lunes, 19 de mayo de 2014

Ia Iglesia y la cultura en la peninsula ibérica durante la Baja Edad Media

8.1 La Iglesia peninsular ante el cisma de occidente

La situación de la Iglesia peninsular en estos momentos es compleja. Podemos decir que es una Iglesia muy fuerte y muy bien articulada, pero que muestra indicios de debilidad según el punto de vista por el que se observe. Es el momento en el que se termina de perfilar el mapa eclesiástico que durará, prácticamente, hasta la época contemporánea. Este mapa se articulará del siguiente modo:
-          Un arzobispado principal, que será la Sede Primada de Toledo. La elección de Toledo responde a distintas razones: históricas, ya que fue sede principal desde la época visigoda, y geoestratégicas, ya que su dominio se encuentra en el centro de la península, extendiéndose de norte a sur, siguiendo el avance de la monarquía en su avance al sur. Esto se hace así por interés del pontificado y la monarquía, ya que el primado se convertirá en un interlocutor directo con ellos. Braga será otro importante principado y no aceptó la supremacía de Toledo, pero se desvincula de la organización española con independencia portuguesa.
-          Diversos arzobispados, que tendrán su competencia el resto del territorio, organizado en provincias eclesiásticas: Tarragona, muy importante que se consolida con la pertenencia de los obispados de Cataluña que anteriormente pertenecían al arzobispado de la Narbonense, Santiago, Granada, Lisboa (cuyas fronteras se fijan para cada reino después de la guerra de los dos Juanes), etc.
-          En 1492 se constituyen dos arzobispados nuevos: el de Granada (Fray Hernando de Talavera será su primer arzobispo), recién conquistada, y el de Valencia, anteriormente exenta.
Se establecerá un arzobispado por cada reino, que no tiene por qué coincidir con la capital política de dicho reino. Toledo correspondía al reino de Castilla, Santiago al reino de León, Tarragona al reino de Aragón y Braga al reino portugués, etc. Estos arzobispados eran heredaros de la Plena Edad Media. Puramente de la época bajomedieval será la creación del arzobispado de Lisboa, tras la guerra de los “dos Juanes”, y la creación del arzobispado de Zaragoza.
La Iglesia tiene en estos momentos un tejido institucional muy fuerte, una organización muy jerarquizada a partir de arzobispados, obispados, patriarcados, etc., que engloba y organiza a todos sus miembros. Esta institución es propietaria de cuantiosas donaciones (externas o de sus propios miembros), así como derechos e ingresos. No tiene problemas doctrinales: el credo está ya normalizado y se enseña a los fieles de un modo estandarizado, no se registran herejías importantes y se observa una producción de obras doctrinales cultas y de calidad. Pero a parte de esta organización, hay que destacar también la importancia de otras instituciones de largo recorrido en la historia peninsular, tales como los monasterios, los Trinitarios y Mercedarios (dedicados a la liberación de esclavos) y las ordenes mendicantes (benedictinos, predominando en el norte del Tajo, cluniacense, órdenes militares, predominando al sur del mismo río, etc.). Otro elemento importante son los “obispados exentos”, es decir; obispados fuertes que no consiguieron sede arzobispal, pero consiguieron no depender de ningún arzobispado y tener una relación más directa con el papado. Se encuentran en una situación intermedia entre los obispados simples y los arzobispados.
