En la
plena edad media aparecen las grandes doctrinas políticas como es el caso de la
teocracia.
El
sistema político de la monarquía será el modelo político de la mayoría de los
estados, el más poderoso de la Europa de esos momentos. En la mayoría de los
estados no se concebía un estado grande con un régimen político diferente al
monárquico. Europa central era monoteísta, un solo Dios, por tanto, solo debía
haber un solo rey.
La
república será utilizada por las ciudades italianas. Roma fue la madre de todas
las repúblicas de la que las ciudades italianas se consideraban herederas.
Se
trate de república o monarquía existe una autoridad encontrada en la legitimidad.
Era necesario acceder al poder de una manera legítima, conseguido a través de
la herencia. El elemento sucesorio es el fundamental. Lo que sucede que según
los casos se concreta de manera distinta, en líneas generales se transmite el
derecho dentro de la misma familia denominada dinastía. A la herencia se le
suele añadir algún elemento o principio de elección, que suele tener bastante
peso. Esta elección no equivale a la metodología de los votos.
En la
Baja Edad Media esta situación se fue aclarando de algún modo.
-
El sistema hereditario más claro se produce en Francia. Este es el
sistema de herencia del hijo primogénito varón.
-
En el caso de Inglaterra el sistema es parecido, se consolida en el
hijo primogénito, manteniéndose la posibilidad de herencia de la hija mayor.
-
La herencia en el Sacro Imperio Romano Germano es más compleja, en él
triunfa la elección, protagonizada por un cuerpo electivo formado por 7
miembros (eclesiásticos y laicos) donde existirá una contabilidad precisa de
los votos.
-
En Polonia se impuso la elección dentro de las asambleas. Cualquiera
que fuese el sistema de elección, normalmente finalizaba con un acto religioso,
algo parecido a una consagración, que reafirmaría el derecho de herencia.
El
mérito personal debería ser también un elemento presente para confirmar el
derecho hereditario. La tipología de esos méritos, aparece en obras de muy
distinto tipo. Los cantares de gesta ensalzan una serie de méritos que deben
ser imitados por la realeza. Existen también obras teóricas que son los
“espejos de príncipes”, este será el modelo en el que debe mirarse el joven que
se encuentra en línea sucesoria.
Junto a
los cantares de gesta y los espejos de príncipes encontraremos libros empleados
para las consagraciones. Hay una serie de monarcas que han sido mitificados y
serán el modelo a seguir, como es el caso de Carlomagno. Esto lo encontraremos
en el título que se le dará al príncipe (bueno, sabio, hermoso,…). Los teóricos
eclesiásticos subrayan las necesidades de una moral cristiana, el mismo Erasmo
de Róterdam dice que antes de ser monarca debe poseer virtudes cristianas.
Una de
las virtudes fundamentales que deben encarnarse en el príncipe cristiano es la justicia.
El príncipe debe administrar justicia entre sus súbditos. Se sucede una
transición clara desde la Plena Edad Media, pues el guerrero a caballo, es
sustituido por el rey justiciero, por el rey en el trono. El rey debía
encargarse de que se impusiera la paz mediante la práctica de la justicia. Para
la justicia era imprescindible la fuerza, por lo que se justificaba la
permanencia de las actitudes guerreras. Pero no solo era necesaria la fuerza
sino que se necesitaba sabiduría y bondad. El rey no practicaba directamente
justicia sino que nombraba una serie de tribunales que la practicarían en su
honor.
Los
caballeros querían que el rey tuviese virtudes caballerescas. El rey se situará
entre los libros de caballería y los tratados clericales. El escogerá el mejor
camino para hacer presente la justicia.
Entre
los perfiles de los monarcas se va plasmando otro tipo de rey que estaría
caracterizado por la persona que representa la ley. Será la imagen de la “Lex
animata”, la ley personificada.
Esto
debe proyectarse a los súbditos, de manera que el rey debe ser un personaje
activo que se presenta siempre para conseguir la posteridad de su pueblo.
Empezará a aparecer el monarca protagonizando algún tipo de servicio o
protección de algunos colectivos de la sociedad. Comenzará a tener cierta
capacidad de liderazgo en las asambleas.
Cualesquiera
que fueran las virtudes, en el primer ámbito de la proyección exterior
encontramos el palacio. Debía exhibirse los símbolos fundamentales de poder:
corona, espada, trono… Sobre todo en la monarquía francesa se pensará que el
rey tendrá algún tipo de poder sobrenatural o curativo. Estas virtudes y
capacidades curativas debían ser evidenciadas en palacio.
5.1 EL PRÍNCIPE Y LAS LIMITACIONES DEL PODER REAL
Los
príncipes, en principio, no tendrían límites en el poder. La base del derecho
romano del siglo XIII señalaba que el monarca tenía la plenitud legislativa. El
rey estará por encima de la ley, no estará sujeto a ninguna ley.
