Década Moderada (1844 – 1854)
-
Bienio Progresista (1854 – 1856)
-
La Etapa de la Unión Liberal
(1856 – 1866)
-
Puede haber una quinta etapa que
sería: La crisis del Isabelismo (1866 – 1868)
Las etapas
que van desde la número dos a la número cinco, corresponde al reinado de Isabel
II.
Etapa de las Regencias (1833 – 1843)
Cuestiones fundamentales:
-
Carlismo y primera guerra
carlista (1833 - 1839)
-
División liberal y la formación
de dos grandes partidos: moderado y progresista.
-
Pronunciamientos militares
(pretorianismo)
-
Desamortizaciones eclesiásticas.
El Carlismo (Carlos María Isidro)
Los
absolutistas moderados, junto con los liberales, están a favor de la regencia de
María Cristina, que mantuvo en la presidencia del gobierno al último presidente
que estuvo con Fernando VII, Cea Bermúdez, absolutista moderado que permite
ciertas reformas.
Hay
otra vertiente del absolutismo radical que son los realistas. Cuando muere Fernando VII, y llega la regencia de María
Cristina, Carlos María Isidro se exilia en Portugal y realiza el Manifiesto de Abrantes
y convoca a la primera Guerra Carlista.
Hay dos
fases una de control carlista, Zumalacárregui está a punto de tomar Madrid, pero
el ejército cristiano/liberal se reorganiza, y empieza la segunda fase de
control real y el final de la guerra, cuando se realiza el Pacto de Vergara (Espartero por pate real y Maroto por parte Carlista).
El Carlismo como movimiento político.
El
carlismo es una ideología y un movimiento político que dará como resultado el
Partido Carlista.
Defiende
como principales ideas:
-
Absolutismo
-
Religión
(como movimiento ultra-católico)
Hay una
unidad muy estrecha entre trono y altar (casi teocrático). Posteriormente, a
estas reivindicaciones añadirán los fueros. El “grito” del Carlismo será: ¡Dios, Patria, Rey y Fueros!
Es un
movimiento de base campesina y de masas. Es muy llamativo, porque en ningún
momento en el siglo XIX, el liberalismo, será un movimiento de masas. Es
anti-liberal, y por tanto, reaccionario, ultraconservador. Fue el primer movimiento de masas de España,
y habrá que esperar al anarquismo, a principios del siglo XX, para que haya
otro movimiento de masas de esas envergaduras. Este movimiento afecta,
especialmente, a las provincias periféricas del norte, es decir; País Vasco,
Navarra y Cataluña, especialmente, aunque también habrá en León, por ejemplo.
En estas zonas periféricas las ciudades, en gran medida, eran liberales, siendo
las zonas rurales las zonas de ideología carlista. Tendrá una gran importancia
en el nacimiento de los nacionalismos del País Vasco y Cataluña.
El
carácter periférico es lo que explica el carácter foral del carlismo. Admitir
la foralidad tiene, implícitamente, descentralizador, al contrario que el
movimiento liberal con carácter unificador y centralizador.
La
nobleza y el clero, tienen una situación complicada, tiene la disyuntiva de
apoyar a María Cristina, o decantarse por el Carlismo. La nobleza y el clero se
dividen, para un bando o a otro, pero también hay otros que no se pronuncian.
El
carlismo es derrotado en 1839, de manera temporal, y a partir de ese momento,
la monarquía liberal empieza a consolidarse en España.
División liberal y la formación de dos grandes partidos:
moderado y progresista.
Desde
las cortes de Cádiz aparecen distintas percepciones y sensibilidades políticas.
Estas sensibilidades no tienen tiempo de cuajar políticamente por la llegada
inminente de Fernando VII. Durante el Trienio Liberal, aparecen de una forma
más nítida en dos sectores, que se cristaliza en esta etapa con la formación de
dos partidos: Partido Moderado y Partido Progresista.
Las
bases sociales del partido Moderado serían la burguesía y la vieja
aristocracia, aunque no exclusivamente. En el partido progresista sería la
media y pequeña burguesía, los que alguno llaman la “clase media”. Ambos unidos por la realidad de que todos son
propietarios, no incluyen a los no propietarios, a los obreros.
