La civilización de la Europa Clásica
El clasicismo fue un movimiento estético y cultural que
actualizó y reivindicó los valores de la antigüedad grecorromana y del
Renacimiento.
La estética del clasicismo se caracteriza por la unidad, la
armonía, la moderación y la sobriedad. Es una estética que apela más a la razón
que al sentimiento.
En arquitectura se caracterizó por la hegemonía de la recta,
la superposición desórdenes, columnatas y frontones triangulares. En escultura
y pintura abundan las alegorías mitológicas. En el teatro existe una disciplina
en la unidad de tiempo, acción y lugar. En prosa destaca la claridad
expositiva.
La historiografía francesa ha designado con el nombre de
época clásica a la época del reinado de Luis XIV. Con el calificativo de
clásica se alude a una época áurea, en la cual la cultura francesa adquirió la
mayor perfección e irradió a toda Europa.
Por influencia de la historiografía francesa nos referimos a
la Europa de Luis XIV como la Europa del Clasicismo.
Luis XIV fue el principal mecenas del reino. La cultura fue
para Luis XIV parte de los refinados modos de vida de la corte. Pero también
fue un instrumento de propaganda política al servicio de su gloria personal y
del prestigio internacional de Francia.
La Revolución Científica: el racionalismo de Descartes
La publicación del Discurso del Método por René Descartes en
1637 constituyó un hito decisivo en la historia intelectual de occidente.
Descartes parte de las certezas más complejas. Propugna la
duda metódica no acepta nada que no sea
evidente. Frente a las verdades admitidas por autoridad y tradición, descartes
estima que la razón es el criterio intelectual supremo.
El pensamiento de Descartes está profundamente influido por
Bacon, autor de una nueva lógica que desplazó a la lógica aristotélica. Ambos
coincidían en la intención de hacer tabla rasa de la tradición filosófica anterior.
Pero Descartes no se identifica con el utilitarismo de Bacon ni con su
inclinación experimentalista.
El método cartesiano se caracteriza por su sentido crítico,
la disciplina intelectual y la observación empírica.
Partiendo de la experiencia interna y de la certeza de su
propio ser (cogito, ergo sum),
Descartes construye una nueva metafísica. El sistema filosófico cartesiano es
racionalista, en cuanto considera que la razón es el criterio supremo de verdad
y estima que la realidad es transparente a la razón.
La filosofía cartesiana es dualista en cuanto que distingue
entre dos tipos de sustancias: la res
cogitans (sustancia espiritual) y la res
extensa (sustancia material).
La comunicación entre ambas sustancias en el ser humano fue
cuestión que Descartes no llegó a resolver satisfactoriamente.
La filosofía de Spinoza es un desafío para el cristianismo y
para el judaísmo.
Spinoza era hijo de un rabino de Ámsterdam y descendiente de
judíos castellanos. Fue expulsado de la sinagoga y se ganó la vida como pulidor
de lentes. La filosofía de Spinoza es más claramente panteísta que la de
Malebranche.
Para Spinoza existe una única substancia. Esta sustancia
tiene dos modalidades: la natura naturans
(Dios) y la natura naturanda (mundo).
La actividad filosófica de Spinoza se extendió también al campo de la política.
Leibniz fue un hombre de espíritu universal. Cultivó matemáticas, física,
derecho, historia, teología y filosofía.
Se caracterizó por su espíritu conciliador en lo político y
en lo especulativo: "en todo tiempo
me preocupé de descubrir la verdad que se hallaba soterrada y dispersa en las
diferentes sectas filosóficas y de juntarlas consigo misma."
Se esforzó por conciliar la existencia del mar y la bondad
de Dios.
Estableció la teoría de las mónadas. Toda realidad se
compone de mónadas. Las mónadas son seres espirituales. Existen varias
categorías de mónadas, desde las de nivel más bajo, que no poseen conciencia,
hasta Dios, la mónada perfecta.
En la segunda mitad del siglo XVII, la difusión del
cartesianismo transformó el panorama intelectual y religioso europeo.
Importantes sectores eclesiásticos y bastantes universidades
se opusieron al cartesianismo.
Bossuet veía en el cartesianismo un peligro para la Iglesia.
De hecho, al margen de los propósitos de Descartes, que era un creyente
convencido, el cartesianismo tendió a asociarse con el deísmo en la crítica
hacia las religiones reveladas, anticipando así los planteamientos de la
ilustración francesa.
La aportación científica de Newton
La revolución científica del siglo XVII supuso un salto
cualitativo en la historia universal.
En el siglo XVII se pusieron las bases de una nueva ciencia,
especialmente en el ámbito de las matemáticas y de la física. La nueva ciencia
fue fruto del método cartesiano.