Sin embargo se registran problemas a los que tiene que hacer frente. El pontificado de Avignon muestra una fuerte centralización en su gobierno vinculada a una fuerte tributación. Asimismo, los pontífices se reservan la entrega de cargos, que acaban otorgándose a los poderosos que pueden asegurarse el apoyo de la curia, especialmente a burócratas y administraciones. Justificándolo con que con esta medida se acababa con la presión de los nobles o cargos públicos en las villas, evitando así mismo, enfrentamientos. Esta justificación choca con la realidad. El resultado de esta práctica es que los ingresos se concentran en los que ocupan tareas burocráticas y no los que desempeñan labores religiosas, los cuales además concentran diversos cargos.
Por otro lado, la moral del clero en este momento es deficiente, muy relajada: no respetar el celibato (incluso pedían al papado la legitimación de sus hijos para que pudieran optar al beneficio eclesiástico y a la carrera eclesiástica), no respetar la dedicación a la tarea religiosa (desempeñar labores en la corte, por ejemplo), etc. En el plano cultural, el acceso a un cargo eclesiástico requería una preparación intelectual (lectura, canto, doctrina, etc.), si bien después de esta se produce una separación: aquellos que continúan formándose, consiguiendo una formación intelectual muy alta, y aquellos que la abandonan y pasan a vivir de la renta.
En esta situación se produce el cisma, que tuvo una importante repercusión en Occidente. Este cisma se produce tras la muerte del papa Gregorio VII y el nombramiento de Urbano VI, precipitado y que no contó con el apoyo de todos los cardenales, en especial los vinculados a Avignon. Los opositores de Urbano VI acaban eligiendo en Avignon un nuevo papa: Clemente VI. Ambos pontífices envían legaciones a los distintos territorios buscando apoyos (destacaría la labor de Pedro de Luna, emisario de Avignon). Las repercusiones de este cisma en las distintas coronas fueron varias: celebración de asambleas de clérigos para asesorarse sobre el problema de la duplicidad de papados, concentración de las rentas destinadas al papado e inicio de la circulación de las primeras doctrinas conciliaristas para terminar el problema de la duplicidad del papado.
En la península Ibérica se observa desde muy pronto un apoyo al papado de Avignon, con una labor teórica y doctrinal a su favor considerable y por el apoyo de la corona de Francia. En la corona de Aragón utiliza el conflicto como pretexto para retener los pagos al pontificado y utilizarlas en su propia hacienda. Portugal pasa de una situación de neutralidad al apoyo a Avignon, si bien vuelve a cambiar al estallar la guerra con Castilla, apoyando al Papa de Roma. En Castilla, convocado por Juan I, se celebra una gran asamblea de letrados en Medina del Campo entre 1380 y 1381, en la cual se acaba decidiendo el apoyo a Avignon gracias a la labor de Pedro de Luna.
En este momento ya existen muchos monasterios y conventos de considerable importancia y sus abades intervenían o tenían un peso en los territorios donde se encontraban.
Los cabildos catedralicios se generalizarán por toda la Península Ibérica durante la Edad Media. Siendo la catedral la “madre” de las iglesias parroquiales, se convierte en referente del culto de las iglesias dependientes, por lo que las funciones litúrgicas se cuidan especialmente en el caso de las catedrales. También destacará por la importancia como lugar de enterramiento de personajes notables, que dota a la catedral de unos sustanciosos ingresos, además de constituir gracias a sus registros una importante fuente de información histórica. El cabildo también será propietario de numerosos inmuebles y un sustancioso patrimonio, por lo que desempeñarán una importante función económica. Los ingresos de estos cabildos vendrían de sus distintas propiedades, negocios, terrenos y, en especial, del diezmo eclesiástico.
-          Coro
-          Dignidades capitulares
-          Dean
-          Arcedianos: encargados de la administración del derecho canónigo.
-          Tesorero
-          Maestrescuela