Durante
la etapa de las regencias no hubo ninguna posibilidad de pacto o acuerdo entre
ambas fuerzas políticas. Esta realidad de las razones que explican el alto
grado de inestabilidad política de España en esta etapa.
El
partido moderado viene de una tradición política que se conoce como moderalismo o doctrinarismo. Es una
forma de interpretar el liberalismo, caracterizado por una visión muy
conservadora. Para los moderados desde 1833 y la victoria sobre el carlismo la
revolución ya se ha hecho, no hay que avanzar, intentando alcanzar un pacto con
las antiguas clases dirigentes, para favorecer la estabilidad política. Una vez
hecho el cambio político, olvidan el cambio social. En esto premia dos
aspectos: el “justo medio” (de B. Constant, liberal anti-revolucionario) entre
lo antiguo (carlismo) y lo nuevo (progresismo), el orden social y la propiedad,
clave del programa moderado. En gran medida proviene de las ideas del
liberalismo ingles de aquellos que se exiliaron en Inglaterra en la Guerra de
Independencia. Los ideólogos del doctrinarismo (y también del Isabelismo)
fueron Balmes y Donoso Cortés, seguidores de B. Constant. Esta ideología, más
las desamortizaciones, hicieron que gran parte de la nobleza se integre en el
sistema liberal por parte del partido moderado, y dejaron de lado el carlismo.
Este
sistema se ve en las constituciones moderadas, ejemplo: En el Estatuto real de 1834 y la Constitución moderada de 1844, de Martínez
de la Rosa, que sustituye, en 1834, a Cea Bermúdez. Este es el paso de un
absolutismo moderado a un liberalismo moderado. Este cambio de un gabinete
absolutista a un gabinete, por completo, liberal, aunque moderado, ya que Cea
Bermúdez no contenta a los liberales, y María Cristina necesitaba unir para
luchar contra los Carlistas. A partir de este momento no volverá a ver un
absolutista.
Los
progresistas tienen como base ideología el girondismo y parte del jacobinismo
francés. Quieren llevar a cabo una revolución liberal más pura. También reciben
el nombre de exaltados. Con el paso del tiempo se van moderando. Ambas fuerzas
acabaran defendiendo el sufragio censitario. Entienden la soberanía nacional, abandonando la soberanía popular. Pero no
entienden el sufragio universal, sino una fuente de poder que está en la
monarquía y en las cortes (soberanía dual), no en el pueblo. Estas diferencias
doctrinales se aprecian en las constituciones.
Por
ejemplo en el tema de la monarquía, para un moderado la monarquía es la
institución más importante y tiene que estar dotada de un gran número de
poderes: capacidad ejecutiva, junto con las cortes, legislativa, capacidad de
veto, elección de senadores, etc. pero lejos de la concepción monárquica de los
absolutistas moderados. Para los progresistas, la monarquía es importante pero
no tanto, no tiene capacidad legislativa, ya que ese poder reside en las cortes,
tampoco poder ejecutivo, que está en el gobierno, solo capacidad de veto a
primera instancia, etc. es decir, una monarquía más débil
En
relación con la iglesia, los moderados son partidarios del pacto, del acuerdo,
de un peso en la educación. Los progresistas son partidarios de una ruptura
iglesia-estado. Respecto a la administración, los moderados son mucho más
centralistas que los progresistas, que admiten una descentralización
administrativa. Por ejemplo, los
alcaldes, para los moderados, son elegidos por Madrid directamente, y los
progresistas son partidarios de una elección popular de la alcaldía. Esto
es una de las causas de la dimisión de María Cristina como regente y la
elección de Espartero, porque María Cristina se negaba a aprobar una política
de descentralización, y ante la amenaza de golpe de estado por parte de los
progresistas, abandona.
Ninguno
de los dos partidos tiene en sus programas ninguna medida de cambio social, ni
preocupación por los campesinos o los obreros.
En el
siglo XIX surge un grupo, dentro del partido progresista, denominado Izquierda
Dinástica, cuyo líder será Posada Herrera, que está muy cerca de defender
conceptos democráticos, se consideraban herederos del espíritu de 1812. En los
años ’40, coincidiendo con la revolución de 1848, se produce en el partido
progresista una secesión que dará como resultado la creación del Partido
Democrático, partido pequeño, que defiende el sufragio universal, también se
consideran herederos, al igual que la Izquierda Dinástica, herederos del
“Espíritu de 1812”.
