Renacimiento artístico y el Humanismo en Roma
El humanismo en Roma se vio influido por el pensamiento
común Italiano[1].
Uno de los primeros y más importantes
filósofos italianos fue Lorenzo Valla, pionero de la crítica histórica y
filosófica, que, conociendo las lenguas clásicas, pudo leer e interpretar
documentos pasados que en ocasiones eran verdaderas farsas. La más famosa fue
su crítica a la donación de Constantino[2].
En cuanto al arte, junto con la escuela florentina y la escuela veneciana
aparece también la escuela romana. Los artistas más importantes de esta escuela
son Rafael Sanzio y Miguel Ángel.
Rafael Sanzio
Aunque vivió poco, dejo una amplia
obra que constituye la síntesis de las mejores cualidades de los
pintores precedentes, unificada de manera magistral. De Masaccio aprende Rafael
a dar equilibrio a las figuras, de Leonardo, la pureza del dibujo y los
secretos del difuminado[3];
de Fray Bartolomé la firmeza de la composición. A todo esto, Rafael aportará
una gran riqueza narrativa. Es un gran
retratista: Retratos de Julio II, de la Fornaria, Baltasar de Castiglione,
etc., dotados de una aguda penetración psicológica. También prolifera en el
tema de las Madonas, de un naturalismo idealizado: Madona del Jilguero, Madona
de la Silla, Madona de la Paz, La Bella Jardinera, etc. Pero su gran
obra serán las pinturas de las estancias vaticanas donde queda reflejado, entre
otras cosas, la importancia de los filósofos clásicos para el Humanismo (la Escuela de Atenas).
Miguel Ángel Buonaroti
La
obra pictórica de Miguel Ángel es, principalmente, una obra grandiosa, que
tiende a lo dramático y exasperado al igual que su obra escultórica[4].
Miguel Ángel trasplanta al campo de la pintura los medios expresivos de la
estatuaria. La máxima ilusión de relieve
o el gesto patético, caracterizan el estilo pictórico de
Miguel Ángel. Su obra maestra, el techo de la Capilla Sixtina, es una
majestuosa interpretación del
Génesis, en el que se representa a más de trescientas figuras de tamaño mucho
mayor que el natural. Años más tarde, en la pared frontal de la misma Capilla,
pinto su Juicio Final.
El
siglo XVI, señala el apogeo de la pintura renacentista italiana y constituye
una de las épocas más brillantes del arte universal. Esta situación es casi
obligada, puesto que se juntan en el tiempo y el espacio algunos de los grandes
artistas de todos los tiempos como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael y
Corregio.
Así
como Florencia ejerció la homogénea artística en la centuria anterior, ahora es
Roma la que irradia al mundo entero el poderoso influjo de estos artistas. Los
pintores posteriores se limitaron a seguir las normas trazadas por los
grandes maestros.
Únicamente
Venecia mantuvo un estilo original, basado en el intenso cromatismo y en una
pincelada ancha decidida que buscaba llegar a una especie de vibración luminosa
de colores. Hasta cierto punto esta ciudad permaneció al margen de la creación
artística de los grandes maestros romanos.
Los reyes de Roma
Los
Papas durante la Edad Media habían tenido un poder, en muchos casos, superior
al de algunos emperadores y reyes europeos. Esto era así por que el pontífice
era elegido directamente por Dios y
delegaba en él todo el poder religioso, era considerado sucesor de San Pedro,
vicario de Cristo, primus inter pares dentro de la Iglesia y legítimo
interpretador de la biblia.
Sin
embargo, en la práctica, sus funciones excedían enormemente las competencias
meramente religiosa y dominaba muchos aspectos de la vida secular. De hecho,
incluso tenían un estado propio desde el
año 752 que podía competir social,
económica y militarmente con otros países de Europa: los Estados Pontificios
(mapa pág. 19)
Durante
el Renacimiento los papas sufrieron un desprestigio enorme, aparte de por el
cambio de mentalidad hacia una sociedad antropocéntrica, por que se dedicaban a
satisfacer sus placeres personales y actuaban de manera impropia (lujuria,
incesto, etc.).
Los
Papas más importantes del Renacimiento fueron Alejandro VI, Julio II y León X.
Alejandro VI
Una
vez en el poder, Alejandro VI protagonizó un papado lleno de intrigas,
conspiraciones y rumores. Valiéndose de argucias políticas, las guerras que
había en la península y las tensiones políticas entre las familias de la
aristocracia europea, logro aumentar su poder como Papa. Tuvo cuatro hijos
ilegítimos[5] a
quienes uso de manera hábil integrándolos en sus juegos políticos. El más
trascendente fue César.
Su
papado constituye la culminación de los males que venían aquejando al
Pontificado, sin embargo, los éxitos políticos en lo referente a la defensa de
Italia tapan de alguna manera su trasfondo oscuro.
Cesar Borgia
Su
eficacia militar fue legendaria, conquistó muchos territorios y ganó infinidad
de batallas que siempre acababan beneficiando al papado. Aunque en el ámbito
privado, al igual que su padre, era considerado una persona fría y calculadora.
Le mataron en España con 31 años tras varios combates
Julio II
Su
apodo se debe a su espíritu bélico. Su comportamiento era más el de un monarca
absolutista, maquiavélico y maquinador que el de un Papa.