Éste
estará limitado en la teoría ya que debe estar sometido a algunas leyes, al
igual que todo individuo. Está sujeto a las leyes naturales y a la ley divina.
Esto tendrá a limitar la situación sin fronteras de los monarcas. En cuanto que
todo ser humano debemos estar orientados hacia el bien común el rey debe estar
también sometido a esta ley natural.
En la
práctica hay una serie de elementos que efectivamente limitan el poder real.
Por un lado está la propia comunidad. Aunque el poder real tuviese su origen en
dios, el poder inmediato reside en el pueblo. Comienzan por tanto, algunas
teorías trascendentales. Dirán que Dios inspira al pueblo para que pueda elegir
al rey, por lo que no debería gobernar sin la opinión del pueblo.
Otro
elemento que limita el poder real es el concejo asesor del rey. Se van formando
progresivamente distintos concejos, llegando a darse concejos especializados,
significando una cierta despersonificación del poder real. Muchos acuerdos
aluden a este fenómeno, aparecen firmados por el rey en el concejo y no por el
rey en soledad. El monarca conserva el poder último pero en el ejercicio
normal, tanto la comunidad como el concejo van poniendo progresivamente unos
límites al poder real.
Por
otra parte, cuando un príncipe se vuelve indeseado lo primero es denominarlo tirano.
Por un lado se encuentra el personaje que usurpa el poder, bien por la
violencia, por engaño… este es el fenómeno destacado de forma más clara. El
tirano también es aquella persona que abusa del poder, quien no actúa
correctamente.
Para
esto hay tres propuestas totalmente diferentes.
-
La primera solución sería privarle del poder. Esta fue defendida por
teóricos tan notables como Santo Tomás, pero ¿Quién puede deponer al príncipe?
En el período central de la Edad Media se estimó que la única autoridad que
tenía competencia para deponer al tirano era el Sumo Pontífice. En el caso de
Portugal, Sancho II[1]
declarado “rex inutilis” por Inocencio IV. En otros casos establecieron algunos
teóricos que el poder de deposición de los tiranos le correspondía al pueblo
por el principio de “vox populi, vox Dei”.
-
La segunda solución establecida era asesinar al tirano. Este homicidio
tenía el respaldo del Antiguo Testamento. Se puso en práctica en algunas
sociedades italianas. Santo Tomás se opuso, considerándolo como un mal peor.
-
La tercera solución era la continuidad del monarca. Se basaba en dos
elementos. Por un lado el acceso al poder dentro de una dinastía plasmada
mediante la consagración no se podía violar, pues se consideraría sacrilegio.
Desde la consagración se les consideraba reyes por la “Gracia de Dios” por lo que
sería ir en contra de la voluntad divina. En las leyendas artúricas aparecía
también un trasfondo de leyenda que exigía respeto hacia la figura real.
5.2 LA ADMINISTRACIÓN
Los
organismos cada vez eran más complejos y más numerosos. Prácticamente en todas
partes se daban una serie de elementos comunes.
Esa
mayor complejidad se expresa en la distinción entre los grupos de gestión. Se
separa de la administración central un organismo al que se le llamará Casa
Real, aparato de la administración central que se ocupa de los asuntos
privados de la administración privada del rey. Por otra parte, se crea una
memoria administrativa con la aparición de los primeros archivos.
El canciller
o los cancilleres, dependiendo de los casos, llegaron a constituirse en una pieza
clave del estado. La capacidad de intervenir se fue transfiriendo cada vez más
a esta figura. Se convirtió de esta manera en el miembro del concejo más
experimentado, por lo que sería uno de los mejores consejeros.
Desde
finales del siglo XIII se desarrollarán los Consejos de Estado. En ellos
se integran personas de autoridad, tanto miembros de las principales casas
dirigentes como consejeros especializados.
En
todas partes, la administración monárquica va a generar tres ámbitos de
especialización. El que toca a la Tesorería, relacionado con el
incremento y desarrollo de la fiscalidad directa; el que toca a la
administración de Justicia, y por último los administradores del Patrimonio
real. En cuanto a los especializados en la hacienda, destaca el caso de
Inglaterra donde estarán los Exchequer; y en Francia, que estaría la Cámara de
Cuentas, que controlaba los ingresos y los pagos del estado.
Por
otro lado, había un concejo encargado de la administración de la justicia,
en Inglaterra se denomina el Banco Común y
en Francia el Tribunal de Justicia. Para estos casos no era suficiente
el sentido común sino que era necesario apoyarse en una serie de principios
fundamentales. Por tanto, los consejeros debían estar formados.
El
príncipe siempre era el coordinador de estos servicios, en principio era
obedecido por todos. Se da también el Secretario del príncipe. Era un
cuerpo que tenía su origen casi en el ámbito privado. Era la persona de
confianza del rey, se ocupaba de las relaciones de estado para un mejor funcionamiento.