Se apoyó en una lógica cuantitativa, en la asociación de
hipótesis y en la verificación empírica. El surgimiento de la ciencia moderna
se produjo en un contexto de cambios en las condiciones de trabajo de los
científicos.
A mediados del siglo XVII se inventaron y perfeccionaron
distintos elementos de observación y medida que proporcionaron a los
científicos un utillaje imprescindible para llevar a cabo sus investigaciones.
Entre estos instrumentos cabe citar el microscopio y el
telescopio.
En la segunda mitad del siglo XVII se asistió a un proceso
de institucionalización del intercambio científico y a la constitución de una
embrionaria república europea de la ciencia, similar a la república de las
letras surgida en tiempos del Renacimiento.
El epicentro de la república de las ciencias no fue Italia,
sino Londres. En cuanto a las lenguas de comunicación, el latín perdió terreno
frente al francés y el inglés.
En el siglo XVII avanzó muchísimo el conocimiento de las
matemáticas, de tal forma que a finales del siglo XVII los científicos de la
naturaleza están en condiciones de formular sus teorías en términos de leyes
matematizadas. Partiendo de logros previos Newton dio
forma a un nuevo sistema físico que sustituyó al viejo cosmos griego.
A la gloria de Newton contribuyó de forma especial la
publicació nde su obra capital: los
principios matematicos de la filosofía natural (1687).
En los Principios de Newton enunció la ley de la gravitación
universal. Según esta, todos los cuerpos se atraen en razón directa de sus
masas y en razón inversa del cuadrado de
sus distancias.
Al mismo tiempo formuló Newton el principio de inercia,
según el cual todo cuerpo permanece en estado de reposo o de movimiento
rectilíneo y uniforme hasta que una fuerza exterior actúe sobre él.
La influencia de la obra de Newton va más allá de unos
logros concretos. Su mejor aportación fue el establecimiento de un método que
combina observación, interpretación, formulación de leyes matemática, y la
verificación experimental.
Newton acentuó el valor de la experimentación, aspecto que
había sido descuidado por Descartes.
Al someter al juicio crítico de la razón las verdades
admitidas, Descartes había dejado al margen la teoría política. Sin embargo,
después de Descartes afloraron diversas teorías políticas basadas en la crítica
racional.
Muchas de las nuevas teorías políticas surgieron en
Inglaterra pues este país se convirtió en un verdadero laboratorio político en
los años que transcurrieron entre sus dos revoluciones (1640-1688).
Debate sobre el absolutismo:
Las teorías políticas proabsolutistas: Hobbes y Boussuet
Pensaba Hobbes que el soberano debía concentrar el poder
legislativo, ejecutivo, judicial y espiritual.
Su obra más importante es el Leviatán, publicada en 1651. En ella expone un análisis
racionalista de la filosofía política. El Leviatán
presenta una visión del ser humano muy pesimista.
A diferencia de Aristóteles, Hobbes decía que el hombre no
era sociable por naturaleza. La sociabilidad humana es artificial y
consecuencia de un cálculo interesado. El hombre en la naturaleza vivía en un
estado de guerra permanente donde no tenía noción de bien o de mal. El hombre
es un lobo para el hombre.
El estado de guerra permanente es incómodo para el hombre,
por lo que el miedo a perder la vida y la capacidad racional del hombre, buscó
la manera de salir de ese estado de naturaleza y alcanzar la paz.
Las condiciones de esta paz son las leyes naturales que todo
ser humano debe cumplir en todo momento. En virtud de las leyes naturales, el
hombre renuncia al deseo natural de poseerlo todo, pero para que esta renuncia
sea efectiva hace falta una fuerza coercitiva externa, pues los pactos sin la
espada no son más que palabras. Esa fuerza coercitiva es el Estado.
Los hombres naturales, deseosos de salir del estado de
naturaleza, constituyen por un pacto voluntario el Estado. Pero el Estado no
pacta con los individuos. Son los individuos los que pactan entre sí. Por
tanto, el Estado no contrae ninguna obligación.
La renuncia del individuo a su derecho natural es
irreversible y definitiva desde el momento mismo de la realización del pacto.
El Estado-Leviatán puede encargarse en cualquiera de las
formas de gobierno, aunque Hobbes considera que la monarquía es la forma de
gobierno menos defectuosa.
El estado absoluto tiene deberes: procurar la seguridad de
sus súbditos, garantizar al justicia y ser lo suficientemente fuerte para
asegurar el éxito de su misión.
Si el Estado incumple el deber fundamental de seguridad, los
súbditos pueden dar por cancelada la transmisión de poder efectuada en el
contrato, pues nadie puede impedir a los individuos que usen de su derecho
natural de protegerse ellos mismos cuando el Estado no os protege.
El obispo Bossuet
fue preceptor del delfín de Luis XIV. Su obra culminante es la Política Sacada
de las Sagradas Escrituras (1679).