A finales de la Edad Media surgen nuevos cargos, creados por el papa alrededor de 1485, que los distintos cabildos tratarían de adoptar dentro de sus posibilidades:
-          Canónigo magistral: maestro en teología, centrado en la labor de predicación.
-          Canónigo doctoral: maestro en los dos derechos, canónigo y civil, para asesorar al cabildo en sus pleitos.
Como consecuencia del desarrollo del culto, también se empiezan a dotarse en esta época cargos de músico (cantores e instrumentistas) a cambio de una remuneración. Progresivamente se irán añadiendo cargos: relojeros, sastres, etc.
La promoción al episcopado oficialmente correspondía al cabildo salvo dos casos concretos: el traslado de diócesis o en caso de desacuerdo. Esto explica que normalmente, las diócesis estaban regidas por obispos que previamente habían sido dignidades capitulares, en concreto el deán o los arcedianos, ya que contaban con una experiencia de autoridad y eran las personas que tenían una mejor posición económica. Sin embargo, junto con este sistema regular existían otros medios: la intervención de Roma, intervención de la monarquía o presiones del alto clero.

8.2 Los intentos de reforma del clero

Hay muchas órdenes con un tejido institucional muy fuerte y todas estas instituciones están regadas por unas rentas muy abundantes y que tienen su base en el diezmo. Además en castilla esta ya definido el dogma, no hay grandes herejías, el dogma ya está interiorizado por el pueblo. Las doctrinas morales están muy desarrolladas, donde el clero culto tenía una formación ya muy importante.
Aspectos negativos importantes: excesiva centralización del pontificado de Avignon (1309-1377) y a esta centralización se une una fuerte tributación. La santa sede se reserva la concesión de cargos eclesiástico. Esto evitaría las presiones fiscales, pero esto no se parece a la realidad, sino que se daba a las personas importantes, lo que hace que se haga una burocratización, es decir, no premia a aquellos que se preocupan por las iglesias sino a los que se preocupas de los burocráticos. ….
En lo relativo a la preparación intelectual se presenta muy dispar, el acceso a los puestos eclesiásticos requería según los escritos había que saber leer, escribir y cantar, pero hay una posición muy dispar donde había quienes se preocupaban por continuar formándose y quienes tras obtener una prevenda ya no se preocupaban por formarse, este tenía un límite de obtención pues hasta los 11 años no se puede obtener.
En Roma fue nombrado Urbano VI, el papa que hasta este momento era una persona muy amable, se convirtió en una figura muy fuerte y con un rigor excesivo y que la elección se había elegido bajo la presión de laicos romanos, mezclada por intereses políticos. Por lo que fue en consecuencia nombrado en Avignon Clemente VII, y en España Pedro de Luna importante defensor del papado de Avignon. Los monarcas decidieron buscar asesoramiento con asambleas de teólogos y teóricos, para averiguar a quien correspondía, además se interrumpieron las dotaciones hasta saber a quién correspondía. Ya desde muy pronto empiezan a manifestarse doctrinas conciliadoras. Por otro lado el papado de Avignon se empezó a manifestar como poderoso desde muy pronto a ser apoyado por el rey de Francia, aunque en su mayoría los monarcas se van a mantener neutral, aunque con el paso del tiempo (esto empieza en 1378?). Aragón negocia directamente sus intereses con los papados. En castilla se celebró una gran asamblea en Medina del Campo donde se decidirá hacia el papa de Avignon, siendo apoyado por el poderoso Pedro de luna. En Salamanca se celebran los actos en mayo de 1381, donde el rey Juan I declaro Papa verdadero al de Avignon.