En la mayoría de los casos, este secretario era un clérigo, casi siempre su
confesor.
Estas
administraciones, en general, tenían diversos problemas. Hay un primer problema
que es el de las distancias, que podían llegar a ser considerables. El tema de
la centralización o dispersión de determinados territorios, incluso países que
tuvieron una fuerte centralización como es el caso de Francia, en la Edad Media
ya comenzaban a tener dificultades de gestión.
Por
otro lado, la hacienda de los estados se basaba en recursos muy diversos. En primer lugar, el origen de una parte de
los ingresos monárquicos procede del dominio de raíces feudales. Cada vez va
perdiendo importancia, resultan insuficientes. Hubo que incrementar el origen
de los ingresos de la ciudad con los derechos de acuñación, llamados señoraje.
El príncipe obtendrá unos ingresos por la acuñación de la moneda. La moneda
tiene un valor, pero el príncipe elevará su valor obteniendo beneficios a la
acuñación. Otro elemento relacionado será mantener el valor nominal de la
moneda fabricándola con metales menos valiosos, costándole menos la moneda pero
con el mismo valor. A comienzos del siglo XIV existían en Inglaterra 4 secas
privadas, en Castilla funcionaban en el siglo XV algunas secas privadas, en
Francia se mantenían 32.
Otra
fuente de finanzas eran los ingresos obtenidos mediante los impuestos. Estos
impuestos regulaban tanto en la importación como en la exportación. En las aduanas se grababan las mercancías. En
algunos momentos se permitía el transporte de mercancías sin cobrar impuestos,
como en una guerra, malas cosechas…es decir, con carácter estratégico. El
impuesto sobre la sal era un impuesto generalizado. La sal era el gran
conservante en época medieval. Todos necesitaban tener sal. Los reyes
convirtieron la sal en un monopolio propio, por lo que cobraban un impuesto en
la distribución de la sal. Establecían un impuesto teórico sobre el consumo de
sal por cabeza.
Finalmente,
Este concepto de derecho patrimonial sobre el cargo es una consecuencia de la
opinión que la propia monarquía tiene sobre esos cargos, que considera que
dichos cargos son suyos y pueden hacer con ellos lo que harían con cualquier
otra de sus propiedades. Esa forma de pensar que obedece a un rasgo arcaico generará
una dinámica innovadora: si una mercancía es tuya puedes venderla, por tanto,
se convierten en una fuente muy rentable de financiación. Esto se encuentra ya
en el siglo XV con claridad, probablemente en el XIV también. El rey cede
cargos en la administración a sus prestamistas. Sin embargo, esta venalidad se
formalizará durante el XVI.
Si el monarca vende los cargos es normal que quién lo compra
lo considere un patrimonio propio. Desde ese momento lo gestionará como tal.
La
venalidad llevará necesariamente a la hipertrofia de la administración. No
importará crear un número desmesurado de cargos para ganar dinero generando una
inestabilidad constante.
5.3
LOS EJÉRCITOS Y SU PROFESIONALIZACIÓN
Va a
experimentar cambios significativos. En ese momento estamos ante una situación
de guerra permanente asociado a los procesos de integración territorial, es
decir, con conflicto bélicos con los vecinos. Son importantes porque
constituyen la forja que une el término monarquía al de nación. También es una
fuente de ingresos directos e indirectos, ya que la justificación de la guerra
permite desarrollar el aumento fiscal.
Ese incremento de la fiscalidad que normalmente es aprobado por el reino
en las Cortes y en los Parlamentos, es temporal. Estos nuevos ingresos que el
reino cede a la monarquía para hacer frente a la guerra se van a aplicar a la
necesidad de los nuevos gastos militares: contratación de ejércitos mercenarios
y financiación del nuevo armamento.
Todas
las personas con edad y en capacidad de luchar se unirían en el ejército.
Existían otros niveles que seguramente eran más prácticos. Los propios súbditos
de un señor, en edad y condiciones, eran adiestrados para el combate. Las
bandas de mercenarios, como el caso de las bandas suizas o los escuadrones
españoles eran muy valoradas.
En
Inglaterra había tres tipos de tropas según el reclutamiento. Su función
consistía más bien en recordar obligaciones y situaciones de vasallaje. Era
normal que los monarcas reclutaran compañías mediante un contrato de guerra. Se
fijaban el número de caballeros, de arqueros, de peones… eran compañías que, en
la mayor parte de los casos, tenían carácter internacional.
En
Francia no se diferenció mucho la situación con Inglaterra ya que eran dos reinos
en guerra. Las tropas más abundantes eran aquellas mediante contrato entre el
monarca y un capitán. Hay unas ordenanzas militares de 1374 destinadas a
regularizar el comportamiento de estos ejércitos mercenarios. De acuerdo con
estas ordenanzas, el capitán debía responder en todo momento al cumplimiento de
una serie de obligaciones, para lo que eran nombrados dos mariscales encargados
de supervisar las tropas.