Dentro
del progresismo hay tres vertientes: progresismo de derechas, que están a favor
del pacto con los moderados, era minoritario; progresistas de centro, que son
los más puros, sin pactos, son los mayoritarios; y los progresistas de
izquierdas (la Izquierda Dinástica) que son los primeros que piensan en los
programas de reformas sociales, también minoritario.
Pronunciamientos militares (pretorianismo)
En esta
etapa de las regencias, casi todos fueron de carácter progresista. Fueron muy
frecuentes en esta etapa. Algunos de estos pronunciamientos tenían una trama
civil detrás. Suelen ser de esta ideología, por las leyes electorales de los
moderados, que tenían un filtro económico muy elevado, impidiendo que la baja y
media burguesía pudiera votar. Con este nivel de renta, los progresistas no
podían ganar las elecciones porque su electorado no podía votar. Lo mismo
ocurre con el caso moderado.
Estos
pronunciamientos nunca se hacían en nombre del ejército, sino en nombre de los
partidos políticos. Por ejemplo, en 1836 con el sublevamiento de los sargentos
de la Granja, estando a punto de asaltan el palacio real, y ante esta situación
María Cristina cede y nombre un gobierno progresista. Ninguna sublevación pensaba
en crear un gobierno militar, sino cambios en el gobierno. Los pronunciamientos
para instaurar un gobierno militar sucederán en el siglo XX, y no se harán en
nombre de ninguna fuerza política.
Estos
pronunciamientos tienen que ver con el papel del ejército en el siglo XIX,
papel muy relevante en la historia de España, hay que tener en cuenta que este
siglo empieza con la Guerra de Independencia, sigue con los pronunciamientos
liberales en época de Fernando VII, sigue con la Guerra Carlista. El gran icono
en la lucha contra el absolutismo, en la lucha contra los franceses, en la
victoria del liberalismo contra el carlismo es el ejército. Pero esto no es la
única causa, la segunda sería la debilidad intrínseca de los partidos, que al
contrario que el carlismo no son partidos de masa, son partidos de cuadros o de
elites, esto significa que no hay una estructura de partidos instaurada (no hay
comités permanentes, no hay sedes, etc.). No tienen fortaleza ni peso
específico, y quienes les dan ese peso son los militares. Ejemplo, el general
Espartero es el líder de los progresistas y el general Narváez es el líder de
los moderados. La intervención militar desnaturaliza el sistema liberal. Esto
durará hasta la restauración en 1874. La última causa es el papel de la reina o
de la monarquía, porque la regente, como luego Isabel, van a favorecer siempre
la acción política moderada, pero con Espartero pasa exactamente lo mismo, por
una política partidaria a favor de los progresistas.
Desamortización eclesiástica o la Desamortización de
Mendizábal (1836 – 1843)
La desamortización es la amortización o nacionalización, y
posterior privatización por subasta pública, de los bienes e inmuebles del
clero, tanto del campo como de la ciudad.
El objetivo, es proceder a una reforma agraria. Sacar un
bien económico nacional en posesión de las “manos muertas” y producirlo en un
bien rentable y productivas para el mercado, de acuerdo a unos criterios
capitalistas del liberalismo económico. Tenía
antecedentes en la Ilustración, como el caso de Jovellanos en su “informe de la ley agraria”. Los
ilustrados sabían que para conseguir un país compatible con el resto de Europa
era necesaria una reforma agraria. Con Carlos IV se procede a una
desamortización civil de Godoy, no eclesiástico. En la Constitución liberal de
1812 está presente este tema, como último antecedente en el trienio liberal las
cortes aprueban una desamortización que no fructifica por el escaso tiempo y
que fructifica la separación de la Iglesia con el movimiento libera.
Para que la reforma hubiera fructificado, los campesinos
tendrían que haber tenido acceso a estas propiedades con una repartición más
igualitaria, mediante lotes más pequeños y abaratando los costes. Pero no fue
así.