8.2.1 Alto Clero

Está encabezado en España por el arzobispo de Toledo, era el más importante además de que era el primado. En 1492 se constituyen dos arzobispados nuevos, el de Granada recién conquistada, ocupado por Hernando de Talavera, un personaje muy interesante. En este año también se crea el arzobispado de valencia, valencia tenía la consideración de reino y tenía ciertas aspiraciones.
Los arzobispados son el más alto rango dentro de la Iglesia en la península ibérica, es la institución con más autoridad. Esta autoridad deriva de ocupar una metropolo con una serie de competencias adscritas a las ciócesis de turno. Por ejemplo, el arzbispado de Santiago tiene una serie de diócesis sufragáneas, es decir, que tributaban a la sede principal de la que deriven.
Estas primitivas metrópolis habían acumulado un poder y una renta muy considerable durante la Plena Edad Media, con una gran cantidad de propiedades, aldeas y pueblos, dependientes de las mismas en lo respectivo a la Iglesia. Estos arzobispos también tienen una gran importancia en la política civil al desempeñar en muchas ocasiones altos cargos en los consejos reales.
Si descendemos en la jerarquía del alto clero, estarían los obispos, que son los que consagran y ordenan a los clérigos de sus órdenes. Otra importante función es la convocatoria de sínodos, a los cuales tenían que desplazarse todos los miembros de las diócesis, aunque a veces iban una serie de representantes. A estos sínodos, era frecuente, que se convocaran a autoridades civiles, aunque sean de carácter eclesiásticos y estén dedicados a la difusión de los dogmas y prácticas religiosas. El motivo era que estas prácticas religiosas o dogmas podían tener repercusiones en la vida de la sociedad y política civil, por ejemplo, se condenaba la poligamia o la usura, y eran los poderes civiles los que controlaban estos aspectos. También eran un elemento de unificación eclesiástica y de control sobre las prácticas. Las “visitas” serían las encargadas de verificar que estas reglas se llevaban a cabo. Estas “visitas” tendrían que ser llevadas a cabo por los obispos o delegados, pero realmente estas visitas no se realizaban tan periódicamente como se debían, aunque en la teoría estaban muy bien regulados. Los temas que trataban sobre economía eran comprobadas por los arciprestes. 
La mayor parte de los obispos pasaron su vida fuera de las sedes episcopales, porque realmente tenían otras funciones aparte de ser obispos, ya que muchas veces podían ser personalidades de la vida política como por ejemplo estaban en el consejo real. En la época bajomedieval tenía más autoridad y peso el arcediano que el arcipreste. La mayor parte de los obispos eran señores temporales de una serie de villas, esta tradición viene desde la época de la reconquista, cuando los reyes entregaban nuevas villas a la protección de los obispos, por ejemplo, el obispo de Ávila era señor del Valle de Corneja. Había ejemplos más excepcionales como el obispo de Palencia que era el señor de la propia ciudad, o el arzobispo de Santiago era el señor de la ciudad de Santiago. 