En esta obra, el soberano es un elegido de Dios para regir a
su pueblo. Bossuet afirma que el poder del rey viene directamente de Dios. El
rey está sometido a la razón, aunque sólo a Dios debe dar cuenta de sus
decisiones.
Acerca del origen de la sociedad y del poder, Bossuet expone
lo siguiente: todos los hombres son hermanos; pero si no se aman unos a otros,
es por culpa del pecado original. En vez de amarse, los hombres se dañan
mutuamente y para impedirlo hace falta una autoridad que se haga respetar.
Bossuet rechaza cualquier idea de contrato en la génesis del
poder. El gobierno encarna en los reyes por pacífica posesión desde tiempos
inmemoriales, sin necesidad de consentimiento expreso, porque Dios quiere que
se refleje en ellos su gobierno paternal.
La monarquía es sagrada, los reyes son lugartenientes de
Dios en la Tierra. La persona real es sagrada y atacar a los reyes equivale a
un sacrilegio. Obedecerlos y respetarlos constituye una obligación de
conciencia. A los reyes sólo se les puede desobedecer si mandan algo contra
Dios.
Aun a los príncipes impíos se debe acatamiento y nunca debe
oponerse violencia contra sus violencias.
Sobre el ejercicio de la realeza, piensa que su autoridad no
puede ser compartida, porque entiende que soberanía y propiedad son la misma
cosa.
El rey como soberano propietario puede disponer de su reino
a su antojo.
Bossuet concibe la sociedad como una gran familia e
identifica el papel del rey con el del padre del pueblo.
Ese paternalismo exige un freno al poder absoluto, pues de
él se deduce que el rey debe obrar de tal forma que se gane el cariño de sus
vasallos.
Pero el mayor freno al absolutismo lo representa la idea
cristiana del bien común. El rey tenía que respetar el bien común, pues ésta
era la voluntad de Dios, y de ello dará cuenta al finalizar sus días.
La época en la que escribe Bossuet es la del apogeo del absolutismo,
pero los días del absolutismo está ya contados.
La crítica del absolutismo: Locke
Las críticas del absolutismo surgieron en diversos entornos
geográficos:
Desde Holanda (Spinoza) hasta la propia corte del Rey Sol
(Fenelón, con las aventuras de Telémaco). Pero ninguna de estas críticas tuvo
la consistencia de la teoría política de Locke.
John Locke fue un hombre identificado con la Revolución Gloriosa
de 1688 que instauró la supremacía del parlamento en Inglaterra.
Locke fue un filósofo empirista que tuvo una experiencia política
directa como secretario de un líder del partido Whig.
Su teoría política es mucho menos empírica que la de Montesquieu
o Tocqueville y más cercana al tipo de argumentación abstracta de Hobbes.
Publicó en 1690 los Tratados sobre el Gobierno. Al igual que
Hobbes señala que el hombre sale del estado de naturaleza y constituye la
sociedad civil mediante un contrato originario.
Para Locke el estado de naturaleza no es la terrible guerra
de todos contra todos, sino una idílica situación en la que el hombre vive
ajustado a la razón con libertad, igualdad y paz.
Pero si el estado de naturaleza no era tan malo, por qué quisieron
los hombres salir de él.
La respuesta es que en sociedad pueden vivir mejor. En el estado
de naturaleza faltan leyes precisas, jueces imparciales y un poder que obligue
a cumplirlas.
El hombre natural es libre; pero, quién defiende su
libertad...
Todos los hombres en estado natural son iguales; pero quién garantiza
su igualdad contra los usurpadores. Para obtener estas mejoras técnicas el
hombre pasó al estado de sociedad.
En el estado de naturaleza el hombre goza de dos poderes: Poder
de conservación (derecho a hacer las cosas necesarias a su conservación y las
del género humano) y poder de punición (derecho a castigar los crímenes contra
las leyes naturales).
Al constituirse en sociedad el hombre natural consiente en someterse
a un poder político para garantizar su seguridad y el goce pacífico de las
cosas que le pertenecen. El origen del poder político se sitúa en el
consentimiento de los hombres libres.
A diferencia de Hobbes, Locke niega que los hombres libres puedan
constituir un Estado-Leviatán capaz de aniquilarlos, pues sería tanto como
suponer que se agrupan para protegerse de las hienas, pero no les importa ser
devorados por un león.
El hombre natural tiene el poder de conservación y el poder
de punición. Ambos los transfiere a la sociedad por el contrato originario.
Así, en la sociedad civil reside un poder legislativo, que equivale
al poder de conservación, y un poder ejecutivo que equivale al poder de
punición.
Ambos poderes deben estar en manos diferentes para evitar que
de la acumulación de poderes surja la tentación de abusar de los mismos.