En el
caso de Italia, sobre todo entre 1320-1330, los responsables de las ciudades
eran mercaderes y su prioridad seguía siendo el mantenimiento del comercio. El
mercader lo que hace es comprar la defensa, pero él no se ocupa directamente de
las actividades militares. Estaba el seleccionador de tropas y el condotiero
(director). Entre 1340 y 1380 estas tropas eran formadas por ciudadanos no
italianos, destacando los alemanes; A
partir de 1380 fueron sustituidos por compañías de aventuras. El condotiero
estaba ayudado por consejeros de distinto nivel y adquirió un nivel relevante.
5.4
LOS EJÉRCITOS PERMANENTES
En
todas las poblaciones importantes del occidente europeo, existen tropas
dedicadas a mantener la paz interna, la paz pública. Son grupos reducidos de
personas que se desplazan armadas con el cometido de encarcelar a los
delincuentes. Estos grupos eran pagados por las ciudades o por el reino, por el
monarca o por el señorío. Se da el caso de las poblaciones situadas en zona
fronteriza, lo normal es que se den situaciones defensivas, tanto por ciudad
fronteriza como por ciudad de paso, por tanto generadora de impuestos.
Los
ejércitos privados de los príncipes comenzarán a tener otras connotaciones. En
muchos casos serán algo muy parecido a criados que son más propios de una corte
con funciones de representación, y que, por tanto, no están orientados a la
guerra fundamentalmente, sino sobre todo a la transmisión del respeto que ha de
recibir el señor que les ha contratado (ej. Guardia suiza).
Los
ejércitos permanentes propiamente dichos fueron organizados como tales por el
poder, manteniéndose a pesar de la inexistencia de guerras. Otra característica
es la perspectiva de alguno de sus miembros a la carrera militar, a las
virtudes castrenses. Otro elemento significativos es que se trata de unos
ejércitos con estructuras internas, con cargos estables y regulares. Incluso
debe hablarse de una mentalidad en la población que admite como normal y
positivo para el reino la existencia de estos grupos combatientes. Se dan en la
Francia de los Valois hacia 1369. El país empezará a desarrollar una fiscalidad
de guerra, una fiscalidad estable. Serían un 1% de la población en edad de
combatir la que tenía un puesto permanente en el ejército.
Los
medios fundamentales del combate era el caballo complementada con la armadura
pesada de espada o lanza. El caballero venía con su escudero o sirvientes. En
Inglaterra se desarrolló el arquero a caballo. Se mantiene la infantería, a
pesar de ser poco prestigioso seguía siendo lo más numeroso. Los lansquenetes, de origen alemán, tendrán
gran prestigio a final del siglo XV. La pólvora y los cañones ocuparán un papel
fundamental.
5.5
LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS
La Guerra de los Cien Años es un conflicto militar
intermitente que se produce entre el primer tercio del siglo XIV (1338) y que
se alarga hasta mediados del siglo XV (1453). Los actores principales fueron
las monarquías feudales inglesa y francesa. La monarquía inglesa había sido
creada por los condes de Anjou, que se habían convertido en duques de Normandía
y reyes de Inglaterra, y que finalmente habían quedado recluidos políticamente
en las islas británicas y allí habían seguido extendiendo sus dominios,
conquistando Irlanda y Gales. Para esta época las dinastías habían cambiado. Ni
en Inglaterra gobernaban ya los Plantagenêt ni en Francia los Capeto. La
extinción de los Capeto se había producido porque el último rey no había tenido
un descendiente varón al que transmitir la herencia familiar. Precisamente este
hecho fue el detonante del conflicto.
La Guerra de los Cien Años es un conflicto poliédrico, es
decir, tiene muchos frentes. El conflicto principal es entre ingleses y
franceses, y tiene dos espacios primordiales: la frontera entre los dominios de
los Capeto y el Reino de Inglaterra; y la frontera entre el Ducado de Aquitania
y el Languedoc. Por tanto, la guerra se extiende por todo el espacio francés,
pero además traspasa las fronteras y se extiende a través de alianzas y de las
compañías mercenarias a Alemania, Italia y la Península Ibérica.
5.5.1 Causas
Las disputas territoriales heredadas de tiempos anteriores
que enfrentaban a los reyes de Francia con los de Inglaterra están en el origen
de esa conflictividad latente que ha existido entre ambas monarquías durante
todo el siglo XIII. Por tanto, en cierto modo la Guerra de los Cien Años es uno
de los últimos conflictos feudales, puesto que se enfrentan dos sistemas
feudovasalláticos. El motivo inmediato de la guerra fue, sin embargo, un
problema sucesorio. Felipe IV el Hermoso muere en 1314 siendo el último de los
“grandes Capetos”. Le sucedieron sus tres hijos, a los que se denomina
“pequeños Capetos”. Después de ellos la dinastía se extingue por vía masculina.
