8.1 La Iglesia peninsular ante el cisma de
occidente
La situación de la Iglesia peninsular en estos momentos es
compleja. Podemos decir que es una Iglesia muy fuerte y muy bien articulada,
pero que muestra indicios de debilidad según el punto de vista por el que se
observe. Es el momento en el que se termina de perfilar el mapa eclesiástico
que durará, prácticamente, hasta la época contemporánea. Este mapa se
articulará del siguiente modo:
-
Un arzobispado principal, que será la Sede
Primada de Toledo. La elección de Toledo responde a distintas razones:
históricas, ya que fue sede principal desde la época visigoda, y
geoestratégicas, ya que su dominio se encuentra en el centro de la península,
extendiéndose de norte a sur, siguiendo el avance de la monarquía en su avance
al sur. Esto se hace así por interés del pontificado y la monarquía, ya que el
primado se convertirá en un interlocutor directo con ellos. Braga será otro
importante principado y no aceptó la supremacía de Toledo, pero se desvincula
de la organización española con independencia portuguesa.
-
Diversos arzobispados, que tendrán su competencia
el resto del territorio, organizado en provincias eclesiásticas: Tarragona, muy
importante que se consolida con la pertenencia de los obispados de Cataluña que
anteriormente pertenecían al arzobispado de la Narbonense, Santiago, Granada,
Lisboa (cuyas fronteras se fijan para cada reino después de la guerra de los
dos Juanes), etc.
-
En 1492 se constituyen dos arzobispados nuevos:
el de Granada (Fray Hernando de Talavera será su primer arzobispo), recién
conquistada, y el de Valencia, anteriormente exenta.
Se establecerá un arzobispado por cada reino, que no tiene
por qué coincidir con la capital política de dicho reino. Toledo correspondía
al reino de Castilla, Santiago al reino de León, Tarragona al reino de Aragón y
Braga al reino portugués, etc. Estos arzobispados eran heredaros de la Plena
Edad Media. Puramente de la época bajomedieval será la creación del arzobispado
de Lisboa, tras la guerra de los “dos Juanes”, y la creación del arzobispado de
Zaragoza.
La Iglesia tiene en estos momentos un tejido institucional
muy fuerte, una organización muy jerarquizada a partir de arzobispados,
obispados, patriarcados, etc., que engloba y organiza a todos sus miembros.
Esta institución es propietaria de cuantiosas donaciones (externas o de sus
propios miembros), así como derechos e ingresos. No tiene problemas
doctrinales: el credo está ya normalizado y se enseña a los fieles de un modo
estandarizado, no se registran herejías importantes y se observa una producción
de obras doctrinales cultas y de calidad. Pero a parte de esta organización,
hay que destacar también la importancia de otras instituciones de largo
recorrido en la historia peninsular, tales como los monasterios, los
Trinitarios y Mercedarios (dedicados a la liberación de esclavos) y las ordenes
mendicantes (benedictinos, predominando en el norte del Tajo, cluniacense,
órdenes militares, predominando al sur del mismo río, etc.). Otro elemento
importante son los “obispados exentos”, es decir; obispados fuertes que no
consiguieron sede arzobispal, pero consiguieron no depender de ningún
arzobispado y tener una relación más directa con el papado. Se encuentran en
una situación intermedia entre los obispados simples y los arzobispados.
Sin embargo se registran problemas a los que tiene que hacer
frente. El pontificado de Avignon muestra una fuerte centralización en su
gobierno vinculada a una fuerte tributación. Asimismo, los pontífices se
reservan la entrega de cargos, que acaban otorgándose a los poderosos que
pueden asegurarse el apoyo de la curia, especialmente a burócratas y
administraciones. Justificándolo con que con esta medida se acababa con la
presión de los nobles o cargos públicos en las villas, evitando así mismo,
enfrentamientos. Esta justificación choca con la realidad. El resultado de esta
práctica es que los ingresos se concentran en los que ocupan tareas
burocráticas y no los que desempeñan labores religiosas, los cuales además
concentran diversos cargos.