El poder legislativo, encarnado en el parlamento es el
supremo y sagrado poder. El poder ejecutivo, el rey, se encarga de hacer
cumplir lo legislado, supliendo discrecionalmente las lagunas que el poder legislativo
no puede prever.
Para Locke, el poder tiene sus limitaciones. Los derechos
naturales de los individuos no prescriben al transferirse a la sociedad por el
contrato originario.
Los gobernantes reciben en depósito el cuidado del bien
público.
Si obran mal, el pueblo puede privarles del poder. Aunque el
ejercicio de la soberanía haya sido trasladado al poder legislativo, la
soberanía radica en el pueblo, que puede recobrar su ejercicio si se lo quita a
los gobiernos que usan mal de ella.
Para Locke no hay contrato de sumisión, sino contrato de
gobierno. El pueblo tiene derecho a rebelarse y a emplear la fuerza contra el mal
gobierno.
¿Será éste el principio de la anarquía?
Locke dice que no, porque los pueblos no se sublevan más que
en última instancia, y en cualquier caso igual da que se les reconozca ese
derecho o no, porque los pueblos se alzan de todas formas cuando el poder se
les hace insoportable.
El pensamiento de Locke no es todavía un pensamiento democrático.
Él se conforma con el sistema surgido de la Revolución
Inglesa de 1688, que era un sistema basado en un parlamento oligárquico
controlado por terratenientes.
No obstante, hay que reconocerle a Locke el valor de haber escrito
a favor de la libertad en una época que había mucha necesidad de hacerlo.
Sus enfoques preliberales influyeron mucho en el pensamiento
político de la Ilustración francesa -por ejemplo en Montesquieu y en el
constitucionalismo de la Revolución Americana.
El pensamiento protodemocrático: los Levellers
La mayor crítica contra el absolutismo del siglo XVII la efectuaron
los levellers en la Inglaterra de los años 1647-1649, pocos años antes de la
abolición de la monarquía.
En la historia intelectual de Europa, las obras y los manifiestos
de los levellers (niveladores) representan el primer cuerpo significativo de
pensamiento democrático, aunque su nivel de conceptualización fuera inferior al
de Hobbes y al de Locke.
Los líderes levellers, como Overton, eran intelectuales de
clasemedia. Su pensamiento está imbuido de un profetismo religioso de inspiración
bíblica y de un gran radicalismo social.
Su principal manifiesto fue el Acuerdo del Pueblo, formado
por decenas de miles de ciudadanos en 1647. En el Acuerdo del Pueblo se
reclamaba la igualdad de derechos políticos y sociales para todas las personas.
Se pedía la elección de los gobernantes por el pueblo, se propugnaba
una distribución equitativa de los medios de subsistencia, se exigían más
ayudas para los pobres.
Incluso se proponía la educación y la atención médica para todo
el mundo. Aunque los tiempos no estaban maduros en el siglo XVII para un
movimiento protodemocrático como el de los levellers, sus manifiestos ponen de
relieve el avance de Inglaterra con respecto al resto de Europa.
Coetáneos de los levellers fueron los diggers (cavadores). Tuvieron
menos apoyo social.
Eran campesinos sin tierra, seguidores de un visionario reformador,
llamado Gerard Winstanley, que defendía la abolición de la propiedad privada de
la tierra. Reclamaba la libre elección de los representantes en el parlamento,
de los funcionarios y de los pastores religiosos.
A lo largo del siglo XVII los intelectuales europeos
efectuaron una honda revisión crítica de las verdades admitidas anteriormente y
pusieron los cimientos del mundo contemporáneo.
El examen crítico afectó principalmente al dominio de la
ciencia y de la teoría política, pero en menor grado afectó también a la
religión y a toda la visión concebida por las élites cultivadas.
No obstante, para no exagerar las cosas conviene precisar
que la revolución intelectual del siglo XVII tuvo limitaciones sociológicas y
geográficas.
La crisis de la Conciencia Europea y los orígenes de la Ilustración.
La revolución intelectual afectó poco al campesinado, que constituía
la gran mayoría de la población.
A ello no fue ajeno el analfabetismo general de la población
rural. Desde el punto de vista geográfico, las transformaciones afectaron sobre
todo a la Europa del norte, la Europa occidental y la Europa central.
Apenas afectaron a la Europa mediterránea y a la Europa oriental.
Como resultado de estas transformaciones intelectuales se llegó
entre 1680 y 1715 a una verdadera Crisis de la Conciencia Europea, como ha
demostrado Paul Hazard en su ya clásica obra.
Este autor demostró que el cambio se produjo antes de la Ilustración,
e incluso antes de 1715.
En los círculos intelectuales ingleses y holandeses del
siglo XVII empezaron a ser cuestionados los principios de orden, tradición y
jerarquía, siendo sustituidos por los principios de razón, igualdad y
revolución.