Italia: La cuna del Renacimiento
En
Italia las comunas oligárquicas que antiguamente seguían un modelo político
republicano, darán paso a “principados” monopolizados por las familias más
poderosas de la ciudad (como los Medici en Florencia, los Sforza en Milán o los
Papas en Roma). Este fraccionismo
italiano está
fomentado por el papado, que no desea el desarrollo de un poder fuerte cerca de
las fronteras de los estados pontificios. La historia italiana de este período está
marcada por las guerras de poder internas del país. Los partidarios del poder papal recibieron el nombre
de güelfos[1], y los partidarios del poder de los emperadores, el de
gibelinos. Pero pese a la debilidad que
supone esta situación,
es de Italia de donde salen las formas de pensamiento revolucionario que
caracterizan la época, y que son acogidas ávidamente por las restantes cortes
europeas. El
surgimiento de estas nuevas monarquías y principados tendrán como consecuencia
la aparición de cortes palaciegas que actuarán como verdaderos focos de
mecenazgo para el mundo de la cultura[2]. El Renacimiento en Italia tiene tres
grandes focos: Florencia, Roma y Venecia. El esplendor de Florencia se debe
principalmente a los Medici[3],
una familia de banqueros y en especial a Lorenzo el Magnífico[4].
El poder de los Medici sobre Florencia se vio interrumpido cuando accedió al
poder el conservador Savonarola. Sus seguidores fueron abundantes[5]
y de talante muchas veces fanático. Le arrebató el poder a los Médici y creó
las famosas hogueras de las vanidades, donde quemó numerosos libros y obras. Sin embargo, el nuevo papa, Alejandro VI,
se alió con los aristócratas y persiguieron tanto a Savonarola como a sus
seguidores. Finalmente, todos ellos fueron aprisionados como herejes y
Savonarola fue quemado en la hoguera en la plaza de Florencia.
El pensamiento humanista en Italia
Se plantea una nueva educación en
Italia: los estudios de humanidades (studia
humanitatis). Todo lo referido a la palabra y la escritura toma una gran
importancia, como la retórica. Se produce una exaltación de las lenguas
clásicas: latín y griego[6].
La gente pudiente tenía libros en casa e, incluso, bibliotecas. También se
crean bibliotecas públicas para que todo el que quiera pueda consultar los
libros. En Italia se pueden distinguir dos
corrientes de pensamiento humanista: la escuela veneciana y la escuela
florentina. En Florencia proliferaba una visión del mundo platónica en la que
tienen mucha importancia algunos traductores de griego como Georgios Gemistos.
Antes de marcharse de Florencia, Gemistos había preparado intelectualmente un
joven que era hijo del médico de Cosme de Medici. Durante doce años, Cosme de Medici
colaboró con Ficino en su traducción de Platón[7].
Cosme fundó la Academia Platónica florentina[8]
en la que se impartieron las enseñanzas de Platón. Al principio no eran más que reuniones de amigos para discutir
temas literarios, y no fue más allá del grupo de eruditos ligados a la
familia de los Medici. Sin embargo, fue imitada en otras
ciudades de Italia y posteriormente en todas las naciones de Europa.
Uno de los integrantes más importantes de la Academia era también el miembro
más joven: Pico della Mirandola quien,
pese a morir muy joven (a los treinta y un años) quedó como el intelectual más
grande de su tiempo[9]. El centro
humanista de Venecia es la gran imprenta de Manucio[10], quien inventa el libro de
bolsillo. La visión veneciana es más Aristotélica, siguiendo, al menos en
parte, la filosofía de Averroes. Los mayores centros de la imprenta se
encontraban en Venecia, Basilea, París y Amberes y la transmisión de los textos
se hacía a través de las rutas comerciales (mapa pág. 11).Otro gran
filósofo importantísimo de la época fue Nicolás de Maquiavelo (1469 –
1527). En 1498 se le nombró canciller del Consejo de la Signoría de Florencia.
Inmediatamente pasó a secretario de Estado, cargo en el que se mantuvo durante
15 años. En este tiempo se le encomendaron 23 misiones diplomáticas que
Maquiavelo llevó a cabo con gran sagacidad y "savoir faire".
Maquiavelo se declaró enemigo de los Médici, por lo que cuando éstos
regresaron al poder en Florencia fue depuesto de su cargo y desterrado, en el
año 1512. El papa León X le amnistió por lo que pudo regresar a Florencia. Sin
embargo, poco tiempo después murió. Se cree que fue envenenado. Maquiavelo
escribió entre otras obras El Príncipe,
dedicado al Gran Duque de Médici, donde exponía sus principios acerca del buen
gobierno. Su ideario político es resumido con frecuencia en la conocida frase
"El fin justifica los medios".
[1]
El poeta Dante Alighieri perteneció a una facción de este grupo: los güelfos
blancos, que tuvieron numerosas disputas (en las que resultaron perdedores) con
los güelfos negros.
[2] Serán estos
mecenas los que harán posible la aparición del Renacimiento y el Humanismo
ofreciendo protección y dinero (gentil
auspicio) a los pensadores y artistas (se trata de una cultura muy cara).
Los mecenas más importantes fueron los Medici en Florencia, los Sforza en Milán
y los papas en Roma.
[3] Los Medici fueron
unos brillantes cancilleres que, si bien
no respetaban la vida ni la hacienda de ningún ciudadano, establecieron una gran libertad de pensamiento, convirtiendo
Florencia en una ciudad en la que se podían desarrollar, con una inmunidad relativa, los
estudios humanísticos.
[4] Fue un gran
patrón de la artes, encargando trabajos a Miguel Ángel, Leonardo Da
Vinci y Botticelli. Lorenzo también fue un talentoso músico y trajo a
Florencia a algunos de los compositores y cantantes más famosos del momento,
como Alexander Agricola, Johannes Ghiselin, y Heinrich Isaac.
[5]
Uno de los seguidores de Savonarola fue el pintor Rafael Sanzio, quien
realizó un cuadro poniendo de manifiesto la injusta persecución que sufrió el
dominico.
[6]
“(…) la (lengua) griega, sin la cual es
vergüenza que una persona se califique de sabio”: François Rabelais: Gargantúa y Pantagruel (1532 – 1564).
[7]
Para Marsilio Ficino, Sócrates y Platón habían sido tan dignos de recibir la
revelación de la verdad como los propios evangelistas.
[8]
Sus miembros más destacados eran Cosme de Medici, Marsilio Ficino, Benedetto
Varchi, el hijo de Cosme, Lorenzo de Medici, el arquitecto León Baptista
Alberti, Cristoforo Landino (el más
anciano del grupo) y Pico della Mirandola (el más joven)
[9]
Para Marsilio Ficino, el
hombre era vicario de Dios, una imagen de Dios, nacida pan regir el mundo y que
podía pretender todas las cosas. Pico della Mirandola, puso en boca de Dios la
siguiente frase: «Tú, que no estás sujeto a ningún límite, determinarás por ti
mismo tu propia naturaleza, según tu libre voluntad.»
[10]
Aldo Manucio (1449 – 1515). Una de las ambiciones de Manuzio era evitar que las
obras de la literatura griega cayesen en el olvido o la pérdida física, por lo
que las convirtió en sus principales proyectos de edición
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