En estos últimos años se ha hecho
evidente que la información empírica está unida a la teoría, de manera que no
pueden existir datos puros independientes de nuestras concepciones de partida.
Estos cambios guardan relación con
los que se han producido en la filosofía contemporánea, en epistemología y
filosofía de la ciencia.
Será durante la primera mitad del
siglo XX cuando la ciencia decida estudiarse a sí misma y descubra que no es
tan objetiva ni tan científica como pensaba. Gracias a los trabajos de Marx,
Freud o Wittgenstein se fue viendo el progresivo cambio en una realidad que se
consideraba firme e inamovible. Será con Popper y Kuhn cuando se muestre que la
ciencia solo alcanza verdades relativas y de corta vida, y la investigación
tendrá un camino duro o incluso irracional.
A día de hoy todavía nos cuesta
arrancar de nuestra práctica el viejo empirismo, una postura teórica de cuya
causa es la desconfianza hacia los planteamientos interpretativos generales y
de que muchos trabajos arqueológicos sean un conjunto de datos con pocas
conclusiones, como si los datos fueran lo más seguro.
La mayor parte de las
construcciones teóricas que se aplican a las ciencias humanas se pueden agrupar
en dos modelos: moderno y postmoderno.
-
Moderno: Lo
identificamos con el racionalismo y empirismo. Proviene del Renacimiento y la
Ilustración.
Dentro de esta arqueología
moderna podemos encontrar corrientes como el funcionalismo, evolucionismo o
Nueva Arqueología, que posteriormente vamos a desarrollar.
-
Postmoderno: Se
ha ido desarrollado como un sentimiento de desconfianza hacia el saber del ser
humano y hacia la ciencia, no solo desde el punto de vista epistemológico, sino
también del ético.
Dentro de esta arqueología
postmoderna encontramos el marxismo y el estructuralismo.
3.1 Epistemología.
La arqueología que surge a mediados
del siglo XX se va a inscribir en la tendencia positivista o inductivista. La
base de los razonamientos será la inducción, es decir, de la observación de
varios fenómenos particulares se induce un principio general. A partir de esta
se deducen consecuencias prácticas.
El problema surge porque la
inducción es incompatible con la pura lógica, ya que es imposible pasar con
certeza de lo particular a lo general, en cuanto aparezca una excepción la ley
perderá su universalidad.
Aun así, nos pasamos la vida
generalizando, quizá la misma supervivencia nos pide el hábito de la
repetición, como ya desarrolló Hume en el XVIII o porque sin llegar a sacar
conclusiones a partir de experimentos no existiría la ciencia, como defendió
Russell.
Gracias a Russell, Whitehead y
Wittgenstein tras sus publicaciones entre 1910 y 1922, se crearon en varios
países europeos las escuelas de filosofía de la ciencia o positivismo lógico.
Este positivismo busca por encima
de todo la certeza en el conocimiento, que debe estar basado en la observación
de la realidad física, la cual proporciona unos datos que son independientes de
la teoría y por lo tanto sirven para contrastar la veracidad de ésta, y seguía
las normas de la lógica formal, que va deduciendo consecuencias particulares a
partir de principios generales y que es única y necesaria para todos los
tiempos y lugares.
Uno de los aspectos fundamentales
de esta filosofía es el llamado método hipotético-deductivo, cuyo proceso
comienza con la formulación de una hipótesis compuesta por afirmaciones de
teoría general de las que se deducen ciertas consecuencias que describen
fenómenos observables. Si en la experimentación posterior esos fenómenos se
muestran como ciertos, la hipótesis queda confirmada, y lo contrario ocurre si
son falsos. Otro aspecto importante es que el Positivismo Lógico es que todas
las ciencias comparten los mismos objetivos y los mismos métodos; las naturales
dominan mejor el campo experimental y las sociales deben seguir sus
procedimientos.
Será a partir de los años ‘50 y ‘60
cuando los filósofos comiencen a separarse del modelo epistemológico anterior,
destacando a Karl Popper, el cual aunque estaba unido inicialmente al Círculo
de Viena, desde el principio puso en duda aspectos inductivistas y
positivistas. Popper no creía que los datos fuesen independientes de la teoría
y que se pudieran recoger observando la realidad, ya que sin ninguna teoría de
partida, cómo se sabe lo que se va a buscar.
Esto supuso un duro golpe para el
inductivismo y también para la firmeza de los datos: Si dependen de las teorías
que pueden fallar, también los datos pueden fallar.
La comunidad científica debe ser
honesta y debe poner a prueba constantemente las teorías, buscando excepciones
a las reglas o deduciendo de ellas consecuencias que no se corresponden con la realidad.
De aquí surge la falsabilidad de Popper: Solo aquellas teorías que se pueden
falsar, es decir, que admiten la existencia de consecuencias empíricas posibles que podrían refutarlas,
son científicas.