Por otro lado, la moral del clero en este momento es
deficiente, muy relajada: no respetar el celibato (incluso pedían al papado la
legitimación de sus hijos para que pudieran optar al beneficio eclesiástico y a
la carrera eclesiástica), no respetar la dedicación a la tarea religiosa
(desempeñar labores en la corte, por ejemplo), etc. En el plano cultural, el
acceso a un cargo eclesiástico requería una preparación intelectual (lectura,
canto, doctrina, etc.), si bien después de esta se produce una separación:
aquellos que continúan formándose, consiguiendo una formación intelectual muy
alta, y aquellos que la abandonan y pasan a vivir de la renta.
En esta situación se produce el cisma, que tuvo una
importante repercusión en Occidente. Este cisma se produce tras la muerte del
papa Gregorio VII y el nombramiento de Urbano VI, precipitado y que no contó
con el apoyo de todos los cardenales, en especial los vinculados a Avignon. Los
opositores de Urbano VI acaban eligiendo en Avignon un nuevo papa: Clemente VI.
Ambos pontífices envían legaciones a los distintos territorios buscando apoyos
(destacaría la labor de Pedro de Luna, emisario de Avignon). Las repercusiones
de este cisma en las distintas coronas fueron varias: celebración de asambleas
de clérigos para asesorarse sobre el problema de la duplicidad de papados,
concentración de las rentas destinadas al papado e inicio de la circulación de
las primeras doctrinas conciliaristas para terminar el problema de la
duplicidad del papado.
En la península Ibérica se observa desde muy pronto un apoyo
al papado de Avignon, con una labor teórica y doctrinal a su favor considerable
y por el apoyo de la corona de Francia. En la corona de Aragón utiliza el
conflicto como pretexto para retener los pagos al pontificado y utilizarlas en
su propia hacienda. Portugal pasa de una situación de neutralidad al apoyo a Avignon,
si bien vuelve a cambiar al estallar la guerra con Castilla, apoyando al Papa
de Roma. En Castilla, convocado por Juan I, se celebra una gran asamblea de
letrados en Medina del Campo entre 1380 y 1381, en la cual se acaba decidiendo
el apoyo a Avignon gracias a la labor de Pedro de Luna.
En este momento ya existen muchos monasterios y conventos de
considerable importancia y sus abades intervenían o tenían un peso en los
territorios donde se encontraban.
Los cabildos catedralicios se generalizarán por toda la
Península Ibérica durante la Edad Media. Siendo la catedral la “madre” de las
iglesias parroquiales, se convierte en referente del culto de las iglesias
dependientes, por lo que las funciones litúrgicas se cuidan especialmente en el
caso de las catedrales. También destacará por la importancia como lugar de
enterramiento de personajes notables, que dota a la catedral de unos
sustanciosos ingresos, además de constituir gracias a sus registros una
importante fuente de información histórica. El cabildo también será propietario
de numerosos inmuebles y un sustancioso patrimonio, por lo que desempeñarán una
importante función económica. Los ingresos de estos cabildos vendrían de sus
distintas propiedades, negocios, terrenos y, en especial, del diezmo eclesiástico.
-
Coro
-
Dignidades capitulares
-
Dean
-
Arcedianos: encargados de la administración del
derecho canónigo.
-
Tesorero
-
Maestrescuela
A finales de la Edad Media surgen nuevos cargos, creados por
el papa alrededor de 1485, que los distintos cabildos tratarían de adoptar
dentro de sus posibilidades:
-
Canónigo magistral: maestro en teología,
centrado en la labor de predicación.
-
Canónigo doctoral: maestro en los dos derechos,
canónigo y civil, para asesorar al cabildo en sus pleitos.
Como consecuencia del desarrollo del culto, también se
empiezan a dotarse en esta época cargos de músico (cantores e instrumentistas)
a cambio de una remuneración. Progresivamente se irán añadiendo cargos:
relojeros, sastres, etc.
