viernes, 20 de abril de 2012

Lutero: Reforma y Contrarreforma




A principios del siglo XVI, el malestar general y la opinión que el pueblo tenía en cuanto a la Iglesia y sus dirigentes, hacían inevitable una reforma. Desde hacía tiempo, nadie discutía los abusos morales[1] o eclesiales del clero, ni la avaricia, corrupción o la ignorancia de los eclesiásticos. Sin embargo, la tarea de afrontar un gran cambio en el corazón de una institución tan poderosa y jerarquizada como era la iglesia era sin duda un trabajo demasiado grande y complejo, por lo que la reforma llegó únicamente en un momento en el que las circunstancias no podían dar más de sí. Toda esta situación fue criticada por humanistas de la época como Erasmo de Róterdam[2], pero sin ofrecer alternativas[3]. La figura decisiva en el ámbito religioso del siglo XVI fue Lutero.
Martín Lutero (1483 – 1546): nació en Eisleben, Alemania, en una familia campesina. Estudió filosofía nominalista (nota 3) en la Universidad de Erfurt y teología en Wittemberg. Es esencial para entender, no solo la evolución del reformismo, sino también la contrarreforma. Lutero centra su reflexión en la predestinación[4] y, mediante la constante lectura de la Biblia, le da la clave para la salvación. En una epístola de San Pablo a los romanos lee: “el justo se salva por la fe” (Rm 1,17), lo que interpreta como que el simple hecho de creer o tener fe es el camino de la salvación[5]. Estas conclusiones limitan enormemente el papel mediador de la Iglesia así como el del purgatorio (nota 14).
Es posible que una de las causas que le hicieran decidirse a tomar cartas en el asunto fuera su visita a Roma en 1511, cuando sufrió una grave crisis de fe y vocacional al observar de primera mano la corrupción de la cabeza de la Iglesia. Así, varios años después, en 1517, redacta sus 95 tesis[6] sobre las indulgencias y las clava, el 31 de Enero, en la puerta de la iglesia de la universidad de Wittenberg. Es el comienzo de la Reforma Luterana.
Las reacciones no tardaron en aparecer: en 1518, se “invitó” a Lutero a retractarse de sus palabras, pero este, apoyado por sus seguidores, no lo hizo. En 1521, la dieta de Worms[7] lo exilió y decretó la quema de sus libros. Lutero pudo esquivar la condena con ayuda de su amigo, el príncipe elector Federico el Sabio y con ayuda de otros pensadores como Felipe Melanchton pudo continuar su obra[8]. Así se sentaron las bases de la religión Luterana: la predestinación del hombre, una relación más directa del hombre con Dios sin necesidad de intermediarios, una Iglesia más modesta e igualitaria y una liturgia más participativa.
Este inicio de reformas envalentonó a otros que siguieron los pasos de Lutero creando doctrinas aparte, como Thomas Münzer y los anabaptistas, Juan Calvino y el calvinismo, o el anglicanismo en Inglaterra, motivado por el rey Enrique VIII.
Entre 1545 y 1648, la Iglesia inició un periodo de cambios que han sido denominados como contrarreforma. Sin embargo, algunos historiadores niegan que fuera una simple respuesta a la reforma iniciada por Lutero, sino que fue algo que sucedió al margen de esto y que se habría dado en cualquier caso.
Las principales medidas de la contrarreforma fueron:
  •  El Concilio de Trento: convocado por el papa Pablo III entre 1545 y 1563. Sus principales acuerdos fueron la magnificencia e infalibilidad del Papa, el refuerzo al culto de la Virgen y los Santos y la importancia de la transustanciación (la transformación del pan y el vino en carne y sangre)
  •  La Compañía de Jesús o los jesuitas: fundada en 1540 por Ignacio de Loyola tenía misión educativa y evangelizadora y además de los votos de pobreza, obediencia y castidad, tenían un cuarto de total sumisión al Papa.
  • Se reactiva la Santa Inquisición (pág. 8).
  • Se redacta el El Index librorum prohibitorum et expurgatorum: el índice de libros prohibidos por la Iglesia o Índex.



[1] En la coronación del papa Alejandro VI, para honrarle, el pueblo romano construyó un arco de triunfo con la inscripción: “La Roma de los Césares fue grande, ésta de los Papas lo es más; aquéllos eran emperadores, éstos son dioses”. Aunque la autoría de este escrito no puede atribuirse al Pontificado, si es cierto que los Papas se sentían omnipotentes y con derecho sobre los reyes; lo cual se demuestra con el lenguaje usado en sus bulas y excomuniones.
[2] Erasmo (1466 – 1536) criticó duramente a la sociedad eclesiástica de su tiempo, pero no tomó partido ni se decidió por ningún bando alegando estar en la posición de erudito observador, por lo que fue criticado tanto por católicos como por protestantes. Se dio la situación, de hecho, de que el Papa Adriano VI, que era casi su compatriota, le ofrecía un capelo (título de cardenal) al tiempo que Lutero le pedía por carta que se uniera a la causa reformista. A estas peticiones Erasmo respondió rehusando el capelo del Papa y a Lutero le dijo que, deliberadamente, no había leído sus escritos.
[3] Otros humanistas que criticaron a la Iglesia fueron, por ejemplo, el inglés John Wyclif y el alemán Jan Hus.
[4] La predestinación era una teoría de San Agustín que plantea que sólo Dios elige al que ha de alcanzar la salvación.
[5]Sé pecador y peca fuerte, pero sé aún más fuerte en tu fe y alegría en Cristo” (Martín Lutero).
[6] Se pueden resumir las 95 tesis sobre las indulgencias en seis puntos fundamentales: 1. Las indulgencias solo tienen valor para liberar de las penas que la Iglesia ha impuesto a través del Papa o sacerdotes. Estas penas solo se aplican a los vivos puesto que los muertos ya son libres de las leyes de la Iglesia. 2. El cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho al perdón completo aún sin cartas de indulgencias. Dios le ha concedido la libertad que nadie le puede quitar. 3. Es preferible hacer obras de caridad y suplir las necesidades de su hogar que comprar indulgencias. 4. Es doctrina humana predicar sobre el valor de las indulgencias. Lo cual es solo una forma de sacarles el dinero a los pobres. 5. Incurren en blasfemia aquellos que afirman que la Indulgencias son el inestimable don de Dios, que si San Pedro viviera hoy no podría conceder mayores gracias o que la cruz con las armas papales equivale a la cruz de Cristo. 6. ¿Porqué el Papa, cuya fortuna es mayor que la de los más grandes ricos, no construye de su propio dinero la basílica de San Pedro, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes? ¿Por qué si el Papa puede sacar del purgatorio a las personas, no lo vacía sin pedir dinero, solamente por amor cristiano? Se debe enseñar que si el Papa conociera los excesos de los predicadores de indulgencias preferiría vender la basílica de San Pedro o reducirla a cenizas antes que construirla con la piel y huesos de sus ovejas
[7] Fue una asamblea integrada por los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico y presidida por el emperador Carlos V.
[8] Fue decisivo para la difusión de su pensamiento (así como para muchísimas otras cosas) el que posiblemente sea el invento más importante de la era Moderna: la imprenta. Fue creada en el año 1440 aproximadamente, por Johannes Gutenberg. Fue el principal medio de difusión de ideas desde su invención hasta la aparición de Internet y fue crucial para la redacción y distribución de algunos de los textos más importantes de la Historia, como la Enciclopedia de Diderot y d’Alembert (siglo XVIII).

No hay comentarios:

Publicar un comentario