Los obispos ejercían un claro liderazgo urbano aunque no fueran los señores temporales de la dicha ciudad. Incluso en muchas ciudades solo podían existir dos palacios, el del representante real y el episcopal. Tenían unas competencias jurisdiccionales desde el punto de vista canónigo y también desde un punto de vista económico, ya que recaudaba una parte importante de las rentas de la diócesis.
Hay una diferencia importante dentro del clero en cuanto a renta. Existen ya muchos monasterios, en Galicia hay muchísimos, pocos relevantes que llegaran a tener peso, en Aragón, Poblet,…Se mantenía como personas importantes los abades de los grandes monasterios, hay pocas abadesas con repercusiones públicas aunque destaca la abadesa de los huertos.
Se procura que las ceremonias litúrgicas en la catedral estén especialmente organizadas. Las funciones fundamentales, las celebraciones más importantes, también las funciones de carácter fúnebre, porque un cierto número de la nobleza eran enterrados en la catedral, de la que se guardaba un registro, esto repercute en la economía catedralicia. Los cabildos tienen un patrimonio realmente notable la mayor parte de ellos. El cabildo es normalmente el propietario urbano más ricos, pese a todo esto el patrimonio más importante eran los latifundios.
Los cabildos de las catedrales eran elementos de gran importancia, acompañando, en teoría al menos, y aconsejando al obispo. Los miembros de estos cabildos serían los canónigos. El número fue creciendo a lo largo de la Edad Media, creciendo de una manera desmesurada en el siglo XII-XIII, por lo que a mediados del siglo XIII quedan fijados el número máximo de canónigos, en relación con la riqueza de las distintas diócesis. La jerarquía capitular parte desde el racionero (el nivel más bajo), cuando una persona entra en el cabildo se hace racionero, el niño del coro que crecía y en la adolescencia pasaba a ser racioneros. Un segundo nivel serían los canónigos que serían elegidos entre los  racioneros, era el grupo más numeroso. Por encima de los canónigos, estaban las dignidades, el número de estas personalidades es variable, variaba de la riqueza del cabildo, pero con carácter general eran muy parecidos, el cabildo estaba presidido y representado por el dejan, cargo vitalicio, cuando el obispo era trasladado era el instituto. Después estaban los arcedianos, que estaban adscritos. Y el Doctoral que era un experto en derecho canónigo y derecho civil porque era el asesor legal del cabildo. A parte de la remuneración de cada estatus tenían una serie de estímulos para asistir a las oras canónigas. Otro complemento, más importante, que demuestra el peso urbano que tenían, son las donaciones y las participaciones del diezmo. Como consecuencia tuvieron un patrimonio importantísimos, con grandes latifundios y propiedades en las ciudades.
Ahora se buscan a parte de los niños del coro cantantes profesionales e instrumentista que tienen el sueldo más o menos de un racionero.
La elección del obispo correspondía al cabildo excepto en el traslado de la diócesis o en caso de desacuerdos muy fuertes donde intervenía roma.