La promoción al episcopado oficialmente correspondía al
cabildo salvo dos casos concretos: el traslado de diócesis o en caso de
desacuerdo. Esto explica que normalmente, las diócesis estaban regidas por
obispos que previamente habían sido dignidades capitulares, en concreto el deán
o los arcedianos, ya que contaban con una experiencia de autoridad y eran las
personas que tenían una mejor posición económica. Sin embargo, junto con este
sistema regular existían otros medios: la intervención de Roma, intervención de
la monarquía o presiones del alto clero.
8.2 Los intentos de reforma del clero
Hay muchas órdenes con un tejido institucional muy fuerte y
todas estas instituciones están regadas por unas rentas muy abundantes y que
tienen su base en el diezmo. Además en castilla esta ya definido el dogma, no hay
grandes herejías, el dogma ya está interiorizado por el pueblo. Las doctrinas
morales están muy desarrolladas, donde el clero culto tenía una formación ya
muy importante.
Aspectos negativos importantes: excesiva centralización del
pontificado de Avignon (1309-1377) y a esta centralización se une una fuerte
tributación. La santa sede se reserva la concesión de cargos eclesiástico. Esto
evitaría las presiones fiscales, pero esto no se parece a la realidad, sino que
se daba a las personas importantes, lo que hace que se haga una
burocratización, es decir, no premia a aquellos que se preocupan por las
iglesias sino a los que se preocupas de los burocráticos. ….
En lo relativo a la preparación intelectual se presenta muy
dispar, el acceso a los puestos eclesiásticos requería según los escritos había
que saber leer, escribir y cantar, pero hay una posición muy dispar donde había
quienes se preocupaban por continuar formándose y quienes tras obtener una
prevenda ya no se preocupaban por formarse, este tenía un límite de obtención
pues hasta los 11 años no se puede obtener.
En Roma fue nombrado Urbano VI, el papa que hasta este
momento era una persona muy amable, se convirtió en una figura muy fuerte y con
un rigor excesivo y que la elección se había elegido bajo la presión de laicos
romanos, mezclada por intereses políticos. Por lo que fue en consecuencia
nombrado en Avignon Clemente VII, y en España Pedro de Luna importante defensor
del papado de Avignon. Los monarcas decidieron buscar asesoramiento con
asambleas de teólogos y teóricos, para averiguar a quien correspondía, además
se interrumpieron las dotaciones hasta saber a quién correspondía. Ya desde muy
pronto empiezan a manifestarse doctrinas conciliadoras. Por otro lado el papado
de Avignon se empezó a manifestar como poderoso desde muy pronto a ser apoyado
por el rey de Francia, aunque en su mayoría los monarcas se van a mantener
neutral, aunque con el paso del tiempo (esto empieza en 1378?). Aragón negocia
directamente sus intereses con los papados. En castilla se celebró una gran
asamblea en Medina del Campo donde se decidirá hacia el papa de Avignon, siendo
apoyado por el poderoso Pedro de luna. En Salamanca se celebran los actos en
mayo de 1381, donde el rey Juan I declaro Papa verdadero al de Avignon.
8.2.1 Alto Clero
Está encabezado en España por el arzobispo de Toledo, era el
más importante además de que era el primado. En 1492 se constituyen dos
arzobispados nuevos, el de Granada recién conquistada, ocupado por Hernando de
Talavera, un personaje muy interesante. En este año también se crea el
arzobispado de valencia, valencia tenía la consideración de reino y tenía
ciertas aspiraciones.
Los arzobispados son el más alto rango dentro de la Iglesia
en la península ibérica, es la institución con más autoridad. Esta autoridad
deriva de ocupar una metropolo con una serie de competencias adscritas a las
ciócesis de turno. Por ejemplo, el arzbispado de Santiago tiene una serie de
diócesis sufragáneas, es decir, que tributaban a la sede principal de la que
deriven.
Estas primitivas metrópolis habían acumulado un poder y una
renta muy considerable durante la Plena Edad Media, con una gran cantidad de
propiedades, aldeas y pueblos, dependientes de las mismas en lo respectivo a la
Iglesia. Estos arzobispos también tienen una gran importancia en la política
civil al desempeñar en muchas ocasiones altos cargos en los consejos reales.