La extinción de la rama principal de la familia genera una discusión dinástica
sobre quién tiene derecho a heredar el
trono de Francia. Felipe IV ha perdido a sus tres hijos, pero le queda una hija
que está casada con el rey de Inglaterra, Eduardo III. Éste se postula como
nuevo rey de Francia. Tras este hecho, toda la gran nobleza francesa se alinea
con los otros parientes del rey, es decir, con los príncipes de la casa de
Valois. Por eso, Felipe de Valois acabará coronado como Felipe VI.
Eduardo III no concebía la menor esperanza de ser rey de
Francia. Sin embargo, la muerte de sus cuñados le pone en la mano una carta que
no quiere desaprovechar. A cambio de renunciar al trono de Francia, Eduardo III
quiere que el rey de Francia renuncie al vasallaje que le presta el rey de
Inglaterra a causa de los títulos que éste tenía en territorios franceses. Esto
es una discusión diplomática que se podía haber solucionado mediante
negociaciones. Sin embargo, Francia tenía problemas en Flandes e Inglaterra en
Escocia. También había agitaciones entre ambos en Guyena y Gascuña. Por este
motivo la discusión se irá haciendo progresivamente más grave hasta derivar en un
conflicto armado.
Aparte de ser un conflicto feudal y dinástico, una vez
comenzada la guerra se va a convertir en algo más que un conflicto entre
estados. Se va a convertir en un conflicto interno en cada uno de estos países
entre la monarquía y la nobleza, es decir, entre el monarca que dirigiendo la
guerra trata con sus éxitos militares de hacer que su poder interior sea
incuestionable y de una nobleza que utiliza cualquier traspiés del monarca para
arrebatarle el poder. Por último, también están las rivalidades comerciales que
se encajan dentro de la problemática diplomática y militar.
5.5.2 1ª Fase: Las victorias inglesas (1338 – 1360)
En este contexto, una tropa expedicionaria inglesa
desembarca en Normandía con la función de crear un foco de inestabilidad
política en el noroeste de París. Esta tropa está dirigida por el propio
Eduardo III. Para oponerse a los ingleses se moviliza a la hueste real francesa
e incluso se contrata a mercenarios ballesteros. Ambas tropas terminan
enfrentándose en la Batalla de Crécy (1346), donde la caballería
francesa es aniquilada. En Crécy la monarquía francesa y su sistema
feudovasallático se descompone y es gracias a esto por lo que empieza la Guerra
de los Cien Años. Si el resultado de Crécy hubiera sido más equilibrado
posiblemente no se hubiera llegado a más.
En inicio de esta primera fase los efectos de la victoria
inglesa se ven retrasados por la aparición de la peste negra en 1348 en el
norte de Francia. Por tanto, hay una década de descanso en el conflicto armado.
Recompuesta la hueste francesa con esfuerzos y pasada la peste negra el rey de
Francia decide atacar a Inglaterra por la Guyena. Por tanto, se produce la Batalla
de Poitiers (1356), donde la hueste francesa es de nuevo aniquilada y el
rey de Francia acaba prisionero. Esto supone la ruina de la monarquía francesa
y el colapso del sistema feudovasallático francés, que queda descabezado. Cada
uno de los príncipes deciden que reúnen las condiciones para ser el nuevo
regente y, por ello, se suceden una serie de conflictos internos entre la
nobleza, lo cual provoca la sublevación de la burguesía. En el caso de París
esta sublevación burguesa conduce a una eclosión de violencia brutal en el
campo, cosa que se conoce como la revuelta de la Jacquerie (1357). Estos
jacqueries ponen en peligro la estabilidad política de la isla de Francia. Lo
que queda de la nobleza francesa se ve en la obligación de sofocar esta
revuelta, y lo hace con éxito.
Con la monarquía francesa en este tan mal estado se llega a
la Paz de Brétigny en 1360. Esta paz supone que la negociación que había
comenzado con la muerte del último de los pequeños Capeto llegue a su fin. Así
pues, el rey de Inglaterra renuncia a ser rey de Francia a cambio de la
renuncia de este último al vasallaje del primero. Dicho de otra manera, se
soluciona el viejo conflicto del vasallaje del rey de Inglaterra y, al mismo
tiempo, también el conflicto de la herencia al trono francés, pues el rey de
Inglaterra renuncia a su condición de heredero. Una de las condiciones de la
Paz de Brétigny obligó a los reyes de Francia a reconocer el dominio inglés
sobre la Aquitania y la Guyena. Otra de las condiciones fue que todas las
compañías militares que habían participado en la guerra debían abandonar el
dominio de los reyes de Francia y de los de Inglaterra. Por tanto, grandes
grupos de hombres armados que habían estado saqueando el territorio francés
ahora tenían que partir, y trasladaron la violencia a otros lugares. Así pues,
la guerra cesó en Francia y se inició en otros lugares como España o Italia por
efecto del nuevo sistema militar basado en las partidas de mercenarios.