8.2.2 Bajo clero

El bajo clero desarrollaba sobre todo labores en las parroquias, estaban adscritos a una aldea rural (aldeas y algunas villas). Algunas villas como la de Palencia, tenían unas rentas abundantes, además tanto como la de Palencia, Burgos, etc. tenían una clerecía poderosa como las pequeñas catedrales. Pero la mayoría tenían recursos limitados e incluso muchos casos pobres.
Entre las características de este grupo destaca un cierto aislamiento debido a la lejanía física de la parroquia, con el alto clero……
Se pueden elaborar a partir de los datos que nos ofrecen algunas fuentes que son significativas y se pueden sacar algunas conclusiones.
Desde el obispado se mandó un recuento de la diócesis  en ese momento. Los graderíos son los que tienen las órdenes menores. Los prestameros eran aquellos que recibían una prestación para realizar sus estudios.
La selección y nombramiento de los clérigos era diversa:
-        La primera forma, la respuesta correspondía al arcipreste de la zona que conocía a los jóvenes de la zona y conocía a los más preparados, este era el que lo presentaba al obispo.
-        Otra forma era la de clérigos patrimoniales o pilongos, tenían primacía aquellos que hubieran sido bautizado en la propia pila bautismal de la parroquia, este sistema se fue ampliando a que el padre hubiera sido bautizado allí e incluso el abuelo. Esto estaba aceptado por el obispo, el motivo por el que se mantuvo fue por la idea de beneficio, ya que la manera de que se vea menor oposición a pagar las rentas, es que vean la forma en la que revierta en el hijo de algún vecino de dicha parroquia.
-        Una tercera forma, en la zona noroeste de la península, el clérigo encorozado, en esas zonas, estaba muy extendido la construcción de las iglesias propias, aquellas que los señores habían construido con su dinero y con su propio dinero y se reservaban algunos derechos. Esto la iglesia lo quería erradicar, pero el señor feudal en algunos casos nombraba a estos clérigos encorozados que controlaba al clérigo elegido por la iglesia.
Los requisitos son de lectura, canto, escritura, contabilidad, edad,…no eran grandes requisitos, eran poco exigentes aunque algunos de ellos se preocuparon por mejorarlo. Habían exigencias, como que fueran hijos legítimos, muchos papas llegaron a legitimar a sus hijos, aunque había un cierto rechazo a que los hijos de clérigos fueran también clérigos, otro requisito es que no hubieran cometido crimen, que no fueran asesores de nobles, en el requisito que más insisten es que para ser ordenados, el requisito fundamental era disponer previamente un beneficio, por la cierta idea de mantener una cierta dignidad, por lo que primero era el beneficio en una iglesia determinada o unos beneficios propios.
Los ingresos más comunes del clero rural era el diezmo, también las rentas de las propiedades, la ofrenda de los fieles o la remuneración por determinados servicios, generalmente los servicios funerarios, que normalmente tenían por obligación, la repartición de ciertos alimentos. No se podía cobrar ni exigir ninguna remuneración por ninguno de los siete sacramentos.
Del diezmo el clero normalmente recibía una tercera parte, la otra parte iba destinada a la jerarquía eclesiástica, la otra tercera parte a las adquisiciones de la iglesia. Como en la edad Media hubo un aumento importante de la producción también aumento de forma importante el diezmo por lo que hacia el siglo XIII aumento el número de clérigos, la creación de iglesias, etc. Aunque cabe destacar que no en todos los lugares se pagaba el diezmo, porque en algunos se deprecia la moneda y se va reduciendo o porque determinados grupos sociales presionaron para que no se pagara el diezmo en algunos actos, como rentas de las casas, hornos, puentes, etc. También es cierto que en muchos casos muchas órdenes o señores se apropiaban la parte correspondiente del diezmo. Pero a pesar de esas limitaciones el número de clérigos creció de manera extraordinaria, cuando no creció la producciones también siguieron creciendo porque estaban exentos de rentas, tenían otro tipo de autoridad, etc.
En cuanto a la remuneración de los clérigos hay bastantes textos. El cura recibía por la curación de armas razón y media, productos cotidianos, pan y vino. Diacono ½ ración, subdiácono ¼, gradero 1/6.
Las parroquias al mismo tiempo que desempeñan una labor de carácter litúrgico también realizan otras, tienen un carácter social es el lugar donde se celebran todos los acontecimientos medievales. También junto a estas funciones la parroquia rural se convierte en una unidad administrativa, instrumento que incluso utilizaba la monarquía. Los clérigos presentaban ya unas características típicas de lo que luego supondrá el funcionariado, no solo por la cuestión administrativa sino también, los cargos eran vitalicios salvo excepciones, hay una carrera eclesiástica que está regulada, también es importante subraya tenían algún tipo de complementos por dedicación y productividad (anacronismo), también en cuanto que se les primaba por asistir a determinadas funciones, como los maitines, incluso tenían una libertad de movimiento que se podría asemejar a las vacaciones, de hecho el termino vacaciones venia de aquí.