Pero si las teorías no se pueden
demostrar, tampoco se pueden refutar de forma definitiva, y aunque a Popper se
le relacione con la postura conservadora en su idea de ciencia, sus trabajos
abren una puerta a la idea de relativismo.
En la década de los ‘60 toda la
seguridad acumulada por el modelo moderno empezó a tambalearse, su programa
empezó a degenerar.
3.2 Funcionalismo.
Se trata de una forma de argumentar
dentro del paradigma moderno, el cual observa el orden aparente de las cosas
como una máquina perfecta que solo necesita ser desvelada en sus engranajes.
Existen varias tensiones internas
desde que se conformó en el XIX hasta hoy, cuando ya tiene poco aprecio.
Defiende la bondad y la necesidad
de instituciones sociales frente al marxismo que las niega (principal
oposición), y frente al marxismo y evolucionismo en términos históricos, ya que
no busca una causa histórica.
Una parte interesante es el cambio
que se ha ido dando con respecto a la consideración política del funcionalismo,
el cual con el paso del tiempo se va a
ir identificando con el colonialismo y se va a presentar ante las autoridades
de las metrópolis que financiaban la investigación de los antropólogos, como
una forma de conocer.
Los datos de los antropólogos se
usaron para favorecer a los elementos más tradicionales frente a los más
modernos, ya es sabido que el funcionalismo ve el comportamiento humano como
algo fijo que no varía, aquí podemos observar su carácter actual de teoría
conservadora.
A pesar de este aspecto contrario a
la historia tuvo influencia en la arqueología hasta los años 60, llegando a
crearse diferentes tipos de funcionalismo como puede ser el ambiental o el
funcionalismo ecológico.
Todos los principios de estos se
fueron agrupando y formando la Nueva
Arqueología.
Ya podemos observar en los 50-60
como se forman grandes equipos multidisciplinares que trabajaron en zonas muy
diversas como en Próximo Oriente, México o Perú y estos proyectos ya forman
parte de la Nueva Arqueología.
3.3 Evolucionismo.
Será con Charles Darwin cuando se
constituye como uno de los grandes paradigmas de la modernidad.
Darwin propuso el principio
fundamental del mecanismo evolutivo: la selección natural. De las crías de una
pareja, sobrevivirán las que presenten una variación más favorable frente al
medio ambiente, podrán tener más descendencia y transmitir esos caracteres
hasta que se presenten de manera uniforme. Este darwinismo cautivó las mentes
más prestigiosas de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Varios biólogos
de la época combinaron la selección natural de Darwin, el mecanismo de la
herencia genética de Mendel y de las mutaciones de De Vries y se acabó formando
la teoría de la Evolución o Neodarwinismo. La combinación de los genes
dominantes y recesivos de los progenitores explica la variación en la
descendencia y las mutaciones, la aparición de caracteres nuevos a lo largo de
la evolución.
El neodarwinismo presenta algunos
problemas, citemos algunos ejemplos como puede ser, en primer lugar, que de la
selección natural a lo largo de los millones de años deberían resultar individuos
idénticos al ideal, tenderían a desaparecer los más débiles. Pero esto no es
así y ocurre lo contrario, las condiciones de vida y los factores selectivos
imponen la variedad.
Otra crítica viene de manos de los
círculos religiosos que siguen defendiendo la idea de creación divina expuesta
en la biblia como la única verdad: Creacionismo.
Con respecto a las nuevas
corrientes del darwinismo cabe citar el fundamentalismo darwinista, explica los
aspectos fundamentales del
comportamiento animal y su tendencia a preservar y propagar a la
descendencia el mayor número posible de los propios genes. Estos últimos son,
en definitiva, los que gobiernan la evolución. Estos darwinistas han intentado
demostrar que toda complicación de la vida humana, egoísmo, hipocresía, etc. se
deben en el fondo a esos pequeños genes.
En el campo de la antropología, la
aplicación del evolucionismo lleva a buscar los mecanismos que aseguran la
supervivencia de los grupos humanos actuales. Ello provoca un escenario donde
todo el mundo se pasa la vida calculando la mejor manera de comer y
reproducirse o también al presuponer una mentalidad parecida a la capitalista
en todas las épocas y culturas, convirtiéndola en universal y justificándola
como algo natural y eterno.
La propia experiencia nos dice que
todavía hoy nos movemos por una gran variedad de motivaciones, entre las que
destaca: el máximo beneficio.
El evolucionismo fue el primer
paradigma auténtico de la arqueología y estuvo en una posición dominante
durante el XX. Pero esta no fue solo la época de Darwin, sino también de Marx,
Engels o Spencer. A mediados de siglo se produce una reaparición de las teorías
evolutivas en antropología y arqueología, pero proponiendo que el modelo no
fuera tan simple. Acabaran siendo fuertemente unilineales.