Mantuvo
fuertes luchas, entre otros, con los Borgia, con Venecia y con Navarra.
Impulsó
el mecenazgo protegiendo a artistas como Rafael o Miguel Ángel.
León X
León
X vivió en su pontificado una de las situaciones más tensas del catolicismo: la
reforma de Lutero, por lo que tuvo muchos quebraderos de cabeza en ese sentido
teniendo que tomar medidas como la excomunión de éste con la redacción de la
bula Decet Romanum Pontificem en 1521.
En
la política exterior su máximo logro fue evitar la conquista de Italia por
parte de Francia. Sus métodos son discutibles (cambió de bando numerosas veces)
pero muy efectivos.
Siguiendo
la línea de su predecesor, León X intentó hacer de Roma la capital del arte.
El Saco de Roma
La influencia obtenida entonces por
Carlos en la península itálica fue tan grande que el Papa Clemente VII, junto
con los estados italianos independientes[10]
formó, junto con Francia e Inglaterra la Liga de Cognac o la Liga Clementina[11].
Atacaron a las tropas españolas situadas en el Milanesado. El emperador respondió
enviando las tropas imperiales constituidas por 45.000 furiosos soldados[12]
dirigidos por Carlos de Borbón. Los ejércitos se dirigieron
hacia Roma y la sitiaron. El general murió durante el asalto,
iniciado el 6 de mayo de 1527, y las tropas, sin jefe, se dedicaron al pillaje,
a la destrucción y a la violación. El Papa se vio obligado a huir de su palacio
y refugiarse en el castillo de Sant’Angelo[13].
Tras una semana de sitio, el Papa se vio obligado a rendirse ante las tropas
imperiales. Siete meses después el emperador Carlos le concedió la libertad, tras
ceder algunas plazas italianas y realizar el pago de 300.000 ducados para
soldada del ejército.
[1] Capítulo 3.2: El pensamiento humanista en Italia
[2]
La donación de Constantino era un decreto atribuido a Constantino I según el cual, al tiempo que se reconocía
al Papa Silvestre I como soberano, se le donaba la ciudad
de Roma, así como las provincias de Italia y todo el resto
del Imperio romano de Occidente, creándose así el
llamado Patrimonio de San Pedro. Valla pudo demostrar definitivamente en
1440 que se trataba de un fraude de la curia romana a través del análisis
lingüístico del texto demostró que no podía estar fechado en la época de
Constantino.
[3]
El sfumato es una técnica inventada por Leonardo que consiste en dar un efecto
vaporoso que se obtiene por la superposición de varias capas de pintura
extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos
imprecisos, así como un aspecto de vaguedad y lejanía.
[4]
Su David es una escultura
de mármol blanco de 5.17 m. de altura.
[5]
Juan Borgia, César Borgia, Lucrecia Borgia (de la que se dice que
tenía relaciones incestuosas con su padre y su hermano César) y Jofre
Borgia. Todos ellos son hijos de Vannozza
Cattanei, la principal de las amantes de Rodrigo Borgia.
[6]
César anhelaba el puesto de su hermano, por lo que se ha llegado a decir que le
quitó de en medio para obtener sus propósitos.
[7]
Lorenzo siempre quiso extender el poder de si familia al Vaticano, y lo
consigue al fin con su hijo Giovanni, seguramente a un alto precio económico.
[8]
El problema de las comunidades castellanas tuvo lugar entre 1520 y 1521, cuando
un grupo de sublevados pidieron al rey el cese del desvió de dinero interno
para sus actividades en el extranjero: “...pedir
al rey nuestro señor tenga por bien se hagan arcas de tesoro en las Comunidades
en que se guarden las rentas destos reynos para defendellos e acrecentarlos e
desenpeñarlos, que no es razón Su Cesárea Majestad gaste las rentas destos
reynos en las de otros señoríos que tiene...” (Archivo General de Simancas).
Estos conflictos terminaron con la derrota de los comuneros en la batalla de
Villalar el 23 de abril de 1521 y la ejecución de tres de sus líderes
más representativos: Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco
Maldonado.
[9]
Para asegurarse de que el rey de Francia cumplía todo lo acordado en el
tratado, mantuvo en cautiverio a los dos hijos mayores de Francisco: el delfín
y el duque de Orleans.
[10]
Venecia, Florencia y Milán
[11]
Hasta entonces, las alianzas internacionales se habían creado con el fin de
detener el avance de los franceses, pero el 2 de mayo de 1526, motivada por la
acumulación de poderes de Carlos V, se crea esta primera alianza contra la casa
Habsburgo.
[12]
Hay que tener en cuenta que las tropas de Carlos V llevaban tiempo sin cobrar y
estaban indisciplinadas, lo que explica que estuvieran ansiosos de botín.
[13]
Hay que destacar el papel heroico de la guardia suiza a la hora de cumplir con
su obligación. Los soldados lucharon ante la basílica de San Pedro en defensa
del papa, retrocediendo hasta los escalones del
altar mayor. De los 150 guardias sólo sobrevivieron 42 pero entre sus enemigos
las bajas fueron de 800. Los guardias supervivientes formaron un círculo
alrededor de Clemente VII, ayudándolo a escapar a Sant’Angelo. En recuerdo de la heroica defensa de la vida del
papa, cada 6 de mayo juran sus cargos ante el papa los nuevos alabarderos y
toman posesión los ascendidos.