Si descendemos en la jerarquía del alto clero, estarían los
obispos, que son los que consagran y ordenan a los clérigos de sus órdenes. Otra
importante función es la convocatoria de sínodos, a los cuales tenían que
desplazarse todos los miembros de las diócesis, aunque a veces iban una serie
de representantes. A estos sínodos, era frecuente, que se convocaran a
autoridades civiles, aunque sean de carácter eclesiásticos y estén dedicados a
la difusión de los dogmas y prácticas religiosas. El motivo era que estas
prácticas religiosas o dogmas podían tener repercusiones en la vida de la
sociedad y política civil, por ejemplo, se condenaba la poligamia o la usura, y
eran los poderes civiles los que controlaban estos aspectos. También eran un
elemento de unificación eclesiástica y de control sobre las prácticas. Las
“visitas” serían las encargadas de verificar que estas reglas se llevaban a
cabo. Estas “visitas” tendrían que ser llevadas a cabo por los obispos o
delegados, pero realmente estas visitas no se realizaban tan periódicamente
como se debían, aunque en la teoría estaban muy bien regulados. Los temas que
trataban sobre economía eran comprobadas por los arciprestes.
La mayor parte de los obispos pasaron su vida fuera de las
sedes episcopales, porque realmente tenían otras funciones aparte de ser
obispos, ya que muchas veces podían ser personalidades de la vida política como
por ejemplo estaban en el consejo real. En la época bajomedieval tenía más
autoridad y peso el arcediano que el arcipreste. La mayor parte de los obispos
eran señores temporales de una serie de villas, esta tradición viene desde la
época de la reconquista, cuando los reyes entregaban nuevas villas a la
protección de los obispos, por ejemplo, el obispo de Ávila era señor del Valle
de Corneja. Había ejemplos más excepcionales como el obispo de Palencia que era
el señor de la propia ciudad, o el arzobispo de Santiago era el señor de la
ciudad de Santiago.
Los obispos ejercían un claro liderazgo urbano aunque no
fueran los señores temporales de la dicha ciudad. Incluso en muchas ciudades
solo podían existir dos palacios, el del representante real y el episcopal.
Tenían unas competencias jurisdiccionales desde el punto de vista canónigo y
también desde un punto de vista económico, ya que recaudaba una parte
importante de las rentas de la diócesis.
Hay una diferencia importante dentro del clero en cuanto a
renta. Existen ya muchos monasterios, en Galicia hay muchísimos, pocos
relevantes que llegaran a tener peso, en Aragón, Poblet,…Se mantenía como
personas importantes los abades de los grandes monasterios, hay pocas abadesas
con repercusiones públicas aunque destaca la abadesa de los huertos.
Se procura que las ceremonias litúrgicas en la catedral
estén especialmente organizadas. Las funciones fundamentales, las celebraciones
más importantes, también las funciones de carácter fúnebre, porque un cierto
número de la nobleza eran enterrados en la catedral, de la que se guardaba un
registro, esto repercute en la economía catedralicia. Los cabildos tienen un
patrimonio realmente notable la mayor parte de ellos. El cabildo es normalmente
el propietario urbano más ricos, pese a todo esto el patrimonio más importante
eran los latifundios.
Los cabildos de las catedrales eran elementos de gran
importancia, acompañando, en teoría al menos, y aconsejando al obispo. Los
miembros de estos cabildos serían los canónigos. El número fue creciendo a lo
largo de la Edad Media, creciendo de una manera desmesurada en el siglo
XII-XIII, por lo que a mediados del siglo XIII quedan fijados el número máximo
de canónigos, en relación con la riqueza de las distintas diócesis. La
jerarquía capitular parte desde el racionero (el nivel más bajo), cuando una
persona entra en el cabildo se hace racionero, el niño del coro que crecía y en
la adolescencia pasaba a ser racioneros. Un segundo nivel serían los canónigos
que serían elegidos entre los
racioneros, era el grupo más numeroso. Por encima de los canónigos,
estaban las dignidades, el número de estas personalidades es variable, variaba
de la riqueza del cabildo, pero con carácter general eran muy parecidos, el
cabildo estaba presidido y representado por el dejan, cargo vitalicio, cuando
el obispo era trasladado era el instituto. Después estaban los arcedianos, que
estaban adscritos. Y el Doctoral que era un experto en derecho canónigo y
derecho civil porque era el asesor legal del cabildo. A parte de la remuneración
de cada estatus tenían una serie de estímulos para asistir a las oras
canónigas. Otro complemento, más importante, que demuestra el peso urbano que
tenían, son las donaciones y las participaciones del diezmo. Como consecuencia
tuvieron un patrimonio importantísimos, con grandes latifundios y propiedades
en las ciudades.