El evolucionismo funciona bien para
explicar comportamientos básicos en condiciones tecnológicas más bien simples,
pero experimenta graves problemas al tratar algún tema como puede ser la
complejidad social. Aquí todos han tenido que aceptar una cierta
direccionalidad de un proceso que muestra una rapidez cronológica nada
consecuente con el concepto de evolución.
La crítica al darwinismo lo ha
tenido difícil, ya que ha tenido un gran éxito por ser capaz de explicar
acontecimientos fundamentales de la realidad a largo plazo; pero este es el
punto débil donde pueden quejarse los críticos, la evolución nos dice lo que
pasa en una escala de millones de años, cuando los seres vivos en comparación
paneas vivían unos segundos.
Al concentrarse en procesos de tan
largo plazo, le supone atribuir propiedades mágicas al ADN y la falacia de su
argumento es suponer que la forma precede a los procesos que la originan.
3.4 La Nueva Arqueología.
Este concepto
nace en 1958 y se sirve del interés y la necesidad por poder analizar,
sintetizar y comprender toda la información que se extraía de las excavaciones
de los yacimientos arqueológicos.
Si bien al
principio se intentaba extraer una cultura arqueológica, la búsqueda de unas
entidades que buscaban la existencia de una serie de artefactos comunes en una
zona y época concreta, sin importar cómo se producía esa entidad en sí, pasado
un tiempo se fueron buscando respuestas más profundas para la existencia de
esas entidades, es decir, no sólo el qué pasó, sino el por qué pasó.
Para esto,
necesitamos entender la propuesta de Clarke, que indicaba que todos los
componentes de un sistema sociocultural y medioambiental estaban conectados
entre sí y producen un resultado concreto en cada momento. Esta nueva corriente
de estudios arqueológicos, por lo tanto, plantea las hipótesis de manera
cuantitativa, naciendo así las estadísticas en la arqueología, que se
aplicarían de forma práctica para entender cada elemento de los sistemas ya
mencionados y encontrar un modelo “matemático” de covariación.
La Nueva
Arqueología se sirve de diversas corrientes de estudio, por ejemplo el
difusionismo, que afirma que las ideas surgen y se expanden mediante la
difusión (contacto entre culturas) y la migración de los grupos sociales. Por
lo tanto, la Nueva Arqueología busca el centro o centros de invención de una
técnica para entender la difusión de la misma y comprender así las relaciones
entre grupos sociales y territorios.
Otra de las
hipótesis típicas de la NA es la de Binford que dice que la dependencia de los
grupos paleolíticos con respecto al alimento almacenado aumentará cuanto menor
sea la diversidad de alimento conseguible, al menos fuera de los territorios
tropicales. Relacionado con esta “economía” se estudia también la demografía de
una zona, ya que podemos aproximar la demografía existente en un territorio y
una época según los restos arqueológicos
encontrados y hay una estrecha relación entre los habitantes de un medio y su
capacidad sustentadora.
En este
capítulo nos centraremos en la aplicación de la metodología a la teoría
desarrollada por la Nueva Arqueología.
Todos sabemos
que los métodos de excavación han ido cambiando, desde una excavación como mera
recopilación de datos sin una cronología concreta ni un estudio espacial de los
restos, hasta la “nueva metodología” que incluye exámenes exhaustivos de los
restos, su composición, datación cronológica, colocación dentro de los
yacimientos y el estudio del entorno del yacimiento. Pero, en la práctica, ¿qué
debería hacer, a grandes rasgos, un arqueólogo que excave e investigue un
yacimiento? Obviaremos el planteamiento económico del tema para pasar a una
explicación básica de la investigación en sí del yacimiento.
En primer
lugar, deberíamos empezar un proyecto científico que aborde un tema de
investigación sobre un tema concreto a estudiar en el pasado. Para ello, plantearíamos una serie de objetivos a
estudiar, con interés académico y científico. Se comenzarán a realizar una
serie de estudios de la zona, una búsqueda intensiva de información que pueda
ayudar a la hora de la investigación, desde mapas de todo tipo hasta estudios
geológicos e incluso una serie de extracciones previas que nos ayuden a
comprender la riqueza material del yacimiento y precisar, si se pudiera, la
cronología básica del mismo, viendo las capas sedimentarias que en él aparecen.
Junto a la persona que dirige este proyecto,
habrá especialistas en cada campo de investigación para realizar una
investigación más completa (geólogos, paleontólogos, antropólogos…) y una serie
de excavadores, normalmente voluntarios.
Comenzada la campaña de excavación,
comenzarán a su vez varios trabajos, el de excavación propiamente dicho (aunque
debemos entender que muchas veces se empieza simplemente con una tarea de
limpieza superficial del yacimiento) y
la documentación detallada de todo lo extraído. Además, se cribarán los
restos de sedimentos en busca de más materiales y estos también se documentarán
debidamente y siguiendo unas normas establecidas por el director o directores
del yacimiento.
