lunes, 19 de mayo de 2014

La arqueología moderna

En estos últimos años se ha hecho evidente que la información empírica está unida a la teoría, de manera que no pueden existir datos puros independientes de nuestras concepciones de partida.
Estos cambios guardan relación con los que se han producido en la filosofía contemporánea, en epistemología y filosofía de la ciencia.
Será durante la primera mitad del siglo XX cuando la ciencia decida estudiarse a sí misma y descubra que no es tan objetiva ni tan científica como pensaba. Gracias a los trabajos de Marx, Freud o Wittgenstein se fue viendo el progresivo cambio en una realidad que se consideraba firme e inamovible. Será con Popper y Kuhn cuando se muestre que la ciencia solo alcanza verdades relativas y de corta vida, y la investigación tendrá un camino duro o incluso irracional.
A día de hoy todavía nos cuesta arrancar de nuestra práctica el viejo empirismo, una postura teórica de cuya causa es la desconfianza hacia los planteamientos interpretativos generales y de que muchos trabajos arqueológicos sean un conjunto de datos con pocas conclusiones, como si los datos fueran lo más seguro.
La mayor parte de las construcciones teóricas que se aplican a las ciencias humanas se pueden agrupar en dos modelos: moderno y postmoderno.
-          Moderno: Lo identificamos con el racionalismo y empirismo. Proviene del Renacimiento y la Ilustración.
Dentro de esta arqueología moderna podemos encontrar corrientes como el funcionalismo, evolucionismo o Nueva Arqueología, que posteriormente vamos a desarrollar.
-          Postmoderno: Se ha ido desarrollado como un sentimiento de desconfianza hacia el saber del ser humano y hacia la ciencia, no solo desde el punto de vista epistemológico, sino también del  ético.
Dentro de esta arqueología postmoderna encontramos el marxismo y el estructuralismo.

3.1 Epistemología.

La arqueología que surge a mediados del siglo XX se va a inscribir en la tendencia positivista o inductivista. La base de los razonamientos será la inducción, es decir, de la observación de varios fenómenos particulares se induce un principio general. A partir de esta se deducen consecuencias prácticas.
El problema surge porque la inducción es incompatible con la pura lógica, ya que es imposible pasar con certeza de lo particular a lo general, en cuanto aparezca una excepción la ley perderá su universalidad.
Aun así, nos pasamos la vida generalizando, quizá la misma supervivencia nos pide el hábito de la repetición, como ya desarrolló Hume en el XVIII o porque sin llegar a sacar conclusiones a partir de experimentos no existiría la ciencia, como defendió Russell.
Gracias a Russell, Whitehead y Wittgenstein tras sus publicaciones entre 1910 y 1922, se crearon en varios países europeos las escuelas de filosofía de la ciencia o positivismo lógico.
Este positivismo busca por encima de todo la certeza en el conocimiento, que debe estar basado en la observación de la realidad física, la cual proporciona unos datos que son independientes de la teoría y por lo tanto sirven para contrastar la veracidad de ésta, y seguía las normas de la lógica formal, que va deduciendo consecuencias particulares a partir de principios generales y que es única y necesaria para todos los tiempos y lugares.
Uno de los aspectos fundamentales de esta filosofía es el llamado método hipotético-deductivo, cuyo proceso comienza con la formulación de una hipótesis compuesta por afirmaciones de teoría general de las que se deducen ciertas consecuencias que describen fenómenos observables. Si en la experimentación posterior esos fenómenos se muestran como ciertos, la hipótesis queda confirmada, y lo contrario ocurre si son falsos. Otro aspecto importante es que el Positivismo Lógico es que todas las ciencias comparten los mismos objetivos y los mismos métodos; las naturales dominan mejor el campo experimental y las sociales deben seguir sus procedimientos.
Será a partir de los años ‘50 y ‘60 cuando los filósofos comiencen a separarse del modelo epistemológico anterior, destacando a Karl Popper, el cual aunque estaba unido inicialmente al Círculo de Viena, desde el principio puso en duda aspectos inductivistas y positivistas. Popper no creía que los datos fuesen independientes de la teoría y que se pudieran recoger observando la realidad, ya que sin ninguna teoría de partida, cómo se sabe lo que se va a buscar.
Esto supuso un duro golpe para el inductivismo y también para la firmeza de los datos: Si dependen de las teorías que pueden fallar, también los datos pueden fallar.
La comunidad científica debe ser honesta y debe poner a prueba constantemente las teorías, buscando excepciones a las reglas o deduciendo de ellas consecuencias que no se corresponden con la realidad. De aquí surge la falsabilidad de Popper: Solo aquellas teorías que se pueden falsar, es decir, que admiten la existencia de consecuencias  empíricas posibles que podrían refutarlas, son científicas.
Pero si las teorías no se pueden demostrar, tampoco se pueden refutar de forma definitiva, y aunque a Popper se le relacione con la postura conservadora en su idea de ciencia, sus trabajos abren una puerta a la idea de relativismo.
En la década de los ‘60 toda la seguridad acumulada por el modelo moderno empezó a tambalearse, su programa empezó a degenerar.