Se hizo una separación en lotes grandes, solo accesibles a
la burguesía, por la grave situación económica del Estado, debido a la guerra
que estaba con signo negativo para el estado, y necesitaba capital. La solución
era vender las tierras amortizadas en lotes grandes a la alta burguesía, favoreciendo
a las clases más ricas y perjudicando a los campesinos pobres.
Este proceso contribuyo al progreso de la agricultura
española, los parámetros de productividad y rentabilidad van en aumento en
España. A partir de este momento se produce más y mejor en España.
La nobleza no solo no perdió sus propiedades, sino que tuvo
la posibilidad de aumentarla, aunque el Estado ponía límites de compra, los
grandes ricos compraban más tierras mediante tercera personas. Aumenta el
problema latifundista del sur de España. Aunque si es verdad que en este
proceso, la nobleza pierde algunos de los viejos privilegios. Pierde el señorío
jurisdiccional, con la perdida de sus monopolios, pero mantienen intacto el
señorío territorial. Es decir; este proceso, hace que la nobleza pase de ser
señores feudales a grandes propietarios capitalistas, con todas las ventajas
inherentes a esta condición. La alta burguesía, con su afán de ennoblecimiento,
compra tierras, haciéndose propietarios de tierras. La pequeña y media
burguesía también pudieron hacerse con pequeños lotes. También hubo lugares,
según los últimos estudios, en los que parte de jornaleros, en grupo, pudieron
acceder a la compra de pequeños lotes.
Este proceso provocó grandes conflictos sociales entre
campesinos sin tierras, que se opusieron a este sistema de desamortización, con
levantamientos, y propietarios, normalmente nobles. Estos procesos fueron
resueltos casi siempre a favor de la nobleza. Esto provoca que los moderados,
en 1844[1],
creen la Guardia Civil, buscando un orden social rural, con un carácter rural.
El
proceso de la Desamortización generara la oligarquía, es decir; un grupo social
muy poderoso, formado por la unión de la vieja aristocracia y la nueva alta
burguesía. Esta oligarquía se caracteriza, no solo por la posesión de bienes e
inmuebles, sino también por la relación estrecha con las nuevas industrias.
Este proceso es paralelo a la Primera Industrialización. En 1848 se abre la
primera línea férrea, Barcelona – Mataró y tres años después Madrid – Aranjuez.
Se unen por razones familiares, es decir; hay una política matrimonial entre
familias de la alta burguesía y la vieja nobleza, algo impensable
anteriormente. Luego, ya con Isabel II, hay un proceso de ennoblecimiento de la
alta burguesía, reconocimiento de los apellidos de las grandes familias que por
su trayectoria económica e industrial, les da el título de nobleza. La alta
burguesía tiene una ideología de hidalguía,
y en otra manera la nobleza aburguesa parte de sus costumbres. Este grupo
de poder se verá unido a la derecha liberal, los moderados. La reina se ve muy
cercana a este grupo social, y explica en cierta medida, su partidismo.
Década Moderada (1844 – 1854)
La época de las regencias termina con un golpe de Estado que
derroca a Espartero, apoyado por los moderados e, incluso, por algunos de los
partidarios de los progresistas, por la actitud política de Espartero, casi una
dictadura.
En 1844, se proclama la mayoría de edad de Isabel, y llega
al poder un gobierno moderado. Lo más importante de esta década es: la consolidación
del sistema liberal. Estos diez años darán una relativa estabilidad
política del país que lleva a esta consolidación. Se consolidaría por un
aparato legislativo. En esta época se aprueba el Código Penal, el Código Civil,
la Constitución de 1844 (moderada), en los años ’40 se aprueba la primera ley
de Instrucción Pública, sistema público de enseñanza, el inspirador de esta ley
fue Gil de Zárate, aprobada por el ministro de fomento Pidal, esta ley es el
antecedente directo de la Ley General de Instrucción Pública, de 1858 que
estará en vigor hasta 1970, aprobado por el también moderado, Moyano. Estas
leyes establece un sistema de educación pública dividido en tres grados:
enseñanza primaria, la escuela, de la
cual se encargaban los ayuntamientos, enseñanza secundaria, creados por primera
vez en España de forma autónoma, regulados por el Estado de España, con un
instituto por provincia, y la enseñanza
superiores, la universidad.