5.5.3 2ª Fase: recuperación de Francia y equilibrio (1360 – 1400)
A partir de la Paz de Brétigny, la monarquía francesa
intenta recuperar la situación militar y política anterior. En términos
generales, el reinado de Carlos V el Sabio es de reorganización económica,
diplomática, financiera y militar. Aparecen las compañías blancas, es decir, la
monarquía francesa asume como parte necesaria de su aparato militar a las
compañías mercenarias. Esa recuperación financiera y militar de Francia es
relativamente rápida en los años 60, de manera que en el año 1369 Francia rompe
la Paz de Brétigny y reinicia las ofensivas militares contra los ingleses en la
Guyena, ofensivas que van a ser exitosas para los franceses. Uno de los
enfrentamientos más significativos de este momento es la batalla naval de la
Rochelle, que es un combate entre la flota inglesa y la castellana, la cual
acude al llamamiento del rey de Francia. La batalla terminará con la derrota de
Inglaterra. La retirada inglesa, por tanto, será general en territorio francés,
aunque quedarán en sus manos algunas ciudades importantes como Burdeos, Calais
y Bayona.
A principios de los años 70 se ha producido una situación de
equilibrio militar que supone una cierta paralización o pacificación del
conflicto, aunque de forma peculiar. Lo que ocurre en realidad es que se
reactivan conflictos internos tanto en Francia como en Inglaterra. En este
última se producirán enfrentamientos entre los nobles y la monarquía. Por su
parte, en Francia es la época en que se gesta una guerra civil entre armagnacs
y borgoñones que se alargará durante todo el comienzo del siglo XV. Esta guerra
civil nace del intento de ambas familias por hacerse con el control de la
monarquía francesa, ahora en manos de Carlos VI. Por tanto, se suceden estas
luchas por el control de la monarquía que son propias de los periodos de
regencia, es decir, cuando el rey es demasiado joven para tomar decisiones
militares y, por tanto, ha de ser el regente quien reine en la práctica,
creando conflictos de legitimidad. En Inglaterra sucede lo mismo durante el
reinado de Ricardo II, en el que se inician las luchas entre las familias York
y Lancaster para hacerse con la monarquía.
Hay que entender esto como un momento en el que la unidad de
la dinastía se rompe y diferentes miembros de ésta encabezan sistemas de
lealtades enfrentados. También de la misma manera estos momentos de
inestabilidad en la cabeza del estado generan siempre inestabilidad política.
Hacen que la paz social se tambalee porque provocan inseguridad. Estamos en un
momento, a finales del siglo XIV, en el que la crisis de las rentas señoriales,
es decir, la pérdida de valor de los beneficios que la aristocracia feudal
obtiene de los señoríos, está obligando a esta aristocracia a buscar fuentes de
renta alternativas, como puede ser la guerra. Mientras la guerra exterior va
bien, no suele haber problemas en el interior, porque los saqueos compensan la
pérdida de poder adquisitivo de los señores y permiten un consumo de lujo. Sin
embargo, cuando la guerra exterior va mal, las tensiones en todo el país
crecen, porque ese instinto depredador de la aristocracia como clase armada
tiende a proyectarse hacia el interior. Es entonces cuando comienzan los
conflictos por el control del trono como resorte del poder. Esa violencia
también se proyecta sobre el resto de la sociedad del país, es decir, sobre el
campesinado o la Iglesia.
Otro sistema que se desarrolló en el XIV para solucionar el
problema de las rentas señoriales es el desarrollo de la fiscalidad del Estado,
puesto que el sistema de la fiscalidad señorial está fracasando. Por tanto, se
empieza a generar un sistema recaudatorio alternativo, que es lo que llamamos
actualmente impuestos públicos. Se desarrolla una fiscalidad directa que grava
a las personas en función de los bienes que poseen. La inseguridad provocada
por los conflictos internos junto con el incremento de la presión fiscal
provoca inseguridad entre los campesinos, desencadenándose así las revueltas
campesinas, que en Inglaterra tienen lugar después de las derrotas militares de
esta fase. Se producirá así la rebelión campesina de 1381, que acaba de
desestructurar el sistema político inglés y debilita sobremanera a la
monarquía. El resultado es que a finales de siglo la nobleza inglesa impone su
poder a la dinastía reinante, depone al rey y los sustituye por la nueva casa
de Lancaster, entrando a reinar Enrique IV. Estas luchas dinásticas se
reproducirán más tarde en la Guerra de las Dos Rosas.