Una vez acabada la campaña de
excavación, los materiales serán estudiados con mayor detalle por los expertos,
se realizarán una serie de tablas estadísticas que reflejen unos datos fiables
de lo encontrado en el yacimiento, de cómo se encontró y de la superposición
cronológica de unos y otros materiales. Estudiado esto, los expertos
establecerían unas conclusiones comunes entre todos los materiales encontrados
y la relación de los mismos con el entorno; por ejemplo:
En un yacimiento se encuentran
restos animales y restos de materiales líticos. Los restos animales
(principalmente herbívoros) tienen marcas de descarnado realizadas por los
homínidos correspondientes, están muy fragmentados por la acción de los mismos
y no hay prácticamente piezas completas ni ninguna extremidad completa. Además,
hay más de un 80% de restos óseos quemados. Por otra parte, los restos líticos
son en su mayoría de sílex, bifaces o lascas retocadas y sin retocar, los
núcleos son prácticamente inexistentes y la mayoría de útiles se realizan sobre
lascas. La fuente de sílex está a unos 2 kilómetros del yacimiento.
El estudio de estos datos por
separado es totalmente inútil, pero sí es útil si se estudia en su conjunto.
Nos encontramos ante unos homínidos que sacarían grandes lascas de sílex desde
la fuente de sílex más cercana, y la transportarían hasta el yacimiento para
acabar de retocar allí los útiles: no se molestaban en llevar el núcleo
completo. Los útiles nos indicarían la etapa del Achelense. Los restos de los
animales serían también trasladados al yacimiento despiezado, (practicidad),
sin un traslado de grandes dimensiones y sería muy aprovechado en el
yacimiento. Además, el fuego se utilizaba en la mayor parte de las piezas, lo
que nos indica que el uso del fuego está controlado, lo que lo situaría a
partir del Achelense Medio.
Es decir: las conclusiones del
conjunto total de los restos nos llevaría, junto a las dataciones realizadas, a
estipular que nos encontramos en el Achelense Medio.
Realizadas las conclusiones, se
empezarían a realizar las publicaciones sobre el tema, para difundir la
información obtenida en la investigación, dar a conocer el yacimiento y poder
hacer estudios comparativos con yacimientos de la zona ya estudiados con
anterioridad o servir como referente a los yacimientos cercanos en tiempo y
espacio que se excavarán e investigarán en el futuro.
Pero la Nueva Arqueología no pretende que
simplemente se estudien los yacimientos de modo individual, pretende también
encontrar unos patrones de conducta heredados o unos nuevos patrones de
conducta que nos ayuden a comprender la psicología de las civilizaciones
pasadas. Pretende estudiar la cultura.
Y es esa
cultura la que se encuentra en las conclusiones de las investigaciones
arqueológicas individuales, pero es también esa cultura la que podemos obtener
si encontramos unos patrones comunes a varios yacimientos cercanos.
El estudio de
los restos funerarios, estudios como los de Binford, nos ayudan a entender la
psicología del individuo del pasado, pero nos ayudan a entender también la
economía, el rango o posición social de cada individuo, y el conjunto de
individuos nos ayudan a entender la composición de la sociedad. Desde los
ajuares funerarios, al arte rupestre o la cerámica, podemos comprender esta
evolución y una gran cantidad de información sobre la cultura de esa sociedad
estudiada.
No encontramos
restos humanos en el yacimiento que hemos ejemplificado antes y la respuesta es
sencilla: no eran enterrados allí. Pero si encontrásemos cien cuerpos con un
enterramiento individual (algo imposible en la época que hemos ejemplificado) y
sólo uno de ellos con un ajuar funerario, comprenderíamos que era el líder de
aquella sociedad. La ejemplificación constante son los estudios que se
realizaron del Neolítico durante esta “nueva arqueología”.
Lo que sí es
cierto es que las hipótesis pasadas y actuales, aunque a veces tienen
similitudes, no siempre coinciden entre sí, como es el ejemplo de David
Lewis-Willians, que considera el arte rupestre como representaciones
alucinatorias de chamanes en trance,
frente a las teorías de que el arte rupestre transmitía mensajes para la
supervivencia del grupo, las de Wobst que lo relaciona con la complejidad de
los grupos sociales o Bar-Yosef que habla de religión o ideología común en este
arte.
Es decir: las
interpretaciones en ocasiones pueden ser diversas y no necesariamente dos
fenómenos cercanos en tiempo o espacio tienen que estar relacionados entre sí,
por lo que la Arqueología sigue reinventándose hacia una teoría unificadora que
sirva como “manual de referencia” para todos los estudios del pasado.
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