8.3 Manifestaciones culturales y artísticas en la Península, siglos XIV XV

Se diversifica y amplía el frente cultural, tanto en temática como en destinatarios, acorde a distintos usos y costumbre atendiendo a distintos grupos sociales.
El clero sigue siendo el mayor destinatario de la formación y preparación intelectual. Ya no sólo se basa en el estudio de los libros sacros. El libro se convierte en un tesoro, ya que contiene los textos eclesiásticos sacros de las autoridades y padres de la Iglesia, pero también incorporan la historia y vida de las propias comunidades, siendo una plasmación de su memoria, sus individuos y su patrimonio.
Los textos aluden a un fenómeno que se muestra desde el siglo XIII claramente: la fragilidad de las memorias individual y colectiva, que además en muchas ocasiones se contradicen. Los textos, por su parte, se presentan como una fuente fidedigna y constante de la historia y los testimonios. Asimismo, los registros y la contabilidad se convierten en la plasmación de los derechos y propiedades de las comunidades e individuos, precisando además dónde se sitúan los elementos económicos y permitiendo una mejor gestión.
Grupos de laicos también se dan cuenta de esas ventajas y comparten ese interés. Los escribientes y notarios tienen reguladas sus funciones por documentos jurídicos y leyes, como las partidas, lo que muestra el interés y desarrollo que estas clases despertaron en ese momento. Las compraventas, intercambios, operaciones, etc., se plasmarán en documentos por escribientes y notarios, convirtiéndose en memoria y prueba de las operaciones. Las formas van evolucionando, pasando de las iniciales sanciones canónicas a las sanciones económicas y, más tarde, la prueba ante el tribunal más importante incluso que el testimonio de las personas. En este sentido, a medida que el documento va ganando esta importancia jurídica, comienzan a desarrollarse también las falsificaciones y las medidas de control contra ellas. Estas tareas notariales se desarrollarán tanto por laicos como eclesiásticos. A medida que se van implicando los laicos en este tipo de tareas, irán exigiendo mayores privilegios como reconocimiento de su importante labor social.
El interés por la formación intelectual también alcanza a las familias aristocráticas y nobles. Comienza una propaganda de la necesidad de los individuos destinados a convertirse en líderes sociales de formarse intelectualmente. Proliferan los manuales para la formación de los líderes, los espejos de los príncipes, que trataban sobre las costumbres, conocimientos y disciplinas necesarias para su labor. Se defiende ya una necesidad de formación intelectual pareja a la formación militar.
La formación intelectual tiene un componente sexista y clasista en este momento. Se sostiene que las mujeres precisaban de menos formación dada su irrelevante papel en la sociedad en términos jurídicos y económicos, al igual que las gentes de condición humilde, que tampoco precisarían de esta formación. Sin embargo, se recomienda una cierta instrucción intelectual de las mujeres y un aprovechamiento de los talentos venidos de los estratos más bajos de las clases humildes, que debían formarse en colegios e instituciones.
Ciertos géneros que tienen desarrollo en este momento tienen especial relevancia desde el punto de vista del estudio histórico. La historiografía, representada en crónicas de largo trayecto, se compone de obras que tendrían una gran importancia. De las Crónicas de Alfonso X el Sabio, actualmente se conserva un gran número volúmenes, que en ocasiones presentan contradicciones entre ellas, por lo que no sabemos a ciencia cierta cuáles se produjeron íntegramente o cuales pertenecen a ampliaciones, reformulaciones o citas posteriores de la obra.
El Llibre dels Feits y la Crónica de Ramón Tayet constituyen las crónicas fundamentales de la corona de Aragón; la última trata los siglos XIII y XIV, con una notable descripción de las conquistas de los territorios griegos de los almogávares, en los que participó el autor. Junto con las crónicas de Bernat Desclot y la de Pedro el Ceremonioso, constituye las tres principales obras de la corona de Aragón, muy importante desde el punto de vista historiográfico, pero también didáctico en cuanto a su carácter e intención.
En la corona de Castilla, Pedro López de Ayala, servidor de Pedro I, sería el gran historiador de la segunda mitad del siglo XIV, descritas por una persona muy bien preparada intelectualmente y que además ha participado en los acontecimientos. Con su obra  plasma su conocimiento de los hechos, de los que fue un partícipe activo, pero también incluso para justificar su propia labor y posición. Al igual que el resto de las crónicas, tienen un carácter propagandístico y edulcorado de la narración de los hechos, no sólo historicista.
La sátira de la sociedad de la época está realizada por autores anónimos, pero también por autores muy próximos al poder. Pedro López de Ayala realiza una crítica satírica de los vicios y errores de los diferentes sectores de la sociedad (la corte, los nobles, el clero, etc.). La sátira política se desarrolla con carácter anónimo por su carácter violento, por lo que su anonimato sirve para proteger al autor. Las Coplas del Provincial (muy explícitas en cuanto a los defectos de las personas) y las Coplas del Mingo Revulgo (con una orientación más didáctica), muestran las penurias, deslices y abusos del reinado de Enrique IV.
Por último, las obras de carácter doctrinal tratan de orientar a la sociedad, mostrando una crítica de los defectos y mostrando ejemplos y modelos que seguir. Los libros de sermones son un importante género en este sentido que, desde una cita bíblica, se desarrolla la enseñanza, que se complementa finalmente con un ejemplo y una moraleja. En estos tratados morales suele aparecer una carga de misoginia muy fuerte, algo muy extendido en esta época. En todo caso, ya en los siglos XIV, la actividad literaria ha llegado a un conjunto muy amplio de individuos de carácter laico y eclesiástico, diversificándose su temática en relación a las distintas clases y trabajos. 

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