El personaje más importante de esta época es el General
Narváez. Los moderados tenían interés en espiritualizar el país, en contra de
la laicidad que se estaba instaurando. Por ello, llegan a un pacto con la
iglesia, el Concordato de 1851. Eso supone, para el gobierno, una pacificación
y un acercamiento de la Iglesia, evitando que se convierta en un enemigo afín
al Carlismo. Por otro lado, consigue que el Vaticano acepte el régimen liberal
isabelino, y lo legitime, cuando antes había apoyado a Carlos María Isidro.
Siempre con algunos recelos de algunos sectores, como el clero bajo o algunas
órdenes del norte de España. Se pone fin a la desamortización, aunque ya se
habían vendido la gran mayoría de las propiedades. La Iglesia será
subvencionada por el Estado, y la Iglesia se convierte en una institución clave
en el sistema liberal español, controlara la educación y la cultura. España se
declara como un Estado confesional católico. Los moderados siempre se
consideraron como el justo medio
entre el progresismo de izquierdas y el carlismo absolutista.
A partir de este momento habrá libertades, pero controladas,
constitución sí, pero mayor peso para la monarquía, y, por encima de todo,
estará el orden y la propiedad. Es
decir; habrá una limitación de las libertades y del sistema electoral (en esta
época se llega a no más de 100.000 votantes). Esto lleva a que los
progresistas, para optar al gobierno, recurran a los golpes de Estado.
Esta década moderada ha sido definido, a veces, como la Dictadura Moderada, por todas estas
medidas de control. Un ejemplo de estas medidas de control, es la creación, en
1844, de la Guardia Civil, con lo que eliminan la milicia nacional[2]
para eliminar un centro de poder progresista.
Se emplearon un sistema de corrupción electoral para
controlar las elecciones, mediante el caciquismo o el pucherazo. A esto se le
suma la corrupción económica, en los años de progreso de la industrialización.
El Gobierno favorecía a los empresarios partidarios del partido moderado.
Ante esta situación, en 1854 se produce el Pronunciamiento
de Vicálvaro, la “Vicalvarada”.
Dirigida por Leopoldo O’Donnell, este no era un progresista, sino que como
otros moderados se dan cuenta de que no puede seguir la dictadura de Narváez.
Este pronunciamiento pone fin a la Década Moderada. El programa político de
O’Donnell se conoce como el Manifiesto
del Manzanares, el autor intelectual fue Antonio Cánovas del Castillo, que
pertenece al partido moderado, a la sección de O’Donnell. Este pronunciamiento
tuvo éxito no solo por la trama militar de parte del ejército sino porque tuvo
una trama civil, con habitantes de las ciudades progresistas, que crean tramas
civiles que apoyan a los militares rebeldes, que están esperando la llegada de
Espartero, que se encuentra en el exilio.
Se formará un gobierno donde los dos hombres fuertes son
Espartero, como jefe de gobierno, y O’Donnell, como ministro. Así se inicia el
Bienio Progresista.
Bienio Progresista (1854 – 1856)
Lo más importante del bienio son dos cosas: la desamortización civil de Pascual Madoz
–ministro de hacienda-, que desamortiza los bienes comunales de los municipios.
Estos bienes son de titularidad estatal. Son bienes muy utilizados y queridos
por los campesinos pobres, ya que estas tierras son utilizadas por los
campesinos del lugar. Se venden en subasta en grandes lotes, comprados por la
alta burguesía rural y de las ciudades, con esta medida los pobres se
empobrecen más. En el ámbito rural no tardan en aparecer movimientos de
respuesta. Se aprueban otras leyes, como la de ferrocarriles, la de bancos,
etc.
De esta manera, España arrastrara un problema social y
económico gravísimo, sin llevar a cabo ninguna reforma agraria, que no se
solucionaran hasta los años ’30 del siglo XX.