3.2 Funcionalismo.

Se trata de una forma de argumentar dentro del paradigma moderno, el cual observa el orden aparente de las cosas como una máquina perfecta que solo necesita ser desvelada en sus engranajes.
Existen varias tensiones internas desde que se conformó en el XIX hasta hoy, cuando ya tiene poco aprecio.
Defiende la bondad y la necesidad de instituciones sociales frente al marxismo que las niega (principal oposición), y frente al marxismo y evolucionismo en términos históricos, ya que no busca una causa histórica.
Una parte interesante es el cambio que se ha ido dando con respecto a la consideración política del funcionalismo, el cual con el  paso del tiempo se va a ir identificando con el colonialismo y se va a presentar ante las autoridades de las metrópolis que financiaban la investigación de los antropólogos, como una forma de conocer.
Los datos de los antropólogos se usaron para favorecer a los elementos más tradicionales frente a los más modernos, ya es sabido que el funcionalismo ve el comportamiento humano como algo fijo que no varía, aquí podemos observar su carácter actual de teoría conservadora.
A pesar de este aspecto contrario a la historia tuvo influencia en la arqueología hasta los años 60, llegando a crearse diferentes tipos de funcionalismo como puede ser el ambiental o el funcionalismo ecológico.
Todos los principios de estos se fueron agrupando  y formando la Nueva Arqueología.
Ya podemos observar en los 50-60 como se forman grandes equipos multidisciplinares que trabajaron en zonas muy diversas como en Próximo Oriente, México o Perú y estos proyectos ya forman parte de la Nueva Arqueología.

3.3 Evolucionismo.

Será con Charles Darwin cuando se constituye como uno de los grandes paradigmas de la modernidad.
Darwin propuso el principio fundamental del mecanismo evolutivo: la selección natural. De las crías de una pareja, sobrevivirán las que presenten una variación más favorable frente al medio ambiente, podrán tener más descendencia y transmitir esos caracteres hasta que se presenten de manera uniforme. Este darwinismo cautivó las mentes más prestigiosas de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Varios biólogos de la época combinaron la selección natural de Darwin, el mecanismo de la herencia genética de Mendel y de las mutaciones de De Vries y se acabó formando la teoría de la Evolución o Neodarwinismo. La combinación de los genes dominantes y recesivos de los progenitores explica la variación en la descendencia y las mutaciones, la aparición de caracteres nuevos a lo largo de la evolución.
El neodarwinismo presenta algunos problemas, citemos algunos ejemplos como puede ser, en primer lugar, que de la selección natural a lo largo de los millones de años deberían resultar individuos idénticos al ideal, tenderían a desaparecer los más débiles. Pero esto no es así y ocurre lo contrario, las condiciones de vida y los factores selectivos imponen la variedad.
Otra crítica viene de manos de los círculos religiosos que siguen defendiendo la idea de creación divina expuesta en la biblia como la única verdad: Creacionismo.
Con respecto a las nuevas corrientes del darwinismo cabe citar el fundamentalismo darwinista, explica los aspectos fundamentales del  comportamiento animal y su tendencia a preservar y propagar a la descendencia el mayor número posible de los propios genes. Estos últimos son, en definitiva, los que gobiernan la evolución. Estos darwinistas han intentado demostrar que toda complicación de la vida humana, egoísmo, hipocresía, etc. se deben en el fondo a esos pequeños genes.
En el campo de la antropología, la aplicación del evolucionismo lleva a buscar los mecanismos que aseguran la supervivencia de los grupos humanos actuales. Ello provoca un escenario donde todo el mundo se pasa la vida calculando la mejor manera de comer y reproducirse o también al presuponer una mentalidad parecida a la capitalista en todas las épocas y culturas, convirtiéndola en universal y justificándola como algo natural y eterno.
La propia experiencia nos dice que todavía hoy nos movemos por una gran variedad de motivaciones, entre las que destaca: el máximo beneficio.
El evolucionismo fue el primer paradigma auténtico de la arqueología y estuvo en una posición dominante durante el XX. Pero esta no fue solo la época de Darwin, sino también de Marx, Engels o Spencer. A mediados de siglo se produce una reaparición de las teorías evolutivas en antropología y arqueología, pero proponiendo que el modelo no fuera tan simple. Acabaran siendo fuertemente unilineales.
El evolucionismo funciona bien para explicar comportamientos básicos en condiciones tecnológicas más bien simples, pero experimenta graves problemas al tratar algún tema como puede ser la complejidad social. Aquí todos han tenido que aceptar una cierta direccionalidad de un proceso que muestra una rapidez cronológica nada consecuente con el concepto de evolución.
La crítica al darwinismo lo ha tenido difícil, ya que ha tenido un gran éxito por ser capaz de explicar acontecimientos fundamentales de la realidad a largo plazo; pero este es el punto débil donde pueden quejarse los críticos, la evolución nos dice lo que pasa en una escala de millones de años, cuando los seres vivos en comparación paneas vivían unos segundos.
Al concentrarse en procesos de tan largo plazo, le supone atribuir propiedades mágicas al ADN y la falacia de su argumento es suponer que la forma precede a los procesos que la originan.