Ahora se buscan a parte de los niños del coro cantantes
profesionales e instrumentista que tienen el sueldo más o menos de un
racionero.
La elección del obispo correspondía al cabildo excepto en el
traslado de la diócesis o en caso de desacuerdos muy fuertes donde intervenía
roma.
8.2.2 Bajo clero
El bajo clero desarrollaba sobre todo labores en las
parroquias, estaban adscritos a una aldea rural (aldeas y algunas villas).
Algunas villas como la de Palencia, tenían unas rentas abundantes, además tanto
como la de Palencia, Burgos, etc. tenían una clerecía poderosa como las
pequeñas catedrales. Pero la mayoría tenían recursos limitados e incluso muchos
casos pobres.
Entre las características de este grupo destaca un cierto
aislamiento debido a la lejanía física de la parroquia, con el alto clero……
Se pueden elaborar a partir de los datos que nos ofrecen
algunas fuentes que son significativas y se pueden sacar algunas conclusiones.
Desde el obispado se mandó un recuento de la diócesis en ese momento. Los graderíos son los que
tienen las órdenes menores. Los prestameros eran aquellos que recibían una
prestación para realizar sus estudios.
La selección y nombramiento de los clérigos era diversa:
-
La primera forma, la respuesta correspondía al
arcipreste de la zona que conocía a los jóvenes de la zona y conocía a los más
preparados, este era el que lo presentaba al obispo.
-
Otra forma era la de clérigos patrimoniales o
pilongos, tenían primacía aquellos que hubieran sido bautizado en la propia
pila bautismal de la parroquia, este sistema se fue ampliando a que el padre
hubiera sido bautizado allí e incluso el abuelo. Esto estaba aceptado por el
obispo, el motivo por el que se mantuvo fue por la idea de beneficio, ya que la
manera de que se vea menor oposición a pagar las rentas, es que vean la forma
en la que revierta en el hijo de algún vecino de dicha parroquia.
-
Una tercera forma, en la zona noroeste de la
península, el clérigo encorozado, en esas zonas, estaba muy extendido la
construcción de las iglesias propias, aquellas que los señores habían
construido con su dinero y con su propio dinero y se reservaban algunos
derechos. Esto la iglesia lo quería erradicar, pero el señor feudal en algunos
casos nombraba a estos clérigos encorozados que controlaba al clérigo elegido
por la iglesia.
Los requisitos son de lectura, canto, escritura,
contabilidad, edad,…no eran grandes requisitos, eran poco exigentes aunque
algunos de ellos se preocuparon por mejorarlo. Habían exigencias, como que
fueran hijos legítimos, muchos papas llegaron a legitimar a sus hijos, aunque
había un cierto rechazo a que los hijos de clérigos fueran también clérigos,
otro requisito es que no hubieran cometido crimen, que no fueran asesores de
nobles, en el requisito que más insisten es que para ser ordenados, el
requisito fundamental era disponer previamente un beneficio, por la cierta idea
de mantener una cierta dignidad, por lo que primero era el beneficio en una
iglesia determinada o unos beneficios propios.
Los ingresos más comunes del clero rural era el diezmo,
también las rentas de las propiedades, la ofrenda de los fieles o la
remuneración por determinados servicios, generalmente los servicios funerarios,
que normalmente tenían por obligación, la repartición de ciertos alimentos. No
se podía cobrar ni exigir ninguna remuneración por ninguno de los siete
sacramentos.