El segundo hecho de gran importancia es la consolidación de un nuevo partido político,
la Unión Liberal, liderados por O’Donnell, que intenta unificar a una
parte de los moderados y los progresistas. A partir de este momento habrá tres
partidos. Desde los años ’40 existen en España otras fuerzas políticas: el Partido Demócrata, en el año 1848 –que
defiende un sistema demócrata, con sufragio universal- son una escisión de la
izquierda del progresismo. También surge el Partido
Republicano, ambos partidos se confunden, ya que dentro del partido
demócrata hay varias vertientes, monárquicos, republicanos, e, incluso,
personas partidarias del socialismo utópico. Estos socialistas pondrán en
marcha los Falansterios, ciudades
obreras de autogestión. Al final estos partidos se acabarán fusionando en uno,
el Partido Republicano, donde habrá republicanos federalistas y republicanos
centralistas.
La experiencia del Bienio, termina con un nuevo
pronunciamiento, amparado por el propio O’Donnell, descontento de la
experiencia de este gobierno con Espartero. Que terminar en 1856 con el Bienio
Progresista, apareciendo una nueva etapa, la de la Unión Liberal.
Unión Liberal (1856 – 1866)
Durante esta etapa hay distintos gobiernos, unos moderados y
otros unionistas. Lo que se da producido es una clara evolución ideológica del
unionismo hacia el movimiento moderado.
El primer gobierno es moderado, liderado por Narváez, con
las mismas políticas llevadas a cabo en la década moderada. En el año ’58, le
sustituye el llamado gobierno largo
que llegara hasta el 1863, liderado por O’Donnell. Hay un crecimiento económico,
ampliación del tendido ferroviario, aumento de las inversiones de capital
extranjero, son años de bonanza económica, de expediciones militares en el
exterior, que contaban con un gran apoyo popular. Son las últimas guerras
patrióticas, con apoyo nacional.
Desde el año 1866 hasta el 1868 se suceden gobiernos de
corta duración de distintos signos ideológicos. Los progresistas han sido
expulsados del juego político, y deciden retraerse de participar en la
política, rechazados por la reina y los distintos gobiernos. Esto produce un
efecto colateral, un acercamiento entre progresistas y demócratas, e, incluso,
alguna facción del republicanismo. Este acercamiento, cada vez mayor, explica
que en 1866, en la ciudad belga de Ostende, se firme un pacto de unidad
política entre demócratas y progresistas, cuyo objetivo es acabar con la
dictadura de los moderados, acabar con la monarquía y traer a España un nuevo
sistema. En este momento brillara un
personaje: el general Prim, líder de los progresistas. Este pacto será apoyado,
un año después, por la Unión Liberal, dirigida por el general Serrano, debida a
la grave crisis económica del país. Esta incorporación será de gran
importancia, ya que llevan una cierta moderación y llevan los más importantes
militares al pacto. Este apoyo va a contrapesar el apoyo de demócratas y
republicanos y moderara los contenidos de la Constitución de 1868.
A partir del año 1866 hasta el año 1868 se puede hablar en
España de una crisis global e integral; crisis política, económica –que coincide
con malas cosechas-, se revela la universidad, militaradas –que fracasas-, etc.
a esto se suma la corrupción.
En abril de 1868 estalla la revolución, conocida con el
nombre de “La Gloriosa”.
Simbólicamente, la revolución empieza en la bahía de Cádiz con la sublevación
de la Armada, a las órdenes de Topete. Prim ha llegado a España de forma
clandestina. Hay una sola batalla en Córdoba. Prim derrota rápidamente al
ejército realista e Isabel II se exilia en Francia y nace una nueva etapa,
conocida como el Sexenio Democrático.
Hay una discusión entre las fuerzas sobre el régimen, por
eso, se acuerda unas elecciones a convocatoria de cortes, con sufragio
universal, que decidirán el nuevo sistema
que tendrá España. Las elecciones son ganadas por los progresistas, que
sumado con los diputados unionistas forman una gran mayoría para la votación
sobre la elección de monarquía o república para el régimen que tendrá España.
Sale elegido la Monarquía, en la Constitución de 1869.
[1] Fernando VII, en 1823,
sustituye a la Inquisición por la Policía, para combatir el liberalismo y los
levantamientos. No hay que confundirlo.
[2] Milicia Nacional, es un
cuerpo civil pero militar al mismo tiempo. Creado por los progresistas para
luchar contra el Absolutismo, y defender el orden liberal. Esta milicia estaba
formado por soldados de orden social bajo, los oficiales pertenecían a la burguesía.
Defendieron la autonomía de ayuntamientos.
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