viernes, 20 de abril de 2012

Renacimiento y Humanismo


El movimiento cultural renacentista


El renacimiento es un movimiento artístico, literario, social y cultural que se desarrolla principalmente entre el siglo XIV y mediados del siglo XVI que supone un resurgir de la cultura clásica. Este pensamiento está impulsado en gran medida por el desarrollo de la revolución comercial, propulsora inicial del poderío de las ciudades. Algunos pensadores de la época empiezan a plantear teorías nuevas que difieren del pensamiento tradicional:
Juan Duns Escoto o Guillermo de Ockham  rechazan el equilibrio entre la fe y la razón que había intentado establecer Tomás de Aquino. Ockham defiende que las palabras o las ideas carecen de realidad y sólo es real el individuo, al que se le puede llegar a conocer de forma empírica. Este nominalismo propició, entre otras cosas un desarrollo de las matemáticas (Oresme, Dumbleton, Bradwardine o Buridan). También impulsó a algunos teólogos a escudriñar los textos bíblicos (Gerson)
 A partir de los siglos XI y XII Europa redescubre a los clásicos al tiempo que la iglesia empieza a sufrir un descrédito a causa de sus vanas discusiones teológicas, alejadas de los verdaderos problemas del pueblo, su comportamiento feudal y sus enfrentamientos políticos con el Sacro Imperio.
Los escritores y pensadores expresan una nueva moral en la que el compromiso activo dentro de la vida pública adquiere una gran importancia.
El principal impulso que tuvo el Renacimiento con la literatura lo dio Petrarca (1304 – 1374), con el redescubrimientos de obras de Cicerón como De Senectute[1]. Los intelectuales de la época quedaron fascinados por la figura de Cicerón: un hombre totalmente independiente que plantea su vida y su obra como una entrega total a la sociedad, a la “res publica”.
Algunos de éstos intelectuales, como Coluccio Salutati o Leonardo Bruni, presentaron a Cicerón y su concepto de individualidad y libertad como un ejemplo a seguir.

Humanismo: el pensamiento renacentista


El mayor cambio producido en el paso entre la Edad Media y la Moderna es el fin del monopolio de la cultura y el pensamiento por parte de la Iglesia. Esta secularización de la razón propició enormemente el desarrollo del pensamiento renacentista, que dejaba de estar sometido por la Iglesia para pasar a los intelectuales de la época, quienes empezaron a usarlo para el desarrollo de lo humano[2] en detrimento de lo divino[3]. La principal característica del Humanismo es la valoración del individuo frente a la masa[4].Este nuevo pensamiento influyó en la mentalidad de hombres importantes de la época como Cristóbal Colón o Leonardo da Vinci que compartían la inquietud por descubrir, crear y progresar. La aplicación práctica de este espíritu plantó el germen de la aparición de la ciencia moderna[5].
Otro cambio que se produce son las distintas fuentes filosóficas: mientras que en los siglos XIII y XIV las fuentes habían sido básicamente cristianas (apoyándose en Aristóteles), el siglo XV  hay una vuelta a los clásicos (que si bien no habían sido ignorados totalmente por los medievales, si habían sido adaptados a la visión teocéntrica de la época), es el “siglo de Platón”.
Con el Humanismo la moral cristiana queda relegada a un segundo término, dando paso a una visión matemática del universo y al espiritualismo  idealista de Marsilio Ficino.
El Humanismo se propaga rápidamente por toda Europa, ya que despierta un gran interés en los monarcas y hombres cultos de todos los países. Un factor fundamental en la propagación de estas ideas fue la invención de la imprenta.
Mucha gente acudía a Italia para visitar las escuelas humanistas, entre las que destacan la de Vittorino de Feltre y la de Guarino de Verona.
Es importante señalar que este Humanismo sólo llegó a las minorías cultas.


[1] Petrarca también fue el gran redescubridor de Vitruvio, sin el cual no podríamos entender el arte renacentista tal y como es.
[2] Visión individualista y antropocéntrica (“El Hombre es la medida de todas las cosas”: Protagoras). Petrarca o Poggio (siglo XIV) fueron precursores del pensamiento humanista, recordando al hombre el valor de sus propias cualidades y su papel central en el conjunto del universo
[3] La visión teocéntrica y colectiva de la sociedad que imperaba durante la Edad Media.
[4] Durante la Edad Media, la conciencia popular era una conciencia colectiva: no existía la individualidad, todas las personas habían sido creadas por Dios y todas tenían que servir a Dios. Esta mentalidad impide la posibilidad de avanzar en cualquier terreno cultural, ya que el hombre por sí mismo no es nada, y por tanto no puede inventar (la capacidad de la creación es únicamente propiedad de Dios). Prueba de este pensamiento se da en la importancia de los copistas medievales. No hay apenas obras nuevas, todo lo bueno ya ha sido creado con anterioridad (con los clásicos) y como el hombre no puede crear, lo único que puede hacer es transmitir los conocimientos tal y como han ido llegado de los antiguos, ajustándolos a la visión cristiana.
A finales de la Edad Media, este pensamiento va cambiando progresivamente. La sociedad pasa de ser teocéntrica a ser antropocéntrica, pero sin marginar a la religión, que sigue siendo muy importante. El hombre pasó de formar parte de un colectivo a tener importancia por sí mismo.
[5] La creencia en la capacidad de conocer por sí mismo llevo a científicos como Copérnico (1473 – 1543) a defender su teoría del sistema heliocéntrico o a Miguel Servet (1511 – 1553), quien fue quemado en la hoguera tras descubrir la circulación de la sangre. Por no hablar de Leonardo da Vinci, quien hizo numerosos estudios y tratados sobre pintura, escultura, ingeniería, arquitectura, etc.

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