5.5.4 3ª Fase: ocupación inglesa de Francia (1415-1435)
La situación política en Inglaterra se serenó antes que en
Francia, y esto es lo que dará a los ingleses una cierta ventaja en la última
fase de la guerra. La casa de Lancaster consigue pacificar el país, y esto
permite a los reyes ingleses intervenir en la política francesa y aprovecharse
de la división de la aristocracia francesa entre los partidarios del duque de
Orleans y los del duque de Borgoña. Los ingleses se muestran primero a favor de
los dos bandos y finalmente apoyan de manera abierta al que más les ofrece, es
decir, al Ducado de Borgoña, que en estos momentos es el principado que más
poder acumula después de la Corona francesa.
El duque de Borgoña es un hijo del rey de Francia y, en un
momento de inestabilidad política, este duque tiene tras de sí suficiente poder
para plantarle cara a la monarquía. En este caso, el duque de Borgoña
aprovechará la alianza con los ingleses para imponerse a los Armagnacs, es
decir, al duque de Orleans. La posición de los Armagnacs se verá más debilitada
cuando en 1415 otro ejército inglés vuelva a acabar con la caballería francesa
en la Batalla de Azincourt. Este conflicto hace más fuertes a los borgoñones y
más débiles a los Armagnacs por la derrota militar. El resultado último de la
evolución de Azincourt es el tratado de Troyes de 1420, que hace una nueva
reorganización del panorama político. Básicamente, divide el país en dos
partes. Se decide que el rey de Inglaterra se casará con una hija del rey de
Francia y, cuando su suegro muera, ascenderá al trono francés saltándose al
primogénito, que queda excluido de la línea sucesoria. La facción derrotada en
Azincourt no acepta de ningún modo el Tratado de Troyes y se retira a la parte
sur del reino, desde donde planteará su defensa y planeará recuperar la parte
norte de Francia.
Por su parte, el duque de Borgoña acepta al rey de
Inglaterra como rey de Francia a cambio de verse apoyado en el intento de que
el Papa reconozca a Borgoña como reino. A partir de la Paz de Troyes comienza
el periodo de esplendor del Ducado de Borgoña. Por el contrario, abre uno de
los periodos más oscuros para la monarquía francesa. Dado que la resistencia de
los legitimistas de la monarquía francesa se desarrolla desde Orleans,
borgoñones e ingleses toman Orleans. En 1428
comienza el asedio de la ciudad, que será definitivo en el cambio de la
situación de la guerra.
5.5.5 4ª Fase: victoria de Francia y expulsión de los ingleses
(1435-1453)
La llamada cuarta fase de la guerra a veces se excluye de
esta misma. El momento clave de esta última parte es el levantamiento del
asedio de Orleans, que termina con la retirada del ejército inglés. Durante el
asedio se produce la extraña aparición del personaje de Juana de Arco. Esta
especie de profetisa espiritualista, cuya ideología se enmarca en esa tradición
de los profetas milenaristas, no sólo se presenta ante el rey de Francia en
1429, sino que consigue que éste la nombre Comandante del Ejército francés. La
explicación que se le da a esto es que la desesperación del monarca francés
debería ser muy profunda. Efectivamente,
a finales de 1429 la situación ha cambiado mucho para la monarquía francesa. Se
ha levantado el cerco de Orleans, se ha vencido a los ingleses en una ofensiva
en el Valle del Loira y se ocupa Reims, donde Carlos VII es coronado rey de
Francia. En 1430 Juana de Arco fue capturada por los ingleses, juzgada y
ejecutada en Rouen al año siguiente.
En 1435, dado que la reacción militar de Carlos VII ha
conseguido desestabilizar la posición inglesa sobre París, el duque de Borgoña
cambia su alianza, es decir, traiciona a sus aliados ingleses y se pasa al lado
francés. A cambio, obliga a renunciar al rey de Francia al juramento de
fidelidad vasallática del duque de Borgoña, convirtiéndolo en un príncipe sin
señor. Sin el apoyo de los borgoñones los ingleses no pueden mantenerse en
París y por ello Carlos VII entra triunfante en la ciudad en 1437. Comienza así
un periodo de fortalecimiento rápido de las estructuras políticas, fiscales,
militares y burocráticas de la monarquía francesa.
La guerra se paraliza en los años siguientes, pero dado que
la posición inglesa es cada vez más débil, finalmente los franceses consiguen
tomar la Normandía y la Guyena en los años centrales del siglo XV. Sólo queda
una ciudad en manos de los ingleses, Calais, que les permite cierto control
sobre el Canal de la Mancha.
El resultado más inmediato de la guerra es el
fortalecimiento militar de la monarquía francesa. El ejército que Carlos VII ha
creado tiene entidad suficiente para someter a los ingleses y al resto de los principados franceses. A
partir de aquí en el reinado siguiente de Luís XI se irá produciendo la anexión
de los principados franceses a la Corona de Francia. Esto significa que el rey
de Francia se convierte en duque de los diferentes principados, sin tener que
ceder este puesto a miembros de la familia real. La anexión de Bretaña se
produce en 1491, siendo el último de los principados en anexionarse a la Corona
francesa. Con esto se termina la reconstrucción del mapa francés medieval.