3.4 La Nueva Arqueología.

Este concepto nace en 1958 y se sirve del interés y la necesidad por poder analizar, sintetizar y comprender toda la información que se extraía de las excavaciones de los yacimientos arqueológicos.
Si bien al principio se intentaba extraer una cultura arqueológica, la búsqueda de unas entidades que buscaban la existencia de una serie de artefactos comunes en una zona y época concreta, sin importar cómo se producía esa entidad en sí, pasado un tiempo se fueron buscando respuestas más profundas para la existencia de esas entidades, es decir, no sólo el qué pasó, sino el por qué pasó.
Para esto, necesitamos entender la propuesta de Clarke, que indicaba que todos los componentes de un sistema sociocultural y medioambiental estaban conectados entre sí y producen un resultado concreto en cada momento. Esta nueva corriente de estudios arqueológicos, por lo tanto, plantea las hipótesis de manera cuantitativa, naciendo así las estadísticas en la arqueología, que se aplicarían de forma práctica para entender cada elemento de los sistemas ya mencionados y encontrar un modelo “matemático” de covariación.
La Nueva Arqueología se sirve de diversas corrientes de estudio, por ejemplo el difusionismo, que afirma que las ideas surgen y se expanden mediante la difusión (contacto entre culturas) y la migración de los grupos sociales. Por lo tanto, la Nueva Arqueología busca el centro o centros de invención de una técnica para entender la difusión de la misma y comprender así las relaciones entre grupos sociales y territorios.
Otra de las hipótesis típicas de la NA es la de Binford que dice que la dependencia de los grupos paleolíticos con respecto al alimento almacenado aumentará cuanto menor sea la diversidad de alimento conseguible, al menos fuera de los territorios tropicales. Relacionado con esta “economía” se estudia también la demografía de una zona, ya que podemos aproximar la demografía existente en un territorio y una época según los  restos arqueológicos encontrados y hay una estrecha relación entre los habitantes de un medio y su capacidad sustentadora.
En este capítulo nos centraremos en la aplicación de la metodología a la teoría desarrollada por la Nueva Arqueología.
Todos sabemos que los métodos de excavación han ido cambiando, desde una excavación como mera recopilación de datos sin una cronología concreta ni un estudio espacial de los restos, hasta la “nueva metodología” que incluye exámenes exhaustivos de los restos, su composición, datación cronológica, colocación dentro de los yacimientos y el estudio del entorno del yacimiento. Pero, en la práctica, ¿qué debería hacer, a grandes rasgos, un arqueólogo que excave e investigue un yacimiento? Obviaremos el planteamiento económico del tema para pasar a una explicación básica de la investigación en sí del yacimiento.
En primer lugar, deberíamos empezar un proyecto científico que aborde un tema de investigación sobre un tema concreto a estudiar en el pasado. Para ello, plantearíamos una serie de objetivos a estudiar, con interés académico y científico. Se comenzarán a realizar una serie de estudios de la zona, una búsqueda intensiva de información que pueda ayudar a la hora de la investigación, desde mapas de todo tipo hasta estudios geológicos e incluso una serie de extracciones previas que nos ayuden a comprender la riqueza material del yacimiento y precisar, si se pudiera, la cronología básica del mismo, viendo las capas sedimentarias que en él aparecen.
 Junto a la persona que dirige este proyecto, habrá especialistas en cada campo de investigación para realizar una investigación más completa (geólogos, paleontólogos, antropólogos…) y una serie de excavadores, normalmente voluntarios.
Comenzada la campaña de excavación, comenzarán a su vez varios trabajos, el de excavación propiamente dicho (aunque debemos entender que muchas veces se empieza simplemente con una tarea de limpieza superficial del yacimiento) y  la documentación detallada de todo lo extraído. Además, se cribarán los restos de sedimentos en busca de más materiales y estos también se documentarán debidamente y siguiendo unas normas establecidas por el director o directores del yacimiento.
Una vez acabada la campaña de excavación, los materiales serán estudiados con mayor detalle por los expertos, se realizarán una serie de tablas estadísticas que reflejen unos datos fiables de lo encontrado en el yacimiento, de cómo se encontró y de la superposición cronológica de unos y otros materiales. Estudiado esto, los expertos establecerían unas conclusiones comunes entre todos los materiales encontrados y la relación de los mismos con el entorno; por ejemplo:
En un yacimiento se encuentran restos animales y restos de materiales líticos. Los restos animales (principalmente herbívoros) tienen marcas de descarnado realizadas por los homínidos correspondientes, están muy fragmentados por la acción de los mismos y no hay prácticamente piezas completas ni ninguna extremidad completa. Además, hay más de un 80% de restos óseos quemados. Por otra parte, los restos líticos son en su mayoría de sílex, bifaces o lascas retocadas y sin retocar, los núcleos son prácticamente inexistentes y la mayoría de útiles se realizan sobre lascas. La fuente de sílex está a unos 2 kilómetros del yacimiento.
El estudio de estos datos por separado es totalmente inútil, pero sí es útil si se estudia en su conjunto. Nos encontramos ante unos homínidos que sacarían grandes lascas de sílex desde la fuente de sílex más cercana, y la transportarían hasta el yacimiento para acabar de retocar allí los útiles: no se molestaban en llevar el núcleo completo. Los útiles nos indicarían la etapa del Achelense. Los restos de los animales serían también trasladados al yacimiento despiezado, (practicidad), sin un traslado de grandes dimensiones y sería muy aprovechado en el yacimiento. Además, el fuego se utilizaba en la mayor parte de las piezas, lo que nos indica que el uso del fuego está controlado, lo que lo situaría a partir del Achelense Medio.
Es decir: las conclusiones del conjunto total de los restos nos llevaría, junto a las dataciones realizadas, a estipular que nos encontramos en el Achelense Medio.
Realizadas las conclusiones, se empezarían a realizar las publicaciones sobre el tema, para difundir la información obtenida en la investigación, dar a conocer el yacimiento y poder hacer estudios comparativos con yacimientos de la zona ya estudiados con anterioridad o servir como referente a los yacimientos cercanos en tiempo y espacio que se excavarán e investigarán en el futuro.
 Pero la Nueva Arqueología no pretende que simplemente se estudien los yacimientos de modo individual, pretende también encontrar unos patrones de conducta heredados o unos nuevos patrones de conducta que nos ayuden a comprender la psicología de las civilizaciones pasadas. Pretende estudiar la cultura.
Y es esa cultura la que se encuentra en las conclusiones de las investigaciones arqueológicas individuales, pero es también esa cultura la que podemos obtener si encontramos unos patrones comunes a varios yacimientos cercanos.
El estudio de los restos funerarios, estudios como los de Binford, nos ayudan a entender la psicología del individuo del pasado, pero nos ayudan a entender también la economía, el rango o posición social de cada individuo, y el conjunto de individuos nos ayudan a entender la composición de la sociedad. Desde los ajuares funerarios, al arte rupestre o la cerámica, podemos comprender esta evolución y una gran cantidad de información sobre la cultura de esa sociedad estudiada.
No encontramos restos humanos en el yacimiento que hemos ejemplificado antes y la respuesta es sencilla: no eran enterrados allí. Pero si encontrásemos cien cuerpos con un enterramiento individual (algo imposible en la época que hemos ejemplificado) y sólo uno de ellos con un ajuar funerario, comprenderíamos que era el líder de aquella sociedad. La ejemplificación constante son los estudios que se realizaron del Neolítico durante esta “nueva arqueología”.
Lo que sí es cierto es que las hipótesis pasadas y actuales, aunque a veces tienen similitudes, no siempre coinciden entre sí, como es el ejemplo de David Lewis-Willians, que considera el arte rupestre como representaciones alucinatorias de chamanes en trance,  frente a las teorías de que el arte rupestre transmitía mensajes para la supervivencia del grupo, las de Wobst que lo relaciona con la complejidad de los grupos sociales o Bar-Yosef que habla de religión o ideología común en este arte.

Es decir: las interpretaciones en ocasiones pueden ser diversas y no necesariamente dos fenómenos cercanos en tiempo o espacio tienen que estar relacionados entre sí, por lo que la Arqueología sigue reinventándose hacia una teoría unificadora que sirva como “manual de referencia” para todos los estudios del pasado.

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