Del diezmo el clero normalmente recibía una tercera parte,
la otra parte iba destinada a la jerarquía eclesiástica, la otra tercera parte
a las adquisiciones de la iglesia. Como en la edad Media hubo un aumento
importante de la producción también aumento de forma importante el diezmo por
lo que hacia el siglo XIII aumento el número de clérigos, la creación de iglesias,
etc. Aunque cabe destacar que no en todos los lugares se pagaba el diezmo,
porque en algunos se deprecia la moneda y se va reduciendo o porque
determinados grupos sociales presionaron para que no se pagara el diezmo en
algunos actos, como rentas de las casas, hornos, puentes, etc. También es
cierto que en muchos casos muchas órdenes o señores se apropiaban la parte
correspondiente del diezmo. Pero a pesar de esas limitaciones el número de
clérigos creció de manera extraordinaria, cuando no creció la producciones
también siguieron creciendo porque estaban exentos de rentas, tenían otro tipo
de autoridad, etc.
En cuanto a la remuneración de los clérigos hay bastantes
textos. El cura recibía por la curación de armas razón y media, productos
cotidianos, pan y vino. Diacono ½ ración, subdiácono ¼, gradero 1/6.
Las parroquias al mismo tiempo que desempeñan una labor de
carácter litúrgico también realizan otras, tienen un carácter social es el
lugar donde se celebran todos los acontecimientos medievales. También junto a
estas funciones la parroquia rural se convierte en una unidad administrativa,
instrumento que incluso utilizaba la monarquía. Los clérigos presentaban ya
unas características típicas de lo que luego supondrá el funcionariado, no solo
por la cuestión administrativa sino también, los cargos eran vitalicios salvo
excepciones, hay una carrera eclesiástica que está regulada, también es
importante subraya tenían algún tipo de complementos por dedicación y
productividad (anacronismo), también en cuanto que se les primaba por asistir a
determinadas funciones, como los maitines, incluso tenían una libertad de
movimiento que se podría asemejar a las vacaciones, de hecho el termino
vacaciones venia de aquí.
8.3 Manifestaciones culturales y artísticas en la
Península, siglos XIV XV
Se diversifica y amplía el frente cultural, tanto en
temática como en destinatarios, acorde a distintos usos y costumbre atendiendo
a distintos grupos sociales.
El clero sigue siendo el mayor destinatario de la formación
y preparación intelectual. Ya no sólo se basa en el estudio de los libros
sacros. El libro se convierte en un tesoro, ya que contiene los textos
eclesiásticos sacros de las autoridades y padres de la Iglesia, pero también
incorporan la historia y vida de las propias comunidades, siendo una plasmación
de su memoria, sus individuos y su patrimonio.
Los textos aluden a un fenómeno que se muestra desde el
siglo XIII claramente: la fragilidad de las memorias individual y colectiva,
que además en muchas ocasiones se contradicen. Los textos, por su parte, se
presentan como una fuente fidedigna y constante de la historia y los
testimonios. Asimismo, los registros y la contabilidad se convierten en la
plasmación de los derechos y propiedades de las comunidades e individuos, precisando
además dónde se sitúan los elementos económicos y permitiendo una mejor
gestión.
Grupos de laicos también se dan cuenta de esas ventajas y
comparten ese interés. Los escribientes y notarios tienen reguladas sus
funciones por documentos jurídicos y leyes, como las partidas, lo que muestra
el interés y desarrollo que estas clases despertaron en ese momento. Las
compraventas, intercambios, operaciones, etc., se plasmarán en documentos por
escribientes y notarios, convirtiéndose en memoria y prueba de las operaciones.
Las formas van evolucionando, pasando de las iniciales sanciones canónicas a
las sanciones económicas y, más tarde, la prueba ante el tribunal más
importante incluso que el testimonio de las personas. En este sentido, a medida
que el documento va ganando esta importancia jurídica, comienzan a
desarrollarse también las falsificaciones y las medidas de control contra
ellas. Estas tareas notariales se desarrollarán tanto por laicos como
eclesiásticos. A medida que se van implicando los laicos en este tipo de
tareas, irán exigiendo mayores privilegios como reconocimiento de su importante
labor social.