La maquinaria militar que había creado la monarquía francesa
en estos tres cuartos del siglo V, sin embargo, no se desmoviliza. El rey de
Francia tiene en su mano un poder militar que le ha permitido recuperar todo el
territorio francés y que ahora la va a permitir apoderarse de otros territorios
exteriores. Lo primero que se va a hacer es invadir Italia dos veces en el
último cuarto del siglo XV. En 1494 y 1498 los ejércitos franceses llegan
atravesando los Alpes hasta Nápoles. Estos dos intentos de conquistar Italia
trasladarán la Guerra de los Cien Años a Italia, donde participará de manera
significativa Castilla. Por tanto, la alianza entre Castilla y Francia ahora se
rompe, puesto que el Reino de Castilla se había incorporado a la política
italiana del Reino de Aragón. Así pues, a partir de finales del siglo XV
comienzan las Guerras de Italia entre la monarquía hispánica y la francesa, lo
cual supone el inicio de la diplomacia moderna.
5.5.6 Consecuencias de la guerra
La Guerra de los Cien Años empezó siendo un conflicto feudal
y acabó siendo otra cosa. Las monarquías que participan en ella empiezan siendo
monarquías feudales y terminan siendo algo que se asemeja a las monarquías
nacionales o absolutistas del siglo XVI, sobre todo en el caso de Francia. El
vínculo que durante la Edad Media unía al monarca con sus súbditos era de
dependencia personal, basado en el contrato feudovasallático. Ahora, ese
vínculo se deteriora a favor del vínculo de naturaleza, que tiene que ver con
el desarrollo de eso que llamamos sentimiento nacional. Al final de la guerra,
los súbditos del rey de Francia ya no lo son por estar vinculados a por un
juramento, sino porque han nacido dentro de las fronteras de Francia. Por
tanto, se crea un vínculo de dependencia abstracto basado en la pertenencia a
una nación.
Por supuesto, la guerra tuvo consecuencias importantes en
los aspectos de la organización militar. En la Guerra de los Cien años empieza
la decadencia de una forma de hacer la guerra que asociamos a la Edad Media y
que había triunfado desde la Batalla de Adrianópolis en el siglo IV, basada en
las tácticas de la caballería. Ahora, esta forma de hacer la guerra entra en
una crisis que se alargará hasta la Batalla de Pavía del 1525. Por tanto, surge
una nueva forma de hacer la guerra, donde los ejércitos mercenarios, las
tácticas de infantería y la artillería van a prefigurar lo que va a ocurrir en
la Época moderna. De hecho, el desarrollo de la artillería va a cambiar el
desarrollo de las fortificaciones.
Por otra parte, se evidencia que la guerra es una actividad
económica importante, puesto que el saqueo de unos beneficia económicamente a
otros. Esto ya se sabía en la Alta Edad Media. Sin embargo, lo que ocurre a
partir de ahora es que estas guerras que antes eran externalizadas y llevadas
hacia las fronteras de la cristiandad, ahora van a ser internas. Este estado de
guerra se va a mantener casi de forma permanentemente hasta las guerras
napoleónicas.
Además, las necesidades de la guerra hicieron que hubiera
que aceptar por parte de los súbditos el desarrollo de la fiscalidad real. Las
monarquías medievales no tienen sistemas fiscales propiamente dichos más allá
de las contribuciones indirectas. Aparece ahora una fiscalidad directa que
supone el desarrollo de importantes sistemas de gestión. Hay que censar a la
población y conocer su renta para poder aplicarle la ratio correspondiente a lo
que debe pagar. Esto hace que aparezcan las estructuras del Estado.
Por último, en cuanto a los resultados políticos o
diplomáticos de la guerra, en Inglaterra la crisis bélica y la pérdida de los
territorios franceses y de un espacio de economía de botín lleva al desarrollo
de conflictos internos entre los clanes nobiliarios, precipitando en la Guerra
de las Dos Rosas, hasta que en 1485 se entroniza a la dinastía Tudor que pone a
Inglaterra en la senda del nuevo Estado moderno. Al contrario, Francia es
fortalecida fiscalmente por la guerra y utiliza la fuerza adquirida, sobre todo
militar, para iniciar el primer ensayo de hegemonía continental, cosa que la
lleva al enfrentamiento con la monarquía hispánica en Italia, comenzando una
serie de guerras entre ambas potencias hasta el siglo XVI.
[1] Sancho II murió exiliado en Toledo.
Portugal era un reino vasallo del papado. Sancho II se había enemistado con la
jerarquía eclesiástica portuguesa por motivos de intervención del rey en el
nombramiento de los obispos, un intento de manipulación,… Además existía una alternativa de poder
formada por Alfonso el Boloñés. Por estas tres razones el papa actuó deponiendo
al que se consideraba tirano.
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