El interés por la formación intelectual también alcanza a
las familias aristocráticas y nobles. Comienza una propaganda de la necesidad
de los individuos destinados a convertirse en líderes sociales de formarse
intelectualmente. Proliferan los manuales para la formación de los líderes, los
espejos de los príncipes, que trataban sobre las costumbres, conocimientos y
disciplinas necesarias para su labor. Se defiende ya una necesidad de formación
intelectual pareja a la formación militar.
La formación intelectual tiene un componente sexista y
clasista en este momento. Se sostiene que las mujeres precisaban de menos
formación dada su irrelevante papel en la sociedad en términos jurídicos y
económicos, al igual que las gentes de condición humilde, que tampoco precisarían
de esta formación. Sin embargo, se recomienda una cierta instrucción
intelectual de las mujeres y un aprovechamiento de los talentos venidos de los
estratos más bajos de las clases humildes, que debían formarse en colegios e
instituciones.
Ciertos géneros que tienen desarrollo en este momento tienen
especial relevancia desde el punto de vista del estudio histórico. La
historiografía, representada en crónicas de largo trayecto, se compone de obras
que tendrían una gran importancia. De las Crónicas de Alfonso X el Sabio,
actualmente se conserva un gran número volúmenes, que en ocasiones presentan
contradicciones entre ellas, por lo que no sabemos a ciencia cierta cuáles se
produjeron íntegramente o cuales pertenecen a ampliaciones, reformulaciones o citas
posteriores de la obra.
El Llibre dels Feits y la Crónica de Ramón Tayet constituyen
las crónicas fundamentales de la corona de Aragón; la última trata los siglos
XIII y XIV, con una notable descripción de las conquistas de los territorios
griegos de los almogávares, en los que participó el autor. Junto con las
crónicas de Bernat Desclot y la de Pedro el Ceremonioso, constituye las tres
principales obras de la corona de Aragón, muy importante desde el punto de
vista historiográfico, pero también didáctico en cuanto a su carácter e
intención.
En la corona de Castilla, Pedro López de Ayala, servidor de
Pedro I, sería el gran historiador de la segunda mitad del siglo XIV, descritas
por una persona muy bien preparada intelectualmente y que además ha participado
en los acontecimientos. Con su obra
plasma su conocimiento de los hechos, de los que fue un partícipe
activo, pero también incluso para justificar su propia labor y posición. Al
igual que el resto de las crónicas, tienen un carácter propagandístico y
edulcorado de la narración de los hechos, no sólo historicista.
La sátira de la sociedad de la época está realizada por
autores anónimos, pero también por autores muy próximos al poder. Pedro López
de Ayala realiza una crítica satírica de los vicios y errores de los diferentes
sectores de la sociedad (la corte, los nobles, el clero, etc.). La sátira
política se desarrolla con carácter anónimo por su carácter violento, por lo
que su anonimato sirve para proteger al autor. Las Coplas del Provincial (muy explícitas
en cuanto a los defectos de las personas) y las Coplas del Mingo Revulgo (con
una orientación más didáctica), muestran las penurias, deslices y abusos del
reinado de Enrique IV.
Por último, las obras de
carácter doctrinal tratan de orientar a la sociedad, mostrando una crítica de
los defectos y mostrando ejemplos y modelos que seguir. Los libros de sermones
son un importante género en este sentido que, desde una cita bíblica, se
desarrolla la enseñanza, que se complementa finalmente con un ejemplo y una
moraleja. En estos tratados morales suele aparecer una carga de misoginia muy
fuerte, algo muy extendido en esta época. En todo caso, ya en los siglos XIV,
la actividad literaria ha llegado a un conjunto muy amplio de individuos de
carácter laico y eclesiástico, diversificándose su temática en relación a las
distintas clases y trabajos.